Como perros sin correa

Vanessa

Vanessa respiró fuertemente y soltó todo el aire para tratar de calmarse, de está misma forma se prepara para una cirugía, sólo que esta vez no está en un quirófano, sino en una habitación rezandole a todos los santos para poder calmar a esos dos hombres que quieren matarse, él ambiente está tan tenso y acalorado que tuvo que aclararse la garganta y poner sus manos en su cintura para sonar con autoridad.

— Bien, ustedes dos deben calmarse porqué lo último que queremos es que esa maldita gente de la fiesta se enteré de esto — Vanessa pasó la mirada por todos los guardias que están a cada lado de esos hombres para detenerlos — Necesitó que dejen de golpearse, esto tiene que acabar ¿Lo entienden? —

Miró seriamente a esos dos hombres que están sentados en cada esquina de la habitación. Él presidente tiene la nariz llena de sangre pero no pierde la compostura mientras se limpia la nariz, pero Alexander, dios, a ese rey jamás lo había visto tan enojado, sus manos están hechas puño, sus ojos están fijos en ese presidente y parece que quiere matarlo, sin duda su abuela le diría que se le metió él diablo, pero Alex ni siquiera hace nada a pesar de tener un fuerte golpe en el pómulo, y si los guardias lo sueltan, está segura qué se irá de nuevo a golpear al presidente.

— Me parece bien, aceptó el trato — contestó el presidente al recargarse en su asiento, de seguro el dolor de su nariz debe ser terrible — Aceptó todas sus condiciones, pero necesitó que usted, bella doctora, me atienda y me acepté como su paciente —

Alexander casi se levanta de su lugar llenó de coraje.

— ¡No! Eres un maldito aprovechado, quieres ser su paciente solo para pasar tiempo con ella — Alexander está lleno de rabia y coraje, pero sus ojos suplicantes la vieron a ella, se ve adorable enojado, pero ver su golpe la preocupo al instante, quisiera correr y curarlo para que no sienta dolor golopeado — Él no puede ser tu paciente, porqué tú eres mi doctora —

— ¡No puedo salir de aquí con la maldita nariz rota! Necesitó que ella me ayudé y lo hará aunque usted no lo quiera, no es él maldito dueño de ella Alteza ¡¿Qué no vez que tu esposo es un demente controlador?! Podemos irnos ahora mismo a Estados Unidos, dales una mejor vida a tus hijos, déjalo y me asegurare de que no vuelva a molestarte —

Él presidente es un idiota, porqué sus palabras no ayudaron en nada para la rabia colérica de Alexander

— ¡Eso jamás pasará, yo me encargaré de que tú jamás vuelvas a verla, ni a mandarle tus ridículas cartas de amor, ni tus estupidas rosas y jamás en tú puta vida volverás a Inglaterra! —

Vanessa rodó los ojos y se cubrió el rostro llena de desesperación, por dios, está embarazada y asustada, lo último que quiere es ver a su esposo así de enojado, quiere curarlo y ser su doctora, llevárselo de aquí y regresar con los niños, pero Alexander ahorita no es ese hombre romántico, está furioso y nada puede calmarlo, sin embargo, no puede ser la doctora de los dos al mismo tiempo, y sí acepta la propuesta del presidente eso significa que ese hombre podrá irse más rápido, pero Alexander se enojara muchísimo con ella.

Vanessa aún no sabe porqué demonios siempre la ponen en esté aprieto, ser doctora no tiene que ser tan malo, pero ahora lo odia, le gustaría no ser doctora para no tener este conflicto interno, pero es evidente que la gente de la fiesta no debe enterarse de éste conflicto, lo cual casi es imposible, porqué es bastante extrañó no ver al rey, a la reina y al presidente y qué los tres estén misteriosamente desaparecidos

Quizá piensen que estén haciendo un trío, lo cual sólo de imaginarlo casi la hace vomitar.

— ¡¿Saben qué?! No voy a ser doctora de ninguno de los dos, llamen a otro  porqué ustedes ya me tienen harta con su maldita inmadurez — Vanessa está tan enojada que hasta su vientre es más notorio en ese delicado suéter que sus sirvientes le dieron, en otro momento sería gracioso ver una embarazada tan enojada, ahora los dos hombre lograron callarse — ¡Ya basta! Quería regresar a la fiesta y comer pastelillos porqué tengo cuatro bebés que alimentar y no puedo hacerlo porqué ustedes son un par de idiotas que no dejan de golpearse —Fulminó con la mirada a ese estúpido presidente — ¡Usted condenado presidente, dejé de mandarme sus horribles flores y sus asquerosas cartas! No me interesa nada con usted, larguese a su maldito país y déjeme en paz y tú Alexander — Miró a su esposo — ¡Deja de ser un maldito celoso! —

Por un momento los dos se callaron y pensó que ya todo estaba solucionado, pero el presidente volvió a abrir la boca.

— ¿Y los besos qué le di no significaron nada? —

Lo miro llena de horror, este hombre busca que lo maten.

— ¿Qué, que besos? Ya ni los recuerdo

—Pues yo y sí pudiera soltarme le robaría muchos más —

Eso fue la gota que derramó el vaso, esas palabras activaron el modo agresivo de Alexander y ningún guardia pudo calmarlo cuándo se soltó se su agarre y se fue encima del presidente. Vanessa corrió hasta ellos y trato de separarlos pero fue en vano, esta vez no tiene la fuerza de antes, tiene miedo de recibir un golpe en el vientre, está embarazada y lo primero en lo que tiene que pensar es en sus bebés, así que retrocedio unos pasos, tomó su abrigo y soltó un gruñido llena de molestia.

— ¡Entonces matense par de perros sin correa! — 

Pero quizá haberlo dejado no fue lo más correcto para Alexander porqué pasó esa noche, él día siguiente y Alexander no le dijo ni una maldita palabra, no le habló para nada, no durmió con ella, no desayunaron juntos, es como si no estuviera presente en ese viejo palacio de París.

¡No durmieron juntos y eso es lo más terrible!

Vanessa respiró fuertemente antes de abrir la puerta del despacho de Alexander, se muere de ganas de verlo y saber que pasó con él después de su pelea con él presidente, pero aún se siente avergonzada ante la mirada de todos esos asesores, más porqué esta vez Alexander está muy enojado, pero le importa muy poco, tomó fuerza, abrió la puerta y caminó llena de dignidad con ese corto vestido hasta acercarse a ese rey que no quiere hablarle.

Pero Alexander está perdido en una acalorado debate con sus gemelas, esas dos cositas están sentadas en el escritorio, pero Alexander no le quita un ojo de encima al portabebé donde está Bella, sólo que esa bebé no llora, esta juegando con un peluche como si fuera lo más grandioso de su vida, pero las gemelas estan en un mar de lágrimas.

— ¿Si les doy 10 libras, dejan de llorar? — Alexander les dios un billete a cada una de las gemelas, pero esas bebés no saben que es el dinero, así que al momento se metieron el dinero a la boca, como un delicioso chocolate —  ¡No, no se los coman! —

Vanessa caminó hasta el escritorio y se sento en la esquina solo para enseñarle sus piernas a su esposo.

— ¿Estás enojado Alexander? — preguntó rápidamente, pero Alex no levantó sus mirada de los papeles que esta firmando.

— No —

Rodo los ojos de nuevo, Alexander es un testarudo cuando está molesto, está tan concentrando en los papeles qué Vanessa apenas alcanzó a atrapar a una de las gemelas antes de que se callera del escritorio, pobres, se nota que tienen muchos accidentes cuándo su papá las cuida, pero la otra gemela dibuja los papeles de su papá, pero Alexander es tan tolerante, qué no se enoja y esas niñas están encantadas de molestar a su papá.

Pero Alex no la mira a ella, ni a su vestido, menos a sus piernas provocadoras, sólo cuida a las niñas y mira su trabajo, es obvio que está molesto.

— Vamos Alex, está claro que si estás enojado —

— ¡Qué no! — le dijo cuándo por fin levantó la mirada para verla, él muy débil tuvo que desviar su mirada de sus piernas, porqué es muy fácil de caer en sus provocaciones

— Esta bien, te creo —Lo tomó de la barbilla y lo obligó a mirarla, así pudo ver su pómulo golpeado, ese manchon rojo que es una clara evidencia de su pelea, le gustaría besarlo y decirle que podrá curarlo, pero ese guapo Inglés se alejó al momento de ella — ¿Entonces vamos vas a ir a la habitación? Ayer no dormiste conmigo —

— No, apenas son las siete de la tarde, nadie duerme a esta hora —

Se atrevió a acariciar ese rubio cabello masculino que tanto le gusta, sólo se hace el enojado.

— Alex, ya sabes a lo qué me refiero, sólo quiero que estés allá en mi habitación conmigo —

— No, está vez no quiero, tengo mucho trabajo y esa habitación no me gusta —

Vanessa se enojó tanto que se puso roja de las mejillas y tomó en brazos a una de las gemelas y a la otra, se la tuvo que quitar de los brazos a Alexander, pero tampoco iba a dejar a Bella, así que le pidió a un sirviente que la ayudará con el portabebé.

— Bien, no vayas, no te quiero en mi habitación jamás en tú puta vida — Dijo llena de rabia con sus bebés aferradas a los tirantes de su vestido — Las niñas y yo te necesitamos, adiós —

Esta tan enojada que subió rápidamente las escaleras de aquella vieja mansión y cerró la puerta de su habitación en cuánto entró, pidió la cena a la habitación y después de cenar, se acostó en medio de los trillizos, con las gemelas en cada brazo y la pequeña Bella sobre su pecho. No es la mejor manera para dormir, no para ella, porque los pequeños demonios están encantados de dormir así, lo bueno es qué tiene muchos hijos, porqué nunca se siente sola.

Pero a mitad de la noche pensó que Helena se había despertado para qué la llevara a comer cereal mientras le platica de sus sueños a mitad de la noche, porque alguien le está tocando el hombro tratando de despertarla y Helena es la única que tiene hambre a mitad de la noche y es tanta la insistencia por interrumpir su sueño, qué se quitó las manitas de Bella de la cara y abrió los ojos al momento sólo para ver a un guapo rubio con el pómulo golpeado inclinado sobre ella, con sus preciosos ojos azules llenos de brillo, como si le pidiera permiso para poder dormir ahí, se ve tan guapo que por un momento pensó que estaba soñando, los mechones rubios caen por su frente y él rico olor de su perfume la tiene hipnotizada.

— ¿Qué quieres Alex? Te dije que no volvieras a mi habitación —

Vanessa se tuvo que poner en pie porqué ya tiene los brazos dormidos por culpa de los niños, tomó en brazos a Bella y la pegó a su pecho, mientras camina hasta él balcón de la habitación para tomar asiento, respirar el aire fresco de París y mirar la impresionante luz de la torre Eiffel en medio de la oscuridad de la noche.

— No puedo dormir — Alexander se sentó junto a ella y al momento escucharon los pasos de Helena y los balbuceos de las gemelas — Supongo que sí necesitó dormir contigo toda mi puta vida —

Vanessa sonrió por lo bajó mientras mira como las niñas tratan de abrazarse a su papá para que las ayude a ver la Torre Eiffel tan iluminada por la noche, pero es imposible seguir enojada con él cuando se ve esplendido bajó del cielo nocturno de París.

— Bueno, acabas de admitir que si estabas enojado conmigo —

Alexander se pasó las manos por el cabello, apenas puede moverse porque rodada las niñas quieren abrazarlo.

— ¡Te estaba defendiendo y me llamaste perro sin correa! Cómo si fuera un pobre de la calle —

Soltó una carcajada al escuchar las risas de las niñas y los ruidos de Bella recostada sobre su pecho y sobretodo, al escuchar la tonta molestia de Alexander.

— No me refería a que tú fueras un perro, sino a qué literalmente te estabas comportando como un perro agresivo — Se inclinó sobre su asiento para tocarlo suavemente en la mejilla — ¡Mírate el pomulo! Dios Alexander, no me gusta verte así —

Él sonrió de lado, porqué sabe que sus peleas son tontas.

— Este golpe en el pomulo sanará, pero te aseguró que no volveremos a ver a ese presidente jamás —

Se burló lo más que pudo de él, se río y lo beso en la mejilla sana para evitarle más dolor.

— Bueno, creo Alex qué tú ya no vas a necesitar disfraz para el cumpleaños de los niños — Vanessa sonrió ampliamente —Ya pareces un monstruo, con tu golpe es suficiente para espantar niños —

Alexander la fulminó con la mirada, es tonto decir que se ve como un monstruo cuándo las luz de la Torre Eiffel ilumina su rostro, como un Adonis perdido en París, luce precioso con su suave piel y esos ojos de un azul misterioso.

— ¡¿Me estas diciendo feo?! Además, de qué también me llamaste perro

— No cariño, tú eres jodidamente guapísimo —

No pudo soportarlo más, así que ella y Bella también se arrojaron a sus brazos, la bebé se recargó en el pecho de su papá, pero ella se entretuvo besando esos suaves labios, podría besarlo durante horas, días y jamás se cansaría, ya las niñas están acostumbradas a sus largos besos, pero Helena no, así que medio su cabecita entre ellos y los separo para batir su manita para enseñarles una carta.

— ¿Mami ya te dijo lo que le dieron a Christian? ¡Una carta de amor! — Helena sonrió moviendo su cabello rubio y enseñando sus mejillas sonrojadas — ¿Puedes leer la carta papi? —

Alexander asintió con la cabeza y abrió la carta para leerla, rodada esperaban escuchar su voz, pero no hubi nada, se quedó sepulcralmente callado y su mandibula se endureció realmente molesto.

— ¡¿Quien le dio esto a mi hijo?! —

Vanessa se preocupó al momento, pero fingió una sonrisa.

— Solo es una carta de amor Alex, algo qué todos de niños hacemos —

—No, no es una carta de amor — Alexander se paso más manos por el cabello realmente furioso — Esto no es algo para un niño, Christian tiene cuatro años, estás cartas yo las enviaba de adolescente a mi nana para tú ya sabes qué —

No, en realidad no sabe para que, pero conociendo el historia de Alexander de seguro le mandaba cartas para tener sexo. Al momento le quitó la carta y la leyó lentamente, esta llena de corazones y cosas sin sentido, eso se nota que es de una niña, pero la oración escrita por una adulto, define no es de una niña

¿Quieres follar conmigo? Atentamente, tú adorable y siempre caliente, Celine.

Vanessa no pudo soportar mucho más tiempo y se río todo lo que pudo hasta que su estomago dolió, le importa muy poco estarse burlando en medio de la noche, que todo la escuchen, pero es imposible no reírse por el contenido de la carta y porqué Alexander se la quitó para romperla y hacerla pedazos.

— ¡Alex! Esto es una tontería, de seguro la niña se equivocó y tomó las cosas de sus papas, a todos nos puede pasar, ¿Recuerdas cuando Andre le envió mis fotos en sostén a uno de tus asesores? No te preocupes, de todos modos Chris no sabe leer —

— No digo qué este mal el contenido de la carta, pero es un niño, de seguro eso le gustará cuando esté grande, porqué estoy seguro que Christian será igual que yo, pero...— Alexander negó con la cabeza— Ahora solo es un niño, pequeño e inocente, es como si esa niña quisiera violar a Chris. No, definitivamente no quiero a ninguna pelirroja en mi familia —

Pero Helena sacó un pequeña carta rosada que llevaba escondida en su pijama, la sacó con mucho dolor, cómo si no quisiera que nadie se diera cuenta de la carta.

— También tengo una carta para Andre... — Helena soltó un par de lagrimas — No quiero que se enteré, ya le dije a Andre que no le haga caso a ninguna niña, sólo a mi, porqué yo lo quiero muchísimo, si ninguna niña se le acerca, entonces él siempre estará conmigo — Helena se limpió las lagrimas, hasta olvido que detrás de ella esta la grandiosa luz de la Torre Eiffel —¿Qué dice la carta? —

Alexander tomó la carta y de nuevo su mandíbula se endureció y voz sono lena de coraje.

—Andre estas feo, a mi hermana London no le gustas — Alexander volvió a romper la carta y dejó que el aire parisino se llevará los pedazos — Esta carta la tuvo que escribir un adulto, definitivamente no quiero a esas niñas locas cerca de mis hijos —

Nota de la autora

🤣😂😂

Creo que a ese presidente ya no lo tendremos presente por mucho tiempo, claro, hasta que publique su triste historia....

🥰😍🥰😍🥰😍 Pero el pobre de Alexander, en lugar de estar enojado, estaba sentido porque termino golpeado en la mejilla y porque le dijeron perro sin correa 🤣🤣😂🤣😂🤣😂🤣

No cabe duda que todos se enamoran aún más en París 😍😍 ¿A ustedes les gustaría visitar la torre Eiffel?

🤣🤣🤣😅

Les dije que Alexander no iba a querer a ninguna pelirroja en su familia porque le quitara la inocencia a su hijo, lo siento Paris.

¿Oigan, como ya hace falta un maratón no creen?

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