Capitulo especial. Reina, Doctora y Mamá.

Vanessa

— ¡Mamá quiero eso! ¿Me lo compras? ¿Si? — Vanessa rodó los ojos al ver a su hija correr hasta la fila de los helados. Se siente cansada y finge una sonrisa en el rostro — ¡Quiero otro helado! ¡De vainilla, fresa y de chocolate! —

Como extraña cuando recorría París con sus manos llenas de bolsas, zapatos de diseñador y bolsos carísimos, ahora tiene que seguir a su hija con el cochecito de las gemelas mientras toma de la mano a Andre.  Remplazó sus bolsas caras, por una pañalera y cosas para bebés. Pero quería un bebé a toda costa, estaba obsesionada con poder embarazarse, solo que en su mente sólo tenía un bebé, no cinco. Es la doctora más famosa de Londres, tener cinco bebés no es algo fácil, su vida se resume entre cambiar pañales, ponerse cubrebocas, contar cuentos, amamantar y por las noches ser la reina en las cenas de Estado.

Pero solo por las noches, porque en el día tiene que ser esa mamá ejemplar que cambio sus altas zapatillas por unos tenis y sus cortas faldas por unos jeans para correr detrás de sus hijos, pero en la noches, usa los vestidos más cortos que puede y las zapatillas más altas mientras toma hasta perder la conciencia, claro, siempre con Alexander.

Sino viviera eso, su vida sería... ¿aburrida? Encerrada en Buckingham como la reina, con todos los cuidados, solo como una muñeca de aparador y todos la conocerían como la esposa del rey. No, la vida como la reina de Inglaterra tiene que ser más divertida, tiene que marcar la diferencia, porque todas las reinas deben vivir una aventura.

— ¡No cariño! Las gemelas no comen helado, son unas bebés — tuvo que alejar gentilmente a las gemelas cuando noto que Helena les acercó su  helado, logrando que ese par de bebés tenga las mejillas llenas de helado. Pero las gemelas mueven sus boquitas saboreando el sabor, pobres, apenas tiene un mes  — Amor, son muy pequeñas, las gemelas solo comen... —

— Toman leche de mami, de tus senos — dijo Helena y señaló sus senos. Se inclinó y le limpio el chocolate al rededor de la boca. Todos los asesores la regañaran de la peor manera si tan solo saben como tiene a la próxima reina — Así como mis hermanos, yo y papi —

Vanessa abrió mucho los ojos y sonrió apenada, tuvo ganas de cubrirle la boca a Helena para que no siguiera hablando, por lo menos no delante de la gente. Alexander juro que había puesto seguro a la puerta todas las veces que hacen esas cosas para adultos, pero esos niños, sobre todo Helena es un pequeño demonio, quizá ya no debería llevarla al hospital, puede que esas visitas la estén afectando, aunque su hija seria una muy buena doctora, ya saben, siempre esta preguntando y espiando a sus papás.

— No, tu papá no hace eso — cubrió mejor a las gemelas, son muy pequeñas para soportar el frio parisino. Trato de sonar lo más seria posible pero hasta Andre se esta burlando de ella. Sus dos hijos soltaron una risa graciosa.

— Lo hace, los espiamos a través de la puerta. —

— ¡Helena! Andre deja de reírte — sus dos bebés se rieron fuertemente y tuvo que tomar en brazos a Helena cuando la niña quiso. Quizá Alexander y ella, tendrán que conocer más seguido los moteles de la ciudad, porque tener sexo en el palacio cada vez está más difícil y todo por tres niños — Vamos, mejor escojan sus helados porque tenemos que volver por Christian —

— ¿Porque papi siempre ríe más contigo? — pregunto Andre, que hasta el momento había estado callado, quizá se divertida jugando con las gemelas.

Porque en las noches, se toman muchas botellas de vino.

— No ríe más conmigo, él los adora a ustedes, solo que es el rey y tienen mucho trabajo — acomodo el suave cabello de Andre para alejarlo de su frente — Helena ya escogió su helado, ahora es tú turno Andre —

Cuanto quisiera que su enamoradizo Christian estuviera aquí, pero se supone que Alexander tiene que cuidar de él, su hijo no se ha sentido bien desde que despertó después de que aparecieron en medio de la noche. No quiere hacer nada más que estar en pijama y ver películas cubierto de mantas mientras escucha a su papá dar órdenes.

— Yo quiero un helado, pero... — Andre saco un par de centavos de libras de sus bolsillos, sus mejillas se volvieron rojas e hizo un puchero infantil — Quiero comprarle el caballo a papá, quizá papi no se lo compra porque no tiene dinero. ¡Todo fue mi culpa! —

Helena, es celosa y los espía, Christian siempre está enamorado de las bebés de las enfermeras y Andre tiene complejo de pobreza.

¡No! Tu papá no se compra el caballo porque. Es el rey y tiene trabajo. Ven Andre, escojamos tu helado favorito, no llores, si quieres como regalo de navidad tus hermanos y tú le dan un caballo. —

— Si mami —

Vanessa sonrió enamorada de sus bebés mientras los mira comer su helado y quedar con sus mejillas regordetas y rosadas llenas de chocolate, quizá los príncipes no debería de ser así, quizá tendrían que ser fríos y serios y tener a sus nanas detrás de ellos, como cualquier otro niño rico, pero son sus hijos, no un par de enemigos para la Corona.

Y como ella es la reina, es doctora y sobretodo mamá, les dará la mejor vida posible.

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Vanessa

Vanessa se miro delante del espejo, el vestido se moldea a su figura de arena y resalta las caderas que crecieron después del embarazo, su cabello cae por su espalda como una manta de rizos dorados y sonríe mientras ve al sirviente ponerle su collar de diamantes y su reluciente Corona.

No toda la vida quiso ser reina, pero no está mal acostumbrarse a una vida llena de lujos y mucho menos a las cenas de Estado, donde ella siempre es el centro de atención, dios, son tan elegantes y emocionantes, que se muere de ganas de irse ya del hotel.

— Mami — Christian está de pie junto a ella y jala levemente la punta de su vestido para llamar su atención.

— Basta Christian arruinaras mi vestido. Amor, si quieres algo piénselo a un sirviente o a tu nana. Mira, esta en la habitación junto a tus hermanos —

No le puso mucha importancia a su hijo, solo se miro en el espejo y movió sus caderas para ver que su cuerpo se ve reluciente y su cabello espectacular. Adora su rubio cabello y aún más, cuando combina con la costosa Corona. A Alexander le encantará verla así. Ella es la perfecta reina de Inglaterra.

— Mamá no me siento bien — quisas el tono desesperado de voz que tiene Christian fue lo que la saco de su perfecto sueño, eso y ver como su bebé arroja un gran vómito sobre su perfecto vestido, amarilloso, oloroso y su bebé llora desconsoladamente. — ¡Mami! —

No le importó aventar al sirviente para tomar en brazos a Christian antes de que cayera al suelo, su rostro está pálido y al tocar su frente se dio cuenta que esta hirviendo. Le importa muy poco su vestido, solo quiere ver bien a su bebé.

— Vamonos, no me gusta llegar tarde y menos a una cena de Estado — Alexander salió de la habitación de los niños mientras se pone su reloj, con su séquito de asesores detrás de él y con los llantos de Helena porque su papá se va de nuevo y los deja. Pero Alexander ni siquiera la mira, esta entretenido en irse de una vez, se detuvo en la puerta de repente y la miró — Deja a Christian. Solo llorarán un momento, pero regresaremos antes del amanecer, la nana lo está esperando. ¡¿Que demonios le pasó a tu vestido?! —

— ¡Alex, el vestido es el menor de los problemas! Se supone que tenías que cuidarlo. Míralo — se acercó con su bebé en brazos, Christian está tan pálido como una hoja de papel — Creo que esta a punto de desmayarse —

Alexander se acercó y toco la mejilla de Christian, su hijo no puede parar de llorar y de trata de hacer que Alex lo cargue, pero sus asesores se acercaron para llevárselo de ahí. Si él pensaba quedarse, ahora no lo hará. Lo supo por el cambio en su mirada.

— Solo serán unas horas, eres la reina, no puedes faltar. Deja que la nana se hagan cargo de Christian — Alexander se acercó de nuevo a la puerta — Es un príncipe tiene que acostumbrarse a que su mamá no va a estar para él todo el tiempo. Además, eres doctora dale un medicamento y vámonos —

— No puedo darle un medicamento Alex, no se que tiene — cargó mejor a su bebé que esconde su cabeza en su cuello y se aferra para que no lo deje. Le rompe el corazón verlo así, desesperado por no quedarse sin su mamá — No puedo irme así, no con Christian enfermo, no te vayas Alexander.  No me puedes dejar con Christian enfermo —

Vanessa tuvo ganas de arrojarle una de sus zapatillas al maldito asesor y matarlo ahí mismo, los odia, los detesta cuando le hablan al oído a Alexander y borran esa mirada cariñosa de sus ojos y lo vuelven ese hombre frío y despegado de todos. No cabe duda que es un buen rey, porque a veces escoge mejor a la Corona que a sus bebés.

— ¿Irás? — le preguntó, pero Vanessa ni siquiera lo miró esta entretenida tratando de calmar a su bebé.

— ¡No!

Soltó un largo suspiró cuando escuchó el golpe fuerte de la puerta al cerrarse. Que Alexander se vaya a todas las malditas cenas que quiera, ella no va a dejar a su bebé así. No cuando no sabe si lo tratan bien, si lo arrullan para que no llore, si le dicen cosas bonitas para hacerlo reír, quizá no sea la mejor reina, pero cuando vio salir corriendo de la habitación a Andre y a Helena, se sintió la mejor mamá del mundo.

Es doctora, si no abandona a sus pacientes mucho menos a su bebé, pero aún así con sus conocimientos en medicina se siente la mujer más inútil y tonta porque no puede hacer que su bebé mejore. Trato de hacer de todo, pero nada sirve. Christian no para de llorar y decir que su estómago duele. Porque ella es una mujer empoderada, rica, fuerte y no necesita de un hombre,  cambio su vestido, dejo caer su Corona sobre la cama, tomó el cochecito de las gemelas, arreglo a sus bebés y le ordeno al chófer que la llevará hasta el hospital.

Helena, Andre y las gemelas ya están acostumbrados al hospital, conocen todo y no se aburren, pero aún así les dijo a los guardias que estén detrás de ellos mientras cuida de Christian. Su bebé está acostado en la camilla, con su pequeña carita y con las marcas de las lagrimas en sus mejillas, se aferra a su blusa para no dejarla ir.

— No me voy a ir a ningún lado. Mami siempre va a estar contigo Christian — miró de reojo y pudo ver como las enfermeras sonríen de forma enamoradiza al ver a Alexander en televisión en su maldita cena de Estado, sonriente y apuesto con todas. Si, que se divierta como un hombre soltero todo lo que pueda, porque le tocará cuidar a los niños toda una jodida noche.

— Mami, ¿Te puedo decir algo? — su bebé está totalmente drogado por la medicina para recitar que sienta el dolor de estómago, estará bien, pero tiene que pasarle el efecto, tiene una sonrisa de lado y sus ojos apenas pueden abrirse. — Estoy enamorado de la hija de una enfermera. Siento lo mismo que papi siente por ti cuando te mira, pero ella no me quiere. ¿Puedes hacerle una carta para que sea mi novia? —

Vanessa soltó una carcajada. Si así de enamoradizo es de bebé, no puede imaginarse cuando sea un adulto.

— Le escribiremos todas las cartas que quieras —

Pero el sonido de unos pasos y el olor de un perfume le indico que el rey está aquí. Alexander entró en la habitación, sin su costoso saco, sin corbata y con los primeros botones de su camisa desabrochados y su cabello está despeinado.

— ¿La hija de una enfermera? — negó con la cabeza — No Christian. Te enseñaré a buscar una mejor novia —

— Déjalo — se alejó de Alexander cuando tomo asiento junto a ella — Él tiene un corazón sensible. Además, la niña es muy linda —

Alexander la miró de lado con burla en los ojos

— Si, pero es la hija de una simple enfermera. Un príncipe no puede estar con alguien así —

— Pues tampoco había combinación entre una doctora y un rey —Alexander paso su brazo sobre sus hombros. Ya sabe sus intenciones de besarla cuando está molesta, como si con eso pudiera contentarla, pero alejó el rostro — ¿Te divertiste en tu dichosa cena de estado?

Alexander la acerco más, tanto que puede sentir la punta de su nariz pasar por su mejilla y sus labios cerca de su oído.

— No me divertí. Las cenas de Estado no son divertidas cuando tú no estás. — paso su mano por su barbilla a punto de besarla aún cuando ella no quiere, pero una Helena enojada y celosa separo a Alexander solo para que su hija se acueste sobre su pecho adormilada — A ti también te extrañe Helena —

Vanessa tomó en brazos a Andre mientras mueve el cochecito de las gemelas con su pie para dormirlas. No quiere hablarle y mucho menos verlo.

— Vamos, Vane, no podía cancelar una cena de Estado en el último momento. Soy el rey, algunas cosas no son fáciles y sabia que tú los cuidarias bien — la beso por la fuerza para contentarla, saboreando sus labios delicadamente, estuvo a punto de contestar y profundizar el beso, pero esta vez Andre los separo. — Además, tengo un regalo especial para ti, es un regalo extra de navidad, para remediar que los niños arruinaron nuestra escapada

— Si claro, siempre tratas de darme regalos después de que me haces enojar —

Alexander se puso en pie y cargó mejor a Helena, la cubrió con su saco y tomó el cochecito de las gemelas. Sonrió ampliamente.

— Un rey tiene sus secretos. Pero estoy seguro que este regalo será la diferencia — la beso rápidamente en ma mejilla antes de que Helena refunfuñara molesta — Esperó que está vez por fin saques de tu cabeza a tú ex novio —

— ¿A cuál de todos? — preguntó.

— A ese árabe — Vanessa sonrió ampliamente — Yo te prometí que te llevaría, llevaremos a los niños porque ya es imposible que se vayan, pero iremos a ver la tumba de Ishaq —

Vanessa soltó un pequeño grito antes de ponerse de pie y besarlo sin detenerse por los gruñidos molestos de Helena. Lo siente mucho si resulta feo ver besar a sus papás.

Porque Alexander es su perfecto rey.

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