Capitulo especial. Egipto es muy especial

Vanessa

Vanessa entrecerró los ojos al bajarse del auto negro y respiró el aire del desierto. El sol de Egipto es tan fuerte que puede sentir como broncea su piel. Tenía tanto tiempo sin regresar a este lugar que se siente como una extraña de nuevo. Hace unos años, Egipto era el rincón de su amor con Ishaq. Era su lugar espacial.

— ¡Mamá! ¿Por qué estamos aquí? no hay nada más que arena — Helena fruncio el ceño aburrida y entrecerro los ojos  — Vamonos aquí, hace mucho sol —

—  Alexander, esto es precioso y todo, pero, ¿Crees que con esto me vas a contentar? Pues no. Me dejaste sola en el hospital con los niños. Si quieres que te perdone tiene que idear otra cosa... no se, más romántica —

Alexander tomó en brazos a Helena  mientras ambos caminan para adentrarse en una de las tumbas, Andre va detrás de ellos vestido como Indiana Jones y Christian, solo ha querido estar abrazado a ella desde que salió del hospital. No quiere despegarse de ella y las gemelas, bueno, ellas sí están con sus nanas. Porque los niños enfermos siempre quieren a mamá todo el tiempo. Pero Alexander la ignoró. Quizá detrás de esos azules tenga en mente uno que otro plan perverso.

— Estamos en Egipto, porque tu mamá tiene que despedirse de una vez por todas de su exnovio y olvidarse de él para siempre —

Vanessa rodó los ojos, no piensa alejar de su mente jamás a Isahq, si tan solo supieran lo mucho que lo quería la entenderían. Se aferró al cuerpo de su hijo nerviosa completamente, sus piernas tiemblan mientras se acerca cada vez más a ese hoyo oscuro que los orientales llaman tumba. Ishaq y ella siempre tendrán una conexión especial.

— ¿Él que iba a ser mi otro papá? — dijo Andre como si no pasará nada, su hijo está fascinado con este extraño país, así que no se dio cuenta de la mirada colérica de su papá.

— ¿Quien te dijo eso? — preguntó Alexander furioso. — Eso no es verdad

— Tía Barbara nos dijo que mami se iba a escapar con su exnovio para que tú no nos encontraras y tuviéramos otro papá — Vanessa se acercó rápidamente y cubrió la boca de su hijo para impedir que siga hablando de sus planes pasados y sonrió avergonzada.

— No pasa nada Alex — lo beso rápidamente en la mejilla, para disminuir la tensión del ambiente — Mejor vamos a ver la tumba. Los niños siempre dicen incoherencias —

— Detesto a tu amiguita doctora, se esta buscando problemas con el rey  — Alexander le hablo tan bajo que esta segura que ninguno de su hijos los escuchó — ¿Tú pensabas hacer eso? ¿Ibas a dejar que un árabe fuera papá de mis hijos? —

— No, Alex, solo fue una pequeña idea, nada importante — su respiración se entrecortado al ver la tumba de Ishaq, se había despedido de él aquel día en la morgue cuando reparó su cabeza, no es que él este aquí presente para abrazarla, pero este lugar está llenó de recuerdos — ¡Era tan perfecto!

— ¡Que! — Alexander la miro seriamente — Estoy tratando de verdad con todas mis fuerzas no estar celoso, pero tú eres imposible —

— Me refiero a que la tumba es perfecta — mintió con una sonrisa en el rostro — Había deseado estar aquí desde hace mucho tiempo —

Caminó hasta tocar la piedra que cubre la tumba, un principe como Ishaq no debió morir de esa manera. Quizo llorar como esa última vez que lo vio, ella siempre llora desconsoladamente cada vez que lo recuerda, pero ahora están sus bebés presentes, no puede ponerse como una loca.

— Espero que ya lo dejes descansar en paz, sácalo de tu mente. Piensas tanto en él, que estoy seguro que una noche durante el sexo me confundiras con ese árabe  —

— ¿Confundirte a ti? ¿Al inconfundible Alexander? — soltó una risa silenciosa y se pegó al pecho de su esposo  — No lo creo. Tú me haces ver estrellitas durante el sexo —

— ¡Mamá! — dijo Christian molesto.

Le hubiera gustado quedarse todo el día admirando la tumba y pensando en todo lo que vivió con Ishaq, pero los niños son demasiado desesperados y lo único que quiere es no oírlos llorar. Así que le mando un beso imaginario a su exnovio y salio de ahí con una sonrisa porque por fin le dijo adiós.

Era la despedida que ellos necesitaban.

Habla pensado que la mejor manera de pasar su día en Egipto era compartir la tarde con Alexander, lejos de los niños idearon salir toda la tarde, como en una cita romántica, arena, alcohol y su enamorado, pero su cita perfecta no edta empezando de la mejor manera. Esta sentada en el sillon con las gemelas llorando a más no poder y los niños brincando de un aldo, esperando a que Alexander termine de hablar con sus asesores, pero en ese instante entre los lloriqueos supo que necesita tiempo para ella sola.

Lejos de todos.

Si claro, Alexander esta riéndose con un par de sus asesores, muy feliz y contento porque no tiene a los bebés junto a el. Porque todos en la maldita habitación creen que al ser la reina ella tiene que hacerse cargo de los niños, y el rey, bueno, el no tiene que hacer nada, ni siquiera cambiar un maldito pañal. La está haciendo esperarse más de una hora y no le pone atención a los niños.

Es hora de que aprenda a ser un buen papá.

Le dio un beso a cada uno de sus hijos y en especial a las gemelas, se puso en pie, las abrazó más sobre su pecho y camino hecha una furia hasta con Alexander, pero él dejó de hablar con los asesores cuando la miró entrar a la sala hecha una furia.

— ¿Vane que pasa...?

— ¡Tú! — sin decir nada, puso sobre él a las gemelas y arrojo con violencia la pañalera en la mesa — ¡Te detesto! Necesitas hacerte cargo de las niñas.—

Alexander ordenó que los asesores se fueran y abrazó mejor a las gemelas para cerrar la puerta, las niñas lloran descontroladamente, pero tomo asiento en la esquina de la mesa con una media sonrisa.

— ¿Ahora que hice?

— Es eso. ¡Que no haces nada por los niños! Pueden pasar junto a ti, te hablan, te ruegan y tú apenas y los miras. —

— Claro que los miró, lo hago todo el tiempo, pero tengo que ser papá y rey a la vez y eso es muy complicado —

Vanessa tomó su bolso y desabrocho los primeros botones de su blusa, en este lugar hace demasiado calor y ella necesita salir. Respirar de nuevo.

— Esta bien Alexander sabes ser rey, pero no papá. Los niños preguntan por ti todo el tiempo. ¿Qué si vas a jugar con ellos? ¿Oh si tus asesores no los van a regañar por hablarte? Alex, son tus niños, es más, son tus espermas vivientes. Ellos no deberían de tener miedo de ti y lo hacen, porque ellos no te miran como un papá, sino como el rey —

Alexander frunció el ceño de la misma manera que lo hace Andre.

— ¿Mis asesores les dicen algo? Si es así hablaré con ellos. Te entiendo Vanessa, pero toda la monarquía piensa que el rey no debe de cuidar a su hijos, hasta mi propia abuela cree que cuido demasiado a las gemelas. Necesitó acostumbrarme a esto —

— Pues si lo necesitas, antes de que los niños te vean como un extraño —

— ¿Adonde vas? — preguntó extrañado. Alexander hizo una mueca al sentir el vómito de sus bebés sobre su camisa y al cambiarlas de lugar lloraron terriblemente fuerte, creyó que Vanessa lo ayudaría a limpiarse, pero salió molesta de la habitación, sin mirar atras. — Espera, no se que le pasa a las gemelas ¿Tienen hambre?  —

— Me voy Alexander, necesito un maldito día para mi sola —

Y Vanessa azotó la puerta al salir, dejándolo ahí con todos los niños y un par de gemelas furiosas.

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Alexander

Alexander está fuera de sí, no está molesto, pero si desesperado porque no sabe como tratar con sus propios hijos.

Es el maldito karma.

— ¡Papá, papá, papá, mira películas conmigo! ¡Vamos a jugar! —  Helena corre solo en calzoncillos de un lado a otro del penthouse como si fuera una rebelde guerrera, con su cabello suelto y su cara llena de chocolate — ¡Mira, los niños se están peleando!

Definitivamente esta volviéndose loco.  Caminó con las gemelas en brazos, pegadas a su pecho y desnudas porque estaba a punto de bañarlas, ya que Vanessa se fue sin decirle como poner un pañal y bueno, un par de accidentes olorosos lo hizo tener que tirar a la basura su ropa. 

— ¡Basta no pueden hacer esto! ¡Los príncipes no pelean como plebeyos! — dijo al separar a sus hijos, a pesar de que Andre siempre es muy serio, es él que tiene peor humor

— A ti no te quiero — gritó desesperado con sus mejillas rojas — Yo solo quiero estar con mi mamá —

Alexander se quedó tan sorprendido de sus palabras que no supo que hacer en unos minutos hasta que sintió su camisa mojada y se dio cuanta el porque Vanessa siempre lo molesta tanto con poner el pañal a tiempo, porque las gemelas orinan todo el tiempo.

— ¡Demonios! —

Llamó cientos de veces a Vanessa, pero ella no le contesta y ni siquiera lee sus mensajes, es como si lo hubiera abandonado con sus niños. Pero al no saber que hacer tuvo que llamar a las nanas y a los asesores para que lo ayuden con los niños.

Las nanas bañan a las gemelas y los asesores tratan de ponerle ropa a Helena y a Christian, él apenas y se atreve a tocar la puerta del cuarto de Andre.

— ¿Puedo pasar?

— Si — creyó que tendría que contentar a su bebé así como lo hace con sus otros hermanos, pero no, Andre salió corriendo y se abrazo a sus piernas — Lo siento mucho. También te quiero papá. No quiero que te pase nada. Perdón —

— Lo se Andre — removió el cabello de su hijo — No pasa nada.

— ¿Donde está mamá? ¿Nos abandonó?

— No — mintió, porque no sabe nada de Vanessa — Pero tú y yo la iremos a buscar ahora mismo —

Tomó a su hijo en brazos para salir de la habitación del hotel y buscar a Vanessa de una vez por todas. Esa mamá fugitiva tiene que volver. Andre se aferra a su cuello cuando pasan por las extrañas calles de Egipto, llenas de mercadillos y cosas exóticas. Su hijo solo está acostumbrado a la tranquilidad de Londres, y aquí, hasta la música es ensordecedor.

— Creo que ahí está mamá —

Miró a todos lados tratando de buscarla entre el gentío, pero los mercados egipcios por la noche están llenos de gente, la busco entre las mujeres cubiertas por sus velos, pero no hay rastro de ella, hasta que siguio la mirada de Andre y ahi la encontró.

No solo a ella, sino a sus amigas y a un miserable árabe tomándola de la mano.

Alexander casi deja caer a Andre al notar como Vanessa se resiste de ese hombre, a pesar de la oscuridad puede ver como sus amigas tomadas se mueren de la risa y Vanessa se quiere ir tambaleante, pero ese hombre la sujeta de la mano.

— Hola Alex — le dijo sonriente antes de caer a la arena porque esta más tomada que una cabra y por los jalones de ese hombre. — Creo que es hora de regresar... pero este hombre no me deja. Quiere que me vaya con él ¿No es gracioso? —

— Oh si, te aseguro que nos iremos —Dejo a Andre en un lugar seguro y se acercó a ese árabe, trato de alejar a su esposa pero ese señor no deja de hablar en un idioma que no entiende — ¿Que demonios dice? —

— Él dice que quiere que yo sea su esposa y a cambio te dará un camello —

— ¿Un camello? Esta loco — lo siente mucho si su hijo ve esto pero ese hombre se lo merece. Se acercó lo suficiente para estrellar su puño contra el rostro de ese hombre. ¡Oh si odia a los malditos árabes! — ¡Si no fuera por mi serías cambiaba por un maldito camello! Nos iremos ahora —

Quizo ayudarla a ponerse en pie, paro apenas y puede abrir los ojos, esta casi desmayada por la cantidad de alcohol que tomó, le gustará verla sufrir por la mañana con una horrible resaca. Esta claro que no puede ir caminando y no pueden ir despacio porque es peligroso para un niño estar por las calles. Sonrió de lado y suspiro profundamente, tenía un tiempo que no cargaba a una damisela.

— ¿Que...que haces Alex? ¡Bajame! — la subio sobre su hombro y le dio una palmada en el trasero como reprimenda a sus pataleos. — Bajame ahora. Tengo un vestido, se verán mis pantaletas... Oh, hola Andre. —

— Hola mami —

Tomó de la mano su hijo y caminaron de nuevo hasta el hotel con su esposa sobre su hombro. En Londres llevarla así, seria algo bárbaro y mal visto, pero aquí, por muy machista que suene,  puede hacer lo que quiera con Vanessa y nadie le dirá nada. Sabia que su esposa había bebido mucho solo por verla, no necesito ver su tambaleó al caminar, solo sus ojos soñadores, su sonrisa descarada y sus mejillas sonrojadas. Porque en menos de un minuto se quedó dormida. Esa mujer siempre se pone en peligro. Ninguno de sus asesores dijo nada al verlo llegar. La recostó sobre su cama, pero esta tan dormida que no se da cuenta de nada. Cerró la puerta de la habitación.

— ¿Que le pasa a mami? ¿Esta muerta? — Helena casi llora, pero la tomo en brazos — No, pero necesita dormir sola porque no se a portado muy bien. Así que hoy dormiré con ustedes. —

No es que dormir con niños sea lo más cómodo, de hecho no lo es, pero él si es un papá protector y bueno, aún le falta aprender a poner pañales, pero esta seguro que las gemelas no lo volverán a orinar. Cada uno de los niños tiene su cuarto propio, como herederos a la corona pueden tener hasta su propio sirviente, pero no, esos niños tiene tanto miedo a dormir solos que se quedaron dormidos en el suelo mirando una película. No les dijo nada, porque es lo que él siempre quiso cuando era un niño, en cambio el tenía que pasar sus noches completamente solo.

No puede estar completamente dormido porque tiene que estar pendiente de las gemelas y sus vómitos nocturnos. La cama están tan grande, solo para sus gemelas y él, que pudo sentir el peso a su lado y el movimiento de las sábanas.

— ¿Puedo dormir aquí Alexander? — pregunto Vanessa a su lado, vestida con un camisón y con su cabello mojado por la ducha.

— Por su puesto, cariño —

Vanessa se recostó sobre su pecho y puso a las gemelas entre ellos dos, apretadas pero cerca de su mamá. La sintió aferrarse más a él, abrazandolo tan fuerte que pensó que las gemelas llorarian.

— Gracias Alex. Me gustó mucho este viaje — lo beso en la mejilla — Te extrañé todo el día —

Soltó una carcajada y la miró soñolienta y con un horrible dolor de cabeza.

— Yo también lo hice, pero  te deseo una hermosa resaca el día de mañana. Te lo desea el rey —

Es mucho más fácil reinar que ser papá

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