Capitulo 54

Vanessa

Vanessa tomó un gran respiro dejando salir aún estela de aire frío por su boca, se colgó el pesado maletín al hombro y abrazó sus libros contra su pecho. Sin poder esconderse en otro lado, comenzó a caminar por el camino empedrado hasta Kensington.

Mañana es su boda, esa grandiosa fiesta que transmitirán por televisión donde miles de personas saldrán a las calles londinenses solo para verla a ella, bueno, seguramente las mujeres sólo salgan a ver al rey.

No debería haber estado en el hospital hasta tarde y mucho menos traer trabajo a casa, pero necesita algo para distraerse y no morir de los nervios. Pero cuando los sirvientes abrieron la puerta principal una de sus tías se lanzó sobre sus brazos y la apretujo contra sí.

— ¡Mira estas tan hermosa sobrina! Estas más delgada que antes. No te preocupes son los nervios por la boda — su tía apretujo sus mejillas como cuando era una niña y solo pudo sonreír para quitársela de encima.

El palacio de Kensington está llenó por su familia. Sus primas corren de un lado a otro con sus elegantes vestidos en las manos, su abuela prueba su floral tocado y su madre platica con todos sobre su maquillaje.

¿Y sus bebés?

— ¿Mamá donde están mis bebés? — le pregunto después de recibir cientos de abrazos y felicitaciones. Su madre apenas y le pone atención porque platica con sus amigas por teléfono sobre la boda.

— Cariño, toda la familia de México está aquí. No te preocupes todas estarán vestidas igual que la realeza — insistió de nuevo sobre los pequeños y su madre fastidiada le contesto — No se, Vane, supongo que los tiene tu abuela. ¡Dejame hablar! —

Parece que todos están más preocupados que ella, que es la jodida novia. Refunfuño molesta y caminó por la sala hasta llegar con su abuela y sus tías. Sus bebés están despiertos, con sus ojos tan abiertos al conocer a tantas personas que a su parecer están asustados, pero su abuela los mueve de un lado a otro para enseñarselos a todos como si fueran la atracción de la feria.

— ¡Abuela los harás vomitar! — pero su abuela solo río y se los entregó en brazos para que segundos después leche batida cayera sobre su blusa — ¡Abuela! —

— No estés de mal humor,el novio no te dejará plantada en el altar — le dijo una de sus tías provocando la risa de todos.

— No estoy molesta, solo... — trato de decir pero su abuela la interrumpió.

— ¿Estas asustada por la primera noche de bodas? — su cara se puso roja como un tomate y trato de abrazar a los tres bebes al mismo tiempo — No te asustes, tu esposo tiene que conocerte. Ya sabes, tienes que conocer al tigre y hacer rechinar la cama  —

Sus tías se burlaron y Vanessa enfadada de las risas de todos y posiblemente el llanto de sus hijos, se puso en pie y fue hasta su habitación lejos de todos. Donde solo hay tranquilidad. Cerró la puerta de un golpe fuerte, se quitó los zapatos y camino hasta la cama para recostar a sus bebés. Cambió su blusa por una simple pijama, que es una camisa de Alexander, la cual robó del palacio de Buckingham. Pidió la cena a su habitación y se recostó bajo las sábanas junto a sus bebés.

Mientras amamanta a su pequeño Andre, levanta su vista hacia su vestido, blanco, largo y perfecto para la esposa del rey. Mañana todos estarán pendientes de ella, de como será su vestido, si esta correctamente maquillada o si uno de sus cabellos no está bien peinado. ¡Oh dios!  Esta tan nerviosa que sus manos tiemblan mientras toma a Helena y la observa poner su boquita en su pezon, su pequeñas manos se aferran a su seno, tan suaves, tan lindas.

Su celular comenzó a vibrar y su bebé lloró como desquiciada cuando alejo la leche de ella. Tomó el celular y volvió con su pequeña hija. Que todavía falta de alimentar a Christian, tan atractivo en su traje de conejo.

— Tenía que llamarte. Me imaginé que estarías más nerviosa que nunca — contesto de inmediato su celular cuando se dio de la llamada de Alexander. Pego el celular a su oído — ¿Estas bien? —

Se recostó en la cama y acercó a sus bebés a su lado. Los pequeños se refugian del frío abrazados unos al otro, sus pijamas blancas los hacen ver angelicales y sus mechones rubios apenas se notan, sus mejillas son tan rosadas y su labios tan rojos, que son preciosos mientras no lloren. Son tan parecidos a su papá, que sus rostros tienen ese porte que todos los niños de la realeza tienen.

— Olvidalo. No estoy bien. Ni cuando nos casamos en Las Vegas estaba tan nerviosa. ¡Es horrible! — Duda mucho que pueda dormir esta noche. — De verdad espero que todo salga bien y no quiero confundirme en el altar. Seria una pena si digo que no  — 

Se acurruco en las cobijas al escuchar la risa de Alexander. Ronca, agradable y masculina. Pero al fondo puede escuchar las voces de sus asesores, molestadolo como siempre, exigiendole ser rey en todo momento. Quizá se tomó un tiempo para desobedecer las reglas y hablar con ella.

— Mañana los asesores se harán cargo de todo, las nodrizas cuidarán a los bebés en Buckingham donde los guardias los vigilarán. Tampoco tomes en cuenta a las mujeres que querrán hacerte sentir mal, solo camina hasta el altar como la doctora que eres. Disfruta de la ocasión, no todo el mundo se casa con un rey — Alexander bajo la voz — Pero si no estás segura solo toma mi mano —

— ¡Oh Alex! Yo podría tomar tu mano todo el tiempo y por la espalda ellas me estarán asesinando con la mirada. No tenías porque invitar a tus ex novias —

— Son parte de la nobleza. No pienses que son importantes solo porque estarán en la boda — su risa fue más larga, haciéndola sonrojar terriblemente.— Tú ya me tienes atado con tres bebes —

— ¡Alex! — rodó los ojos y se acurruco en la camisa — No me estas ayudando en nada —

— Lo siento, pero eres muy susceptible a los celos. Tiene que quedarte claro que no hay otra muñeca sexual para mi, más que tú — sus hormonas se alborotaron hasta hacerla temblar de la emoción. — Ya basta, no verte por una semana después de aquella noche me esta volviendo demasiado romántico para mi gusto. Me tengo que ir, quería hablar contigo toda la noche pero... los asesores son muy insistentes.  No harás ninguna locura ¿Verdad? ¿Te portaras bien solo una noche? —

— Si. Alexander todo saldrá bien —

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Vanessa

— ¡Amiga! ¡No creas que pasaras tú última noche de soltera aquí! —

Barbara casi despierta a sus bebés al abrir la puerta de un portazo. Su corta falda y sus altos tacones la hacen ver de todo, menos como una doctora. La señaló con el dedo y se acercó hasta la cama para obligarla a la ponerse de pie.

— ¡Vete de aquí. Mis bebés están dormidos! — dijo casi en un susurro, cubriendo a sus bebés con la sábana. pero su amiga negó con la cabeza.

— No. Iras a tu despedida de soltera o gritare hasta que esos bebés lloren y te pongan histérica — cuando su amiga intentó gritar, cubrió su boca con su mano y la fulminó con la mirada.

— ¡Callate! No puedo salir del palacio. No quiero arruinar las cosas, no está vez, estoy a punto de casarme —

— No lo harás. Serán un par de horas de música y baile. Regresarás sana y salva para tu boda. Te lo prometo —

Aceptó sin muchas ganas. Su amiga la vistió como quizo, con la ropa más provocativa que alguna vez usó y la maquillo como si fuera una extraña. Con ojos tan exóticos que no se conoció al espejo. Dejó a sus bebés en la cama dormidos y se dio cuenta que toda su familia estaba de acuerdo para hacer esta despedida de soltera, incluso su abuela fue la que organizó todo.

Jamás confíes en las abuelas latinas. Están locas.

— ¿A que lugar de mala muerte me trajiste? — le pregunto a su amiga tratando de hablar lo más fuerte posible por la música alta.  Las luces neón y los montones de personas la hacen sentir mareada.

— ¡Te a va gustar. Lo sé! — su amiga la tomo de la mano y la llevo hasta la pista principal para dejarla ahí sola y cuando las luces la iluminaron a ella  supo que estaba en problemas. Trato de irse, pero Barbara le sonrió ampliamente desde el otro extremo de la pista.

Ninguno de sus amigos la está haciendo sufrir tanto como Barbara. Es su amiga tóxica.

— ¡Un fuerte grito para la chica que va a casarse mañana! ¡Ese trasero ya tiene dueño! — miro a todos lados nerviosa cuando alguien la sentó en una silla en medio de todos.  La voz masculina proviene de un chico solo en calzoncillos que a cada paso se acerca de manera sensual.

¡Te voy a matar Barbara!

Cerró los ojos y se aferró a la silla para no tocar nada de aquel cuerpo cubierto de aceite. Siente que va a vomitar cada vez que el baila sensualmente a su alrededor. Si tan solo alguien la reconoce, Alexander se molestara demasiado. Trato de ponerse en pie, pero el bailarín se lo impidió y acercó su trasero a su rostro. Tiene el rostro tan rojo que siente que se va a desmayar de la vergüenza.

Abrió uno de sus ojos poco a poco y el chico musculoso frente a ella esta a punto de quitarse los calzoncillos para quedar completamente desnudo.

— ¡La policía! ¡Corran! — gritaron todos y el chico se cubrió la entrepierna con las manos. En menos de un segundo la policía cubrió todo el lugar, hasta la pista de baile y por fin se sintió aliviada. Quizá los guardias de Alexander vinieron para sacarla de aquí. Abrió los ojos asustada y borró la sonrisa de su cara cuando esposaron sus manos. 

— ¡Esto es un error! ¡Yo no hice nada malo! — los policías la tomaron del brazo sin importarle que llevará zapatillas de tacón y la sacaron del club junto con todos. La calle está llena de personas detenidas — ¡Tu me metiste en esto Barbara! —

Su amiga recargó su rostro avergonzado contra el auto de policía y negó con la cabeza avergonzada.

— Lo siento tanto. No pensé que pasaría esto —

El policía llegó y ajustó las esposas dejándolas más apretadas.

— ¡Tiene que soltarme ahora! ¡Es una maldita orden! — grito molesta tratando de quitarse las esposas.

— Señorita eso lo hablará en la estación de policía — Abrio los ojos asustada cuando a su amiga y a ella las metieron en el auto, apretadas junto a otras personas.

De nuevo pensó que al llegar a la estación de policías alguien la reconocería, es demasiado fácil, su rostro está en cada jodida esquina, revista y televisora de Londres, pero no fue así. Las encerraron en una pequeña celda con muchas personas del club. Un par de hombres vestidos de mujer pelean, hay personas vomitando por el alcohol y otras están semidesnudas.

Es su peor pesadilla, porque solo faltan unas horas para el amanecer.

— ¡No lo entiende. Tiene que dejarme salir! En unas horas voy a casarme — se aferró a los barrotes de la celda y gritó  — ¡Me voy a casar con el rey! —

— ¿Esta drogada? La esposa del rey jamás visitaría un club como ese — el guardia la mira desde su silla mientras come un rosquilla con mucha tranquilidad. Su amiga Barbara gritó suplicante.

— ¡No lo entiende. Ella será la próxima reina! Yo pagaré las horas por ella. Déjeme dos días despues si quiere, por favor, déjela salir —

— ¡Mireme! ¿Me reconoce? Soy Vanessa Rizzi, la doctora o como me conozca. Joder. ¡Yo voy a ser la próxima reina de Inglaterra! — grito con todas sus fuerzas.

El guardias dejó caer su rosquilla a causa de un ataque de risa. Se puso de pie y se acercó a la celda. La miro durante unos minutos y nego con la cabeza.

— Aquí llega todo el mundo pensando que lo dejaré salir. Hace una semana llego una chica diciendo que era Cleopatra. ¡Vil mentirosa! Usted no es nadie de la realeza. Ni siquiera se parece a la doctora. Yo creo que es otra prostituta de los barrios pobres que quiere salir pronto —

Esta terriblemente molesta y las peleas en la celda no ayudan. Alexander la matará por esto, sin duda. Le dijo que no haría ninguna locura. Pero no hizo nada malo. Esta asustada, nerviosa y quiere llorar. Sus manos se aferran a los barrotes con impotencia. Le acaban de llamar prostituta. Pero no importa... solo quiere salir.

— Le recomiendo señorita que se ponga cómoda. Porque pasará toda la noche en la celda —

Esta jodidamente muerta. Alexander jamás la perdonará si lo deja plantado en el altar.







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