Capitulo 45

Alexander

— ¡Ni se te ocurra irte Alexander! —

Le  grito su padre en medio del pasillo después de verlo dejar el balcón ante la mirada de todo Londres. Su padre tiene el rostro llenó de ira y las líneas de su frente se marcan aún más. Ese hombre que vive de fiestas en París, por fin esta molesto

— No puedes dejar el palacio, todos están aquí por ti, por su rey. El primer ministro, los duques y condes, ¿No pensaras dejarlos, verdad? ¿Tienes idea de lo importante que es esta cena? Decidirás reglas para el pais. ¡Tú me quitaste la corona, así que comportarte como el rey que eres! —

Alexander caminó hasta su padre después de sentar a Vanessa en el primer sillón que estuvo desocupado. Escogió un lugar lejos de la opinión pública y donde Vanessa no escuche a su padre hablar mal de ella.

Era el evento perfecto, en el cual nada podía salir mal. En ningún momento pensó que Vanessa rompería fuente en medio de todos. Le faltaba un mes, más de treinta días.

¿Como es que va a tener a los bebes ahora?

— ¡Deja de mirarla de esa manera Alexander! Pareces un cobarde dejando de lado a la Corona solo por una mujer. Tu responsabilidad es ser el rey de Inglaterra. Quédate y atiende los asuntos que de verdad importan, las mujeres siempre tendrán hijos, pero tú, tienes la corona y tu ex prometida está aquí, toma provecho de ella y disfruta la cena. Deja que esa doctora se vaya sola, cualquier sirvienta puede acompañarla al hospital —

Sus ojos se posaron en ella de nuevo, ahí sentada rodeada de su madre y otras mujeres, con el rostro rojo y fingiendo una sonrisa. Todos están molestos con él. Antes no entendía porque fue rey de Inglaterra, ahora lo sabe y su abuela siempre tuvo razón, el tiene esa chispa que aún lo convierte en humano. No importa que sea el rey de Inglaterra, primero estan esos bebés y después la corona.

No actuara como un maldito bastardo regresando al balcón después de que ella rompió fuente delante de todo Londres. No hará eso.

— ¿Quien eres tú para decirme que hacer? — dijo con voz fría, haciendo alarde de su tirulo de rey y señor de Inglaterra — Eres mi padre, lo sé, pero yo soy tu rey y si digo que me iré, eso haré. No eres nadie para ordenarme. Iré, porque no la dejaré como tu dejaste a mi madre. ¿Dime, pues, quién es el cobarde?   —

No esperó una respuesta de su padre, se dio la media vuelta y caminó de nuevo hasta su doctora. La reina puede hacerse cargo de la cena, de eso esta seguro. Pero ahora tiene más cosas que hacer. Los sirvientes están vueltos locos, llevan tazas de té para Vanessa y tratan que este lo más cómoda posible, pero solo niega con la cabeza y verla así, tan seria, lo esta volviendo loco.

El palacio está hecho un caos y sus asesores arreglan la habitación donde se supone que dará a luz al heredero, preparan las mejores cosas y las sabanas tejidas en oro, así se recibe al futuro rey.

— Si no me puedes acompañar, eres el rey, te entiendo. No estaré sola, mi madre y mis amigos estarán ahí. No te preocupes Alexander — Vanessa sonrió ampliamente cuando lo vio acercarse a ella. Tomó su mano hasta llevarla a su vientre — ¿Los sientes? Ya quieren salir, no tendré a mis bebes aquí, en una habitación donde todos me miren y me ordenen que hacer. No quiero eso. Me iré al hospital —

Cuando ella dice algo nada puede hacerla cambiar de opinión. Si no quiere seguir el protocolo esta bien. El es el rey, puede consentirla en lo que sea.

Aferro su mano a su vientre, los pataleos son cada vez más frecuentes y Vanessa se muerde el labio al sentir dolor. Por primera vez esta bien que un heredero nazca en otro lugar, lejos del lujo y la opulencia del palacio.

— No pensaba dejarte ir sola. Los dos hicimos esto... así que es mejor que nos vayamos al hospital antes que tengas a los bebés aquí — la ayudo a quitarse las zapatillas de tacón y se las dio a uno de los sirvientes. La tomó de la cintura y la pegó a su cuerpo para evitar que caiga al suelo por el dolor. La entrada principal se abrió y vislumbró su auto deportivo, no es el más seguro, pero es el más rápido — ¿Estas segura que es la mejor doctora? ¿Podemos cambiar de hospital? Los médicos de la corona pueden atenderte, son los mejores, si no quieres estar aquí, podemos ir a Kensington o pedir una cesaría de emergencia... quiero que estés bien —

Vanessa no dijo nada, solo entró al auto y suspiró al tomar asiento. Tener un bebé debe de ser el peor dolor para una mujer. Porque a pesar que es una mujer fuerte, en ocasiones se dobla del dolor. Tomó asiento junto a ella y le puso el cinturón, antes de prender el auto. Alexander está a punto de un colapso nervioso, ni siquiera el día de su coronación estuvo así, porque bueno, toda su vida supo que sería rey.

Pero jamás pensó que sería padre.

— Aún falta un mes. Nos faltan muchas cosas por hacer y terminar. No estoy listo. Los bebés tienen ocho meses, ¿Que pasa si no están bien? — tomó las calles de Londres directo al hospital. La miro de reojo antes que escondiera su rostro entre sus manos a causa de una contracción — ¡¿Te duele mucho?! ¡Por dios! ¡Dime algo! —

Vanessa respiró fuertemente y cuando se recompuso del dolor lo miro con una sonrisa de lado. Su maquillaje sigue igual, solo opacado por unas finas gotas de sudor que brillan en su frente. Su cabello cae por su rostro y tiene el vestido desabrochado. Pero en ningún momento se ha quejando de dolor, solo cierra los ojos con fuerza y su cara se pone roja.

— Basta Alex, no me pongas más nerviosa — pensó que estaba llorando, pero no, ella solto un par de carcajadas y se tomo el vientre al sentir una contracción más fuerte —  Si estas asustado, yo estoy muerta de miedo. ¡Rompí fuente delante de todo Londres! No es algo que quería que todo el mundo viera y terminé haciendo el ridículo. Si creemos en lo que la anciana nos dijo, tres sandías saldrán por mi pequeña vagina. Eso duele muchísimo. Aquí la asustada soy yo —

Alexander soltó un quejido molesto. Esta atorado en el tráfico justo en medio de Tower Bridge. Cuando Vanessa le mencionó que quería tener un parto lo más normal posible, no se imaginó esto. Quería que estuviera segura en el palacio de Buckingham, todos los sirvientes estarían a su servicio y los mejores medicos de Europa la atenderían, con un demonio es la última vez que le hace caso a esta loca mujer.

— La próxima vez tendrás al bebé donde yo te diga y te aseguro que será en el palacio. No te volveré a hacer caso. Te prohibo tener un bebé en el hospital de nuevo — los autos no se mueven y por si fuera poco el clima lluvioso no ayuda en nada. Vanessa se inclinó sobre su asiento y alargó su mano hasta tocar su rostro, lo tomó de la barbilla y lo obligó a mirarla.

— No habrá próxima vez. Se siente muy rico hacer el bebé Alex, pero el parto duele horrible, si no fuera porque mi madre me dio un té, estaría gritando del dolor. No quiero volver a tener sexo contigo —

Mientras tanto ella se pasa las manos por el cabello y respira con desesperación. Pero cuando lo miró a los ojos, entendió su miedo y su preocupación. Aferro su mano fuertemente a la suya

— No alcanzó a llegar al hospital. ¡Ya no puedo más Alexander! —

La última vez que la vio bajarse las pantaletas en su auto fue para tener sexo, no para prepararse para tener a su bebé. No sé quito el vestido pero lo desabrocho lo más que pudo. Se inclinó sobre su asiento y la ayudo desabrochar el cinturón. No hay otra alternativa. Esta molesto, ansioso y nervioso. Los autos no avanzan, el clima no ayuda y Vanessa de verdad se esta quejando de dolor. Ahora entiende porque los reyes siempre esperan en otra sala hasta escuchar el lloriqueo del bebé, porque verlas sufrir es una tortura.

— ¡¿Que.. que haces?! —  preguntó con la voz entrecortada al verla acomodarse en el asiento.

Se levantó un poco el vestido y tiene la cara tan roja que cree que un par de lagrimas podrían caer en cualquier momento, pero no grita ni hace escándalo, solo se mantiene callada. Se siente impotente y estupido al verla así, la embarazo, tendría que hacer algo, pero no puede aliviar el dolor con unas simples palabras de aliento, solo la sujeta de la mano y cuando ella lo aprieta mucho entiende que el dolor es insoportable.

— ¡Voy a tener el bebe, aquí y justo ahora! No puedo esperar hasta el hospital — Vanessa apretó su mano tan fuerte que pensó que lo lastimaria, pero esta bien, es un dolor comparable al de ella. Durante unos minutos no hizo ningún ruido, pero al final soltó un gemido de dolor, flexiono su cuerpo y tomó algo entre sus piernas — ¡Acabo de tener un bebé en un auto. Lo siento tanto Alexander, te juro que te compraré otro. ¡Lo siento! ¡Lo siento de verdad! —

Lo que menos le importa es el auto, si no el gran lloriqueo que soltó el pequeño bebé al salir del vientre caliente y respirar el aire frío de Londres. Agita sus pequeñas manos mietras llora y Vanessa lo abrazó sin importarle manchar su vestido de sangre, porque con la tela de su vestido limpia su pequeño rostro. Ninguno de los dos esperaba tener a los bebes esta mes, así que en su auto no hay nada para cubrirlo del frío. De inmediato se quitó el saco y se lo dio para cubrir a su bebé, el clima es terrible y es tan pequeño. Vanessa sonrió exhausta y nerviosa, sus piernas tiemblan un poco, supone que aún siente dolor, pero no lo dice.

— Es una niña. ¡Es una niña! Esa maldita anciana es una bruja
Esto es una locura — la bebé paró de llorar cuando ella la pegó a su pecho — No tengo nada para ella, ni ropa, ni osos, nada. Es tan pequeña y tiene tanta sangre que luce como un feo extraterrestre —

Alexander miró a la bebé recargada en el pecho de Vanessa, es tan pequeña, que cabe en una de sus manos y es tan frágil que parece ser de porcelana. Limpio un poco de sangre de su mejilla y la cubrió mejor con su saco.

— Ella será la reina de Inglaterra —

Siguió manejando, mientras escucha a Vanessa respirar agitada de nuevo. Estacionó su auto en la entrada del hospital y las tomo entre sus brazos para entrar al hospital, pero ya todos los estaban esperando.

La acompaño hasta la sala de maternidad, pero mientras Vanessa apenas puede caminar y sonríe emocionada cuando una enfermara corta el cordón y se lleva a la bebé a los cuneros. Recostó en la cama a Vanessa con cuidado y limpio su frente. La ayudo a quitarse el apretado vestido y quedo solo en su sostén.

— Ya solo faltan dos bebes. Puedo ordenar que te hagan cesaria, no quiero verte así. Debes odiarme por embarazarte —

Le dijo al oído para hacerla sentir mejor, ella se aferró a su brazo después de sentir un dolor tan fuerte que al hablar su voz es entrecortada.

— ¡Después de esto, me haré lesbiana! No quiero volver a tener un bebé en mi vida. Jamás — la miro a los ojos emocionado, porque de seguro el dolor la está haciendo hablar incoherencias. A ella le gustan los hombres. Demasiado. Lo tomó por sorpresa al tomarlo por el cuello de su camisa y acercarse para besarlo — Solo cuida a la bebé, ahora dame mi espacio porque voy a tener otro bebe y no te quiero encima de mi —

Tomo asiento junto a la cama sin dejar de verla. Ya no quiere que la tome de la mano, así que solo puede verla, porque para ella es la ultima persona a la que quiere ver. Minutos después escuchó otro lloriqueo, igual o más fuerte que el anterior. La doctora puso sobre el pecho de Vanessa a un pequeño niño, igual de pequeño a su hermana.

Vanessa respiró profundamente y sonrio levemente. Sin la emoción de la primera vez. Despues de otro cordón umbilical cortado, le dio al bebé, pero no noto nada extraño. En la mañana jamás habría adivinado que en lugar de estar en una elegante cena, estaría cargando a sus hijos con su camisa llena de líquido y sangre.

— Alex creo que esta haciendo mucho frío — giró su rostro al escuchar su voz, tan lenta, tan cansada, tan pausada. Ella no es así. Se apresuró con el bebé en brazos y tomó su rostro al verla cerrar sus ojos.

— Vane, ¿Qué pasa? Dios, solo abre los ojos. ¡Vanessa! — de un momento a otro la pequeña habitación se llenó de enfermeras y doctoras, esta confundido, solo quiere estar junto a ella, pero Barbara lo sacó de la habitación, le dijo un par de cosas que no logró entender.

Esta malditamente preocupado, pero no puede hacer nada, tomó asiento a fuera de la habitación, junto a los otros padres con rostro preocupados.

Él es el rey de Inglaterra y está ahí, con un bebé en brazos, con los nervios en un hilo y con toda la presión del reino sobre el.

Sin duda es mejor estar soltero.

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