Capitulo 39

Vanessa

— Listo doctora, ya puede verse en el espejo — el diseñador retrocedió unos pasos para darle espacio — Le encantará el vestido de novia. Incluso es mejor que él de la anterior prometida del rey —

Vanessa fingió una sonrisa. Apenas y le gusta que hablen de Alise. Ahora todo el mundo la compara con ella.

No quiere hacer el ridículo enfrente de todos los asesores de la corona y de su familia. Se siente un poco nerviosa ante sus miradas cuando posan sus ojos en el vestido de novia. Aun no sabe como va a poder caminar hasta el altar. Apenas puede caminar bien y no puede respirar porque le apretaron tanto el corset para que tuviera una estrecha cintura, que sus senos se ven muy grandes.

Sus bebés están sufriendo con este apretado vestido.

Se siente ridícula con el largo velo de novia. Prefiere su versión rockera y desaliñada. Sin embargo, desde que Alexander le pidió matrimonio es el nuevo títere de la realeza. Todos quieren opinar sobre su boda, todos quieren enseñarle a ser reina y todas esas mujeres odiosas solo le hablan para estar cerca de Alexander. Las detesta. Caminó haciendo resonar sus zapatillas hasta llegar frente a los grandes espejos, pero al levantar la vista no le gustó para nada lo que vio.

— ¡No! — grito furiosa. Su madre casi deja caer su taza de té  — ¡Me veo horrible! ¡Esta no soy yo! —

Su abuela rodó los ojos y soltó un par de oraciones al aire, pero su madre y Barbara se acercaron para arreglar el vestido. Es obvio que no pueden arreglar nada. ¿Cambiar el vestido? Lo que necesita es quitarse ese gran estómago.

— Te ves fantástica. Todo Londres querrá tener este vestido — soltó su madre después de un suspiro, miro a su amiga esperando una respuesta. Barbara la tomo por los hombros.

— El vestido es hermoso, todas te envidiaran... pero esta versión de Cenicienta cursi, no eres tú   —

Hay algo que no esta bien en ella, la quieren hacer sentir como una muñeca. Intenta llevarse bien con toda la realeza, pero no pueden decidir en su boda. La peinaron y la maquillaron a su gusto. El vestido es tan largo que incluso sale de la sala, las piedras son excesivas y pican su piel. La estupida corona cae sobre su frente todo el tiempo, pero eso puede arreglarse. Lo que la hace sentir tan horrible es su muy grande y estorboso vientre. Puso sus manos sobre su cintura.

— No ve voy a casar así. ¡Todos se burlaran de mí el día de mi boda! — contesto regia a no rendirse ante la mirada suplicante de su madre. — Todas esas damas solo esperan para verme caer ante todos. Usan sus molestan voces para tener una oportunidad y hablarle a Alexander, Rey, majestad, alteza —  imita su voz quejosa — Pues no les daré la oportunidad. Prefiero esperarme  —

— ¡¿Qu?e! No puedes hacer eso. Alexander ya pidio tu mano y acepto las condiciones de la familia— su madre se paso las manos por el cabello — Hasta tu abuela lo está enseñando a hablar español —

— Lo se mamá. Me siento terrible al hacer esto pero ¡Mírame!— paso sus manos sobre su vientre, esta más pesado que nunca — Tengo siete meses de embarazo. Parezco una ballena vestida de novia —

Su estómago cada vez es más grande que un embarazo normal. Así que esta muy lejos de parecer una Barbie en su vestido de novia y no se casará así. Si va a convertirse en reina, lo hará cuando ya no tenga a sus bebés, no cuando en cualquier momento este asustada porque puede dar a luz. Seria terrible dar a luz el mismo día de su boda.

Un nuevo asistente del rey la mira con cierto temor al hablar.

— Doctora... usted no puede hacer eso — paso saliva — Tiene que casarse de inmediato. La reina no quiere que los bebés nazcan fuera del matrimonio. Seria algo imperdonable para los futuros príncipes —

Vanessa abrió la boca sin saber que decir. Joder, está vuelta loca con los preparativos de la boda. ¿Ahora esto?  Ella no nació para elegir invitaciones y colores de vestidos, no, preferiría mil veces casarse en un bar que tener que preparar una ridícula boda.

— Te vas a meter en problemas con la reina — advierte Barbara.

Esta harta de tener  todos los días el palacio de Kensington llenó de personas para organizar la boda. Solo quiere un respiro para disfrutar su embarazo. Miró a todos con furia.

—¡ No, ella ya no es la reina! — tomó el vestido entre sus manos y se quitó con furia la corona — El rey es Alexander y él va a hacer lo que yo le diga. ¡Quiero a todos fuera de aquí! Díganle a la abuela de Alexander que no me casare embarazada —

Salió hecha una furia directo a su habitación para quitarse el vestido de novia.

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Alexander

— ¿Le ayudo a relajarse majestad? —  la enfermera de maternidad abrió su escote enseñándole su sosten y lamiendo sus labios  — Puedo entenderlo, las mujeres embarazadas no pueden tener sexo igual que antes, los bebés estorban. Puedo ser tan discreta como usted quiera. Siempre me despierto por las noches, tan mojada pensando en usted... —

Alexander sonrió de lado y tomó el folleto de cuidados para embarazadas. Le serviría leerlo un poco para entender los cambios de humor de su novia. Si embargo, solo había llegó a la recepción para preguntar por el área de consultas, no para que una enfermera fogosa y desesperada lo este comiendo con la mirada.

¡Por el rey! No debió de haberle hecho caso a Vanessa cuando menciono que quería llevar un embarazo normal, esto no habría sucedido si estuviera bajo los cuidados de los médicos de la corona y no en este extraño hospital de colores infantiles.

Esta acostumbrado a estas reacciones, pero no delante de su novia embarazada. Vanessa lo mira seriamente desde la sala de consultas sin despegar la mirada de el. Quizá aún tiene una pisca de inseguridad y aún cree que podría engañarla, pero eso no sucederá de nuevo.

— Solo vine por el folleto. Mi novia me espera — se dio la media vuelta y camino directo a la sala de espera.

Vanessa no deja de verlo, su ceño fruncido y sus ojos serios indican que no esta nada contenta, puede entender que sienta celos, al parecer es aún más atractivo ahora que esta por casarse, pero no debería de sentir celos, ella es la única. Es la única a la que le concede todos y cada uno de sus más retorcidos deseos.

— Aquella enfermera te quitó mucho tiempo. Estabas muy emocionado mirando sus senos — soltó molesta. Tomo asiento junto a ella y cuando trato de besarla, ella alejo su rostro.

Solto una carcajada. Su novia esta más temperamental que nunca. En un momento puede ponerse a llorar o estar molesta o ser la chica más adorable de todas.

— No te pongas celosa Vanessa, solo me gusta una embarazada muy odiosa

Ella se alejó un poco, alejo el cabello de su pecho y entonces pudo darse cuenta porque los niños y los papás no pueden alejar la mirada de ella. Incluso hay un niño con la boca abierta que no deja de mirarla. A pesar de estar embarazada, no para de vestirse sexy, no esta muy conforme con su forma provocativa de vestir. Ahora escogió un pequeño vestido rosa con un gran escote, así que sus senos están más grandes que antes. Esta seguro que la última vez que tuvieron sexo no estaban así. Se ven tan grandes, tan blancos, tan suyos...

— Eres un pervertido Alexander. Pareces un acosador. — lo reprendió — Deja de mirarme los senos —

Rozo su hombro con el de ella para marcar su territorio y miró a todos los hombres de la sala con odio.

— Creo que deberías de ocultar un poco más tus senos... son bastante llamativos

— Es la primera vez que están así de grandes — sonrio y se soltó otro botón más de su escote — Déjame disfrutar los beneficios del embarazo —

Se acercó lo suficiente para hablar en su odio y sentir como su piel se eriza con el tono grave de su voz. Paso su manos por su cuello y la acerco para besarla y también para ocultar su pecho de la vista de otros hombres. Es suya y nadie más puede verla.

Siente una gran necesidad de hacerla suya en este preciso momento, en medio de una sala de embarazadas. El sexo no ha cambiado con su embarazo, pero esta consciente que su estómago cada vez está más grande. Alejó su rostro para respirar, tiene los labios entreabiertos y las mejillas sonrojadas. Se acerco tanto que puede sentir los movimientos de los bebés golpeando su vientre.

— ¿Te pusiste el vestido para provocarme? ¡Oh! Deberíamos ir a un lugar secreto en el hospital. Te puedo enseñar los beneficios de un embarazo.

— Alex, estamos en una sala de maternidad. Hay niños presentes. Si te quedaras a dormir conmigo podríamos hacer algo divertido — se puso en pie cuando la nombraron — Pero no, prefieres dejarme sola en Kensington. Entonces no habrá sexo hasta que te quedes una sola noche en el palacio conmigo  —

La siguió por el pasillo mientras la mira caminar moviendo sus caderas en su pequeño vestido. Lo está provocando cruelmente. No pueden compartir cama hasta que estén casados, lo cual es una orden del parlamento bastante estúpida. Pero si quiere casarse con ella tiene que seguirla. Pero no dormir junto a ella lo está matando.

Definitivamente la próxima cita no será aquí de nuevo. No le gustan los médicos y menos esté que no deja de tocar el estomago de Vanessa. Pasa la manos por su piel como si le perteneciera y no puede dejar de mirarlo con molestia. Con desesperación cerró los botones del vestido de Vanessa para cubrir su pecho. No confía en los hombres.

— No me gusta como te toca — le dice cuando le médico sale un momento. Vanessa se inclina sobre sus codos y sonríe ampliamente.

— Solo es un medico Alex. No pasará nada —

Vanessa sonrió mirando el monitor. Pueden escuchar los sonidos del corazón de los bebés, sanos y fuertes. Ahora entiende porque los padres se vuelven locos con sus pequeños. No puede distinguirlos, pero a pesar de ser frío y déspota, siente algo extraño en el pecho, más aún cuando escucha sus fuertes latidos y los ojos de Vanessa brillan al verlos.

— ¿Quieren saber el sexo de sus hijos Majestad? —  le pregunto el médico.

Claro que quiere saber que serán.

— Si — contesto sin dejar de ver a Vanessa, esta se mordió el labio emocionada. Esta segura que tendrá una niña, pero cuando mira la imagen de sus bebés no puede distinguir que serán. Esa anciana del desierto le aseguro que estaría embarazada de nuevo y que tendría una niña, si, uno de sus bebés será reina.

— Son dos niños. No hay ninguna duda  —  Vanessa se sento en la camilla de  repente casi asustando al doctor. Ninguno de los dos hombres pudo despegar la mirada de ella al verla así de molesta.

— ¡¿Que?! ¿Donde está mi niña?  —

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