Capitulo 24
Alexander
En tiempos pasados era prohibido para todos que alguien de la realeza se golpeará, aun con mayor razón si era el heredero a la corona. Asi, que las nanas del palacio de Buckingham y sus sirvientes no dejaban ni que le diera el aire al principe de Inglaterra. Gracias a sus abuela que contrató a su nana de senos grandes, aquella mujer que le enseñó a no caerse y tener sexo, a esa nana la adoraba.
La última vez que Alexander sintió dolor fue hace mucho años, realmente fue un dolor físico al quebrarse su brazo. Desde sus 10 años ya sabía que su gusto por las mujeres le traería mala suerte. En su pequeña mente estaba enamorado de una de sus primas lejanas, princesa de algún país europeo, pero él, solo podía ver sus ojos y al ser el principe tenía todo lo que quisiera y a su vez no podía hacer nada, así que para impresionarla se escapó de sus nanas, trepó a un árbol y en menos de tres segundo estaba de nuevo en el suelo con un brazo roto.
Alexander hace una mueca de dolor al mover su brazo y sentir una fuerte molestia. Su brazo no está quebrado, puedo moverlo con dificultad, aunque el dolor es tolerable gracias a los medicamentos que le dio su médico. Nunca antes se había sentido tan agradecido de ser príncipe en su vida, le gusta los privilegios que puede tener al ser de la realeza, así como las enfermeras que se abren el escote al atenderlo o sus guardias que lo subieron a su auto y lo alejaron de la casa de Vanessa, todos ellos hacen que su tiempo en el hospital no sea aburrido.
Una de las enfermeras, una linda dama de cabello rojo, se inclina a buscar un par de guantes enseñando su gran escote. En otro momento la tomaría de la cintura y la haría suya sin importar que estuvieran en un hospital, pero eso ya es cosa del pasado. Ahora, resulta que su deseo sexual y su miembro solo despiertan ante los senos de otra dama. Sonríe de lado al ver el rostro asustado de la enfermera cuando entra una doctora.
— Majestad — levantó la vista al ver como una doctora hace una reverencia. Su traje es azul, parecido al de Vanessa y sus ojos grandes lo observa con curiosidad — ¿Quiere más anestesia para el dolor? —
Alexander miró su brazo, solo tiene un par de rasguños y algunos golpes que dejaron partes rojas, pero el golpe fue muy superficial. A sufrido más daño en su espalda cuando sus amantes se aferraban de placer, incluso una vez sangró, asi que esté golpe no es nada... Solo se lamenta no poder usar su brazo durante unos días para tomar las caderas de una dama. Ya saben, gustos masculinos durante el sexo.
— No quiero más anestesia, ya no siento dolor — sonrió al sentir su fuerte mirada sobre el. No es algo sexual, solo curiosidad exagerada — Dejé ordenes claras para que nadie supiera que estaba aquí. Incluso me cambié de nombre —
— Lo siento Alteza, en el hospital las noticias viajan más rápido que un rayo. Además, ha estado saliendo con una doctora y todos sabemos quien es — aquella doctora se cruzó de brazos — Dígame la verdad. ¿Mi amiga intentó matarlo? —
Alexander no pudo contener la risa. Esta más relajado, incluso ya no le importa si algún vecino pudo verlo en el suelo, que piensen lo que quieran. Esa caída valió la pena.
— ¿Matarme? No, ella no lo intento. Lo único que hizo fue cerrar su ventana. Estoy seguro que jamás creyó que me estaba sujetando de su venta —
— Conozco a Vanessa, es como mi hermana — sonrió de lado — Cuando esta enamorada tiene arranques de locura —
— Me temo que esta vez fui yo quien salió perdiendo. No pensé con claridad al escalar su ventana, aunque podría intentarlo una segunda vez —
— Creo a las enfermeras les encantará verlo de nuevo — Alexander se recargó en su camilla — Mi amiga sufrió mucho cuando perdió su bebé, jamás la había visto así, pero cada vez que lo pienso mejor, ustedes dos deben estar juntos — le dio una receta — Todos en el hospital queremos que usted se quede con Vanessa. No deje que aquel aburrido árabe se quede con ella. Yo aposté que se quedaría con usted, no me haga perder —
Alexander estuvo a punto de contestar pero la puerta se abrió de repente. No puede seguir negando que esta enamorado. Él siempre a sido el mujeriego numero uno de Inglaterra y un rompecorazones, ningún árabe le ganará el corazón de una mujer.
— ¡Dios Barbara! ¿Ya le diste medicamento para el dolor? — Vanessa entró en el consultorio con un carro para bebés y con su sobrino dormido en esté, su amiga asintió pero antes de salir le guiño un ojo al principe — ¿Como estás? ¿Te duele mucho? —
Paso su mirada por su cuerpo, mirando cada detalle o cada lunar en su piel. Su pijama rosa de seda se ciñe a su cuerpo como una segunda piel, como quisiera poder pasar sus manos por su cintura. Posiblemente en otro momento no le gustaría que estuviera vestida así delante de todos en el hospital, pero como es él culpable, no puede sentir coraje o quizá sea la anestesia la razón por la cual no siente celos.
— Me gusta tu pijama, es sexy. Ven acércate — le dijo al tomarla de la cintura para acercarla con su brazo sano. Vanessa se alejó desesperada.
— Basta Alex. No es momento para pensar en mi pijama. Estoy preocupada por ti — se paso las manos por el cabello, su rostro solo refleja angustia y vergüenza — ¡Lo siento tanto. No quería tumbarte de mi ventana! —
Vanessa salió tan rápido de su casa que apenas tuvo tiempo de ponerse un par de tennis, incluso olvido que solo estaba vestida en una corta pijama. Solo salió con su carrito de bebé y caminó por los pasillos del hospital buscando al principe. Su apariencia no es la mejor, el pequeño short apenas cubre sus muslos y no lleva sostén, lo bueno es que lleva puesto un abrigo que tomó de su auto. Esta tan estresada, que agradece que su pequeño sobrino esté totalmente dormido.
— ¡Por dios, casi te mato! — se cubrió el rostro avergonzada. No se escuchan las ambulancias, ni los enfermos quejarse, solo sus sonoras carcajadas, su cara está roja de la risa y no puede parar de reír — De verdad lo siento tanto. Ahora que lo pienso pude haber matado al futuro heredero, estuve a punto de dejar a Inglaterra sin un rey
Sin duda es el efecto de la anestesia lo que lo tiene así, como un adolescente hambriento de sexo. Estar sentado al lado de ella es una tortura. La mira reír sin parar, pero no es molesto, le gusta verla así. Sin poder resistirse más pasa su mano por una de sus piernas sintiendo su calida piel. Sin tan solo pudiera estar entre sus piernas...
— Pero no lo hiciste. No te preocupes, estoy bien — tomó su barbilla y la obligó a mirarlo — Una simple ventana no me matará —
— Mira tu brazo, fue mi culpa — volvió a reír — Debiste tocar la puerta —
Alexander levantó la vista, estuvo a punto de que Vanessa se diera cuenta que todo el tiempo estuvo mirando sus senos, redondos y perfectos. Sonrió solo para ella.
— No me abririas. Te conozco, yo provoque que estuvieras molesta conmigo — paso su mano por su mejilla, lento y delicado. Es hermosa — No quiero que te sientas culpable —
— Yo hice que estés así, prácticamente te mandé al hospital. Está relación es muy tóxica. Se supone que deberia de seguir molesta contigo, posiblemente no te hubiera abierto la puerta. Fuiste muy valiente al subir hasta mi ventana — se recargó en su hombro, la sintió suspirar — Espero que esté accidente no afecte tu boda. No quiero sentirme más culpable —
Alexander se giró y tomó su rostro con su brazo sano. Desea besarla con todas sus fuerzas hasta que le falte el aire, pero se conforma con mirar sus ojos lagrimosos por la risa. Puede burlarse de el todo lo que quiera, es preferible a que este molesta.
— No lo hagas más. No fue tu culpa. Pero no creas que por esta caída no volveré a intentarlo. Un príncipe jamás se rinde. Entraré por tu ventana como antes —
Vanessa se inclinó en la camilla y lo beso en la mejilla tratando de no dañarlo más en su intento por tenerlo cerca. Miro sus ojos azules de los cuales esta tan hechizada.
— ¿Dime cómo puedo compensarlo? —
— Tú ya sabes como — logró que Vanessa se sentará en su regazo sin que dañe su brazo y por fin pasó la manos por su pijama, debería de tenerla puesta siempre, ahora entiende la magia de la seda — ¿Recuerdas lo que hacíamos en tu consultorio? —
La puerta está cerrada, su sobrino está dormido, él esta muy ansioso por estar dentro de ella. Podrían hacer lo que quisieran, hasta la camilla es cómoda para hacerla suya. No piensa en el dolor, no puede dejar de mirarla e imaginarse estar entre sus piernas. El simple hecho de sentirla sobre el, lo está matando, a él y a su creciente bulto.
— Si, teníamos mucho sexo — abrió la boca para protestar — No voy a compensarte con eso. Estas enfermo —
— Bueno, tenía que intentarlo. — paso su rostro por su cuello, haciéndola temblar — Hubieras tenido buen sexo, te lo pierdes —
— Eres un pervertido, creo que Barbara te dio una buena dosis de anestesia — se abrazó más a él — Es el momento perfecto para tener sexo, sin enfermeras, sin internos y no tengo pantaletas — se mordió el labio divertida — Pero estoy cuidando a mi sobrino y yo no tengo sexo enfrente de bebés —
Vanessa se bajó de su regazo al escuchar el llanto del bebé, quería entretenerse con su sobrino, pero aquel bebé la abandonó rápido al dormirse y dejarla con un principe caliente y atractivo como un demonio. Sonrio nerviosa al morirse de ganas de estar con él, pero no es el momento. Solo puede deleitarse con verlo, su cabello rubio, su camisa desabotonada y el bulto en su pantalón.
— Entoces debes recompensarme de otra manera — Alexander se puso en pie y arregló su ropa. Su mirada es graciosa y divertida — Luces perfecta para la ocasión. No pienses mal. Me refiero a que tu pijama es lo mejor porque el viaje es largo —
— ¿Que viaje? — preguntó confundida
— Me tiraste de tu ventana. No puedo usar bien mi brazo y tengo asuntos de la corona que atender y nadie puede enterarse de mi reciente accidente. No puedo ir solo. Acompañame a Escocia a
— Yo... me encantaría ir contigo pero... — señaló el carrito de bebé — Tengo a mi sobrino, el clima allá no es bueno. Esta vez no puedo arriesgarme a que algo salga mal y me abandones en medio de la nada —
En este viaje nada saldrá mal. Quizá se golpeó la cabeza al caer pero es momento de remediar todo sus males empezando por un viaje.
— No pasará nada, te lo prometo. Está vez no pienso dejarte, no con un bebé. Creo que será bueno viajar con tu sobrino, así sabremos si seremos buenos padres. ¿Vendrás? —
Vanessa salió del consultorio para hablar con su prima, estaba segura que la apoyaría y le diría que estaba loca por llevar a su bebé a un clima tan frío, pero en lugar de eso sono gustosa.
"Estas loca! Llevate a mi hijo, es bueno que conviva con la realeza, será tan popular como tu y quizá algún día se casé con una princesa"
Al parecer toda su suerte está a su favor. Esta segura que no dejará que Alise o Ishaq arruinen su viaje. Es la última oportunidad que tiene para embarazarse, es ahora o nunca, porque en unas semanas es la boda de Alexander y por más que le rompa el corazón, lo mirará llevar a una chica al altar y será la última vez que lo vea.
— ¿Que haces? Déjame ayudarte — al entrar vio como el principe tenía puesta la pañalera y trataba de llevar el solo el carrito de bebés. Se detuvo un minuto a observarlo, tan diferente a aquel hombre de negocios y político que siempre es.
— ¿Estas lista? — se detuvo en el pasillo contento por tenerla para el solo. Escocia no es Londres. Por eso los principes siempre se refugian ahí. Será su escapada romántica o su despedida de soltero.
— Espera, primero debo cambiarme de ropa y buscar las cosas del bebé —
— Yo compraré lo que necesites, si tardamos más alguien podría verme y la prensa se vuelve loca. No quiero que nos sigan — respondió sin demoras.
— ¿Exactamente para que vamos a ese país? — pregunto curiosa. Solo necesita otra palabra más para ser valiente y animarse a perderse en sus brazos todo el fin de semana. Alexander sonrió desde el pasillo con una sonora carcajada.
— Es mi oportunidad para enamorarte de nuevo — Vanessa se quedo como una piedra al escuchar aquello. Su corazón comenzó a latir a mil por hora — ¿Vienes? Tu sobrino y yo te esperamos en el auto. —
Solo tiene una ultima oportunidad y una buena razón para cancelar su boda. Y sobre todo necesita ganar esa apuesta. Ningún árabe le quitará a su chica.
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