Capitulo 19

Vanessa

Vanessa se cubrió el rostro del abrasador sol africano para no quedar ciega unos minutos mietras baja de la pequeña avioneta. Lo hace con cuidado de no caer ya que lleva su pesada mochila cargada a su espalda. El aire baña su rostro y el sonido de las aves la obliga a levantar la vista. El paisaje es paradisíaco pero a su alrededor no hay nada más que una pista de aterrizaje y una pequeña casa al fondo de esta.

Aunque su ropa es fresca, especial para un safari, no es suficiente. Su rostro está rojo por el sol y siente la piel pegadiza. No pensaba venir a este lugar, mucho menos tomar un vuelo a media noche, su lugar esta en Londres en el hospital, pero una llamada a medianoche y la voz suplicante de la reina, lograron que de nuevo la esté ayudando. Otra vez se esta involucrando con la realeza.

Suspiró emocionada y caminó hasta la pequeña casa. Un par de niños caminan junto a ella para llevarla hasta allá. El lugar es sencillo con apenas algunas sillas para sentarse. Pero no le importa, solo lo quiere para cubrirse del sol.

— ¡Estábamos esperándola tanto tiempo! El vuelo se retrasó un poco, pero ya esta aquí. Es tan bella —  una mujer de piel morena y con ropa típica de la zona se acercó por el pasillo, beso sus mejillas y la abrazo de forma efusiva —  La misma reina de Inglaterra dijo que vendría. ¿Quieres algo? Debes estar cansada —

— Solo un poco de agua, gracias — le sonrió ampliamente. Ambas fueron a la cocina, y sus ojos se derritieron al ver el vaso de agua  fría — ¿El auto ya esta listo para irnos? — 

— El auto ha estado listo desde hace unas horas — la mujer miró por la ventana y señala con uno de sus dedos — Pero su Alteza real pidió irse con usted —

— ¿Quien? — pregunto Vanessa con emoción en su voz — ¿El principe? —

— Oh si, la está esperando afuera junto a las camionetas — Vanessa le agradeció por el vaso de agua y salio de prisa de nuevo al fuerte sol. En tiempo récord tomó su mochila y miro a todos lados, buscándolo, lo vio justo en medio de un grupo de personas que tratan de hablar con el futuro rey.

Luce tan atractivo. Tiene una blanca camisa que se resalta su cabello despeinado, su rostro es serio mientras escucha a los demás. Pero su porte aristocrático y sus músculos bajó sus ropa hacen que su corazón se alborote como una tonta adolescente, aunque le cueste admitirlo. Se acercó hasta Alexander con una amplia sonrisa.

— ¿Me esa siguiendo, Alteza? — le pregunto al tenerlo mas cerca. Alexander tomó su mochila y la puso en la parte trasera de la camioneta.

— A la reina le gusta vernos juntos, sus planes siempre nos involucran —  ambos subieron a la camioneta que los espera, sentados en el mismo lugar. Los señores que toman el control del volante los llevarán hasta su hotel
— No podia negarme a pasar unos días fuera de Londres. Eres mi compañera de noches, no pensaba dejarte ir sola —

— Que bueno, resulta que las camionetas que tiene los príncipes son más cómodas que las de los demás. Me siento afortunada —

—  Si me lo dijeras, podrías viajar siempre conmigo —  Alexander tomó un mechón de su cabello entre sus dedos —  Pero eres demasiado orgullosa para admitir que te gusta estar conmigo —

—  ¿Te gusta estar conmigo y olvidarte de tu prometida? —  lo miró burlona — Soy buena amiga de los sirvientes del palacio, algunos me han dicho que te esta buscando por todas partes para comenzar en ensayo de tu boda. Que emocionante. Deberías involucrarte más, ser romántico, invitarla a una cita, enviarte invitaciones a los invitados, no se, darle un sonoro beso a tu próxima esposa —

Alexander rodó los ojos y suspiro molesto.

— Casarse no es emocionante, mucho menos cuando eres un principe, ¿Sabes lo horrible que es tener que decir si en el altar delante de cientos de personas? Es horrible, teniendo a toda esa gente que te diga que hacer en tu boda, como vestirte, que hacer y hasta cuando besar a tu esposa  — Vanessa estuvo a punto de contestar pero los señores ganaron la atención del principe antes que ella. No pude molestarse, ellos solo lo tendrán unas horas y ella lo tiene cada noche en su cama. Lo justo es lo que dejé hacer su trabajo como futuro rey.

El viaje duró más de lo que ella hubiera querido, horas y horas por caminos hermosos pero desolados, lejos del mundo, fotografiando a cada animal extraño que veía. No despegó la mirada de la ventanilla mientras escuchaba hablar a Alexander con aquellos hombres. Pero cuando el auto se detuvo se alegró de pensar que estarían cerca de su hotel, sin embargo al rededor no hay nada que se asemeje a un hotel.

— Alteza, Aún faltan mucho para llegar al hotel, pero no es seguro manejarse noche, podríamos dañar algún habitad animal —  se giró al escuchar aquello. Buscando respuestas en los rostros de todos dentro de la camioneta —  Debemos preparar la cabaña para que pasen la noche y mañana por la mañana seguiremos el camino —

—  La camioneta se ha calentado, no podemos dejarla aquí — Alexander miró por la ventana — Los esperaremos aquí, deben volver antes de que anochezca —

Ambos hombres se bajaron de la camioneta y empezaron a caminar colina arriba, los siguieron con la mirada hasta que se perdieron entre las hiervas.

— Una vez pase la noche en el desierto con Ishaq —  miro al principe —  Fue bastante romántico, los dos solo en medio de la nada, pero tú te aprovéchate de la camioneta para planear estar solo conmigo ¿verdad? Eres muy inteligente —

Alexander soltó una carcajada y  desabrocho unos botones de su camisa dejando al descubierto cierta parte de su pecho, su piel es atractiva pero su vista se quedo fija en el colgante que lleva puesto, es el mismo collar que ella rechazó y ahora él lo lleva puesto.

— Sólo aproveche el momento, quizá más tarde será muy difícil que tenga un momento a solas contigo — se recargó en su asiento y la observo de reojo, su rostro acalorado —  Puede ser que esta noche no la pasemos juntos. ¿No te incomoda que pase las noches en tu casa? Tampoco debe ser fácil tener guardias cuidándo la puerta de tu casa o asesores molestando todo el tiempo 

— Puedes ir cuando quieras, ya sabes que escondo mis llaves debajo del duende que mi abuela me regalo, entonces es como si la casa fuera tuya — se levantó de su asiento y miro por la ventanillas, sus mochilas están en la parte trasera. Por agua y comida no van a sufrir hasta que regresan — ¿Crees que tarden mucho? —

— Espero que si. La reina y yo veníamos a este lugar para escondernos del mundo, eran los viajes donde podía esconderme y dejar de ser el rey unos días —

—  ¿Venías aquí de niño? — pregunto con emoción — Es fabuloso, yo apenas y conocía la playa  —

— Si, pero eso no es lo que tengo en mente ahora —  Se acercó más a ella logrando que se recargara en su asiento. Cerrando el espacio entre ellos. Incluso Vanessa pensó que la besaria —
Solo puedo pensar que cuando tenga una hija, no la dejaré viajar en auto sola con un hombre —

—  ¿No crees que es un poco hipócrita? — sonrió divertida y paso una de sus manos por la mejilla de Alexander —  Tu y yo estamos en medio de la nada, solo en un auto —

—  Esa es la razón. Porque tu y yo vamos a hacer algo que mi hija no tiene que hacer nunca —  Vanessa siente que la camioneta se vuelve cada vez más pequeña, con menos aire. Lo tiene a escasos centímetros, tan cerca que el perfume que desprende la esta volviendo loca —  Recuerdame jamás volver proponerte algo en una camioneta con tan poco espacio —

— ¿Que me vas a proponer? ¿Tomar fotos a los animales que están rodeando la camioneta? —  Alexander paso la punta de su labios por su rostro con una sonrisa pervertida — Es broma Alexander, podríamos estar teniendo sexo, aqui en medio de la nada, los dos solos, sin guardias, sin tu prometida y sin mi novio  —

La tomó por la cintura para sentarla sobre él. Juntando sus respiraciones, pero Vanessa no solo quiere estar así. Lo quiere y su cuerpo lo necesita con urgencia, tanto, que ya está sientiendo los efectos del calor en cada parte de ella. Sin decir nada más tomo la iniciativa y lo beso tan suave que él tuvo que unir sus labios con desesperación. Paso sus manos por su cabello aferrándose a este para acercar más su rostro. Pero en algún momento de ese beso, puede que cuando tuvo que dejarlo para tomar aire, la realidad volvió de nuevo a ella.

— ¡Alguien podría vernos Alexander! Podrían estar escondidos entre la maleza... — cubrió sus pechos desnudos con sus manos, avergonzada de haber arrojado su sostén entre los asientos. Pero Alexander alejó sus brazos cruzados sobre su pecho y sonrió al verla así delante de él. Con la mejillas y sus pechos tan blancos como la leche esperando por él.

— Si somos precavidos nadie lo hará. Antes tomábamos mas riegos ¿lo recuerdas? Lo hacíamos en los pasillos de Buckingham — 

—  Si, lo recuerdo. También recuerdo tener sexo contigo en lugares más pequeños —

La beso antes de dejarla caer suavemente en el asiento para estar sobre ella y encajar perfectamente entre sus piernas. No puede más. No tenía planeado hacer el amor con ella, pero la suerte siempre está a su favor y que lo parta un rayo si alguien los interrumpe. Solo en sus sueño la imaginaba así, sonriente cuando deja pequeños besos en su pecho y con su cabello regado sobre el asiento. Quitó cada prenda de su ropa cuando se volvieron inecesarias, sin dejar de verla en ningún momento. Toma su cuerpo tembloroso por la adrenalina y por el placer de dos cuerpos desnudos.

Vanessa cumplió sus fantasías mas intimas al aferrarse a sus hombros. Le gusto aferrarse a su espalda con cada embestida y sentir sus piernas temblar de placer. Al estar en medio de la nada, pudo soltar pequeños gemidos sin que nadie los escuchará. Sus pequeños sonidos masculinos de placer junto a su oído la vuelven loca.

Aferro sus manos a la puerta de la camioneta para soportar el placer más intenso, solo para sentir una explosión de emociones y sensaciones en su entrepierna. No dejo de sonreír al sentir el rostro de Alexander escondido en su cuello con la respiración acelerada. Cerró los ojos y respiro cansada, sin dejar de pasar las manos por su espalda.

Pero no podían disfrutar de ese momento más tiempo o aquellos hombres los descubrirán haciendo cosas raras. Asi que terminó de abotonarse la blusa mientras por la ventanilla del auto logró ver como se acercan de nuevo los hombres, caminando como si nada, sin saber que alguien a estado teniendo sexo en el camioneta.

— No deberías de avergonzarte —  Alexander beso sus mejillas al verla bajar el rostro avergonzada. No debería, ellos dos querían hacerlo, no solo esta vez en el camioneta, sino desde que se volvieron a ver. El quería sentirse de nuevo unido a ella.
— Nadie se dio cuenta —

— ¡Solo por unos minutos! Pudieron habernos descubierto ¿Sabes dónde está mi sostén? — busco entre los asientos. No quiere que descubran sus pequeñas pantaletas rojas

— Yo lo tengo — tomó su rostro y de nuevo la beso hasta dejar sus labios hinchados — Lo siento pero no tienes tiempo para ponértelo y no quiero que esos hombres te vean. Ya tengo suficiente con Ishaq —

Alexander no pudo dejar de sonreír al verla emocionada y despeinada por su culpa, la recarga contra él cada vez que se puede o une sus manos con las de ella para sentirla cerca. Pone atención a su itinerario como el príncipe, pero cada vez que puede regresa la vista de nuevo a esa camioneta para recordar lo sucedido. La hace sonrojar cada vez que posa sus ojos sobre su cuerpo, pero Vanessa se cubre el rostro con un sombrero para el sol para que nadie la vea así.

La pequeña cabaña privada de la Corona, está en la cima de la montaña, con una vista privilegiada del lugar.

—  La cabaña de la doctora está un poco más alejada, la reina ha pedido que duerman separados — dijo un sirviente al verlos llegar tomados de la mano. No la dejara dormir sola entre la intemperie.

— Ella dormirá conmigo. Se lo que dijo la reina, pero ahora yo cambió las reglas —

Vanessa entró a la cabaña sin esperar respuesta. Solo quiere un baño caliente, no quiere borrarse los besos de Alexander, pero es eso o dejar que los mosquitos la coman poco a poco.

Suspiró al ver los platos vacíos en la mesa y dejó su bebida. Terminó cenando sola al saber que Alexander tardaría al estar en una justa con sus asesores. Su vista está fija en la llamativa vista nocturna, el sonido de los animales y las luciérnagas de alrededor crean un aura de fantasía.

Se mordió el labio al sentir las manos de Alexander tomarla por la cintura, besando su cuello. Su pijama es transparente, así que sus manos se aferran a su piel.

—  Ya no hay más asuntos políticos por hoy. — sonrio junto a su oído —  ¿Quieres volver a repetir lo de esta tarde? —

—  No — se alejó de él con gesto divertido —  Vamos a hacerlo mejor — 

Esta disfrutando de una luna de miel, sin estar casada.

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