Capitulo 13
Alexander
El palacio de Buckingham está hecho un caos. A las afueras la gente espera con velas y oraciones hacia la reina. Dentro del palacio, la familia Real esta en la sala principal, despreocupados y platicando sobre sus lujosos viajes a Mónaco.
Alexander los observa a todos mientras termina de servirse una bebida, necesita un trago para soportar a su familia. Su padre y su madrastra platican cómodamente sobre su nueva casa en París. Sus primos platican con su prometida acerca de la boda y él, solo se esta muriendo de estrés. Ninguno de ellos comprenderá jamás el verdadero peso de la corona sobre sus hombros.
Porque ninguno será el rey.
— Tenemos preparado el protocolo en caso de que la reina muera, usted tomará la corona después del luto nacional, Alteza — el viejo primer ministro se sirvió un poco más de vino. — Los médicos creen que tiene pocas esperanzas de éxito en su cirugía, esa joven chica no me da confianza. ¿Quien es ella para cuestionar a nuestros médicos? Es solo una mujer con ideas extrañas —
El príncipe lo taladro con la mirada. ¿Como puede decir aquello? Su frialdad y la manera de expresarse sobre Vanessa le hicieron darse cuenta que este hombre no es bueno para Inglaterra y mucho menos para su abuela.
— Me parece señor George que ella hace mejor su trabajo que todos ustedes. ¿Sus médicos que hicieron? Sin duda solo resignarse a la muerte. Tiene razón, es la favorita de la reina, no por sus ideas extrañas, sino porque le ofreció una oportunidad para vivir — Alexander hizo una señal para que uno de sus asesores se acercará, dejó un sobre al lado del primer ministro, con una sonrisa malévola — ¿Sabe porque la gente se siente atraída por la monarquía? Obviamente es el dinero pero también el espectáculo que ofrecemos del cual no tiene que preocuparse. De hecho a su esposa le encantará saber que se va a retirar del puesto —
— ¿De qué habla? — la voz del primer ministro es rasposa y odiosa.
— Usted ya no será el primer ministro — Nadie puede burlarse de Vanessa, esos comentario fueron los que provocaron que un caballero terminará en el hospital — Se burló de la doctora, se burla de la reina e intenta hacerlo conmigo, pero mientras mi abuela esté enferma, yo soy el regente del país y hará lo que yo le diga. —
El señor George abrió mucho los ojos, sus palabras se quedaron atrapadas en su garganta, sin pensarlo dejo caer su copa de cristal asustando a todos los presentes de la sala. Su padre se puso en pie al ver lo que ocurría. ¿Pero qué sabe él sobre la corona? Nada, solo toma el dinero que Alexander
le da por ser un principe. Su lujosa ropa y la molesta risa de su esposa, desesperan a Alexander. Prefiere estar con su madre que en momentos está lúcida y en otras tiene alucinaciones y quiere matarlo, que estar con un hombre al que tiene que decir padre por obligación.
— ¡Usted alteza, acabará con la Corona! No tiene ni idea de la equivocación que acaba de cometer. Se va a arrepentir —
— No, no lo haré, guardias acompañenlo a la salida —
Aquel viejo detestable salió como alma que lleva el diablo con su cara un manojo de coraje. Alexander solo suspiro acostumbrado a este tipo de vida y se río de aquel señor.
— ¡¿Que hiciste Alexander?! — le dijo su padre con rostro molesto.
— El trabajo que tú no quisiste hacer, padre — dijo antes de salir.
No odia a todos los miembros de su familia, algunos son agradables, como sus tía la duquesa o sus primos condes. En ocasiones solo quiere alejarse de todos, de las sonrisas hipócritas y las palabras falsas. Le gusta viajar a lugares solitarios, como al castillo de la reina en Escocia, frío, solitario, sin ruido y sin fiestas, donde se puede escuchar el sonido del mar y disfrutar de sus amantes. Aquel castillo tiene muchos recuerdos sobre sus amantes. Pero con la reina enferma y su próxima boda, es muy difícil salir de Londres.
Solo tiene un solo lugar en el palacio al cual puede ir, la biblioteca. La mayor parte de ella está en plena oscuridad, no busca nada en especial más que olvidar por un momento el peso de su vida. La pequeña luz entre los grandes pasillos llenos de libros lo ánimo a seguir caminando, sus pasos son cuidadosos buscando a la persona que despierta su curiosidad.
Se detuvo en la esquina del pasillo cuando vio sentada a Vanessa en el piso de mármol. A su lado un par de libros de medicina. El movimiento de sus manos es rápido al cambiar las paginas, se muerde el labio cuando una imagen le interesa y hace algunas anotaciones con una escritura rápida. Realmente no esperaba verla, esa noche en su casa quedo claro que la relación que alguna vez tuvieron terminó para siempre, pero no puede evitar siente culpable todo el tiempo que ella está en el palacio, porque hace tres años era ella quien lucia esos preciosos vestidos y ella era quien se casaría, ahora no es más que una doctora a la que le arruino la vida por ser un estupido.
Estos días Alexander se enfocó en dejar su recuerdo atrás y ver de nuevo hacia el futuro, se intereso un poco más en su prometida, visito a sus amantes y volvió a ser él de nuevo, fiestas y alcohol. Lo aceptó, le dolió, se odio, pero al fin acepto que ambos tiene caminos diferentes. No quiere verla, evita los lugares donde sabe que estará pero al parecer el destino los reúne siempre. El príncipe quiso irse de la biblioteca, pero la voz de su asesor lo delato.
— ¿Alteza esta aquí? La familia real lo esta buscando, al igual que su prometida ¿Alteza? — Alexander guardo silencio y se escondió entre los estantes. No debería estar aquí, su deber como futura cabeza de la monarquía es estar con su familia y prepararse para la muerte de la reina, pero aunque todos digan que los métodos de Vanessa la llevarán a la muerte, cree en ella aunque sea la única persona en todo el palacio.
— Deja de esconderte Alexander — giró su cabeza para verla hablar con voz baja, Vanessa se acomodó sus gafas y dejó su pesado libro a un lado — No le diré a nadie que llevas minutos aquí. No te preocupes, no soy tan mala persona como tú —
— ¿Como sabes que estaba aquí? — preguntó — La biblioteca es demasiado grande —
Ambos esperaron a que el asesor saliera de la Biblioteca, cuando sus pasos se acercaron a la salida, se escucharon mas voces. La voz de su prometida y la voz de un medico.
"¿Disculpe alguien ha visto a la doctora Vanessa? ¿Donde esta mi prometido?" preguntaron los dos al mismo tiempo, Alexander la miro pero está solo movió los hombros sin interés.
— No sabes esconderte bien ¿Que no lo recuerdas? Antes eras un principe rebelde, eras diferente ahora y siempre tenía que buscarte — Vanessa se hizo a un lado para que tome asiento en el piso, con un espacio considerable entre los dos, sin tocarse. El piso esta frió, duro y hay poco lugar para sentarse porque los libros de medicina ocupan todo el lugar — Llevo horas aquí escondida de mis internos, hasta que desapareciste y ahora me encontraran por tu culpa —
— ¿No deberías de estar preparándote para la cirugía? Ya sabes, lo que hacen los médicos, acomodar la sala de operación y sus instrumentos... — lo interrumpió con una mirada seria.
— Me estoy preparando aquí — Levantó un libro de medicina para que pudiera verlo. Pero su vista no puso atención al sangriento libro, sino a ella, desde su ropa azul de medico hasta su coleta despeinada, sus mechones de cabello sueltos hacen ver su cara mas dulce, aunque no lo sea — Necesitó leer antes de operar a la reina. Así que cállate o vete —
Alexander desabrocho los primeros botones de su camisa, esta estresado, más de lo normal, siente calor, su cara es seria y el silencio hace que tenga dudas. La reina le ordenó a Vanessa no decir nada sobre su enfermedad, pero al ver que la operación tuvo que adelantarse, Vanessa decidió dormirla todo el tiempo para que no sienta dolor, para él, es difícil no verla regañándolo por el palacio. Vanessa tiene puesta su atención en su libro, sus gafas se bajan por el puente de su nariz. Se atrevió a quitarle el libro de las manos para tener su atención.
— Dime la verdad. ¿La reina puede morir? — Vanessa negó con la cabeza, pero entonces la tomo por los hombros delicadamente — Quiero saberlo, te lo exijo. Tengo que saber si en unas horas me convertiré en rey. Por favor — Su voz es desesperada y suplicante.
Vanessa se alejó y se recargó en el estante de libros. Hizo la promesa, doctora a paciente. Suspiró al ver tan derrotado a Alexander. No esta acostumbrada a hablar con los familiares de sus pacientes, no es una mujer que sepa tratar temas duros con sensibilidad.
— Si, la reina puede morir y podrías convertirte en rey por la mañana o podrías confiar en mi —
— Confió en ti, ya he visto como salvas la vida de tus pacientes — contesto rápido.
— No lo haces Alexander, te estas dejando llevar por los comentarios de los otros médicos — Se rió por lo bajo — No dejaré que la reina muera, mañana no seras el rey, te lo prometo —
Alexander no dejo de mirarla, parecía que su risa la libera del estrés que recae sobre sus hombros. No debe de ser fácil operar a la reina. La entiende y no quiere que nada la haga sentir mal.
— Yo me escondo para no ser el rey. ¿Porque te escondes tú? — Preguntó con una sonrisa burlona. Vanessa frunció el ceño y tomó un nuevo libro aun mas grande que el anterior.
— Me gusta estudiar antes de una cirugía, leo todos los libros que puedo para aprenderme de memoria las partes del cerebro. El tumor de la reina es bastante extraño. Yo quiero estar segura de hacer las cosas bien —
— ¿Quieres que te ayude? —
— No, pero se que no me harás caso —resoplo y le dio un libro de medicina — Así que busca registros de pacientes con los mismo síntomas que la reina —
Su mirada esta mareada después de leer tantos libros, incluso unos de sus sirvientes los descubrió pero le ordeno guardar silencio, sin embargo lo hizo regresar con comida a escondidas de todos. Alexander se quito el saco para poder buscar mejor entre los estantes de libros. Quizá tardo tanto en buscar gracias a que su mirada se distraía al verla. Vanessa acercó la manzana a sus labios rozando la fruta delicadamente, no puede quitar la vista de sus labios, rojos y gruesos.
— ¿Encontraste algo? — le preguntó al ver que no quitaba la mirada de ella. Sorprendido, tomó unos de los libros y se lo dio para distraerla.
— Creo que si — Se sentó a su lado, tan cerca que sus mechones de cabello podían rozar sus mejillas — Otros príncipes fallecieron por el mismo tumor —
No hizo caso a todo lo que Vanessa decía emocionada, al parecer la ayudo a encontrar un problema genético en la reina, la verdad poco entiende sobre sus técnicas medicas. Su sonrisa es amplia y llena de alegría. Esta tan cerca de su rostro que no quiere alejarse, puede oler su perfume, tan peligrosamente cerca de él y sus labios, ¡por la reina! lo seducen ante cada tecnicismo medico que sale de ellos, su manera tan sensual de hablar le hace perder todos los sentidos, no quiere otra cosa mas que besarla y hacerla suya aquí en medio de los libros, no puede soportar mas. Tomó uno de sus mechones y lo puso detrás de su oído, su respiración esta cerca de su cuello, quiere hacerla temblar y encerrarse con Vanessa todo la noche en la biblioteca. Que hablen de ellos, que se pregunten si están juntos, poco le importa, solo quiere estar entre sus piernas.
No piensa en otra cosa mas que en posar sus labios sobre los suyos. Su rostro se acerca cada vez mas pero Vanessa parece no darse cuenta de lo que le pasa, esta tan emocionada que poca atención le pone al príncipe. Alexander solo cuenta los segundos para llegar hasta su boca...
De nuevo aquel hombre interrumpió los planes del príncipe. Sintió frió cuando se alejo, sonrió al verse como un idiota por no aceptar que ya no es parte de su vida.
— Hola Ishaq — Vanessa se puso en pie cuando su celular timbro. Se puso de espaldas y se alejo para contestar la llamada— ¿Donde estas? quiero verte, eres todo un chico misterioso —
Primera regla para conocer a una latina: jamás te confíes de su amabilidad, tienen el corazón más duro que una piedra
Ishaq rió a través del teléfono y sintió que su corazón brinco al escucharlo, Lo quiere demasiado — Tengo una propuesta para ti, ¿Que tal una cena para nada romántica, afuera del palacio de Buckingham, a la luz de la luna y nada de vino porque estas en tu trabajo? ¿Aceptas? —
— Claro que acepto, Ishaq — Colgó la llamada rápidamente y tomó del piso sus cosas, con la mirada de Alexander puesta en ella. Su rostro serio, sin mostrar una sola emoción, tan parecido a los retratos de sus antepasados. Tan parecido a un rey.
— ¿No te importa recoger los libros, verdad? De verdad te ayudaria, pero tengo una cita y no puedo llegar tarde. Eres el príncipe de todas formas tus sirvientes limpiaran esto. — Sonrió al verlo ahí sentado en el piso con su mirada mas azul que nunca — Adios Alexander —
Se sintió victoriosa cuando se refugio en los brazos de su novio, recargando la cabeza sobre su hombro mientras su mirada se dirige al palacio. Una sonrisa se formo en sus labios porque quiere y puede tener al príncipe donde quiera y solo lo quiere lo mas lejos posible de ella.
Y si puede, hará todo lo posible para que no vuelva a romperle el corazón a ninguna otra mujer.
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