33. La rubia despampanante
—James —
—¿Soy el único preocupado? —pregunté mirándome al espejo. Todos nos habíamos cambiado, alguien había sido lo suficientemente amable como para dejarnos algo de ropa elegante para esa comida de la que no querían darnos información.
Hacía horas que Lucas había desaparecido y la tensión en el ambiente se cortaba con un cuchillo, aunque no fuera del todo por su ausencia. Me daba la impresión de que todos sabíamos que Lucas podría defenderse en la mayoría de casos, pero necesitaba quitarme de encima una preocupación más.
—Lo habrá raptado el fantasma de Allison —trató de bromear Canuto, a pesar de que no le salió del todo bien puesto que se ganó malas miradas de los demás y le salió una voz hueca acompañada por una mueca que pretendía ser una sonrisa, algo en esa forma de hablar me tranquilizó, fue como una leve pausa en toda la locura de día que llevábamos.
Todos estábamos nerviosos, moviéndonos como autómatas, a ninguno nos gustaban las sorpresas, en El Campamento se habían encargado de hacer que las detestásemos con toda nuestra alma.
—¿Qué creéis que hace papá aquí? —rompió por primera vez en un rato el silencio Peter recolocándose la corbata por quinta vez. Su mirada era ausente y le daba un aire mucho mayor, como si el peso de los años le cayera encima por primera vez en siglos.
A veces me costaba recordar quiénes eran los mayores de la familia, Lucas siempre parecía ser el que más años tenía, su preocupación constante por los suyos y su forma de ser lo hacían ver como si tuviera más años de los que en verdad llevaba a la espalda, dejando de lado su negatividad, que a veces lo hacía ver como un jubilado. En contraposición con la amabilidad de Math y su energía que lo hacían ver mucho más joven, eso sumado con la inocencia que parecía poseer Peter llevaba a que, aunque fueran mayores que Mal, parecieran los hermanos más jóvenes y con más vitalidad.
Mal siempre había sido un poco un caso aparte, sus hermanos la querían más que a nada en el mundo, tanto como ella los quería a ellos, pero eso no quitaba que algo en ella fuera distinto, era demasiado una mezcla entre todos sus hermanos mayores, desde el realismo de Lucas hasta la capacidad de soñar de Math y Peter.
La desaparición de Lucas me ponía los pelos de punta, jamás dejaría entrar a sus hermanos en esa sala llena de desconocidos si no estaba él para acompañarlos. Para matar y morir por protegerlos. Mucho menos si su padre estaba por ahí, nunca se había fiado de él y en ningún caso le confiaría el futuro de sus hermanos, menos aún en una situación como la que cargábamos a la espalda, parecía que todos hubiéramos olvidado que horas antes nos preocupaban Kate y Agatha.
Se me detuvo el corazón solo de pensarlo, ¿y si todo era una trampa y nosotros habíamos caído de lleno? ¿Y si moríamos todos por no haber sido más precavidos? ¿Y si Lucas tenía razón y pasaba algo que podría ponernos en peligro a todos?
—Tierra llamando a James —me sacó de mi mente Vanessa.
—Absolutamente —traté de fingir que me había enterado de la conversación, aunque todos tuviéramos claro que no era así.
—Es una respuesta muy contundente —me respondió riéndose Canuto —. Nos quita todas las dudas sobre tu opinión al respecto de quiénes son los que planifican envenenarnos la comida o sobre el padre del año.
—Yo que sé —suspiré con la mente aún trabajando a mil por hora —. Solo sé que vuestro hermano me preocupa, debería estar aquí y no está, suele ser la persona más tranquila del mundo y hace un rato estaba al borde la crisis nerviosa y para rematar dice que ha visto a vuestra hermana, la cual lleva años muertas. Todo eso por no hablar de que podríamos ir camino a una trampa. Siendo sincero, la menor de mis preocupaciones ahora mismo es que me envenenen o si vuestro padre es un padre de mierda o no.
Supongo que alguno iría a responder, pero tocaron la puerta y todos nos giramos hacia ella a toda velocidad, sabíamos que no sería Lucas, habría entrado sin tocar, pero era más sencillo preocuparse por eso que preocuparse por la posibilidad de acabar muertos. Entró por ella el mismo señor que habíamos visto antes.
—Los señores están esperándolos para la comida —informó con un tono plano.
—Falta uno de nosotros —informó con voz dura Mal.
—No se preocupen, se sumará a nosotros una vez estemos en el comedor.
Todos compartimos una mirada de duda, ninguno quería irse sin Lucas, pero a la vez no teníamos claro que Lucas fuera a aparecer por ahí sabiendo que deberíamos estar en esa comida.
Peter fue el primero en caminar hacia la puerta, todos los demás lo seguimos en una marcha silenciosa hasta una enorme estancia donde una gran mesa nos esperaba y un grupo de encapuchados charlaba con total tranquilidad.
Ninguno supimos cómo reaccionar, pero todos teníamos la vista clavada en la única persona no encapuchada de la sala, el señor God ni siquiera nos miró. Sus hijos parecían bloqueados, que su padre estuviera ahí no era demasiado buen presagio y todos lo sabíamos.
Aún así, lo que de verdad nos paralizó fueron las siguientes personas en entrar a la habitación. Todo pareció detenerse cuando los vimos aparecer del brazo con total tranquilidad. Ni la rubia despampanante ni Lucas nos miraron al pasar por nuestro lado, se limitaron a acercarse al equipo de encapuchados y hablar con ellos con una tranquilidad y cercanía impropia de Lucas.
Dejándonos a todos pasmados por el camino.
—Empezamos fuertes la comida —murmuró Math por lo bajo.
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¡FELIZ NAVIDAD!
Dejo por aquí este capítulo y, como ya viene siendo costumbre, me retiro lentamente.
No tengo mucho más que decir, simplemente desearles feliz navidad a los que la estén pasando y, si por el contrario, esta navidad extrañas a alguien o no la estás celebrando, ojalá estas palabras te hayan servido para olvidar durante unos momentos.
Ahora sí, se despide
Minicorny
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