31. Temblores del indiferente

—James—

Tenía un mal presentimiento, como si fuera una voz en mi oído que susurraba que algo malo iba a pasar, pero no quise dejarlo traslucir, no cuando mi mejor amiga, la que en otra vida había tenido muy claro que iba a ser el amor de mi vida, tanto como lo sabía ahora, me había pedido algo de esa magnitud.

Desde el mismo momento en que me pidió que cuidara de sus hermanos si ella no estaba se me instauró un nudo en el estómago, no podía imaginarme un mundo sin ella, un mundo sin sus bromas o tenerla como compañera en el equipo de Quidditch.

Quisiera haber podido expresar lo que pasaba en verdad por mi cabeza, esa sensación de que, por mucho que pudiera evitar que sus hermanos se hundieran, no sería capaz de evitar hundirme yo, un mundo sin ella me parecía demasiado irreal como para que pudiera ser verdad.

Dejé mi mente correr hacia el pasado, mezclando esta vida con la anterior, recordando todos y cada uno de los momentos que había pasado con los God hasta ese mismo instante en el que, sin hablar, nos hacíamos compañía mientras los dos nos perdíamos en los recovecos de nuestras mentes, hasta el punto de que no pude evitar sentir una especie de punzada de culpabilidad al darme cuenta de que una parte de mí deseaba volver atrás cuando nuestra mayor preocupación era sobrevivir a otro día del campamento o cuando estuvimos en aquel viaje en el que todo pareció encajar por fin.

—Mira —captó mi atención Mckeyla señalando a un punto en la lejanía.

—¿Son antorchas? —pregunté entrecerrando los ojos en un intento de ver mejor la escena.

—Nuestros misteriosos amigos han llegado —murmuró con cierto temor tratando de sonreír divertida, intentando no demostrar que nuestro futuro próximo la asustaba, pero haciendo una mueca causada por lo que supuse que eran nervios.

—¿Deberíamos darles la bienvenida o algo?

—De paso les llevamos una botella de vino y les colgamos el abrigo en el perchero —dijo una voz cargada de ironía a nuestra espalda —. Moved el culo, tenemos reunión en la habitación que comparto con Math.

Mckeyla y yo nos quedamos bastante confundidos observando la puerta por la que había entrado Lucas antes de empezar a caminar a paso rápido en dirección a nuestra zona, compartimos una mirada decidiendo qué íbamos a hacer, aunque tomamos la decisión bastante rápido, no dudamos en seguirlo, no creo que a ella se le hubiera escapado esa tensión en sus hombros que era tan llamativa si teníamos en cuenta que a Lucas era casi imposible asustarlo o preocuparlo, era demasiado indiferente como para eso.

Apuramos el paso para poder caminar a su lado y en todo el recorrido no hicimos preguntas, estaba alterado, demasiado como para que nos atreviéramos a lanzarnos una mirada cómplice en busca de algún detalle que se le hubiera escapado al otro, no tardó en contagiarnos su nerviosismo, Lucas miraba hacia atrás cada dos por tres y cuando llegábamos a un cruce bajaba la velocidad para escuchar y observar con cuidado antes de seguir caminando.

En cuanto llegamos a la habitación el hermano de Mckeyla nos abrió la puerta y nos hizo señas para que nos apuráramos en entrar, en cuanto estuvimos dentro echó una última ojeada antes de cerrar la puerta nuevamente, fue en ese momento en el que me fijé en como todos los presentes tenían un aspecto relajado, incluso divertido, que hacía absoluto contraste con el estado de Lucas.

Los chicos no tardaron en percatarse de nuestra presencia y saludarnos, Mal caminó para poder sentarse junto a Vanessa que parecía haberle guardado un sitio junto a ella.

Todos estaban sentados en un par de sillones frente a la chimenea de piedra que había en la pared frente a la puerta, por un segundo me sentí en casa, como si hubiéramos vuelto a nuestra sala común en Hogwarts, así que supongo que eso fue lo que hizo que me relajara y caminara a sentarme frente a Peter que me sonrió con la boca cerrada y me saludó con un leve asentimiento de cabeza, mientras que Fred era mucho menos delicado y me daba un fuerte golpe en la espalda antes de empezar a hablar sobre que si este sitio era el paraíso de las camas mullidas o algo por el estilo.

El ambiente de la sala era bastante alegre, todo lo alegre que podía ser teniendo en cuenta nuestra situación, pero Lucas se encargó de pinchar esa burbuja de felicidad con su nerviosismo, no dijo nada, pero empezó a dar vueltas como un loco frente a nosotros.

El silencio se instauró en la habitación, todos conocíamos a Lucas sabíamos que solía ser el melancólico y el más tranquilo de todos, no solía perder los nervios jamás y sin embargo en ese momento parecía que quisiera abrir un agujero en el suelo de piedra.

—Pato, estás pálido, ¿qué pasa? —se percató Mal frunciendo el ceño con preocupación.

No hubo una respuesta como tal, pero su hermano se llevó las manos a la cara con frustración y empezó a murmurar cosas que ninguno de nosotros pudo comprender, agucé el oído tratando de escuchar mejor, pero todo lo que salía de su boca o era incoherente o no era más que un ruido extraño.

El primero en reaccionar fue Math, ninguno nos movimos, el ser gemelos siempre los había hecho tener un vínculo que ninguno comprenderíamos del todo jamás. Lo tomó por los hombros con delicadeza, lo miró a los ojos y lo obligó a hacer lo mismo, mi corazón dio un bote al notar el pánico en su mirada.

—¿Qué ha pasado? Estás más pálido que los fantasmas de Hogwarts, jamás te he visto perder así los nervios, respira y cuéntamelo —trató de tranquilizarlo Math antes de abrazarlo.

Lucas jamás había sido demasiado fan del contacto físico, pero en ese momento pasó los brazos por el cuello de su hermano con una desesperación que me hizo notar un leve temblor en su cuerpo que había conseguido camuflar hasta entonces.

—Está aquí —se le escapó con una voz temblorosa que jamás pensé que pudiera salir de él.

—¿Quién? —preguntó Math con voz tranquila aun abrazándolo.

—Allison.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top