04. Todo es culpa del vecino.

Era de mañana.

Y probablemente era la mañana más triste en todos sus trece años de vida.

Habían pasado dos semanas desde que Emma inició su dichoso juego de conquista. Estaba tan confiada con su primera jugada que no previsto un fallo en sus planes, pero opuesto a lo que creía, su magnífica serenata había sido un rotundo fracaso desde antes que empezara, principalmente porque la niña cantaba sorprendentemente mal -cosa que ella no creía. Para ella su canto igualaba al de un mismísimo ángel y no al de un invocador de satanás como la habían señalado-, y segundo, el joven ni siquiera estuvo en su casa ese día.

Ella termino dedicándole su serenata a una versión más vieja de su enamorado. Un ruco que, al parecer, ya la detestaba.

Pero eso era lo que menos le importaba. En esos momentos, Emma se encontraba en un estado de lo más deprimente. Ella no es de derrumbarse y caer en la tristeza tan rápido, de hecho es todo lo contrario. Si algo caracteriza a Emma Goldy es su carácter optimista e inquebrantable que en ocaciones la envolvía en situaciones extremadamente bochornosas.

Pero eso tampoco era el caso.

El sentimiento decaído que se le manifestaba esa mañana, responsable de que ella no hubiese salido de su habitación ni para desayunar, se debía a algo tan trágico para su personita.

Su máquina de ideas estaba averiada.

Durante esas dos semanas su foco de ocurrencias no se iluminaba y, tristemente, la chica no había obtenido ningún avance con su perfecto albino.

No ha subido de nivel.

El no tener ideas rondando por su cabeza era más preocupante que el mismo rechazo de Norman. Emma debía idear un plan lo antes posible o jamás saldría de esa sala de espera en donde el albino la había dejado.

Pero nada se le ocurría.

—¡Antena! —Escuchó como alguien la llamaba por su curioso apodo, pero decidió ignorar la voz y permanecer con su rostro pegado a la almohada.

Ella no saldría de esa habitación hasta que su fuente de ideas volviera a funcionar.

—¡Antena necesito tu ayuda!

Gruño irritada al reconocer la voz de quien la nombraba, algo que tampoco era normal en ella. Su padre estaba, como le era normal los fines de semana, haciéndole algunos arreglos al hogar. Hoy era día de cambiar la vieja pintura de la fachada.

—¡Emma! ¡se que me estás escuchando! ¡Baja ya mismo o subiere y te arrastraré por...

—¡¿Que necesitas!? —Gritó, asomándose por la ventana de su habitación e interrumpiendo con intención a su padre antes de que soltara alguna de sus barbaridades.

Era muy temprano como para traumar a los vecinos.

—Deje en la sala unas brochas y necesito más papel para cubrir —Pidió desde el jardín con una sonrisa triunfante en su rostro.

Emma rodó los ojos, intensificando su irritación al tener que salir de su cuarto para cumplir con su orden. Bajo rápido saltándose algunos escalones y al encontrar las cosas en su sala se dirigió al jardín. Dejo lo pedido en el suelo y trato de regresar pero fue detenida ágilmente por su padre antes de su escape.

—Hasta que sales de esa cueva antena —Comento burlesco y ella apartó la mirada enfadada. —¿Por que no te quedas y nos ayudas?

Si bien Emma estaba más que segura de que iba a negarse a su petición, cambio de parecer al notar el amigable gesto de su padre, ablandado su corazón.

Decidió quedarse y ayudar con la tarea, diciéndose así misma que eso le ayudaría a distraerse un poco. Su padre tenía la música a toda, su tío había llevado unos ricos refrescos y su vecino -el cual frecuentemente ayudaba a Yuugo en sus tareas a cambio de dinero.- hacía comentarios que le sacaban varias risillas.

Su mañana se compuso gracias a esos tres hombres.

Sin embargo, su problema seguía consumiéndola lentamente. Ella en verdad necesitaba un plan o sus hijos nunca tendrían padre. Además, ella no podía rendirse. No, es inaceptable que un Goldy viole sus códigos, y ella no sería la primera en cometer semejante atrocidad.

Pasaron alrededor de dos horas trabajando y decidieron tomar un descanso. Su padre fue por algo de comida en compañía de su tío, dejándola junto a Ray.

Emma suspiro cansada, aún pensando en que no tenía alternativas. Y así, perdiéndose en sus pensamientos, involuntariamente fijo su visión en la espalda del vecino. Pensó en lo afortunado que era él al ser mejor amigo de Norman.

Y entonces, algo se le ocurrió de repente.

—Oye Ray —Lo llamó dulcemente, acercándose al mismo para sentarse a su lado, sin embargo, no recibió respuesta alguna. —Ray —Repitió, esta vez sin dulzura y percatándose de que el chico traía puestos unos audífonos y sus ojos estaban cerrados. 

Emma lo fulminó con la mirada. Molesta agarró el teléfono del mayor y subió el volumen al máximo. Al instante, Ray arrancó bruscamente los auriculares de sus oídos y volteó con furia hacia la chica.

—¡¿Pero que demonios te pasa?!, ¡¿Acaso quieres dejarme sordo?! —Vociferó asesinándola con la mirada.

Él era bueno en eso.

—Necesito que me escuches —Solicito Emma haciendo que Ray pensara en lo descarada que era.

—¿Escucharte?, ¿sabes que ahora eso será imposible?

—Lamentó eso, pero hablo enserio. Es importante

—Oh, yo también —Expresó retomando su inexpresivo rostro, pero aún conservando el enojo.—. Sabes, ahora mismo tengo un maldito zumbido en mi oreja derecha.

—Bueno, escúchame por la izquierda

Ray rodó los ojos.

—¿Que quieres? —Indagó rendido.
Emma mostró una sonrisa amigable.

—Ya que tú eres mayor y todo lo sabes, quería ver si podías darme un con...

—Alto, ¿me estás diciendo viejo?—Interrumpió el chico sintiéndose levemente ofendido. Claro, sin demostrarlo.—, si solo tengo 17 años.

Emma lo miró seria y Ray se sorprendió de lo rápido que la chica podía cambiar sus expresiones.

—Si, y no me interrumpas reliquia. —Hizo una pausa en lo que su sonrisa regresaba y Ray se espantaba de ella.— la cosa es, si de casualidad...¡y no porque me haya pasado eh! —Ray dudó un poco de eso— Si una persona...quien sabe, tal vez la futura madre de tus...

—Llega al grano, me estás mareando y el zumbido en mi oreja no ayuda mucho.

Ella hizo silencio, organizando estratégicamente sus palabras. El mientras, pensaba en arrancar su oreja si el zumbido seguía.

—Okay. —Volvió hablar ella.—En el caso de que te gustara alguien, pero ese alguien te rechazara...¡Pero aún así tú estuvieras dispuesto a no rendirte!, ¿que haría usted, oh gran hombre lleno de conocimiento?

Ray examinó la pregunta, alagado por lo que quería creer no era una simple burla de la chica.

—Fácil. —Soltó como si nada,
encogiéndose de hombros ante la interesada mirada de Emma. La chica se ilusionó, sabía que Ray era un genio y sus ideas debían ser igual de brillantes —Incendio su casa por rechazarme. Pero la rescato, así ella, inconscientemente, me verá como un héroe y caerá rendida a mis pies.

Emma parpadeo lentamente, impactada, retractadonse de su erróneo pensar y arrepintiéndose de consultarle.

Aunque, siendo sinceros, no estaba tan sorprendida.

—O la amenazo con algo que sea de valor para ella hasta que no le quede de otra que estar conmigo. —Finalizó con una minúscula sonrisa.

¡Y sonreía el condenado!

Definitivo, Emma concluyó que Ray necesitaba atención médica urgente. ¡Es peor de lo que se imaginaba!. De seguro se debía a su madre, ya saben, de tal palo tal astilla.

La verdad es que ambas opciones eran un asco.

—¿Es enserio? —Cuestionó igualmente, aún guardaba esperanza en el chico.

—Oh claro, te estoy hablando muy enserio —Dicho eso, Ray agarro uno de los refrescos llevados por Lucas y se dispuso a tomárselo tranquilamente, como si no hubiera alimentado la locura de Emma.

Porque si, por muy demente que se escuchaba la idea del raro muchacho, y lo consciente que era Emma de eso, un plan increíblemente terrible apareció en la cabeza de la pequeña.

Renovada y satisfecha, Emma se levantó de un salto regalándole una amplia sonrisa a su vecino en agradecimiento.

—¡Gracias Ray! ¡Te cuento luego como me salga!

Ray, sin prestar mucha atención por estar distraído con su refresco, solo asintió con la cabeza y continuo bebiendo. Pero a los segundos de haberse marchado la pelirroja, repitió sus palabras mentalmente y abrió los ojos en grande al darse cuenta de su error.

Pero era ridículo el pensar que Emma fuera capaz de hacer algo como eso, después de todo, el solo estaba bromeando.

~~~

   Yuugo estaba refunfuñando, cansado de que la misma situación se repitiera cada noche desde hace trece años. No entendía por qué siempre era lo mismo. Dormir con su esposa era imposible, la mujer era incapaz de quedarse quieta y para colmo, siempre le quitaba la sabana que se supone debían compartir en las noches.

Y luego tenía el descaro de decir que Emma dormía como bestia porque lo había heredado de él.

Un día de estos, la grabaría durmiendo.

El hombre, aún renegando, bajaba las escaleras con su teléfono en mano y la linterna del mismo activabada, iluminando cada escalón que pisaba. Le había tocado ir por una sábana para el solito o de lo contrario, moriría del frío que hacía esa noche.

Eso o despertar a su esposa y sufrir las consecuencias.

—No, definitivamente eso no es una opción. —Hablo para si mismo aterrado. El lo sabía más que nadie, su esposa era un ángel, pero cuando la despertaban de sus profundas siestas no existía alma que se salvara del demonio en que se convertía.

En cuanto el hombre terminó de bajar las escaleras y se acercó al armario para buscar por fin su manta una tos seca lo atacó fuertemente, e incapaz de soportarla, fue a la cocina en busca de un poco de agua y una pastilla para calmarla.

Pero al encender la lámpara del sitio quedó paralizado en la entrada al observar a su hija, quien se supone dormía como bestia desde hace más de cuatro horas en su cuarto, pasmada con la boca abierta y una jaula en sus manos con un búho en ella.

Era consciente de que iba a lamentarse de preguntar, pero ese búho se le hacía bastante familiar.

Por otro lado, su hija, elaboraba un plan de último minuto para escapar del posible sermón de su padre. Estaba entre hacerlo creer que era un sueño o alucinación por su vejez, o simplemente decirle la verdad...

¿Qué? ¡No!, decirle la verdad no era una opción.

—Todo esto, es un sueño...

Yuugo parpadeó lentamente analizando a su hija, sorprendiéndose de lo mala que era excusándose. Luego su mirada se posó en el búho y, como si no fueran las tres de la mañana y su hija posiblemente hubiese cometido un leve robo a una de las familias más importantes del pueblo, le preguntó señalándolo.

—¿Ese es el búho de los Ratri?

Cuatro horas antes de que los residentes en la casa se fueran a sus respectivos cuartos para dormir, Emma, vestida de negro como toda una ladrona experta, se había escapado por la ventana de su habitación rumbo al hogar de los Ratri, pues tal y como le había aconsejado Ray, la niña de ojos verdes elaboro un plan basándose en sus palabras y robó una pertenencia importante del albino.

Así que, técnicamente, la culpa era de Ray.

—Si...espera, ¿que?, ¡No! —Emma se abofeteó mentalmente por su torpeza. Su padre solo chasqueó la lengua y siguió estudiándola, mientras ella se preparaba para lo peor.

Culpo a Ray por sus desquiciadas ideas, a ella misma por seguirlas al no tener opciones, a los guardias de seguridad dementes que protegían la casa Ratri y de los que, con mucho esfuerzo, había logrado burlar pero la habían retrasado más de lo planeado. Todo para ser pillada de una forma tan ridícula por su despistado padre.

Ella no había ni alcanzado a amenazar al albino y ya su plan se estaba yendo al caño.

Entonces Yuugo empezó a negar con la cabeza. El mostró una expresión severa y la joven ya no supo a qué otros dioses rogarle por tan solo un poco de piedad de su progenitor.

—Emma, ¿Nos hiciste creer a tu madre y a mi que estabas dormida en tu cuarto mientras te escapabas y te infiltrabas como un ladrona sin escrúpulos en la casa de una de las familias de mas renombre en el pueblo, solo para robar la preciada y finísima mascota de uno de ellos?

Emma lo miró pasmada, su mente había quedado en blanco por tanta información.

—Esto...yo...—Balbuceó pero termino callándose, resignada a recibir el castigo que le impondría.

—Porque si así fue, permíteme decirte que estoy...—Emma bajo la cabeza. La niña ya no tenía salvación. —¡Completamente orgulloso de ti! ¡Eres toda una Goldy hecha y derecha!

Ella levantó la cabeza topándose con la efusiva sonrisa de su padre. Miró en varias direcciones, incluso miró al búho en busca de una respuesta que explicará esa extraña felicitación del hombre en vez del sermón que juraba le daría.

Pero al parecer Dios había escuchado sus rezos, pues el castigó nunca llegó.

—Wow, ¿así se siente un padre cuando se entera de que ha hecho un trabajo increíble con su engendro? —Pregunto satisfecho.—,¡esto es fantástico!, ¡soy todo un genio!

Emma ya no sabía ni qué pensar de su padre.

—Pero dime, dime —Continuo el hombre sin esfuerzo alguno de ocultar su alegría.—¿Ese es el de Peter, verdad?. Dime que te quedaste hasta el momento en que empezó a llorar histérico por no encontrarlo. ¿Lo grabaste?, ¡dime que lo hiciste!

La niña siguió muda, con un pequeño sentimiento de culpa surgiendo en su ser.

¿Ella enserio había juzgado a Ray y a su madre de desquiciados esa mañana teniendo a ese loco en su hogar?.

En fin, la hipocresía...

—Ah no espera, el búho de ese nefasto es oscuro...¿no me digas que este es el de James?. ¡Dios santo Emma! ¡Eres asombrosa!

¿Se supone que la chica debía sentirse halaga o como?, porque ese hombre sí que la confundía.

—¡Mañana mismo te doy lo que quieras!, pero antes responde, ¿de cual de los tres es el búho?

—El hijo. —Contestó por fin, aceptando que su padre no tenía arreglo.

—¿Nerdman?

La chica frunció el ceño al no entender ese apodo, pero decidió asentir con su cabeza como respuesta.

—Bueno, bueno, no era lo que esperaba pero esa combinación de James y Peter no me da buena espina, así que sigo contento por tu trabajo.

Esas palabras alertaron a la pobre pelirroja y a su futuro junto al albino.

—Ahora —Yuugo se acercó a ella y después de echar un vistazo hacia su alrededor le susurró.—, debemos esconder a ese búho antes de que tu madre lo vea y nos de unas buenas nalgadas por robarle a esos fantasmas.

Al final, el búho terminó escondido en el baño de Emma, bajo la aprobación de su irresponsable padre.

~~~

   Los rayos del sol iluminaban una bella casa ubicada en uno de los mejores sectores del pueblo de Neverland, en donde dos hermanos de cabellos blancos platicaban sobre cierto tema importante y algo extraño mientras desayunaban en el comedor de su residencia.

—Te lo digo James, tenemos que hacer algo al respecto. —Dijo uno de ellos bajo la despreocupada mirada de su hermano que comía una rica ensalada de frutas.

—No empieces Peter, te lo estás tomando muy enserio. —Respondió evadiendo la reprochadora mirada de su hermano menor mientras continuaba comiendo de su ensalada.

—¡Es que debo tomarlo enserio!, y tú igual, ¡mirad este lugar!. —Alegó el señalando su alrededor—. Todas las mañanas envían estos ridículos ramos de flores y yo no entiendo por qué rayos pasa. He llamado a la floristería buscando una explicación coherente de semejante tontería, pero ellos no han querido darme el nombre del maldito que los en...—El hombre se calló de golpe al escuchar un grito de infarto provenir del segundo piso del hogar.

Ambos hombres se miraron entre ellos asombrados por lo agudo que había sido, casi pareciendo femenino, y aún más cuando en la habitación apareció un joven de cabellos igual de blancos que ellos con un estado de lo más angustiante y gritando a pleno pulmón.

—¡¡PAPÁ!!

El aludido dio un brinco y junto a él, su rica ensalada salió volando regándose por todas partes. James miró con gran pesar su difunto desayuno y enojado se dirigió a su hijo.

—¿Qué pasa Norman?, ¿Por que gritas de esa forma tan horrible?

—¡ES WILLIAM PAPÁ!—Respondió el chico al borde del llanto y mirando con profundo desespero a su progenitor—¡NO ESTÁ!, ¡NO ESTÁ!

—Oh vaya, a desaparecido tú mascota, pero qué cosa. —Comentó indiferente el amargado tío del joven, ganándose una mirada fulminante de su sobrino.

—¡Fuiste tu verdad! ¡Tú lo has tomado!

—¿Qué?, ¿y yo para que mierda querría tu cochino búho?.

Pero el chico no lo había escuchado, en cambio, el lindo joven de azulada mirada corría por toda la casa, esquivando y lanzando objetos sin importarle un comino el desastre que producía.

Y la casa ya era un desastre que conste.

—¿¡WILLIAM DONDE ESTAS!?

—Cálmate Norman, gritando no vas hacer que aparezca. —Recomendó su padre haciendo que Norman parara su búsqueda y lo mirara hecho una furia.

—¡COMO ME PIDES QUE ME CALME! ¡QUE PARTE DE NO ESTÁ NO ENTENDISTE VIEJO! ¡DESAPARECIÓ! —El chico estaba ciego de la histeria. — ¡Me he acostado en la noche y lo he visto en su jaula, y ahora me he despertado y ni la jaula estaba!, ¡Y tú me pides que me calmé! ¡QUE ME CALMÉ!

Y antes de que el padre pudiera decirle alguna otra cosa a su iracundo muchacho, alguien tocó el timbre del hogar interrumpiendo la agradable mañana.

Los ojos del más joven se iluminaron con ilusión.

—¡ES MI BÚHO! —Corrió como niño feliz hacia la entrada y, con una deslumbrante sonrisa, abrió la puerta observando a un chico mensajero con un ramo de flores silvestres.

—Hola, he traído las flores de hoy y...—Norman cerró la puerta en toda su cara sin siquiera dejarlo terminar.

—No era mi búho. —Le informo a los mayores con lágrimas deslizándose por su entristecido rostro.

El chico decidió encerrarse en su habitación, poniendo música de la depresiva que odiaba pero que su mejor amigo siempre recomendaba para esos momentos, y envuelto en su sabanita de mini búhos lloro como cachorro abandonado.

James y Peter, asomados desde el marco de la puerta, no dejaban de observar de reojo al deprimente chico.

James estaba desconcertado. El mayor de los tres hombres en la casa no podía creerse lo que veía. Él creía conocer perfectamente a su hijo, juraba que la tranquilidad que lo caracterizaba era imperturbable, pero evidentemente se había equivocado, pues el chico ahora mismo era la representación de la depresión máxima.

Por otro lado, Peter, no muy interesado pero sí divirtiéndose del lamentable estado de su sobrino, se preguntaba así mismo porqué ninguno de los presentes a excepción del él se preocupaba por los ramos de flores que llegaban cada mañana al hogar, mismos que, al acumularse, había convertido la casa en un auténtico jardín de bellos colores.

¿Quién demonios era el demente que las mandaba y por qué carajo lo hacía?, se preguntaba también Peter. 

~~~

—¿QUE TÚ HICISTE QUE?

Emma apartó el teléfono de su oído debido al fuerte grito que su amiga peliverde había dado.

¿Por que Gilda siempre tenía que reaccionar de esa forma frente a todo lo que ella hacía?. Esa mujer tenía unos pulmones admirables.

—Lo que escuchaste —Respondió sin rodeos.—. Le he robado el búho a Norman y en un rato le mandaré un mensaje diciéndole que si no es mi novio quemo al animal.

—¿¡Que es lo que te pasa!?—Exclamó la chica desde la otra línea.—, ¿no te es suficiente con mandarle ramos todos los santos días?

—Eso es caso aparte —Respondió Emma rodando los ojos.—, y además el no sabe que soy yo, ¡si sigo así no subiré de nivel!

—¡¿Pero que es lo que te dan de comer para ser tan loca?!

Emma se sintió altamente ultrajada por sus palabras.

—¡Oye!, era esto o quemar su casa, tú dime.

—Quemar su...—Gilda sospecho por unos momentos de una espantosa imagen mental que su imaginación le ofrecía—¿de donde rayos sacaste esas ideas?

—Ray me las dio.

—¡Eso lo explica todo! —Había acertado, la imagen mental de un emo dandole consejos a una antena había ocurrido.—¿¡Qué haces escuchando a ese rarito Emma!?

—¡No tenía de otra Gilda! ¡Era eso o perder a Norman!

—¡Ni siquiera tienes a Norman!

—¡Y no lo tendré si no sigo intentando!

Gilda guardó silencio, pensativa, las palabras de Emma había sido serias realmente. Desde que su amiga se había enamorado de ese albino mayor cada cosa que decía tenía un gran peso sobre sus hombros.

La de anteojos suspiro.

—Bien —Gilda decidió ser dócil con la chica, después de todo, nadie le ganaría a la obstinada de Emma —, sabes, estoy de camino a tu casa en estos momentos y espero que al llegar ya hayas llamado a Norman diciéndole que tienes a su mascota.

—¡¿PERO QUE DICES MUJER?! —Gritó Emma.—¡No puedo hacer eso! ¡Que va pensar de mi!

—¿Y que demonios va a pensar de ti si LO AMENAZAS CON ROSTIZAR A SU ESTUPIDO ANIMAL!?

—¡NO LE DIGAS ESTUPIDO ANIMAL AL ESTUPIDO BÚHO DE NORMAN!

—¡QUE IMPORTA COMO LE DIGA AL MALDITO BÚHO!, ¡llama a ese anciano ahora o yo misma lo llamaré apenas llegue!

—No puedo, ni siquiera tengo su número.

—¿Y como pretendías enviarle un mensaje, eh?. No me mientas Emma Goldy, sé perfectamente que tienes su número, tu loca stalker secuestra aves.

—Ahhh ¡bien!, llamaré a Norman y le dire que me infiltre en su casa anoche y robe su mascota sin que se diera cuenta junto con su ropa interior, ¡que asombrosa idea Gilda!.

—No tienes que decirle que le robas...¡ESPERA! ¡¿Que mierda dijiste!? ¿¡Robaste su ropa interior!?

—Queeee, ¿y yo cuando dije eso?

—¡Pervertida enferma!—Un fuerte sonrojo se instaló en sus mejillas al pensar en las prendas íntimas del hombre. Sacudió la cabeza para espantar la imagen.—, como sea, voy a ignorarlo. Solo dile que lo encontraste y Ray te dijo que era su búho.

—¿Y la jaula? —Pregunto Emma aún desconfiada del plan de su amiga.

El plan de ella había sido fríamente calculado y no veía la razón del porqué Gilda quería cambiarlo.

El plan:
1-Se infiltraría en la casa de Norman por la noche y tomaría prestado -para nunca regresar- su preciada mascota, y porqué no, alguna prenda de ropa que pudiese olfatear hasta embriagase.
2-Le escribiría una nota en plan secuestrador de película, en donde obligaría a Norman a ser su novio o de lo contrario haría asado de búho.
3-Norman aceptaría porque su plan era brillante y se terminaría enamorando de ella.

Fin.

Y en caso de que alguien la tachara de loca, les diría que había sido idea del vecino.

¡Nadie perdía! ¡Era un plan brillante!

—¿Has robado al búho con todo y jaula? —Cuestionó Gilda incapaz de creerse la estupidez de su amiga.

—Claro —Contesto con una sonrisa arrogante en su rostro.—.Si voy hacer mi trabajo lo voy hacer bien

—No te dire nada por respeto. Solución: No le des la jaula y ya, ahora llámalo. —Dicho eso, Gilda colgó la llamada y siguió caminando rumbo a la residencia de los Goldy.

Paso alrededor de una hora, de la cual Emma se había tomado mitad mirando la pantalla del celular con el número de Norman en ella, debatiéndose entre que decir y como no cagarse del susto. Todo para que al final no lo llamara y le terminara enviando un mensaje.

Escrito por Gilda en cuanto está había llegado.

—Eres más cobarde de lo que aparentas

—¡Calla esa boca! ¡En mis códigos no se permite la cobardía!

Gilda rodó los ojos.

—Como sea, enséñame el búho.

—Claro, está en su jaula en el baño de mi cuarto, vamos.

—¿Por que en el baño?

—Mejor no preguntes.

Ambas adolescentes subieran hacia la habitación de la pelirroja y entraron al baño llevándose una gran sorpresa.

Estaba la jaula obvio, pero sin el búho.

Ellas se miraron mutuamente.

—Emma, ¿no se supone que el búho estaba dentro de la jaula?

—Pues tú lo dijiste, se supone que así era.—Respondió la niña en blanco, mirando la jaula vacía.

—¿Y por qué la puertecita de la jaula esta abierta? —Gilda miró amenazante a Emma.

—Oh eso, jeje, la abrí, es que el búho se veía deprimido —Respondió nerviosa.

—¡Lo búhos no se deprimen pedazo de idiota!

—¡Bruja despiadada! ¡Ellos también tienen sentimientos!

—¡Y eso que! ¡El búho de Norman no está!

Emma abrió los ojos en grande y, como dos balas disparadas, las chicas salieron del baño y revisaron si la ventana de la habitación estaba abierta.

Y así era.

—¿No crees que haya ido tan lejos, verdad? —Pregunto Emma intentando no entrar en pánico.

—Oh no lo se, ¡tal vez hasta dejo una nota de adonde iba y la hora en que regresa!.

Emma la fulminó por su mal sarcasmo y trato de quejarse, pero fue cruelmente interrumpida por el maullar del gato de su tío -quien había ido de visita como todos los fines de semana-,el cual, extrañamente, tenía él estomago crecido.

Ambas giraron lentamente en dirección al gato, y lo peor vino después cuando el animal soltó un eructo y de él salió una pluma de ave.

El pánico ya había dominado a las chicas.

—Alto, eso es completamente imposible...¿cierto?

Gilda se hincó y agarró cuidadosamente la pluma, detallándola, luego miró a Emma horrorizada.

—Oh mierda.

Minutos después de haber asimilado que el endemoniado gato de Lucas se había devorado de un bocado al ave de Norman, Emma y Gilda corrían desesperadas por toda la habitación gritando.

—¡EL GATO SE COMIÓ AL BÚHO DE NORMAN, EL GATO SE COMIÓ AL BÚHO!

Y como si la situación no pudiera empeorar, el timbre de la casa interrumpió su crisis.

Gilda se asomó por la ventana y Emma siguió golpeando su cabeza contra el muro para obtener algún plan.

—Es Norman...—Informo Gilda paralizada.

—¿¡QUE?!, NO INVENTES, ¡NO PUDO LLEGAR TAN RÁPIDO!

—¡ACABO DE VER A UN ADOLESCENTE  CANOSO!

—¡TÚ ESTÁS CIEGA!

—¡TIENE EL CABELLO BLANCO EMMA! , ¡¿QUIEN MÁS PUEDE SER?! ¡SANTA SIN BARRIGA!

Emma, víctima del espanto y sin opciones, agarro al gato en un intento de estrangularlo mientras lo zarandeaba.

—¡ESCÚPELO MALDITO GATO!

—Emma el hijo de los Ratri vino a verte...—Aviso su madre desde el pasillo.

—Bueno, al menos no lo han dejado pasar. —Trato de ser positiva Gilda.

—Está en la sala con tu padre y Lucas.—Terminó Dina y Gilda estampó su palma contra su frente.

Emma volvió a estrangular al gato.

—¡MALDITO GATO DEL DEMONIO! ¡ESCUPE AL PAJARRACO! ¡ESCÚPELO SUCIA RATA MUERTA DE HAMBRE!

—¡NO ES MOMENTO DE INSULTAR AL MALDITO GATO, EMMA!, ¡TENEMOS QUE PENSAR EN ALGO!

La nombrada dejó de fulminar al animal y miró a su amiga dándole la razón.

—Si si si, tienes razón, tú ve y distráelo mientras yo abro al gato y saco al búho...

—¡ESTÁS DEMENTE ACASO!

—¡QUE OTRA COSA QUIERES QUE HAGA MUJER!

—Emma, ¿está todo bien? —Pregunto su madre tras la puerta. La adulta podía escuchar desde su posición como las chicas hablaban en un tono bastante alto, pero ella no entendía lo que decían.

—¡CLARO MAMÁ! ¡SOLO LE ESTOY DICIENDO A GILDA QUE NO SEA TÍMIDA Y BAJE A SALUDAR! —Aprovechó la pelirroja y Gilda abrió la boca en grande.

Mientras la crisis se desarrollaba, Lucas y Yuugo observaban expectantes a un atractivo chico alto y de ojos azules sentado en el sofá de la sala. Uno curioso por su aparición y el otro con fuertes ganas de echarlo a patadas.

—Oye tu, James 2.0 —Hablo el azabache entre ellos con los brazos cruzados hacia el amigable joven. —¿No crees que ya estás grandesito como para molestar a niñas de 13 años?

—Bueno, en realidad Emma y yo somos amigos.

Yuugo arqueó las cejas atónito, pensando en como un Ratri sucia sangre era amigo de su inocente hija.

—¿Eh?, ¿Es que acaso eres uno de esos lolicones degenerados? —Pregunto y Lucas trato de interrumpirlo, pero Yuugo continuó hablando. —Porque te advierto que si intentas algo con mi antena yo mismo me encargaré junto a mi escopeta de que no vuelvas acercarte a ella y a ningún otro.

Norman ladeó su cabeza, y contrario a lo que el adulto esperaba, el chico soltó una risita.

—Es un tierno apodo para una niña tan linda como Emma, creo que también empezaré a usarlo.

Y ante ese comentario, Lucas tuvo que agarrar a Yuugo para evitar que se lanzara contra el chico.

A los pocos minutos -por el bienestar del joven albino- Emma, cargando un gato gordo y negro, junto a su madre y Gilda, hicieron acto de presencia en la sala.

Pero lo que los demás no sabían era que las dos menores estaban muertas del miedo debido a la lamentable noticia que tendrían que darle al más joven de los barones.

—Oh, ¡Hola Emma! —Saludó Norman contento de verla, pero también por lo ansiado de reencontrase con su queridísima mascota.

El chico se había alistado más rápido que modelo en pasarela apenas había recibido el mensaje de la chica, llegando increíblemente rápido a su residencia.

Emma, sintiéndose el ser más horrible en toda la faz de la tierra, se acercó a pasa lento y temeroso al muchacho.

—Norman...—Empezó, pero se detuvo al no tener idea alguna de como decírselo. —En realidad yo...—Pero volvió a callarse al observar a un ave en la ventana del salón.

Sus ojitos se iluminaron. No era cualquier ave, se trataba del búho de Norman.

—¿Tu...? —Repitió el chico impaciente.

Entonces Emma le regalo una sonrisa preciosa y el chico quedó maravillado por unos segundos.

—¡Yo quiero felicitarte! —Mintió, pero fue tan creíble que nadie sospechó de ella. Gilda sonrió orgullosa, asegurándose así misma que nunca más dudaría de Emma. —¡Tienes una mascota maravillosa y obediente!. Mira —Señaló detrás del chico y este se giró. —Le he dicho que baje solo y me ha obedecido, ¡brilllante!

Y así, Emma logró suspirar tranquila por fin.

Nuevamente su plan había sido un fracaso, pero de alguna manera que no lograba entender, la chica se sintió bien ese día, especialmente cuando su madre le ofreció a Norman quedarse a comer y este había accedido sin rodeos, a pesar de las quejas de Yuugo.

Ella no había cumplido su plan ni el consejo del vecino al final del día, pero a cambio, había disfrutado de la hermosa sonrisa que Norman le regalo toda esa tarde.

Y eso para ella valía más que mil planes.



______

Que difícil fue escribir este capituló (quedó muy largo también, lo siento) y aún así no me convenció tanto el resultado pero no podía dejarlos esperando más tiempo :D

Me gustaría decirles también que escribí un oneshot o más bien una historia corta de Rayanna por si les gusta el shipp...

Eso es todo, espero que lo hayan disfrutado.

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