03. Empezando el juego.


Emma.

...

Bien, antes que nada, necesito empezar con esta pregunta importante:

¿Alguna vez en sus vidas han sido rechazados por el futuro padre de sus hijos?

Eso suena bastante loco a decir verdad.

Denme una repuesta, no quiero ser la única que viva esta desgracia...

Aunque seamos honestos, no entiendo como el rechazo existe, y en especial, ¡no entiendo porque diantres existen los intentos de rechazo suavecitos!.

Viejo no importa si tratas de ser sutil al decirlo, ¡El dolor es el mismo!

Si vas a rechazarme dime algo como: Esto será imposible, no soy yo, eres tú, me enfermas y no quiero volver a ver tu cara en mi vida, gracias eso era todo, fin del comunicado.

Se claro o de lo contrario empezaré con mis interpretaciones locas y mis lecturas entre líneas para que al final solo vuelva a soñar con nuestra deslumbrante boda en Australia.

Pero nooo, tú optaste por la confusa opción: No te estoy aceptando pero tampoco rechazando.

¿Qué demonios se supone que haga con eso?

Y aún así, aquí estoy, ilusionada pensando en tu bella carita y dándome cuenta de lo desafortunada y afortunada que soy.

Desafortunada debido a que...¡Por que tengo que esperarte! Esto debería ser un: tu das, yo doy o no hay trato.

Ni besito de recompensa bombón. -guiño-

Y afortunada porque bueno...nunca dijiste que no.

Vale, vale, explicaré un poco. Han de estar como ¿qué onda? ¿Y ella por qué habla de eso?

Bueno, la respuesta es fácil: Me han rechazado.

Aunque me gustaría decir que estoy en sala de espera...algo así como: Ahorita no, pero en unos años seguro que si.

Y no es tan malo saben, porque al menos tengo oportunidad...

¡A quien engaño! ¡Esto es una mierda!

Pero no se crean, ese Albino no va a salirse con la suya, ya yo tengo algo en mente.

He comenzado un nuevo juego con el destino, y no estoy dispuesta a perder ninguna partida.

Ahora si me disculpan, continuaré con mi depresión mientras me ahogo en el mar de mis penas.

Gracias, fin del comunicado.

~~~

Narrador omnisciente.

    El segundo día de clases en la preparatoria Neverland transcurría con naturalidad. Adolescentes platicando en los pasillos amenamente, uno que otro siendo sermoneado por profesores y algunos dando vueltas por los corredores con tal de perderse unos cuantos minutos de clases.

Un día de los más normal.

En un salón de clases, específicamente uno de los de primer año, una adolescente de cabellos rebeldes lanzaba bolitas de papel a la chica en frente suyo.

—Psss Gilda, ya háblame.

La niña siguió lanzando bolitas de papel hacia la resentida de su compañera. No importaba cuantas hojas de su nuevo cuaderno se gastara, ella no iba a detenerse hasta que su amiga se dignara a mirarla.

Pero las pobres hojas arrancadas eran en vano, la de antojos estaba muy molesta.

Su enojo, que ante muchos parecía algo  infantil, realmente presentaba una buena excusa, ligada a que quizá, y sólo quizá, su mejor amiga la había arrastrado a una "pequeña" desgracia.

—Gilda yaaaa —Continuó suplicando.

—Ni en sueños.

Emma, cansada pero perseverante, nuevamente arrugó otra hoja volviéndola bolita y, con algo de fuerza, la arrojó hacia su compañera.

Lo que fue una pena, pues esta vez, Gilda había volteado hacia su dirección.

Y si, la bolita impactó en su rostro.

La de cabello lacio volvió a darle la espalda.

—¡Lo siento! ¡Lo siento! —Se disculpó al instante, pero su amiga hizo caso omiso a sus palabras. Seguía ignorándola.

Emma se preguntó porque había escogido como mejor amiga a alguien tan dramática, a su parecer, Gilda no era más que una exagerada.

Exagerada y resentida.

—Háblameeee —Siguió con la insistencia.

—Te he dicho que no y no sigas.—Respondió cortante, aún dándole la espalda a la de pecas, quien empezaba a irritarse por su actitud.

—¡Oh vamos!, has estado toda la mañana así, ¿por cuanto tiempo más estarás sin hablarme?

Exactamente, las chicas estaban en la cuarta hora de clases, y tal como había dicho Emma, Gilda no le había dirigido la palabra durante toda la mañana, acto que impacientaba a la pobre de Emma.

Ahora, que no faltaba mucho para que salieran a su ansiado descanso, Emma quería darle unas cachetadas a Gilda por su infantil comportamiento. Ella necesita decirle como le había ido el día anterior.

Además, la niña tenía que aprovechar esa clase en la que estaban.

Bueno, si es que a ese desastre se le podía llamar clase.

Convenientemente, su profesor se había quedado dormido a los pocos minutos de entrar al salón, provocando que todos los estudiantes de la clase aprovecharan la oportunidad para hacer de las suyas.

Es decir, hacer desmadre.

Eso si, desmadre silencioso. Ellos eran  consientes, nadie podía despertar al viejo o la fiesta se acababa.

Si uno solo de ellos gritaba, quedaba sentenciado de por vida.

Desafortunadamente, Emma estaba perdiéndose el desmadre por culpa de la dramática de Gilda.

—No fue para tanto Gilda —Le dijo cansada de ruegos y, para su sorpresa, Gilda volteó para enfrentarla, aunque al ver su expresión, Emma se arrepintió de haber soltado esas palabras.

—¿¡Que no fue para tanto!? ¡Como te atreves a decir eso! — Vocifero furiosa— ¡Estuve toda la noche en el hospital, mi madre se volvió más paranoica de lo normal, me sacaron sangre y me han mandado unas pastillas para el corazón porque ahora creen que sufro de insuficiencia cardíaca!

Emma la miro sin saber que decir al respecto.

—¡Insuficiencia Cardíaca Emma! ¡Insuficiencia cardíaca!

—Eso es bueno, ya no te volverán a dar ataques.

Grave error.

Si fuera por la linda mirada que Gilda le regala ahora, la niña de ojos verdes estaría de camino al matadero más rápido que ganado de granja.

Gilda volvió a darle la espalda.

—Okay lo lamento, pero ya no sigas —Le pidió pero solo pudo apreciar como ella se cruzaba de brazos.

De la nada, Emma mostró una sonrisilla. Una idea surgió en su cabeza— Acaso no quieres escuchar como me fue con Norman...

—Ni porque me paguen. —Respondió cortante.

—¡Que grosera!, y yo que pensaba hacerte madrina de la boda.

Increíblemente, Gilda abrió los ojos como nunca y en un parpadear, agarró los hombros de Emma para zarandearla.

—¿¡TE ACEPTO!? —Gritó incrédula.

Al momento de su grito, toda la clase quedó muda y volteó en dirección de ambas chicas quienes había violado la regla, mirándolas de manera fulminante.

Pero ellas no eran lo importante.

Todos los jóvenes de la clase (incluidas Emma y Gilda) miraron en dirección hacia el único adulto responsable en el sitio.

Gracias al cielo, el hombre seguía babeando en su puesto.

Todos soltaron un suspiro y regresaron a lo suyo.

La de anteojos dejó de lado su distante actitud para sacarle toda la información posible a la de pelos naranjas. Emma lo sabía, su mejor amiga era débil ante esa vena suya amante al cotilleo.

—No me digas que ya son novios —Dijo Gilda acomodando sus lentes, a lo que Emma ríe nerviosa.

—Bueno...no exactamente.

Gilda analizó la sonrisa nerviosa de Emma.

—Te ha rechazado verdad—Se supone que era una pregunta, pero se escuchaba más como una afirmación.

—El nunca dijo no —Comento Emma antes de que su amiga sacara conclusiones.

—Te rechazo —Demasiado tarde.

—¡El no me rechazo! ¡Es una no aceptación temporal!, ¡Estoy en sala de espera!

Gilda parpadeo lentamente.

—Ríndete

—¡Jamás! —Declaro Emma levantando la mano con su dedo índice en alto. —Una Goldy nunca da brazo a torcer. Es parte de mis códigos.

Gilda creyó que, probablemente, esos códigos iban a condenarla algún día.

—Emma, Norman es mayor que tú.

Y dale con eso. -pensó Emma.

—¡Eso me importa un rábano!. Ese hombre y yo estamos destinados a estar juntos, solo que esta pesadito porque me lleva unos añitos. Tú no más deja que yo empiece mi plan de conquista y él caerá redondito en mi dedito.

—Va caer rendodito si, pero en la carcel. Vas a meterlo en problemas.

—¡En problemas me metió el a mi!—Expreso impetuosa— ¿Sabes cuantas veces he dejado a Yuugo hablando solo por estar pensando en Norman?, si mi padre se entera de que me gusta alguien me mete en un convento o mata al chico de seguro. —Le explico cruzándose de brazos —Que Norman se haga responsable.

Gilda negó con la cabeza.

—Ahora. —Emma se inclinó un poco para poder acercarse a Gilda. —Necesito que escuches todo lo que reflexione ayer en mi depresión.

Gilda pensó en detener a la chica antes de que soltara alguna babosada, pero no podía negar que la curiosidad la mataba.

—La verdad es que tú tenías la razón camarada —Empezó Emma y Gilda frunció el ceño. Emma notó ese cambio en su rostro y decidió explicarse mejor. —He apresurado las cosas, uno no llega al destino con solo abrir la puerta.

Esta vez Gilda arrugó la nariz.

—Explícate, no entiendo tu punto.

Emma dibujo una sonrisa en su rostro. Pero no, esta no era una de sus sonrisas de niña amigable que siempre tenía, no, esta tenía una pisca de malicia resplandeciente.

—Mi querida Gilda, a los hombres no les gusta ganar el juego en la primera ronda, eso les aburre, tenemos que mantenerlos a la expectativa —Y con esas palabras, Gilda sintió el verdadero temor. —Así que a partir de ahora, jugaré el juego de la casería ¡Y obtendré a un sexy albino entre mis garras!

Gilda empezó a negar lentamente al saber lo próximo que diría su loca amiga.

—Y tú, mi pequeña camarada, serás mi fiel acompañante en este juego...

—¡Ni porque de eso dependa mi vida pienso ayudarte! ¡No seré parte de semejante estupidez!

Cualquiera pensaría que eso había roto el pequeño corazón de Emma, después de todo, que tú mejor amiga decida no apoyarte con tu enamorado era algo que destrozaría a cualquiera.

Pero Emma no era como cualquiera.

—¿Gilda tú eres mi mejor amiga cierto?

Lanzó la pregunta, Emma estaba más que segura que no fallaría con esta.

—Ah no, ni creas que con el "las amigas están para apoyarse" vas a convencerme, nada hará que cambie de opinión.

Olvídenlo, Emma también sabía que Gilda diría eso. ¡Que bien que la conoce!

—Vale, entonces le dire a tu madre quien fue la chica que...

—¿Cazar a Norman dijiste?, ¡Pero claro que te ayudo! ¡Eso no se pregunta tontita!

Amenaza o no avanzas.

Por algo era parte de los códigos de Emma.

Ahora solo faltaba iniciar con la primera jugada. El juego de conquistar a Norman se veía un tanto complicado pero, para nuestra pequeña Emma, no existe obstáculo capaz de detenerla.

Así que empezaría con aquello que nunca podía faltar, las viejas costumbres románticas eran un encanto perdido por la nueva generación que prefiere conquistar por medio de mensajes y envíos.

Algo completamente aburrido.

Por eso Emma no iniciaría su juego de esa forma. No no no, ella comenzará con lo tradicional.

A la vieja escuela.

~~~

   El señor Leslie no entendía por qué razón Emma insistía tanto en aprender a cantar.

El era un músico apasionado, profesor de canto y dueño de una tienda de instrumentos donde diariamente repartía sus clases a aquellos igual de aficionados que el en la vocación musical, o a los que simplemente querían sacar a flote su vena artística para probar algo nuevo.

Y es que para el hombre, no había ser que no fuera capaz de entonar una melodía.
Quizá algunos podían ser mejores que otros, como todo claramente, pero él conservaba su fe de que todos tienen ese potencial musical.

Aunque la pequeña de cabellos naranjas estaba haciendo dudar de su fe.

Exactamente, habían pasado dos semanas desde que Emma había entrado por la puerta de su casa y le había rogado por unas clases de canto.

El, emocionado por descubrir ese interés en su pequeña vecina (a quien conocía desde su nacimiento y guardaba un gran aprecio) no dudó en aceptar ayudarla.

Pero ahora, y aunque no quisiera admitirlo, se arrepentía un poco de tan apresurada decisión.

—Señor Leslie, ¿usted cree que ya lo hago bien?.

El brillo en los ojos de Emma quemaba lentamente al pobre hombre. El no era de decir mentiras, jamás, mucho menos a sus estudiantes, pero la ilusión de Emma era tan poderosa sobre sí mismo que se vio forzado a abandonar su honestidad con tal de no lastimar a la jovencita.

—Yo...—No, el no podía. De su boca no podía salir un engaño, mucho menos uno tan falso como ese.— Yo creo que...haz hecho un gran esfuerzo Emma.

Para ser honestos, el no había mentido. Emma se esforzaba, que no le saliera bien era otra cosa.

Pero lo intentaba.

Lastimosamente, Emma tomó esas palabras como una afirmación a su pregunta.

Si, lastimosamente, pero eso Leslie lo sabría más adelante.

~~~

    La tarde había llegado. Dina terminaba de lavar los platos sucios que habían sido utilizados en la cena. Solo eran dos, puesto que su esposo se encontraba fuera del pueblo debido a su trabajo.

Estaba algo aburrida por la ausencia del hombre, tanto que había pensado en ver unas cuantas películas en lo que restaba del día acompañada de su pequeña hija.

Pero Emma ya tenía algo en mente. En la cena, la niña le pidió permiso para salir con unos amigos y ella, que en un principio pensó en decirle que no, le dio la autorización al ver su tierna expresión suplicante.

Suspiro al recordar eso y nuevamente pensó en su esposo. En su mente aparecieron las infinitas veces en las que Emma había hecho alguna de sus tratadas y ella, buscando una explicación, sermoneaba a su esposo por permitirle tal acto a la niña, a lo que este se excusaba diciendo que era imposible negarse a tan linda carita.

Siguió pensando, en su esposo, en Emma, en lo rápido que pasaban los años, en lo grande que estaba y en cómo había corrido a encerrarse en su cuarto apenas terminó la cena.

Se veía ansiosa...

Regreso a la realidad después de escuchar el sonido del timbre. Extrañada, se acercó a la puerta y después de limpiar sus manos con su delantal, abrió la misma llevándose una gran sorpresa.

Ante la puerta de su casa un grupo de niños vestidos con vaqueros raídos, camisetas de calaveras y cadenas por todas partes hacían acto de presencia.

¿Pero qué demonios? -Se pregunto así misma al observarlos.

Uno de los niños, pelirrojo y con menos cadenas en sus ropajes, pregunto amablemente:

—¿Está Emma?

Un tic en el ojo de Dina apareció al mismo tiempo que una personita se acercaba a la puerta.

—Hola chicos, perdón por la demora —Se disculpó la niña y salió del hogar. — Me voy mamá, regreso antes de las ocho, no te preocupes.

Y así, Dina quedó estática en la entrada de su residencia preguntándose qué tramaba esta vez su hija, mientras a lo lejos, la misma, igual de vestida que los niños, se dirigía felizmente al hogar de su enamorado.

~~~

   En una lujosa zona del pueblo se podían apreciar varias casas relucientes, con perfectos jardines y encantadoras fachadas. En una de las grandes casas se encontraba un hombre algo mayor quien, como de costumbre, estaba sentado en una mecedora en el porche de su residencia disfrutando de la silenciosa tarde.

En las tardes, el pueblo de Neverland era un lugar lleno de paz absoluta, nunca había escándalo y la tranquilidad que brindaba era agradecida por todos los vecinos.

Pero.

En ocasiones para el señor, de nombre Lewis, quien era un viejo político retirado que conoció el pueblo de casualidad y había quedado encantado decidiendo establecerse en el mismo, la monotonía de Neverland podía llegar a ser algo aburrida.

Algo no, era aburrida.

El hombre deseaba que algo ocurriese. Era extraño, el había escogido ese pueblo por la serenidad que ofrecía y ahora deseaba algo que rompiera con esa misma calma.

Y qué sorpresa, pues nunca espero que sus profundos deseos llegaran a cumplirse algún día.

Mucho menos este día.

Sentado en esa mecedora, observaba sin entender por qué rayos había un grupo de niños vestidos como rockeros en frente de la casa de su vecino.

Al igual que se preguntaba porque eran liderados por una extraña pequeña de cabellos alborotados.

Incluso tenían instrumentos. En el bello jardín de los Ratri, habían sido montadas dos guitarras eléctricas con amplificador, un bajo, una batería, una pandereta y claro, un micrófono.

Que tipo de función ocurriría en estos momentos y porque esperaba con ansias que empezaran esos jóvenes de extraña apariencia.

Tal vez estaba alucinando...

No, no lo hacía, y lo confirmo al ver como todos los niños tomaban posición, encendían los altavoces y la pequeña de ojos verdes empezaba con su canto.

La serenata pudo haber sido un éxito, lo niños tocaban muy bien, pero su increíble interpretación se veía arruinada por el canto de la niña, quien, para la humilde opinión del viejo Lewis, parecía un cuervo apaleado.

A los pocos minutos, uno de los residentes de la casa Ratri se asomó por la ventana.

—¿¡Pero que demonios es ese espantoso escándalo?!

La niña hizo una señal a su grupo para que pausaran un momento.

—¡Por fin alguien!. ¡Oiga viejo podría llamar al joven que vive aquí!

El hombre que se había asomado en pijama, estaba más rojo que un tomate, ignoró a la pequeña y soltó humo por sus orejas.

—¡Pero quien diantres eres tú y por qué estás mugiendo como vaca moribunda en frente de mi casa!

—Se equivoca viejo. Estoy ofreciendo una serenata para Norman Ratri. ¿Es usted su afortunado padre?

—¿Esto es una serenata? ¡Creí que estabas invocando a satanas mocosa!

La niña ni se inmutó.

—¡Puede llamar a su hijo!

—Soy su tío escuincla y te informo que mi sobrino no está y de estar ya te hubiese mandando a volar.

El hombre no mentía, su sobrino se había ido en la mañana de ese sábado junto a su padre, ya que este le había pedido su compañía en su viaje laboral.

Ese hombre de cabello blancos hasta los hombros era el único en la casa.

—¡Yo no le creo nada hombre!, hasta que no se asome Norman mi banda y yo no nos vamos. Ándele chichos, uno, dos, tres

—¡Fuera de aquí! ¡No se que tramas con tus cantos satánicos! ¡Pero de una te advierto que Norman nunca estará con alguien que no cante cual ángel!

—¡A pues a qué no cree cómo se llama mi banda tío! —Comentó Emma con una sonrisa burlona.

—¡Las vacas moribundas!

—Nada de eso hombre, somos Los Ángeles del infierno y tenemos repertorio para unas tres horas. ¡Ándale Norman no seas tímido y sal miamor!

—¡Voy a llamar a la policía como tú y tú horrenda banda de urracas sigan con estos gritos infernales!

—Mucho lo siento señor pero no puede llamar a la policia, dar una serenata no es ilegal. Yo misma lo he consultado con el jefe de la policia. Ya oyeron urracas, ¡a darle!

Y para su desgracia, la banda de urracas liderada por la alocada niña continuaron con el intento de serenata.

—¡Cállate de una maldita vez!

Lewis no pudo contener más las carcajadas al ver como su malhumorado vecino, el solterón de Peter Ratri quien vivía con su hermano y sobrino, perdía la paciencia y le gritaba de esa forma tan vulgar a una alocada jovencita.

Enserio que era un buen espectáculo.

Mientras, Peter Ratri lo intentaba todo: Cerrar todas las ventanas, tapones en los oídos, una almohada enrollada en su cabeza aún con los tapones puestos, golpearse contra el muro hasta quedar inconsciente.

Pero nada era suficiente contra los berridos de esa niña.

Durante sus fracasados intentos, Emma seguía entonando a todo pulmón su canción compuesta por ella misma, esperanzada de que en algún momento Norman se asomara por la ventana.

Lewis siguió riendo alegre por la función, incluso había empezado a aplaudir. Llamo a uno de sus empleados pidiéndole que le trajera unas palomitas y una buena bebida y como no, se sumaran a ver el grandioso espectáculo.

Eso de ver a un Ratri fuera de su zona era todo un deleite que debía ser aprovechado al máximo.

—¿Donde está la víctima?

Detuvo su emoción al escuchar la voz de un infiltrado. No se había percatado del momento en el que el coche de policía había aparcado junto a su residencia. Extrañado, miró al policía quien apuntaba con un arma.

—¿Que víctima? —Pregunto confundido.

—La casa Ratri llamó diciendo que escuchaba unos berridos infernales, que no sabían distinguir si eran de hombre o mujer, pero aseguraban que por el sonido lo más seguro era que estaban torturando a alguien —Explicó el oficial bajando su arma.

El oficial, de nombre Lucas, estaba atónito por la llamada de la casa Ratri, hacían años que no pasaba una cosa de esas en Neverland. El en esos momentos debía estar fuera del pueblo, pero gracias a lo malo que era Yuugo en él piedra, papel o tijeras, logró cambiar de obligación con su compañero.

Estaba haciendo noche de spa con su gato en el momento que recibió la inesperada llamada.

—Ah era eso —Dijo Lewis entendiendo la situación. —Te equivocas, son esos niños de allá —Señaló a la pequeña quien miraba preocupada al oficial.

—¡Por mi madre, que susto me han dado!—Exclamó Lucas enfundando su arma.

—¡Es ella! ¡Arréstala por torturar a mis oídos y perturbar el orden público! —Gritó Peter en lo que los niños recogían sus instrumentos.

Lucas arrugó la mirada al percatarse de la persona señalada por Peter.

Esa acaso es...

—¿Emma?

La aludida abrió los ojos hasta el punto de que casi se le salen y mirando a sus compañeros grito.

—¡RETIRADA! ¡SE DISUELVE LA BANDA! ¡DEJEN LOS INSTRUMENTOS Y SÁLVESE QUIEN PUEDA!

Y así, los miembros de Los Ángeles del infierno huyeron como ratas.

Lewis, Peter y Lucas se miraron entre ellos sin entender qué demonios había pasado.

~~~

   A la mañana siguiente, Isabella tuvo que defender a su marido de una manada de vecinos molestos, quienes había acudido a la tienda de instrumentos con la intención de amenazar al pobre músico, pues al parecer, el fracasado canto de Emma y su espantosa afinación habían torturado los oídos de la mayoría.

Incluso la directora del instituto de Neverland, quien por cierto era su suegra, lo había llamado con la misma intención, diciendo algo así como: Si vuelves a darle una sola clase a Emma, estás despedido.

Ese mismo día, Leslie cambió su fe.

Por otro lado, Dina interrogó a su hija durante el desayuno con la intención de averiguar si estaba desarrollando algún gusto metalero o algo por el estilo.

Sea lo que sea, ella estaba dispuesta apoyarla como la buena madre que era.

Y qué decir de Peter y Lewis. Bueno, el primero tuvo que llamar a que le revisaran los oídos, al parecer había quedado traumado con el canto satanico de la niña, por otro lado, Lewis se planteó la idea de qué tal vez esa niña podría transformar los días aburridos del pueblo de Neverland.

Y por último, Emma evitó encontrarse con su tío Lucas y otro posible interrogatorio.

En fin, su primera jugada había sido todo un fracaso, pero eso no era suficiente como para detenerla.

Después de todo, el juego apenas comenzaba.





_______

Buenoooo, no se que les parezca pero aquí Ta :D.

Alguien más siente un vacío después de ese final del manga?. No estuvo malo, peroooo...siento que algo falto.

Pero me gusto.

Y agradezco que no quedara ningún shipp (aunque me duele el Noremma, bc si tenía posibilidad, pero Emma perdió sus memorias así q no).

En fin, ahora nos queda esperar por la segunda temporada :).

Y respecto al capítulo, quería comentar que me costó hacerlo y que me inspire en un libro q leí en donde el chico le dio una serenata del espanto a su crush.
Tal como Emma.

Tratare de actualizar pronto...si mis profesores y sus malditos talleres me dejan.

Eso era todo, fin del comunicado.

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