01. Un chico fuera de este mundo.



Muchos conocen al amor de sus vidas al estilo de una auténtica película de romance.
Un encuentro en la estación del tren.
El chico que salva a la chica en la fiesta.
Los amigos que se conocen desde la infancia y, eventualmente, terminan enamorándose.
El caso de nuestra pequeña protagonista no destacaba en comparación a los otros.
No era gran cosa realmente.
No tenía esa magia del "primer encuentro".
Pero
Para Emma ese día, que en un principio sólo parecía un día más de su monótono verano caluroso, se convirtió en la fecha más importante de su corta existencia.
Y si fuera por ella, repetiría ese capítulo de su vida un sin fin de veces.
Haber conocido a Norman Ratri esa mañana era el comienzo de su "película romántica".
Ahora estaba atrapada en el encanto de ese chico mayor y en su ridícula trama de comedia romántica vergonzosa con todos los típicos personajes.
Y ella estaba dispuesta a terminar su película con su tan anhelado final feliz.

~~~

—¡Emma baja un segundo! —Llamó una mujer de cabellos rubios desde la cocina de una casa de dos plantas.

—¡Ya voy ma! —Respondió una jovencita de desordenados cabellos anaranjados y grandes ojos verdes desde el segundo piso.

Rápidamente la mujer escuchó los pasos de la chica aproximarse mientras bajaba las escaleras. Volteo al sentir su presencia  detrás de ella.

—Emma, disculpa que te moleste —Hablo con calma la adulta mientras se quitaba los guantes de cocina que vestían sus manos.

—Tranquila ma, ¿que necesitas? —La jovencita preguntó con una característica sonrisa radiante dibujada en su rostro dispuesta a ayudar a su madre.

—Podrías llevarle este pastel a los vecinos—Pidió amablemente la madre de la chica extendiéndole a la misma un recipiente con pastel de zanahoria.—Se me ha pasado la mano y se que si lo dejo aquí tú padre será capaz de comérselo todo, Y sabes lo que implica eso.

La niña enfrente suyo hizo una mueca de espanto al recordar la última vez que algo como eso ocurrió por parte de su hambriento padre. Obediente tomo en sus manos el recipiente y asintió dibujando su usual sonrisa de niña buena.

—Salúdalos de mi parte —Dijo de último la madre observando a su hija salir de la cocina.

La pequeña que respondía al nombre de Emma Goldy, camino en dirección a la entrada de la casa para cumplir con su pedido. Al salir del hogar observó el gracioso rostro de su padre. Un hombre de cabellos azabaches y serio mirar que en esos momentos se encontraba podando el césped de su jardín con alta irritación, incluso soltaba alguna que otra maldición a modo de queja por su insoportable tarea, o al menos para él así lo era.

—Debí de haber aceptado ayudar a Lucas con su endemoniado gato.

Emma soltó unas risitas al ver la actitud reacia de su padre, y más porque sabía que todo era por las órdenes de su madre.

Irónico. Su padre era el jefe de la policía, el hombre con el que nadie se metía, un salvaje que para muchos era indomable.

Pero la situación cambiaba drásticamente cuando se trataba de su esposa, la única capaz de dominar ese genio tan rebelde del hombre.

—Eso es pastel lo que huelo —Comentó el hombre de repente. Al parecer no se había percatado de la presencia de su hija. Emma solo ladeó la cabeza y se acercó a su padre, a quien le brillaron los ojos al notar la delicia que su hija llevaba en sus manos.

—Oh pero que me has traído, tu madre se apiadó de este pobre...

—Es para los Grace

Yuugo la miró incrédulo y no tardó en soltar un fuerte gruñido.

—¿Tú madre le preparó mi pastel preferido a loca de Isabella? —Pregunto el hombre a lo que su hija se encogió de hombros, cosa que provocó que Yuugo chillara. —Mientras yo me mato bajo el maldito sol y este infernal calor, tú madre le prepara postre a esa bruja y su familia de dementes.

Emma le regala una sonrisa y piensa en decirle que, realmente eso que llevaba consigo solo era lo que había sobrado, pero le divertía la expresión ofendida de su padre así que prefirió callar.

—Se los llevaré antes de que se enfríe

—Haz lo que quieras —Y con eso dicho, Yuugo se limitó a rodar los ojos.

Emma soltó una última risita y cruzó la calle para llegar a la residencia de los Grace, quienes vivían al frente.

Al estar frente a la puerta de la casa de paredes blancas y lindo jardín, diferente al suyo el cual estaba en manos de su descuidado padre, la pequeña niña de tierno rostro cubierto de pecas empezó a tocar el timbre varias veces.

—¡Señora Isabella! —Llamó a una de las residentes en la casa con la intención de apresurar su entrada. —Soy yo, Emma.

—YA VOY QUERIDA—Se escucho un grito desde el interior de la casa a lo que Emma se sobresaltó. — RAY ABRE LA PUERTA

—¡¿POR QUÉ YO?!

—¡PORQUE YO TE LO DIGO Y SOY TU MADRE!

—¡PERO TENGO VISITA!

—¡Y A MI QUE! ¡OBEDECE YA!

Una pequeña gota de sudor apareció en la frente de Emma.

—Eto...—Decidió que mejor dejaría el pastel en la entrada y así evitaba una posible discusión madre e hijo, pero gracias al cielo, escucho como alguien giraba el picaporte de la puerta desde el interior del hogar.

—Hola Emma, ¿en que puedo ayudarte?

El ángel que le había abierto la puerta no era mas nadie que el agradable y carismático esposo de la señora Isabella.
Un hombre de sedosos cabellos y ojos tiernos llamado Leslie, el cual en esos momentos tenía, al igual que Emma, una gotita de sudor corriendo por su frente.

En algunas ocasiones su esposa e hijo podían ser...algo peculiares.

—Esto...mi madre les ha mandado algo de pastel de zanahoria. —Aviso la niña mostrando el recipiente en sus manos.

—¡Oh la deliciosa receta de Dina!, pero que amable es tu madre Emma.

—Tks. Si, pero con las ratas de afuera.

Leslie y Emma intercambiaron miradas y con velocidad observaron al educado hombre que había soltado esas palabras.

Según el, para el mismo.
Para Emma, con alta envidia.

—¿Quieres un poco Yuugo? —Ofreció  amablemente Leslie, pero contrario a su intención, Yuugo lo tomo como una provocación del hombre, así que, como el buen adulto maduro que era, decidió darle la espalda cruzándose de brazos.

—No me hace falta, disfrútalo con la loca de tu esposa y el fenómeno de tu hijo

Emma negó con la cabeza bajando la misma bastante apenada, aunque sorprendentemente, Leslie tan solo soltó una risita.

—Le dire a Ray que te haga su especialidad

—¡Yo no quiero tu comida intento de...

—Te gustaría pasar Emma —Hablo Leslie ignorando por completo los gritos del gruñón de su vecino.

—¡Oye! ¡Quien te crees tú bastardo como para igno...

—Me encantaría —Respondió Emma ignorando a su padre de igual forma, a la vez que entraba al hogar de los Grace.

Yuugo soltó un fuerte gruñido furioso y pateó con fuerza la podadora. Acción de la cual se arrepiento rápidamente al ver cómo está empezaba a podar sin control.

Por otro lado, Emma la cual era acompañada por el señor Grace, caminaba en dirección a la cocina de la casa, dispuesta a ayudar al mayor con la repartición del pastel, ignorando como por la ventana se veía a su padre persiguiendo una máquina asesina que remataba el ya mal estado de su jardín.

—¿Y qué tal el verano? —Curioso el hombre con la intención de platicarle a la jovencita mientras le entregaba las porciones del pastel. —¿Lo has disfrutado?

Emma pensó por un segundo todas las cosas que había hecho durante este corto periodo de tiempo que llevaba de transcurrido el verano, era poco pero suficiente como para llevar diversas actividades hechas por aquellos que disfrutaban del largo receso.

—Pues si —Respondió sonriente a la par que recibía las porciones y las colocaba sobre los platos. —He hecho varias cosas con mi padre y mi tío Lucas.

—Me alegra escuchar eso —Comentó sincero el hombre y siguió entregándole porciones a la chica, pero luego su expresión cambió a una un tanto decaída —Ray en cambio, no ha querido salir de su habitación en todo el verano y apenas hoy invitó a un amigo, pero no han hecho gran cosa.

Emma al escuchar eso se respondió la duda de porqué el hombre le había pasado un plato de más. En la casa solo vivían tres personas, le estaban ofreciendo una porción a ella, por ende debían ser cuatro platos, pero el hombre le había pasado cinco.

Y mientras ella terminaba de procesar la información, que realmente no era gran cosa, el hombre le pidió que le esperara un momento en lo que él llamaba a su familia y al invitado de su hijo. Emma claramente no tuvo inconveniente y en cambio llevó los platos en una bandeja hacia el comedor de la familia.

Volteó al escuchar los pasos aproximase de la familia Grace y sonrió al ver a la señora isabella, quien le devolvió el gesto y se disculpó por no haber bajado antes debido a que estaba ocupada, Emma le dijo que no había problema y que entendía perfectamente.
Isabella la invitó a sentarse y ella obediente, cumplió con la petición de la mujer, quien desconcertantemente para Emma frunció su ceño de un momento a otro.

Y Emma debía admitir que isabella le aterraba un poco, en especial esos cambios tan inquietantes en la mujer.

—Es que Ray no puede hacer caso a la primera nunca —Soltó la mujer mientras acariciaba el puente de su nariz y suspiraba. —¡RAY Y NORMAN BAJEN YA MISMO!

Emma abrió los ojos de par en par en el momento que el grito de la mujer perturbó sus sensibles odios y seguidamente escuchó unos pasos acercarse, bajando por las escaleras.

—Ya ya ¿que fue? —Pregunto fastidiado un joven de cabellos azabaches quien era acompañado de un albino de alta estatura, quien se veía apenado.

Y Emma sintió que se ahogaba con su propia saliva.

Se preguntó quien era, si era real o solo era un producto de su alocada imaginación aquel deslumbrante chico que bajaba las escaleras detrás de su vecino. Creyó estar alucinando, el chico se movía en cámara lenta y un coro de ángeles acompañaba su perfecta entrada.

Para ella era imposible que tanta perfección estuviera envasada en un solo ser.

Eso no es posible.

—Dina mando pastel de zanahoria —Respondió el padre del joven con un brillo en los ojos.

—Genial, hubieran llamado antes.

El chico, de nombre Ray, junto al albino de lindos ojos azules, se sentaron en la mesa, ambos en puestos ubicados (para la suerte de Emma) justo al frente de la niña, quien cada vez más sentía la falta de aire en todo su ser.
Ray estiró la mano para agarrar una porción del pastel, pero antes de tan siquiera rozar el pedazo selecto por el, recibió un fuerte topetazo correspondiente de su madre.

—¡Oye! —Se quejó instantáneamente y recibió una mirada fulminante de su madre.

—No tienes algo que decir —La mujer apuntaba a Emma con su cabeza. Ray rodó los ojos.

—Dale las gracias a tu madre Emma —Soltó desinteresado y otra vez intento agarrar su pedazo de pastel, pero recibió un topetazo nuevamente. Miró a su madre sin entender qué era esta vez y ella le torció los ojos.

—Emma, el es Norman Ratri—Presentó la mujer al rendirse con los modales de su hijo. Norman dibujó una amigable sonrisa mirándola y Emma se sobresaltó en su asiento.

¡Ya tengo su nombre!

—Es el mejor amigo de Ray y también es como de la familia...

—Ya vas a empezar —Susurro Ray y le dio una mordida a su pastel.

Norman soltó una risita e Isabella volvió a fulminar a su desesperante hijo.

Leslie solo río por la escena.

Todos ajenos a lo que Emma sentía en
esos momentos, no obstante, la presentación del chico no había concluido para su suerte.

—Es un placer conocerte, no sabía que Ray tenía una vecina

Emma ya estaba babeando.

Definitivamente tengo que ser amiga del chico emo. ¿Sus amigos son así de guapos y no lo sabía?
Necesito acercarme a este hombre a como de lugar.
¡Pero que voz tan sensual!

—Emma es hija de Yuugo —Explico el azabache.

—Ahhh —Soltó Norman al relacionar, pues no sabía que Yuugo tenía una hija.

¿Le ha hablado sobre mi padre pero no sobre mi?
¡Que malo!
Pero bueno...Ya sabe de su suegro.

—¿Y a que escuela asistes? —Pregunto Norman tratando de ser cordial con la niña. Grave error.

Por mi madre, ¡Me está hablando!
¡ESTA PREGUNTÁNDOME DONDE ESTUDIO!
No te lo creo
¡NO TE LO CREO!

—Emma estudia en Neverland también—Respondió Isabella antes de que la chica emitiera alguna palabra.

Esperen un momento, ella dijo...¿También?

—Oh enserio —Expresó Norman extrañado mirando a Ray, el cual enarcó una ceja sin entender la expresión del albino. —Nunca te había visto

—Yo...

—No es de secundaria —Respondió Ray con obviedad.

Norman arqueó las cejas sorprendido.

—Oh —Por alguna extraña razón, ignorada por la mayoría de los presentes, el albino se escuchaba algo desilusionado. —Disculpa si soy descortés al preguntar como si nada pero, ¿Que edad tienes? —Pregunto de repente, desconcertando a Emma.

¿Me hizo otra pregunta? ¿Que fue?, demonios, ¡Es jodidamente candente!

Ray, igual de extrañado que Emma,  entrecerró los ojos y miró sin entender a Norman. El azabache se preguntó qué tramaba el loco de su amigo.

Emma por su parte, estaba que volaba por todo lo que sentía en su interior. Un volcán de emociones hacia erupción en cada parte de su ser.
Estaba a unas de lanzarse hacia el chico.

Responde Emma, ¡No es momento de perderte en su mirada! ¡Reacciona mocosa hormonal!

—No tran-tranquilo, Te-tengo 13 —Respondió dudosa y se dio un golpe en la pierna por haber tartamudeado de esa forma tan vergonzosa.

Ella era hija de un policía, tartamudear no estaba en su código.

Aquí es cuando digo "trágame tierra" ¿cierto?.

Ray, quien no apartaba la mirada de Norman, se confundió el doble al ver como el chico perdía levemente un brillo que, extrañamente había aparecido en sus ojos.

Aveces no entendía el funcionamiento de ese albino a quien llamaba mejor amigo.

Emma, ignorante de la reacción del chico, agarro todo su pedazo de pastel y se lo embutió de un solo con la intención de evitar que soltara alguna babosada.

Algo como un: Se mi novio en frente de Isabella seria un completo desastre.

Y ella era loca
Pero no tanto.

~~~

Emma no dejaba de contemplar al joven peliblanco desde la comodidad del sofá de los Grace con la expresión más bobalicona que había puesto en su vida. Gracias al cielo, la amabilidad del señor Leslie era infinita y la había invitado a la tarde de películas que tendría la familia.

Quejas de Ray, regaños de isabella y risitas de Leslie pasaban por alto para la joven chica, la cual sólo centraba su atención en el despampanante albino.

Despampanante, sensual, galán, de otro mundo...bueno, que podía decir de ese ser semejante a un Dios.

Es alto, de complexión delgada, pero no lo suficiente como para parecer un debilucho, en realidad era todo lo contrario. El chico contaba con un porte que Emma podía asegurar generaba envidia en cualquier hombre que lo observara.

Hasta los modelos debían temblar con su presencia.

Ni hablar de su cabello que se ve tan sedoso y posee un brillo natural que solo le contribuye a su Perfecto ser.

Y qué decir de su rostro. Dios santo, Emma le agradecía a todos los entes supremos por permitirle a su ser tan insignificante contemplar esa obra de arte digna de todo un adonis.

Además el chico contaba con unos modales que en su vida jamás creyó llegar a escuchar. Su padre poseía el lenguaje de un camionero, su tío era una máquina de groserías cuando se salía de sus casillas, y ni hablar de su vecino, poco convivía con Ray pero bien conocedora era de sus sutiles palabritas en cada frase que soltaba. Y que decir de los modales de esos tres, pues que carecían claramente, más nada que decir.

¿Quien era el creador de esa magnífica obra de arte?, y a partir de cuando ella podría llamarlo suegrito.

No lo sabía, pero de algo estaba segura.

Norman Ratri va a ser el padre de sus hijos.

Le guste o no.

~~~

—Yuugo a que no adivinas que te prepa...¡¿QUE DEMONIOS PASO AQUÍ?!

El hombre, temblando del miedo, volteó lentamente hacia su esposa con una sonrisa tratando de tranquilizarla.

—Todo esto, tiene una buena explicación...

Su esposa estaba asombrada.
No entendía como su esposo poseía el talento de empeorar las cosas cuando estas ya estaban malas.

Que el solo tenía una tarea, ¡Arreglar el jardín! ¿Y que hizo? ¡Termino de destrozarlo!

Parece que alguien hubiese tenido un duelo en ese lugar ¡Era todo un campo de guerra!

—Dina, ¿te he dicho cuanto te amo?

Un tic nervioso se hizo presente en el ojo de la mujer.

—Arregla esto o duermes con Lucas por un mes entero.

—¡Con Lucas! ¡Pero has visto su...!

—¡No me importa si su gato te espante porque parezca una rata murciélago o un pejenoseque del demonio Yuugo! ¡Arregla este desastre!.

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