Capítulo 2: Merecido castigo.

Uno de los beneficios de la primavera era despertar sin temblar con el frío de las mañanas, era una de las dificultades de ser muy sensible a las bajas temperaturas, pero había aprendido a vivir con ello; ser quien usualmente dormía entre ambos cuerpos cálidos de sus esposos le ayudaba a protegerse, dormir con pijama también, algo que no hacía antes por falta de costumbre.

Observó el techo de su hogar por varios segundos, llevaba despierto hace poco y necesitaba recuperar todos sus sentidos antes de poder pararse, su cuerpo estaba cubierto de pesadez por ser un nuevo día y los deseos de seguir durmiendo seguían a tope. Estiró los brazos a cada lado suyo, sin sorprenderse de encontrarse solo en aquella gran cama, por un lado, estaba el lado vacío de Geno que estaba trabajando y al otro lado Reaper que seguramente ya había ido a su viaje de negocios.

El azabache tenía que hacer muchas cosas relacionadas con el trabajo fuera de la oficina, reuniones con varios socios y dirigir algunos viajes alrededor del país, tenía una gran responsabilidad, pero también podía darse varios lujos como recompensa, había veces que pasaba más tiempo en casa que en el edificio únicamente para estar más cómodo en sus proyectos.

Sin tomar su celular, se dio aliento para sentarse; se sobó el rostro y soltó un gran bostezo que se pudo haber escuchado fuera de la habitación. De pie se colocó las pantuflas y fue al baño para hacer sus necesidades y después bañarse, no sabía qué hora era, en su día libre debía aprovechar para tomarse las cosas con calma, lo único que podía hacer en soledad era limpiar y ordenar la casa que tenían y disfrutar de un buen libro hasta que alguno de sus esposos llegasen.

El agua dejó de caer de la ducha, su largo cabello estaba totalmente mojado por lo que, tras colocar una toalla en su cadera, tomó la secadora de pelo y la prendió. Posiblemente, Geno llegaría primero que Reaper, el albino solo tenía un turno normal, los fines de semana era cuando no trabajaba, mientras que Reaper podría no llegar hasta en un par de días, era lo malo de tal puesto administrativo, no quería pensar en el momento que le tocara asumir, no dudaba que le iría muy bien pues con todo el tiempo trabajando tenía una formidable experiencia y su carisma no era menos; sin embargo, ser el jefe de toda una empresa nacional era una historia distinta.

Se llevó la mano al cabello evaluando si estaba lo suficientemente seco para que no goteara, estaba bien, así que se hizo un tomate. Quizás mañana se afeitaría, más bien, se arreglaría la barba que estaba algo crecida por los lados.

Aún en el baño escuchó a lo lejos un ruido de platos moverse, eso lo alertó, no quería que en ese preciso momento alguien entrase en la casa, no estaba en las condiciones; trató de calmarse mirando a su alrededor, si prestaba atención seguían habiendo accesorios importantes para Reaper, artículos personales y sus inseparables cremas de cabello. Reaper todavía no se había ido, eso significaba que era más temprano de lo que creía.

Se colocó su ropa interior y un short encontrado en el primer cajón y se dispuso ir al comedor, tan pronto entró sintió un aroma que despertó su garganta, olía a comida de calidad. Solo con un par de pasos se encontró con el pelinegro, tenía puesto una camisa con diseño tropical y los pantalones de pijama.

— Pensaba que ya habías salido a tu viaje.

Reaper parecía que ya sabía que estaba ahí pues no se asustó al escucharle, solamente esbozó una carismática sonrisa entretanto tapaba la olla.

— El viaje se retrasó hasta la tarde, así que tengo varias horas para relajarme.

— ¿Qué hora es?

— Las siete de la mañana, no puede ser que incluso en un día libre estés bañado a esta hora.

— Es la costumbre, no me culpes.

— Ay, Blard, con lo que daría para irme directamente a la cama.

— Pudiste haberlo hecho.

— Ahora no tiene sentido si ya te levantaste.

Reaper dejó de atender el fuego de la cocina para girar su cuerpo hasta el castaño, cuando sus ojos se toparon, el ojiazul ladeó su sonrisa con sus pupilas desviándose a su torso; Blard rodó los ojos por ser tan obvio en su degustación visual, por más años que estuviesen juntos, el adverso iba a decir lo mismo:

— Lindos tatuajes.

Blard rió, se acercó hasta la isla y se estiró para darle un beso de saludo, el pelinegro correspondió con gusto, palmeando uno de sus pectorales, a él le gustaba darle toques de vez en cuando y si el castaño paseaba por la casa sin nada encima siempre iba a ser víctima de sus toqueteos.

— ¿No tienes frío?

— No aún, me acabo de bañar.

— Lo sé, se nota, hueles rico.

— ¿Qué haces cocinando en vez de dormir?

— Considerando que no voy a estar por unos días, quería darles algo mío, sé que aman mi comida así que hice un estofado.

— Aww, no era necesario.

— Es mi sueño frustrado, Blard, déjame disfrutar esto.

Blard asintió a su pedido, apoyándose en el borde de la isla con los brazos cruzados, Reaper volvió a lo suyo por un momento concentrándose en la cocina; estaba preparando algo elaborado para que su familia no tuviese que preocuparse al menos dos días, de por sí todos almorzaban de los restaurantes bajo el edificio así que lo que preparaba podía ser fácilmente una cena y duraría más tiempo.

Apagó el fuego después de unos minutos, esperaría a que se enfriase un poco para guardarlo, no iba a estar intranquilo a sabiendas de que el castaño sabría que había comida, ahora él era el responsable de alimentar al lindo de Geno. Aunque no tenía idea el por qué los estaba tratando mentalmente como niños si ellos también cocinaban muy bien y eran más responsables que sí mismo con las labores del hogar.

Se dio vuelta y se sorprendió al ver a Blard aún ahí, su cuerpo estaba algo encorvado con sus brazos cruzados, sus ojos estaban cerrados en su clásica posición de irse al mundo de los pensamientos; al de tatuajes le encantaba distraerse en la nada, comiéndose la cabeza con cosas del trabajo incluso estuviese en un día libre. Se acercó a él, llevando su mano a su hombro para deslizarlo en gesto de mimo, Blard levantó un poco el mentón.

— No es necesario que estés acá en la cocina. —Comentó Reaper— Parece que sigues con sueño.

— Debo aprovechar que todavía no te vas.

— Ohh, sí me vas a extrañar. —Coqueteó.

— Obviamente, no me gusta cuando te vas tanto tiempo.

Como Reaper se había colocado a su lado, Blard había girado un poco el cuerpo para poder conversar directamente, ambos tenían una altura similar así que ninguno tenía que inclinarse para verse. Entre ambos se dedicaron una sonrisa cariñosa, aunque por sus acarameladas palabras le costaba no derretirse; era muy distinto coquetear con Geno que con Blard, el albino era el primero en avergonzarse y en solo momentos específicos le devolvía los piropos, en cambio, con el moreno era el primero en no saber qué decir. Terminó por reír.

— No creo que sea taanto. —Se encogió de hombros— Solo tengo que inspeccionar las obras al otro lado del país, pero nada más.

— Con decir al otro lado del país...

— ¿Sabías que antes me aterraba los aviones?

— ¿De verdad?

— Sí, madre mía, tenía que viajar desde muy pequeño.

— No te imagino desde niño yendo de viaje de negocios. —Bromeó.

— Hehe, no era por trabajo, o eso creo, no recuerdo, sé que me divertía mucho después de llegar, me compraban un helado.

— Sigues con esa costumbre cuando viajamos los tres, ¿no me digas que también lo haces en tus viajes de negocio?

— Eh... —Carraspeó— Puede, aunque es cuando dejo de trabajar, ahí me lo compro.

— Es bueno que tengas algo que te reconforte.

— Sería más fácil si fueras, lástima que trabajes en el departamento que menos sale. Diablos, Blaaard, te voy a extrañar mucho, también a Genito, ¿¡A quién voy a abrazar en las noches!?

— ¿A la almohada?

— ¡Noo, no es lo mismo, Blaard!

El azabache se dejó caer a un lado para que el moreno le sostuviera, escuchó una queja y de pronto sintió que su cuerpo se caía hasta el suelo; solo fue la sensación pues Blard le agarró de los costados un segundo más tarde, tiempo suficiente para sentir que se iba a morir.

— ¡Ah! —Se quejó Reaper, Blard se estaba riendo mientras el adverso trataba de sostenerse en un abrazo por sobre sus hombros— ¡¿Ibas a dejarme caer?!

— No. —dijo en un tono muy sospechoso— Quería sacarte un susto.

— Lo hiciste, ya estaba viendo mi vida entera.

— Tampoco exageres.

— ¿¡Pero qué te hice para tratarme de este modo!?

Cualquiera que escuchase su conversación podría malinterpretar la situación, pero era muy normal que en ese hogar Reaper pudiese expresarse como era, siempre en el trabajo evitaba no mostrar más que una faceta seria y laboral, la faceta amargada según Geno. Sabía que a ninguno de sus novios les molestaba que fuese dramático, conocía los límites de la decencia.

Debido a la situación, ahora Reaper abrazaba al mayor por sobre sus hombros, Blard lo sostenía a propósito en una pose como si bailasen, con el cuerpo del azabache inclinado hacia un lado, si él lo soltaba podía caer al suelo. Blard le acomodó aupando un poco, encorvando su espalda para estar cerca de su rostro, eso no se lo esperó Reaper, Blard no solía ser tan coqueto con él de la nada, algo estaba planeando y eso le tentó en estirar los labios para robarle un beso fugaz, debía aprovechar su cercanía.

— La verdad es que sí hiciste algo.

— Cuéntame más.

Blard ahora fue quien le depositó un beso corto, solo un aplastamiento de labios puntual y sofisticado.

— Hace dos días tuve una reunión acá, ¿te acuerdas?

— Oh, ¿Cómo lo voy a olvidar? Lo pasé increíble.

— Pero no pensaste en las consecuencias.

— Sí lo hice, por eso tratamos de tener cuidado, soy el heredero. —Recibió otro beso del castaño, sus labiales estaban ligeramente húmedos causando un tenue escalofrío en el menor, tuvo que sostenerse de las piernas o se le alteraría el corazón, no le ayudaba para nada que su torso estuviese descubierto, el calor que desprendía más que reconfortante era ardiente— Mi reputación- no, la reputación de la mismísima empresa estaba en juego si nos pillaban.

— Veo que entiendes eso, pero no me cuadra que igual lo hagas.

Reaper se enderezó sin soltarle del cuello, le dio otro beso simple, incluso sin sonido para quedar sin distancia, la respiración del castaño rozaba su rostro haciéndole cosquillas.

— Estar cerca de mis esposos no me deja ser cuerdo, me calienta. —Coqueteó el menor.

Sintió cómo las robustas manos de su novio lo acercaron más a él, apretando su cintura con sus dedos, Reaper rió ocultando un suspiro por lo grato que era tener los torsos apegados.

— No creo que lo justifique.

— Oh vamos, a ti igual te encanta Geno, ¿no aprovecharías el momento? Los dos solos, sin que nadie nos deba pillar, me suena de algo, ¿No me dirás que te arrepientes de ese día?

Tuvo un breve silencio, pero no lo tomó a mal, alejó su rostro para ver el semblante del de tatuajes, no tenía una expresión disgustada así que no estaba metiendo la pata; ese momento concluyó en una risa, que según Reaper, fue seductora.

— Pfft, está bien, está bien. —Blard dejó de abrazarlo, Reaper hizo un puchero por el repentino frío al ser alejado— No soy alguien para quejarse de lo que hiciste anteayer, no me arrepiento de nuestra travesura.

— Uff, ya me estaba asustando.

— Puedes guardar la comida, no te quitaré tiempo.

—... Joder, es cierto, la comida.

Su plan de reprochar se vio interrumpido por su responsabilidad, se alejó del más alto para ir a la olla y dejarla en el refrigerador, ya seguirán en otra ocasión con los juegos.

— ¿Al menos Geno lo disfrutó? —Preguntó Blard, Reaper vio de soslayo que echaba agua al hervidor.

— ¿Lo dudas? Tú mismo nos viste en el mejor momento.

— No me lo recuerdes.

— Oww, ¿te molesta?

— Sí.

— Debió ser terrible no poder unirte y aguantar el calor, en plena reunión.

— Bastante.

Reaper rió, extendiendo su sonrisa al descubrir algo, con solo unir las piezas de la conversación era fácil. Siguió la corriente y tras terminar se sentó sobre la isla de la cocina, Blard al verle ahí negó con la cabeza con una atractiva sonrisa, sin siquiera preguntar se le acercó a él, colocándose entre sus piernas, posando las manos sobre la superficie y alzando la cabeza para tener contacto visual con Reaper. El ojiazul envolvió el torso con sus piernas, tomando sus mejillas con sus manos, entremedio de sus acciones fueron hablando.

— Entonces estabas hablando de otras consecuencias. —Dijo Reaper.

— ¿Por fin lo pillas?

— Es que a ti te encanta jugar conmigo, Blard. Amas tentarme para dejarme con ganas.

— Es divertido, y sueles hacer lo mismo.

— Y es buena ocasión, en unas horas me voy y no volveré en unos días. Debo llevarme un recuerdo.

Reaper se mordió el labio inferior de manera provocativa, el castaño estaba pasando sus manos por su espalda por debajo de su camisa con patrones tropicales, sus dedos sobre su piel lo estremecían de buena manera, su expresión lo acaloraba, quería besarle ahí mismo.

¿Qué lo impedía?

Pues Blard. Quién más.

El de lunares bajó su cabeza hasta el delgado cuello del joven, depositó uno, dos besos sin sonido, deslizando sus labios por su garganta, Reaper con una expresión boba se dejó, era complicado dominar la situación frente a sus voluminosos músculos. Escurrió sus propias manos por su espalda ancha, captando cada músculo hasta sus omóplatos, sus dedos se tensaron, aprovechando que tenía las uñas cortas y no le causaría ningún rasguño, ya se las dejaría crecer y dejaría sus marcas de goce. Ante su toque, Blard dejó escapar un grave suspiro que chocó sobre su clavícula, volvió a besar de manera más húmeda, dejando un recorrido de besos hasta la mandíbula.

Reaper disfrutó de cada trato, su cuello no era una zona tan sensible a comparación de otras, pero seguía siendo foco de muchas sensaciones, Blard gracias a la experiencia sabía dónde besar, en qué parte presionar con sus labios, en qué sitio provocar que su columna se irguiera por los escalofríos.

— Mhm... —Infló el pecho de aire, se mordió el labio en medio de una sonrisa satisfecha— ¿Desde cuándo atiendes tan bien mi cuello?

— ¿Te encanta? —preguntó de vuelta.

— Me fascina, pero a la vez me desespera, no seas así.

— Te gusta que sea así.

— Dios, pues sí. P-Pero e-esp... ah...

Su garganta no pudo seguir pronunciando palabra, estuvo tan distraído en su cuello que no se percató que su camisa estaba desabotonada -aunque solo eran dos botones abrochados- y sus dedos apretaron sus pezones sin mucha fuerza, dando masajes sobre sus pectorales y oprimiendo las tetillas con los pulgares. Fue un jadeo audible, la sensación eran borbotones que cruzaban desde la punta de sus pies a la cabeza, el pantalón de su pijama se estiró por su miembro viril alzándose, recordando que estaba sin ropa interior.

No pudo detenerlo, tampoco quería, su torso fue manoseado sin tregua y su cuello besado con deseo, soltó una risa airada, volviendo a abrazar al castaño sobre los hombros.

— No creo que debas continuar con mi cuello, no tendré cómo ocultar las marcas, hay más donde besar, ¿sabías?

— No cumpliré tus deseos de ser rudo, Reap.

— Oww, ¿Por qué?

Blard se dio espacio para quedar cara a cara, su expresión acalorada devastaba a Reaper, sus ojos cálidos lo desnudaban ahí mismo, ¿cómo no calentarse ante tal hombre? Fue besado con la mandíbula ligeramente abierta, cosa que Reaper gustoso correspondió cerrando los ojos y degustando su sabor. La pasión subió a grandes niveles, su contacto producía un obsceno sonido, continuaron moviendo sus labios con el deseo de devorarse y entretanto Blard no paraba de acariciar su torso, atrayéndolo a su cuerpo con sus manos desde la espalda baja; no pudo sentir vergüenza cuando su propio miembro se topó con su vientre aunque sea por sobre la ropa. Era evidente que con tales atenciones estaba demasiado excitado.

Reaper mordió su labio en medio del beso, y al separarse lo tironeó, sonrió en medio de su acción ganando que Blard frunciera el ceño. Le soltó, Blard río ronco.

— ¿Olvidas qué estoy haciendo?

— Me estás dando amor del bueno.

— Ahá... ¿Tentarte lo es?

Blard movió su cadera, empujando su pelvis contra su erección, Reaper balbuceó risueño, eso le había causado escalofríos.

— N...No juegues, Coru, sé sacar a la bestia.

— Tú estás castigado, te prohíbo hacer eso.

— Per-nmhm...

No le permitió protestar debido a otro beso demandando atención, tuvo que corresponder porque sería un sacrilegio no hacerlo, amaba compartir con su esposo aquellos momentos tan candentes y lo disfrutaba en cada ocasión, incluso si llegaban a ser brutos; usualmente si no aguantaba más juegos previos bastaba con apretar sus hombros y desesperarlo y ya no había forma de detenerse.

Mientras sus bocas se daban un saludo, Reaper aprovechó de pasar sus manos por su nuca, rozó sus yemas por los huesos que sobresalían hasta llegar al cabello tomado, no pudo evitar sonreír al agarrar el peinado y apretar, tironeó suavemente enredando sus dedos en su pelo, haciendo la cabeza de Blard atrás; al principio se dejó, pero a la segunda soltó un sonido similar a un gruñido.

— ¿Qué haces? —Murmuró en medio del ósculo.

— Quiero que... —Sus labios se toparon en medio del movimiento de mandíbulas— me hagas el amor con el cabello suelto, mh...

Suspiró tembloroso cuando Blard se presionó contra él, usó sus piernas para mantenerlo pegado, provocando que su miembro rozara de manera tortuosa con la tela y su duro cuerpo. Blard resopló sin desánimo.

— ¿Por...?

— Te ves salvaje.

— Creas un fetiche diferente a cada que tenemos sexo.

— Si eso no es amor, no sé qué es.

— Entonces permíteme tener un fetiche.

— Claro.

— Entrelaza tus manos, pero una de ellas debe tener los dedos levantados.

Algo extrañado de la petición, lo realizó tal cual señaló, no pudo reaccionar cuando Blard en medio de una grave risa utilizó una mano para entrelazar sus dedos con los de Reaper impidiendo soltarse, dos segundos después tenía ambos brazos levantados, atrapado en aquel agarre. Rió bastante sorprendido, conocía aquel truco de manos, pero no se esperaba que el castaño también, Blard no era un gran seguidor de las modas, aunque esta ya estaba pasada.

— Woah, ¿Dónde aprendiste esto?

— Lo vi hace poco.

— ¿Tenerme a tu disposición es tu fetiche?

— No... Que dejes de ser inquieto. —Respondió, Reaper rió por eso y el mayor ladeó su sonrisa— Te gusta que me apresure, a mí me gustaría probar algo contigo, pero nunca lo logro porque tú me desesperas antes tocando donde no debes.

— Es que me encanta el sexo duro contigo... —Bufó.

— Te prometo, Reaper... Que la espera vale la pena, vas a conocer un placer inaguantable, ni tú vas a reconocerte.

El mayor se había acercado a su oreja, por cada palabra su oído palpitaba junto a su corazón, la adrenalina le recorrió y se estremeció completamente; aquella propuesta parecía sacada de una película para adultos, era tan fantasioso que no se lo hubiese creído si no fuese que por su tono de voz le hizo sentir hambre de más, Blard ya era alguien sacado de ensueños, si él decía que llegaría a un nuevo nivel, le creía.

— B-Bien. —Tartamudeó para su sorpresa— Entiendo, no tocar tus hombros. Ya he soltado gemidos contigo, ¿me quieres hacer gritar?

— De placer.

— Hehe, quiero ver que lo intentes.

Tuvieron la conclusión de guiñarse mutuamente, eso les quitó por segundos el ambiente ardiente por la risa tonta que soltaron, Reaper casi se muerde la lengua cuando Blard con su mano libre se quitó el peinado, quedando con su cabello castaño suelto tapando los tatuajes de sus hombros.

No se mordió la lengua pero sí el labio de forma pícara.

— Hazme tuyo.

— Encantado.

El ojiverde deslizó su mano por el esternón del azabache, bajó suavemente por su abdomen y llegó al borde del pantalón de pijama; en todo el recorrido Reaper sintió burbujeos, apretó el vientre en reacción y suspiró para relajarse. Con el dedo índice tomó el borde y lo bajó únicamente para que el miembro del menor sobresaliese, con tres dedos lo manipuló sin velocidad; a la vez, su boca siguió el mismo camino hecho antes por su mano deteniéndose en su pecho, sus labios mojaron su piel, fue besado y posteriormente su lengua se dio paso cerca de uno de sus pezones.

Su respiración fue la primera en verse afectada, cerró los ojos dejándose llevar de cada sensación, pero fue un choque de emociones, su virilidad estaba siendo atendida lentamente adrede, con toques curiosos por cada nervio; y si no fuese menos, una de sus peores zonas erógenas estaba siendo lamida. El calor húmedo en su pezón lo estaba sofocando, su pene reaccionaba a sus dedos.

Varios suspiros escaparon, alzó la barbilla con los ojos cerrados, dejándose hacer. La lengua del de tatuajes pasó a dejar un recorrido de saliva entre ambos pezones endurecidos, pero lo que provocó un mayor golpe de placer fue una mordida coqueta. Los dedos de sus pies se estiraron y se encogió de hombros quedando en una postura graciosa, ya que todavía tenía los brazos sostenidos por Blard.

— Tú quieres devorar mis lindos pezones.

Volvió a quejarse por otra mordida, sus piernas apretaron su cadera en reacción, ahora había dolido, más bien, fue un picor agudo que le había gustado, ¿podría ser que era masoquista? ¿Así era?

Los sonidos que se le escapaban llamaron la atención del mayor.

— ¿Te dolió mucho? No lo volveré a hacer —Alzó su cabeza, a Reaper le causó ternura que se preocupara.

— Un poquito, pero tú sigue, mmh... tú sigue tocándome, vamos.

Blard pareció no estar convencido del todo, se notó porque en reemplazo a sus mordidas besó las marcas de su dentadura en su piel, su pezón ya no era lo único colorado, su piel en reacción a sus anteriores actos había enrojecido la zona. Reaper sonrió como enamorado, la dulzura de su esposo siempre iba a estar incluso en medio de los momentos más candentes.

Dejó caer la cabeza a un lado, su miembro había tomado protagonismo siendo tratado con sus dedos desde su glande hasta la base, pronto su mano completa lo envolvió y apretó en un vaivén vertical; su interior se contrajo impaciente, le encantaba la sensación. Con la masturbación en marcha, Blard volvió a atrapar al azabache en un beso pasional, con hambre se dieron de lote, mordiéndose los labios de vez en cuando y hasta que empezaron a quedar sin aliento sus lenguas se dieron a conocer una vez más.

Se mantuvieron así un par de minutos, su falo estaba endurecido y su cadera se alzaba torpemente ayudando al movimiento, su mano lo estaba sosteniendo firmemente, su pulgar circulaba por su glande hundiendo en su agujero y en una que otra ocasión sus testículos también eran masajeados. Su pecho subió y bajo, tenía que respirar entremedio del beso, pero estaba tan desesperado y al borde del clímax que lo que salía de su garganta eran jadeos intermitentes.

Apretó sus piernas contra él con fuerza, sintiendo el bulto de la entrepierna de su pareja en él, sus brazos se cansaron, estaba a punto de protestar queriendo venirse, no obstante, eso no estaba en los planes de Blard. De un segundo a otro se detuvo en todo, soltó su miembro palpitante y también sus manos; con habilidad y fuerza, Blard lo agarró desde los glúteos y lo tomó en brazos, Reaper por el susto se abrazó a su cuello, exclamó tembloroso por estar aún en éxtasis.

Blard caminó con él en brazos.

— W-Woah. ¿No lo vamos a hacer en la cocina?

— No, tenía otra idea —Contestó, recuperando el aire.

Con varios pasos llegaron al comedor, Reaper pensó que lo estaba llevando hasta el sofá, pero para su sorpresa terminó sentado en el borde de la mesa, era un mueble de madera y firme, podía sostener todo su peso sin problemas.

Mientras se acomodaba en el bordillo, Blard fue muy amable de quitarle el pantalón de pijama dejando sus piernas desnudas junto a su erección en el cual salía el líquido preseminal por seguir agitado, no sabía si iba a aguantar un par de manoseadas antes de venirse, pero parecia que Blard no quería eso.

El castaño le dió un beso fugaz en su mejilla, avisó que buscaría el frasco de lubricante y en menos de un minuto estaba de vuelta entre sus piernas. Reaper tomó la oportunidad de tener los brazos libres y llevó su mano hasta el cabello castaño, Blard se veía muy apuesto así, le daba un toque ardiente a la situación. Jugó con un mechón de pelo, sonriendo coqueto.

— Eres muy guapo, ¿te lo he dicho?

— No, no lo has dicho. —Bromeó, Reaper rió.

— Eres guapo, eres irresistible. —Siguió en su charla, con una voz baja para tentarlo— Tu cuerpo, esa sonrisa que me estás haciendo, solo me provocan deseos que me des como nunca antes, aquí y ahora. Ah, y aunque me estés castigando, sé que estás deseando lo mismo que yo.

Mientras hablaba, deslizó sus manos por los pectorales de su esposo hasta su abdomen y sin vergüenza le bajó el short para que su miembro asomara, aunque tuviesen tamaños similares, tenía la impresión que era más gruesa y sus venas se notaban. Las primeras veces había bromeado que hasta su falo tenía músculos grandes, Blard no se lo tomó muy bien por decirlo delante de Geno.

— Reaper.

El castaño besó sus labios y posó su mano en el pecho del menor.

— ¿Sí?

— Me vuelves loco.

— Yo también te amo.

Su mano le empujó constantemente hasta que su blanca espalda se topó con la superficie de la mesa, luego, Blard agarró sus piernas para atraerlo hasta él, dejando sus nalgas medianamente colgando de la mesa, no fue mucho problema porque Reaper volvió a abrazarlo con sus piernas, dejando el espacio listo para que en cualquier momento entrara en él.

Blard se echó lubricante en su miembro y dirigió su glande hasta su entrada, rozando un par de veces. Reaper le vio como podía mordiéndose el labio por los ligeros nervios, a pesar de los años, su cuerpo todavía no estaba acostumbrado completamente de tener un intruso en su interior, los primeros segundos eran tortuosos incluso con harto lubricante. Su estómago se apretó al sentir su miembro haciendo un ligero empuje.

Cerró los ojos aguantando quejarse cuando poco a poco entraba, pero por más que se esforzase, varios jadeos bruscos emanaron de su boca. Una vez su glande entró, Blard agarró las piernas del menor desde sus muslos con tal de acariciarlos y empujó con su cadera, Reaper gimió arqueando su espalda.

— ¡A-Ay...! J-Joder, qué grande es...

Blard rió bajo y retrocedió para volver a entrar en varias embestidas puntuales, a cada momento que se introducía, su miembro llegaba más al fondo. Para Reaper era una tortura placentera, le dolía, pero a la vez lo disfrutaba y gracias a los mimos que estaba recibiendo en sus piernas, se relajaba cada vez más.

Tomó un par de bocanadas de aire y esbozó una sonrisa, gesto suficiente para Blard para darse a paso en el vaivén. Sus fuertes manos seguían agarrando sus muslos, tensando sus dedos en medio de caricias cerca de la entrepierna del menor; sus movimientos fluidos gritaban experiencia, capaces de hacer estremecer más a Reaper.

El dolor dejó de estar ahí, lo único que quedaba era el placer que tanto amaban saborear, sabía que Blard en ese instante lo estaba observando, sentía sus ojos verdes pasearse por su torso descubierto entre su camisa, su pecho se movía en respuesta al vaivén y a su respiración más audible, el hormigueo le hacía soltar jadeos placenteros, hace tiempo que Blard no le daba con tanta lentitud, siempre lo hacía desesperar desde antes o Blard a sabiendas de sus gustos empezaba desde el principio siendo rudo.

Debía aceptar que le estaba gustando bastante. Podía pensar con claridad, darse el tiempo de reconocer su falo dentro suyo, era gratificante y más al ser capaz de escuchar algunos suspiros por parte del mayor.

De pronto una fuerte estocada lo sacó del ensueño, escapándole un gemido bajo, se tapó la boca por la sorpresa, con sus pómulos enrojeciendo por la risa de Blard.

— Te vi muy relajado, me tenté —Reaper rió, echándose aire con la mano, se sintió avergonzado— Mírame.

— Si te miro me pondré más rojo.

Otra estocada que le sacó otro gemido, frunció el ceño mirándole, aunque se arrepintió porque verlo desde abajo con esa sonrisa tan apuesta y su cabello algo ondulado cayendo por sus hombros... un escalofrío recorrió su cuerpo, contrayendo su interior y dándole aún más placer el lento vaivén.

— Pero te ves bien.

— Te quieres burlar.

— ¿Por qué me burlaría de ti?

— Porque dirás... —Soltó un suspiro lleno de placer, Blard volvió a reír— P-Porque dirás, "¿ves que no está mal tomarse las cosas con calma?"

— Bien, algo así iba a decir.

— ¿¡Lo ve—¡A...ahm..! D-Dios...

Las estocadas se estaban volviendo seguidas, Blard lo hacía en los momentos justos donde el menor exhalaba, haciendo que sus cuerdas vocales vibraran. Se removió en su puesto, notando que sus muslos seguían presionados por las manos adversas, sus dedos se hundían en su piel y a veces los deslizaba causando más reacciones placenteras en Reaper, sintió su frente mojada, el calor estaba subiendo y sentía que cada vez estaba más sensible, la anterior masturbación lo había dejado al borde.

— De todas formas... —Volvió a hablar Reaper, sintiendo su corazón golpeando su pecho— Hace un rato dijiste que iba a gritar de placer, hasta aho– Nnn... Hasta ahora solo gimo.

— Te dije que debes tener paciencia.

— ¿Le haces esto mismo a Geno? Nunca lo he oído gritar y eso que su garganta es más suelta que la mía.

— Te dejaré con la duda.

— ¿¡E-Ehh!? Ahora quedaré con las ganas de escucharlo gritar mi nombre, mhmh...

— ¿No quieres gritar el mío?

Se mordió el labio ante tal propuesta, pero terminó riendo enredándose con unos jadeos bastante audibles, las estocadas se hicieron tan seguidas que su vaivén dejó de ser regular, a cada momento que entraba lo hacía con relativa fuerza, hundiéndose en él y llegando incluso más dentro de Reaper, sorprendiéndolo.

Siguieron de ese modo un par de minutos, hasta que la paciencia de Reaper se rompió, la sensación lo estaba desesperando, se sentía demasiado bien, pero sabía que podían llegar a un nuevo nivel si solo aceleraba; por la postura estaba lejos de agarrar sus hombros y tampoco podía moverse para aumentar la velocidad por su cuenta. Se sentía atrapado, sus suspiros se volvieron temblorosos y tuvo que cerrar los ojos con fuerza por la incomodidad deleitosa, estaba perdiendo los estribos y si seguía así, el orgasmo llegaría y quedaría con las ganas.

A pesar de que estaba a punto de rogarle, su desesperación fue atendida por Blard, su cuerpo moreno se había inclinado hasta él ligeramente, deshaciendo el agarre de sus piernas en su cadera para tomar uno de los muslos y levantarlos un poco mientras la otra se afirmaba en la superficie del mueble. Reaper exclamó por la sorpresa, pero no tuvo que preguntar para comprender que ya bastaban los juegos, era el momento que tanto ansiaba.

La velocidad aumentó gradualmente manteniendo embestidas profundas, el miembro de su esposo entraba sin problemas gracias al lubricante y a su propio líquido preseminal, su intimidad chocaba en el trasero del menor haciendo ese sonido que indirectamente los sumergía en más placer.

Reaper no pensó que iba a ser distinto a sus anteriores encuentros, el goce era diferente, la sensación de estar al borde seguía latente y su desesperación anterior no era nada comparado a lo que sentía ahora. Se mordió el dedo sin contener los gemidos que se le escapaban a cada estocada, dijo el nombre del castaño varias veces, era lo único que entraba en su cabeza.

— ¡Ah...! ¡B-Blard...! —Nombró casi a balbuceos— Acelera, a-ah acelera.

Sabía bien que no importaba si se lo pedía en ruegos, Blard ya estaba siendo lo bastante rápido. Los dos se sentían idos por la embriagante sensación, el ojiazul escuchaba con claridad los gruñidos de su amado. No importaba si estaba sobre la mesa, con su otra mano trataba de afirmarse al mueble con tal de moverse, mas, era imposible, parecía que el orgasmo nunca llegaba y las corrientes no acababan.

Parecía que le habían lanzado un hechizo encima para jamás llegar al clímax, gruñó sintiendo su cuerpo arder, su boca apenas podía mantenerse cerrada por sus ruidos, impresionado de poder ser tan ruidoso. Seguramente si tenían vecinos cercanos se iban a molestar con ellos, pero gracias a su posición social tenían el lujo de tener una parcela, podía gritar y aun así nadie los escucharía.

De pronto notó que las embestidas estaban siendo irregulares, Blard se encorvó más en la mesa y en su expresión se notaba que estaba a punto de llegar, por lo que disminuyó la fuerza, pero mantuvo como pudo la velocidad. Reaper quería protestar, pero entendía que no deseaba venirse antes que él.

Se dieron un respiro, Reaper a pesar de tener las piernas algo alzadas, hizo fuerza para sentarse, abrazándole con torpeza desde el cuello. Blard hundió su cara en la unión del cuello y hombro del menor, ambos estaban acalorados, sudando y agitados.

No se dijeron nada, solo disfrutaban escuchar los sonidos del contrario. Blard dejó de agarrar sus piernas para abrazarlo del torso, deslizó sus manos por toda su extensión, apretando y estrujando ganando suspiros en Reaper, quien estaba más sensible que nunca. El menor siguió con las piernas levantadas, su brazo se siguió sosteniendo desde su cuello y el otro se lo llevó a su propio miembro, comenzando a tocarse mientras las embestidas volvían a ser con fuerza.

Blard jadeó, sabía que estaba cansado. Reaper también lo estaba, su garganta dolía de tanto quejarse en voz alta.

— Blard... —Susurró en su oído— H-Hazme llegar, y-ya no lo soporto, no importa si... ah.. si cojeo en mi viaje, tú solo rómpeme.

El aludido asintió en medio de una risa ronca e irresistible.

— ¿Estás seguro?

— Demuestra quien manda.

Los dos rieron, aunque a Reaper se le trabó la lengua cuando Blard lo tomó para volverlo a recostar en la mesa, pero con él también inclinado para estar apegados, en tal posición el castaño tenía una mejor postura para embestir. Era un segundo aliento donde Reaper sintió que su petición se lo estaban tomando literal por los movimientos que removían su interior con brutalidad y rechinaban el mueble.

Esta vez trató de aguantarse los ruidos, era mucho placer de golpe, mas, su cuerpo no le respondía, quería llegar a más y más, estaba en un mundo de gozo tan gigante que la única explicación era que había entrado a las puertas del pecado, una lujuria que lo atravesó. No sabía qué cara estaba haciendo, en voz alta le pidió cosas que al instante olvidaba, y su propia mano aceleró en la masturbación apretando con fuerza. Blard se apoyaba con el antebrazo y el otro seguía en su delgado cuerpo, sus uñas lo apresaron, sus piernas temblaron, todo él tembló.

El glorioso climax lo sacudió, sus piernas se alzaron y pronto abrazó el cuerpo adverso con estas, su interior apretó su miembro haciendo que Blard tampoco se aguantase más y se viniera dentro, la espalda de Reaper se arqueó y sus oídos no atendieron nada más que su corazón vuelto un desastre. Su garganta hizo una seguidilla de sonidos y el ruido viscoso de su mano le dio a entender que había eyaculado bastante, manchando ambos cuerpos. Blard agarró su mano sobre su miembro y le siguió masajeando, haciendo que los fluidos siguieran saliendo de él.

Las embestidas siguieron un par de segundos hasta que el de tatuajes dejó de moverse rápido, el vaivén lento y fluido se mantuvo hasta que se separó. Se apoyó con ambos brazos en la superficie de la mesa, su cabeza quedó reposando en el pecho de Reaper, el cual seguía alzándose por su respiración aún agitada, en medio de su éxtasis, apenas recuperándose.

— No siento las piernas... —Se quejó Blard.

— Y...Yo no siento mi cuerpo.

Breve silencio, Reaper se pasó la mano por la frente, peinando su cabello desordenado por el anterior movimiento. Al entrar en razón, su rostro se enrojecía a cada momento, recordando las cosas que acababa de decir, más bien, chillar. No se lo estaba creyendo, la experiencia había sido tal como Blard le dijo, qué vergüenza sentía.

— ...G...¿Geno suele pedirte que olvides lo que dice en el sexo...?

— Usualmente.

— L-Lo mismo va conmigo, por favor, olvida lo que oíste.

— ¿Y lo que vi?

— ...¿¡También hice muecas!?

La risa de Blard fue suficiente respuesta.

El castaño apoyó su barbilla en su pecho, Reaper arrugó el rostro al verlo también enrojecido, quizás era por el calor, pero ahora solo lo relacionaba a que también sentía vergüenza por las cosas obscenas que había dicho Reaper.

Podría ser un pervertido, una lengua suelta a veces, pero nunca tan sucio, no se reconocía.

— ¿Y qué te pareció? —Preguntó de tal forma que parecía que disfrutaba de verlo así de nervioso, de todas formas, el lado tímido fue más con Geno que con él.

— Extraño, pero... estoy satisfecho, creo que no querré nada hasta una semana más.

— Pfft, viniendo de ti me sorprende.

— N...No soy tan pervertido, Blard.

— ¿Seguro? Recuerdo muy bien lo que me decías.

— ¡Que lo olvides! ¡Que lo olvides!

Resopló mirando el techo, le causaba curiosidad saber las caras que hizo, pero sabía que se iba a arrepentir, estiró los brazos para que sus manos se toparan con la cabeza de su novio, enterró sus dedos entre sus cabellos, dándole caricias y después peinando, le encantaba su melena, a veces sentía que era un desperdicio que siempre lo tuviese amarrado, no obstante, entendía que por código de trabajo era preferible así que suelto.

Tras un minuto de descanso, Blard se puso de pie, subiéndose el short y revisando sus alrededores.

— Pienso que me tendré que duchar otra vez.

Reaper se sentó aún sobre la mesa, no quería levantarse y sentir dolor de cadera, sentía que iba a sufrir mucho en el viaje, pero él se lo buscó. Vio a qué se refería el moreno y rió apenado.

— Eso te pasa por acostarte sobre mí.

— Tú también tendrás que bañarte.

— ¿Podemos juntos? —Sonrió ladino.

— Sabiendo que estás cansado, puedes.

— Hehe. Me siento ofendido.

— Reap, a veces eres un peligro.

Al decir eso, Blard se le acercó y le depositó un beso casto, Reaper le tomó las manos para que no se alejara, dándose un par de besos más, siempre simples, demostrando que ambos estaban muy satisfechos de lo sucedido, ahora solo había espacio de ser cariñosos.

Revisó la hora desde el reloj de la pared, alzando las cejas en sorpresa.

— Dos horas pasaron desde que te levantaste.

— ¿Alcanzas a bañarte?

— Sí, después te ayudo a limpiar la mesa y... —Dio un recorrido visual— el suelo.

— Después de eso empieza a arreglarte, no debes llegar tarde, debes dar buena impresión.

— Hombre, ya tuve demasiadas clases de modales como para no saberlo.

— Y aun así haces muchas cosas fuera de lugar.

— Amas cuando me pongo travieso.

— Yo te amo de cualquier forma. —Sonrió.

— Aww. —Reaper se llevó la mano al pecho, riendo enternecido, estaba decidido a estar el resto de su vida con él y con Geno— Eso sí, amor, creo que necesito pedirte algo.

— ¿Qué cosa?

— ¿Puedes tomarme y llevarme al baño? Tengo miedo de que si bajo me caeré.

— Espero no haber sido tan brusco.

— Yo te lo pedí, así que relájate, soy un adulto que sabe atender a sus consecuencias.

— Me alegra que lo sepas.

Blard se le volvió a acercar para tomarlo en brazos como princesa, se le abrazó al cuello y se acurrucó, su cuerpo estaba muy cálido y después de tanta adrenalina sentía que se iba a dormir con el viaje que tampoco duró mucho.

Ahora comprendía por qué Geno se dormía tan rápido después de tener relaciones con alguno de los dos. ¿Cómo estaría él? Le mandaría un mensaje más tarde para saberlo.

El par se bañó en la ducha sin hacer nada pervertido, en toalla limpiaron el comedor y después se fueron a la habitación a cambiarse, Reaper aprovechó de colocarse su traje para ir al aeropuerto, debía volver a la realidad pronto, pero al menos se llevaba un buen recuerdo.

En la entrada de la parcela, la pareja se dio un largo beso de despedida y Reaper se subió al vehículo, al estar dentro no pudo evitar sonreír amplio por ver al mayor moviendo el brazo despidiéndose, le tuvo que mandar un beso desde el aire. Los iba a extrañar un montón.

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