Capítulo 1: La travesura.

Había sido una mañana tediosa para Geno, se le había acumulado varios quehaceres desde el pago de cuentas hasta el recoger las prendas de la lavandería, hace cinco meses se había casado y recién se había dignado a llevar los trajes a limpiar, todavía recordaba aquel momento tan alegre junto a sus novios, nunca creyó que casarse entre tres iba a ser tan caótico, no era solo invitar dos familias, era invitar a tres familias completas más amigos y conocidos de cada uno, sencillamente podrían haber llenado un escenario completo y ni contar del costo de los alimentos y recinto. No obstante, era un bonito recuerdo, por lo que ver su traje blanco apaciguó cualquier mal humor que pudiese aparecer.

Debido a esas tareas, su día libre terminó siendo trabajos de acá y allá, esperaba que Reaper y Blard llegasen y pudiesen hacer el resto como limpiar la casa y cocinar para la cena, ya que se sintió tan cansado que desde el momento que tocó la cama de tres plazas, cayó totalmente dormido.

Amaba aquella cama, en ninguna postura podía tocar los bordes, únicamente con los brazos estirados. No importaba si hacía frío o calor, el tamaño era suficiente para que cada uno tuviese el espacio personal requerido, y podían dormir sin que ninguno se cayese al suelo. En su juventud le hubiese encantado tener una igual, pero en el pasado apenas una cama de una plaza hubiese acabado con el espacio del dormitorio.

Era un momento muy lejano, más de diez años desde entonces. Todo había cambiado cuando conoció a Reaper y posteriormente a Blard, unos chicos característicos que al principio les cayó mal y por vueltas de la vida ahora estaba casado con ellos. Siempre se llenaba de dicha al saber que era feliz con ellos, nunca peleaban seriamente, eran unos tontos que encontraban miles de formas para divertirlo, eran únicos y esperaba que eso jamás cambiase.

─ Geeeenooo.

Se sobresaltó al escuchar su nombre tan cerca de su oído, su corazón estaba en su traquea y por poco casi dejaba de bombear, estaba teniendo un buen sueño teniendo aventuras en la galaxia con muchos conejitos lunares, hasta que uno se acercó a él y le susurró su nombre.

Al abrir los ojos, notó que el responsable era el pelinegro que se estaba aguantando una risa, un adulto galán de cabello corto y unos ojazos azules que provocaban que se perdiese en ellos más de una vez, solo que ahora lo que le provocó verlo tan cerca fue colocar su mano en todo el rostro, enfurruñado por ser despertado.

─ Tonto, estaba muy bien durmiendo. ─Le contestó soltando un bostezo, obtuvo risas no solo de Reaper, sino que también de alguien más.

Blard, su otro esposo estaba apoyado en el umbral de la habitación, sus fornidos brazos estaban cruzados y su larga cabellera estaba tomada en una coleta ladeada como se le era usual, de hecho, de los casi siete años que lo conocía, apenas lo veía con el pelo suelto más de una hora. El castaño tenía una media sonrisa mientras que Reaper alejó la cabeza para dejar de ser atacado por la mano del albino.

─ Te dije que se iba a molestar. ─Comentó Blard.

─ Estaba tentado, quería que dijeras mi nombre en sueños.

─ Ojalá no ocurra. ─Se quejó Geno, sentándose mientras se frotaba un ojo, se sentía algo perdido─ ¿Llegaron recién?

El par trabajaba en el mismo departamento, de ahí que se conociesen antes que ellos a Geno.

Blard asintió con la cabeza.

─ Hace una media hora.

─ Pensé que iba a dormir más. ─Respondió Geno, mirando ahora a Reaper que había dejado caer su cabeza a la almohada─ No, hubiese dormido más, tú me despertaste.

Geno le intentó fulminar con la mirada, pero pareció que hizo cosquillas pues el pelinegro rió, se llevó las manos tras la cabeza, con cuidado de no arruinar aquel perfecto peinado que le cuesta mínimo media ahora realizar.

─ Lo siento, bae, ya di mis razones.

─ No son suficientes.

─ Para mí sí.

─ Como digas. ─Pese a los esfuerzos de Reaper, Geno sin pizca de pena le revolvió todo el cabello, ganándose quejas, el albino hizo caso omiso y miró al castaño que seguía cual estatua en su puesto─ ¿Sucede algo?

─ Mm, sí, hoy viene gente a hablar conmigo sobre unos asuntos laborales, estaba reordenando mis ideas, disculpa.

─ Oh, no he limpiado, lo lamento.

─ No es tu obligación limpiar. ─Acudió Reaper─ Ya después que se vayan puedo hacerlo yo.

─ ¿Tú? ─Dijeron al unísono.

Reaper alzó una ceja, algo indignado.

─ Sí, ¿qué pasa?

─ No, nada. Casi nunca te ofreces.

El azabache esbozó una sonrisa orgullosa y Geno se inclinó a darle un pequeño beso en sus labios el cual fue correspondido, no es que Reaper no hiciese labores del hogar, era el que más cocinaba entre los tres, pero nunca disfrutaba agarrar una escoba.

─ De todos modos, ─Habló Blard, deshaciendo su postura eterna─ espero que no les moleste que vengan acá.

─ ¿Reaper los conoce?

─ Sí, pero no es un tema de su área.

─ Tal cual. Blard esperaba que nos quedásemos acá en la habitación mientras tanto, con tal de no molestarlos.

─ ¿En serio? ─Eso sorprendió a Geno, ya que anteriormente no les molestaba que estuviesen en el otro salón y dándoles bocadillos de por medio. Blard asintió, soltando un suspiro bastante pesado.

─ Fue petición de arriba, todavía no entiendo por qué tuvo que ser en nuestra casa este tipo de reunión, para eso hay oficinas.

Blard en el trabajo era alguien bastante serio, de hecho, tanto Reaper como Blard eran muy serios cuando estaban en modo trabajo, cuando los había conocido al principio pensó que eran unos arrogantes hijos de mamá. Cuando se conocieron más dieron a entrever sus hermosas personalidades que lo conquistaron. Eso no quitaba que el castaño era alguien que se irritaba muy fácil.

─ Bueno, no tengo problemas, después puedo preparar algo cuando se vayan.

─ Estaría bien, pero tengo hambre de comida exterior, cuando íbamos de regreso se estaba abriendo un restaurante bastante bueno, podríamos pedir comida de allí. ─Comentó Reaper.

─ No es mala idea, ─contestó Geno, dejando caer su cabeza en su propia almohada, allí Reaper movió su mano para acariciar una hebra de su cabello albino─ un paseo nocturno no nos viene mal, no hemos salido juntos hace un buen tiempo.

─ Para eso mejor vamos al restaurante, ¿no creen? ─Concluyó Blard─ Los dejo, debo cambiarme y terminar de arreglar la sala.

─ ¿No quieres ayuda? ─Preguntó Geno.

El castaño le dedicó una cálida sonrisa, parecía un hechizo pues cada vez que lo utilizaba dejaba a Geno -y a Reaper- a su merced.

─ No, Reap me ayudó antes cuando llegamos, son libres, pero no tengan la televisión tan alta.

─ Sí, descuida, no molestaremos.

─ Sí, Blard, yo pienso bañarme y tomar una siesta.

Blard asintió y cerró la puerta.

Geno ladeó la cabeza para ver bien a Reaper, este ya estaba mirándolo de hace rato.

─ ¿Dijiste eso solo para molestarme?

─ ¿Huh? ¿El qué? ¿Por qué?

─ Lo de tomar una siesta. Me despertaste, ─ Se quejó─ estaba soñando, sabes que sueño poco.

─ No sabía que estabas soñando.

─ Tuviste que, ¿no que tanto dices conocerme?

Reaper rió, levantándose de una vez para quitarse el abrigo.

─ Tendré que vigilarte cuando duermes para saber tus patrones de sueño.

—... No, no hagas eso.

— Hehe, me iré a bañar, puedes seguir durmiendo, juro que no te voy a despertar ni observar.

Reaper le guiñó, un gesto que compartía con Blard. Ellos tenían armas letales para el pobre albino, quien a veces se preguntaba que vieron los dos en él.

Pronto quedó solo en la gran cama, soltó un pequeño suspiro y dejó que su cuerpo fuese absorbido por el colchón, le deseó suerte en la reunión al ojiverde y trató de esperar al pelinegro para dormir junto a él, mas, el cansancio seguía en su cuerpo y volvió a caer dormido. Desde que su insomnio se había curado, era muy fácil quedarse en los brazos de morfeo, no importaba donde estuviese: en el sofá, en la cama, apoyado en alguno de sus novios e incluso alguna que otra vez se quedaba dormitando de pie.

No sintió cuando Reaper salió del baño, ni cuando se recostó detrás de él para abrazarlo por la cintura y también tomar una siesta.

Solamente podía escuchar un pequeño murmullo, tan suave que sentía que él no pertenecía a esa conversación, y era cierto, pudo recuperar un poco la compostura abriendo ligeramente los ojos, la habitación estaba totalmente a oscuras, ya que la luz de la ventana había sido reemplazada por la oscuridad de la noche. Al estar en la orilla más cercana a la puerta, pudo notar que abajo había luz, y que desde ahí salían los murmullos; Blard seguía en su reunión.

Se podía oír bien por el hecho de que a pesar de vivir en una casa, la habitación no estaba muy apartada del living.

Bostezó, esperaba que no le faltase mucho para poder salir, ya había descansado lo suficiente y necesitaba dejar de ser un flojo, pero fue difícil moverse cuando sintió un agarre en su abdomen. Giró el rostro por sobre el hombro, recordando que Reaper también estaba descansando con él, era por eso que el lugar estaba tan cálido. Quiso darse vuelta para apreciar su rostro dormido, pero estaba siendo abrazado con demasiado fuerza como para que estuviese durmiendo.

Se preocupó, alzando un brazo y como pudo le remeció.

— Reaper. —Musitó.

Obtuvo un fruncimiento de ceño como respuesta.

— Estás muy tenso, despierta.

Con eso logró que Reaper abriera los ojos de sobresalto, el agarre se suavizó y pronto alejó los brazos para pasarse las manos por el rostro. Geno se dio vuelta siendo atacado por el aroma de los productos de cabello, no entendía el sentido de echarse tantas cosas para tener el pelo lindo cuando eso lo arruinaba a la vez.

— Ah... —Su tono de voz era adormilada e ida— ¿Blard ya terminó?

— No, te desperté porque me preocupaste.

— ¿Por qué?

— Me tenías muy firme, quizás por eso desperté yo.

— Ouh, lo siento.

— ¿Soñaste algo?

— Sí.

— ¿Qué cosa?

— Ya no me acuerdo.

Geno resopló, pasó sus nudillos por las mejillas suaves del mayor. A veces al mirarle se decía, diablos, ¿cómo consiguió estar con él en la misma cama? Después pensaba en Blard, y volvía a preguntarse lo mismo, por último se veía al espejo, y menos comprendía. No se encontraba tan apuesto como ellos dos, pero tampoco feo, pero siempre recibía la misma respuesta, "no solo fue tu belleza, fue todo de ti". Seguramente eran por sus ojos, sus ojos celestes siempre llamaban la atención, quizás tenían un arma como el de ellos, pero uno mucho más potente al lograr tener dos en su cama, no, Geno fue quien terminó en la cama de ellos, ¿o quién fue? Ya no recordaba.

Lo que importaba es que ahora estaba respirando el mismo aire que Reaper, y con eso se sentía muy bien.

— En fin, Geno, mi amor.

Geno alzó el mentón en gesto de estar escuchando, el tono adormilado del mayor desapareció.

— ¿Cómo quedaron los trajes?

— Limpios.

— Claramente, estaban en la lavandería.

— ¿Por qué preguntas si sabes?

— A veces los temas obvios son buen comienzo de conversación.

— Si no te conociese, me alejaría de ti por preguntar algo así.

— Y por eso uso la carta de hablar temas obvios, sé que van a funcionar, porque estamos ca-sa-dos.

— ¿Por qué lo remarcas tanto?

— Porque debo decirlo así para creérmelo.

— ¿Piensas que sigues soñando?

— Ahá.

— ¿Quieres que te pellizque?

— Primero me despeinas ¿y ahora quieres atacarme?

— Es divertido verte sufrir.

— Geno, tu crueldad me encanta.

Eso ruborizó al albino, apretó los labios mordiéndose el interior sutilmente, pronto se dio la vuelta dándole la espalda al joven de ojos azules.

— ¿¡Abandonas la conversación!?

— ¡Baja la voz! —Regañó bajo—¡Blard sigue trabajando!

— Pobre hombre, trabaja hasta en casa.

— Tú viajas mucho, él por lo menos está en casa.

— Tengo que buscar el pan para la casa.

— ¿Y nosotros qué pintamos?

— Touche. ¿Cuándo lograré ganarte en una discusión?

— Siempre dices cosas bobas, no es difícil ganar.

— ¿Te gusta que sea bobo?

— Mhm... A veces, un setenta porciento, no más.

— Es decir que el treinta por ciento prefieres que sea...

— No lo sé. Eres tantas cosas...

Como le estaba dando la espalda, solo escuchó una risa baja y algo seductora sobre su nuca, después los brazos del mayor envolviendo su torso para atraerlo un poco hasta él. Aquel gesto le causó un tamborileo en su pecho, pero pudo calmarse rápido, la mejor táctica para evitar colocarse nervioso ante su cercanía era pensar, ahora, en los conejos lunares de su sueño anterior.

— Cuéntame, soy todo oídos.

Dos conejos, tres conejos. Su tono fue algo profunda, lo estaba haciendo apropósito.

— Tienes una versión seria, fue la primera que conocí.

— Oh no, ¿me lo vas a recordar otra vez?

— No te lo recuerdo, porque eso suena a como si fuese pasado. Sigues teniendo esa faceta, aunque ya no conmigo, ni con Blard, espero.

— Lo mío con Blard era distinto, lo sabes. —Suspiró, el tono coqueto desapareció, pero no por ello el ambiente se tensó— Dime otra faceta.

— Mm, infantil. Algo que me sorprende hasta hoy en día.

— ¿El chico serio sin sonrisas siendo infantil? Seguro eso piensas.

— Sí, bueno, eso creí en esa cita... Cuando te subiste al columpio y se te rompió y caíste.

— Ese día también descubrí algo de ti.

— ¿Qué cosa?

— Que tienes una risa muy contagiosa. Ríete más, venga.

— Te juro que si me haces cosquillas me voy a encerrar en el baño.

— ¡No! —Exclamó aún en voz baja, fue tal entonación que parecía que le hubiesen golpeado en el estómago por todo el aire exhalado en esa palabra— Quédate aquí, quietito, estoy muuy cómodo.

— Se te va a dormir el brazo teniéndolo bajo mío.

— Son consecuencias que estoy dispuesto a tener. —Geno sintió sus propias comisuras alzarse, cómo adoraba a ese hombre— ¿Qué otra faceta más?

— Es como si quisieses llegar a una.

— Sí. —Dijo, pero lo pronunció como un "ci".

— Faceta floja, torpe, buen cocinero.

— Eso no es una faceta.

— Seré honesto, creo que me enamoré de ti por tu comida.

— Me quieres para que te alimente.

—... ¿Sí?

— Oh dios.

— Ah, sí, también faceta dramático.

— Con tantas facetas, no comprendo por qué el sesenta...

— Setenta.

— El setenta es bobo y el resto es todo eso.

— Quizás deba reajustar mis cálculos.

— Aun así, pienso que te falta una.

— Ilumíname.

— La traviesa.

Así que ahí quería llegar, supuso Geno, cerrando los ojos cuando los labios de su esposo pasaron por su nuca y se quedaron ahí unos segundos. Fue imposible no encogerse de hombros, sobresaltándose.

— La faceta traviesa sale cuando menos se requiere. —Contestó el albino.

— Siempre dices eso.

— Es primera vez que hablamos de tus facetas.

— Pero siempre te quejas cuando me pongo mimoso.

— Pooorque sale en el peor momento. —Para evitar hacerlo sentir mal, carraspeó— Blard ahora está teniendo una reunión, Reaper...

— ¿Quién dijo que no podemos comernos a besos? Nunca dije que quería hacer algo más. —Replicó, riendo sin abrir la boca— Pero si quieres eso...

— No te lo estoy pidiendo.

— Pero tu cuerpo me está diciendo lo contrario.

Geno se dio cuenta de que Reaper estaba más cerca de él, con su pecho en su espalda sin ningún milímetro de distancia, y no porque el pelinegro se había acercado discreto, fue Geno quien automáticamente se acopló a él. ¿Por comodidad? ¿O porque al simple hecho de escucharlo de manera seductora le hizo querer más?

La faceta traviesa de Reaper era la peor de todas por lo mismo, salía en los peores momentos y como era difícil resistirlo, terminaba accediendo y haciendo cosas que jamás pensaba que podía hacer. Geno detestaba que le encantase esa faceta de Reaper.

—... Bien, déjame darme vuelta, acepto dos besos únicamente.

— ¿Dos? ¿Quieres que me muera?

— ¿Es mucho? Entonces, a mi pesar, uno.

— Nonono, más de diez.

— Cinco.

— Ocho.

— Siete...

— Veinte.

— Así no es como funciona, Reaper.

— Debe colar.

— ¿Conmigo?

— Síp.

— Después de tantos años, no me conoces, ahora también debo replantear esta relación.

— Siendo esposos, la tienes difícil.

—... Sí.

— ¡Woaah! ¡He ganado una discusión! Ahora mi premio son ochenta besos. —Su voz estaba más ronca, ya no sabía si era adrede o porque le salía natural ser así.

— Me di cuenta de que no sé contar...

— ¿Eh?

— Uno, dos, tres, ochenta. ¿Así era no?

— Cuando entras en confianza... Esa faceta también me encanta. Grr...

Geno por fin se dio vuelta, todavía con los pómulos tibios por el giro de conversación, Reaper estaba en lo cierto, hablar con algo obvio podía dar buenos resultados, aunque soltó una risa arrugando el entrecejo.

— ¿Me acabas de ronronear?

— ...E-Era un gruñido.

Geno se dejó apegar más, sus narices se rozaban.

— Debes practicar.

Sus labios se tocaron y automáticamente se acomodaron para profundizar el beso, movieron sus bocas al unísono en la experiencia que ya tenían forjada. Las primeras veces en la que había besado al pelinegro sus piernas dejaban de responder por los nervios y la emoción, estar con él parecía ser un sueño del cual jamás quería despertar.

Aun en el ósculo, sus manos pararon en su pecho, sonriendo entremedio al sentir los latidos de su corazón topando con su palma, siempre que lo besaba se acordaba de las reacciones del pelinegro, a pesar de ser serio en el trabajo y ser muy ligón, las primeras muestras de afecto fueron con mucha timidez y vergüenza, terminando muy rojo e incapaz de pronunciar palabras hasta calmarse; actualmente ya no tenía esos ataques tímidos, pero había vestigios como su corazón vuelto loco cada vez que se daban de lote.

Los dedos de su pareja comenzaron un suave roce por su espalda baja, y sin esperar mucho más los metió bajo la blusa de Geno, con sus yemas tocó su piel, llegando al costado y presionando para lograr que el menor se estremeciera, objetivo cumplido con facilidad. Geno se tuvo que separar para recuperar el aire, reposando su cabeza en la almohada para reponerse más rápido.

Por la oscuridad el ambiente era mucho más íntimo, Reaper tenía una expresión tan apuesta que se tuvo que morder el labio al verlo sonreír ladino.

— ¿Ya te cansaste?

— No. —Le respondió, apretando los labios cuando él se le acercó, impidiendo cualquier otro ataque.

En cambio, recibió solo un beso sonoro.

— Recuerda que son ochenta besos.

— ¿Cuándo acepté eso?

— En el momento que me correspondiste.

— Se me van a inflamar los labios.

— Mm... Bueno, puede que pueda dar una excepción, yo soy el que te besa 80 veces.

— ¿No sería lo mismo?

— No, porque no serían solamente en los labios.

Geno se ruborizó, más porque el adverso prosiguió en darle un beso más en la punta de su nariz, luego en su frente y después en su ojo; tuvo que cerrarlos por la impresión pero solo se rió bajo, solo a él se le ocurriría besarle ahí.

— No creas que no sé tus intenciones, Reaper.

— Dímelo.

— Tú quieres hacer una travesura.

— ¿Ah, sí? —Alzó ambas cejas, le volvió a besar, ahora en la mejilla.

— Sí.

— ¿Y aceptas?

De pronto los murmuros fuera de la habitación aumentaron en volumen, haciendo que la pareja mirara a la puerta de inmediato, en ese momento de debilidad Reaper dejó de estar acostado para sentarse, gatear y ahora colocarse nuevamente detrás de Geno, volviéndole a abrazar por detrás tal como había dormido la siesta.

Geno se enrojeció, llevándose las manos hasta el pecho en donde Reaper había dejado las suyas.

— Están en una reunión... No creo que sea lo mejor.

— Un poco de adrenalina nunca viene mal, ¿no crees?

— ...S...Sabes que no soy precisamente callado.

— Hehe, puedes morder mis dedos. —Geno le dio un codazo— ¡Ouh! ¡O-O la almohada!

— ¡... M-Me veré ridículo!

— Para nada, bae, te verás irresistible.

Ahí iba la voz coqueta otra vez. Podría ser un problema para Blard que ambos tuviesen relaciones justo cuando estaba en una reunión relativamente importante. ¿Qué pensarían sus superiores de que mientras ellos trabajaban, a solo un cuarto de distancia, estaban teniendo sexo el bendito heredero de la compañía? La idea era tentadora, y eso era lo peor, pensarlo como probabilidad le hacía cuestionar si su cordura seguía con él o se había quedado en su antiguo departamento mientras él se mudaba con el par.

Suspiró, pero por culpa de Reaper pues mientras reflexionaba con qué hacía con su vida, el pelinegro ya estaba besando su nuca y respirando, sí, con respirar ya se estaba derritiendo entre sus brazos, odiaba ser tan débil a sus provocaciones.

—... Bien. Lo aceptaré... P-Pero por favor, no me hagas gemir.

— Difícil, me gusta oírte. —Otro beso más en su nuca— Pero podemos seguir negociando.

Como ambos estaban sobre las sábanas era difícil enredarse en ellas, Reaper volvió a usar sus manos para acariciar por debajo de la blusa del menor, curioseando con sus dedos su abdomen y alrededor del ombligo con tal de sentir su suave piel; sin dificultad elevó esta prenda sobre el pecho y delicadamente acarició sus pezones respingados. Con tales acciones, el albino cerró con fuerza los ojos, trató de contar conejitos lunares, sin embargo, la sensación hacía recorrer muchas corrientes a lo largo de su cuerpo, su propio corazón pasó hasta sus oídos, y mientras más era acariciado, más ido se sentía.

Alzó el mentón dejando escapar otro suspiro, podía sentir el pecho del mayor pegado a su espalda, y no solo eso, también percibía algo de presión en sus glúteos por un suave empuje con la pelvis. Todavía no había un gran bulto, pero con saber que estaba siendo tocado con su intimidad, le hacía excitarse más rápido.

— ¿Cuál es tu oferta? —Susurró Geno, apretando las piernas de inercia cuando la mano traviesa de su pareja bajó hasta su vientre.

— ¿Quedarnos tal como estamos? No es una mala pose.

— Bien. Que no nos demoremos mucho.

— Ah, un "rapidín".

— No lo digas así, suena tonto.

Reaper rió, su risa más grave le dio escalofrío, o quizás era porque volvió a presionar su pelvis contra él, sintiendo algo bastante más duro.

— Está bien, pero esto no quedará de esta manera.

— Oh no, después yo me iré a bañar y no saldré de ahí hasta que los invitados de Blard se vayan.

— ¿Te puedo acompañar?

— No.

— Mmmhmhh.

Parecía un balbuceo pues lo que hizo fue quejarse con los labios en el cuello del menor, este se quejó moviéndose, pero se quedó quieto cuando él se separó por un momento. Giró el rostro para verle.

— ¿Qué sucede?

— Debo sacar el lubricante de la caja.

— Ah, cierto.

Reaper asintió y sentado se estiró hasta la mesa auxiliar para abrir el cajón, Geno se rió bajo por lo tonto que se veía estirando el brazo. Cuando sacó lo necesario, lo dejó a un lado por un momento y se volvió a recostar, apoyando su cabeza con una mano, no tenían necesidad de usar condones debido a que los tres estaban sanos y se tenían la suficiente confianza para saber que ninguno se engañaría, igualmente Geno siempre insistía en hacerse revisiones regulares para evitar cualquier cosa improvista.

— ¿En qué íbamos? —Habló Reaper.

— ¿No te dice algo mi blusa levantada hasta el pecho?

— Oh, cierto, ¿no te da frío?

—... Me podrías dar calor, la verdad.

— Tus deseos son órdenes.

De este modo Reaper prosiguió en sus caricias con sus manos, abrazando su torso para apegarlo totalmente a él, Geno se relajó dejándose acariciar el pecho y sus botones, estirando el cuello para recibir besos allí, el ojiazul comprendió el gesto, deslizando sus labios por la zona hasta dar varios besos húmedos, en los cuales su respiración le daba el toque a la sensación. Después de un suspiro en el albino, vino otro, tres suspiros hasta cuatro, los segundos pasaban y él se sentía cada vez más manso a sus afectos; encorvó su espalda para apegarse a su pecho y pronto el movimiento de su pelvis chocaba con su parte trasera.

Le gustaba estar así, no obstante, era algo desesperante, Reaper adoraba hacer eso; de hecho, tanto él como Blard amaban desesperarlo comenzando sumamente lento, solo que Reaper lo hacía para molestarlo y hacer que le rogara mientras que Blard lo hacía porque así le gustaba, ser un caballero en todo momento. Al menos así era con él, Reaper siempre le comentaba que Blard con él era más rudo, pero si Reaper dejara de tocarle los puntos débiles desde el comienzo las cosas cambiarían.

Lo que ellos tres tenían era una relación poliamorosa mutua entre todos, Reaper amaba a Geno y a Blard, Blard amaba a Geno y a Reaper y por último, Geno quería a ambos. La historia era muy rara de contar, de hecho, a veces era confuso quién fue el primero en enamorarse de dos a la vez, no obstante; era un tema que les daba igual, tuvieron el lujo de que pudieran corresponderse.

La simulación de embestidas pronto se hizo distinta, Geno se encogió de hombros por los escalofríos al darse cuenta de que el miembro del mayor ya estaba totalmente despierto, los empujes se mantenían más seguido, habiendo un roce sobre la ropa que lo desesperaba. Tenía calor, las telas de su pantalón se estiraron debido a su propia erección, necesitaba más movimiento, necesitaba besarlo.

— Reaper... —Masculló con un leve temblor en la voz.

— ¿Sí, cielo?

Basta, su voz algo ronca lo mató.

— Quiero cambiar el trato... Que de esos besos me des algunos más en la boca.

— A cambio de algo. —Continuó, su tono era seductor, más escucharlo en su oreja con los labios rozando su lóbulo— No muerdas la almohada... Muerde mi mano.

— ¿Quieres que te saque un pedazo?

— Yo también quiero una cicatriz como la que tiene Blard.

Geno torció la boca, girando un poco el torso para que Reaper captara y le diera el espacio para alcanzar su rostro. Gracias a los años que tenían juntos, las indicaciones con gestos eran fáciles de entender entre ellos. Reaper aún detrás de él, pero con mayor alcance por apoyarse con un brazo, le dio un par de besitos en el rostro y un par en la boca, continuaron hablando.

— ¿Estás bobo o qué?

— Bobo y masoquista.

— Tssk... Puedes poner tu mano... Pero no te morderé... No quiero que pierdas el dedo.

— Pero Blard no perdió el dedo.

— Lo podrías perder tú.

— ¿Tan bien me muevo? —Coqueteó, Geno frunció el ceño algo sonrojado, pero no pudo decir algo pues Reaper lo calló con un beso profundo mientras siguió con el empuje con su pelvis.

En esta ocasión, el ósculo fue devorarse ahí mismo, el sonido húmedo era fácil de escuchar, sus labios se tenían deseo y un furor tal que con solo un par de minutos así ya habían perdido el aliento, Geno jadeó, tratando de recuperar la mente, sin embargo, estaba necesitado de que esas embestidas se volvieran reales, que entrara en él de una vez.

Reaper no se quedaba atrás, el movimiento no dejaba distancia, había un roce entre su miembro y los glúteos ajenos; sin separarse del beso bajó sus manos hasta su abdomen y después al borde del pantalón, con cuidado los bajó junto a la ropa interior para tenerlos a su disposición. Se detuvo para repetir la acción con su propia ropa, lo suficiente para que su miembro ya erecto estuviese libre, de esta forma dio un inocente movimiento, sobresaltando a Geno.

— ¿Estás listo?

— ...A la hora de la verdad, ya no.

Reaper rió, era evidente, en todo momento los ruidos fuera de la habitación se escuchaban con claridad, si se dieran el tiempo podrían entender el tema de conversación, pero lo mejor era no incumbirse en esos temas. Geno aguardó a que el contrario se untara el lubricante, pero no esperó que también se lo colocara en una mano la cual llevó hasta el miembro del albino.

Geno se mordió el labio, tensando sus músculos cuando Reaper empezó a masturbarle, quería quejarse, pero la sensación era tal que su mirada se alzó mientras se aguantaba respirar.

— R-Reaper, n-no... no hagas eso.

— Shh...

Prosiguió en un vaivén con su mano, pasando de arriba hasta la base haciendo que a cada movimiento su pene palpitase, apretando sugestivo haciendo que Geno negara con la cabeza, se sentía muy bien, con solo ese detalle ya estaba totalmente a su disposición, ladeando su torso para alzar un poco la pierna y colocarla encima de las adversas. Reaper rió, se quedó haciendo lo mismo hasta escuchar un gemido tan bajito que seguramente le habrá dado ternura, a Geno le dio mucha vergüenza ser tan sensible allí, algo normal, pero para él, era mucho más sensible.

Reaper se detuvo, condujo su propio miembro por debajo de sus glúteos y una vez encontrado su entrada, hizo algo de fuerza para que su glande entrara, gracias al lubricante era sencillo, pero no evitaba que Geno se encogiera con las piernas, teniendo que morderse la lengua para no gemir otra vez soltando en cambio un tembloroso quejido.

Fue silenciado otra vez por el pelinegro, usando la mano que estaba sin lubricante para tapar la boca de Geno, toda su palma estaba cubriendo sus labios, presionando cuando escuchaba el menor ruido elevado en volúmen. Cuando entró por completo, con su brazo libre le abrazó, apretando juguetonamente su abdomen algo relleno.

— Mhhf...

— Sé que no te gusta. —Murmuró Reaper— Pero a mí me encanta tu abdomen.

— Idiota. —Pudo decir.

— Tuyo, y bueno, también de Blard. Hay Reaper para los dos.

Geno puso los ojos en blanco y después los cerró. Un vaivén se hizo presente haciéndose paso en él, estando Reaper detrás de él era sencillo mantenerse en lo profundo, era lo ideal para evitar que el choque entre pelvis produjese sonido, tenían que evitar ser descubiertos.

Pronto ese sutil movimiento se convirtió en embestidas, sentía el falo de su pareja hundirse entre sus paredes interiores, golpeando los laterales y hasta lo más profundo que podía; Geno se sentía de maravilla, podía sentir que tocaba el cielo por estar siendo atendido de tal manera, su pecho se inflaba de aire, escapando en su nariz de forma torpe, trataba como podía aguantarse los quejidos, pero parecía que el miembro ajeno conocía bien cómo hacer reaccionar cada uno de sus nervios.

Exhaló aire por la nariz, pues por la boca se sentía algo ahogado, por algún motivo tener su mano tapando sus labios le producía un placer dudoso, se encogió de hombros y trató de acoplarse en el cuerpo adverso, necesitaba su contacto, que aquellos dedos en su abdomen le apretaran y bajaran más su ropa para estirar mejor su pierna mientras él seguía con un movimiento embriagante. Llevó su brazo como pudo alrededor de la cabeza del mayor, estaban tan cerca que escuchaba su respiración algo agitada y sonidos bajos pero graves, su entrepierna estaba aprisionado en sus glutos cosa que el movimiento de las embestidas movía un poco la cama. Soltó otro gemido sin querer, alzando el mentón.

— ¡Nhg...!

Otro vaivén más que le hizo soltar otro gemido algo más alto, Reaper separó su mano de su vientre para quitar a Geno la ropa inferior, alzó su pierna desde su muslo y separó su pelvis para dar un vaivén más rápido. Geno se maldijo, su cuerpo temblaba por la sensación, necesitaba más, aún más, sentía que estaba solo a un hilo del paraíso pero no lo podía alcanzar. Jadeó, ahogándose entre los dedos del mayor, no podía respirar bien y esa desesperación le embriagó de más placer. Dios. Dios, se decía, quería decir el nombre de su esposo, necesitaba expresar que el acto que compartían era increíble.

Sin embargo, ambos se detuvieron abruptos al escuchar de una forma bastante nítida las voces al otro lado de la puerta. Reaper soltó su pierna para abrazarlo por el torso y acercarlo a él con fuerza, quizás con susto; Geno todavía respiraba sonora y audiblemente, la mano en su boca le prohibía una mejor respiración, pero aprovechó ese momento para tratar de recuperarse.

— ¿No estábamos solos? —Dijo uno de los desconocidos.

— N...No, no lo estamos, están mis esposos en la habitación, —Ese era Blard, la pareja se mordió el labio bastante tensos al notar ese tono de voz, estaban en problemas si se daban cuenta— seguramente están viendo la novela de la noche, discúlpenme, si desean puedo ir a pedirles que bajen el volúmen.

— No, está bien, creo que ya lo bajaron.

Geno ya no podía entender más, el bombeo de su corazón era mucho más fuerte y la respiración entrecortada de su esposo sobre su oído también le impedía comprender más allá de la cama. Reaper suspiró con alivio, hundiendo su rostro en el cuello ajeno, el olor a shampoo llenó su nariz.

— Diablos. —Susurró— Creo que me volví un poco salvaje.

Reaper separó su mano de la boca adversa, Geno respiró mejor así, soltando varios jadeos.

— ...Es mi culpa, ni con tu mano me podía callar...

— Eso responde a que me muevo muy bien.

— Sí, sí. Si escuchar eso te hace feliz, sí.

— Te escuchaba muy bien. —Reaper rió por el codazo que recibió— Creo que nunca sentí tanto miedo en mi vida.

— Qué vergüenza... Te dije que esto no era buena idea.

— ¿No quieres continuar? Con el susto siento que estoy mucho más excitado.

Reaper removió su cadera, Geno apartó el rostro, quejándose por decir algo de esa forma. Dejó caer su cabeza y por su cuenta alzó la pierna, Reaper le abrazó con ambos brazos mientras que el albino tomaba la almohada que estaba a su alcance, con esta se abrazó.

— Veré cómo hacerte llegar rápido. —Comentó Geno.

— Apriétame, hasta que me duela.

— Bobo.

— También te haré tocar el cielo.

— Sí que demoras.

El vaivén retomó un poco de velocidad, esta vez con más conciencia para evitar que la cama no chocara con la pared y que al topar entrepiernas no sonara aquel sonido obsceno; volver a tener olas de placer hacía que Geno suspirase, evitó que aquellos suspiros se volvieran sonoros, dejando que el aire saliera por su nariz. Movió su propia cadera para sentir el cuerpo adverso apegado a él, estar así de cerca con uno de los amores de su vida le causaba mucha seguridad; estaba haciendo un acto tan íntimo con alguien que amaba mucho, con alguien que lo quería siempre en su vida, hasta de viejos, ¿cómo serían ellos de viejos? Seguramente igual les gustaría.

No pudo seguir divagando en aquellas tontas cosas por la agitación de sus pulmones, el miembro de su pareja había llegado a una buena velocidad y posición, causándole una vez más los escalofríos que calaban su piel. Mordió la almohada con tal de prevenir, y dejó su cadera a disposición de su amor; Reaper aún sosteniéndolo, jadeaba bajo y seductor, con un par de gruñidos que erizaban su piel; ambos tenían calor, ambos necesitaban seguir de forma responsable pero con el suficiente placer para estar satisfechos, y así lo hicieron.

Geno apretó su interior ante un par de golpes de deleite, abrió la boca con un balbuceo que logró ahogar en la almohada, era difícil aguantarse cuando parecía que lo estaban partiendo a la mitad, susurró un par de veces el nombre del pelinegro, temblando y estirando las piernas en gesto de desesperación. Reaper volvió a realizar fuertes embestidas, tales estocadas que Geno sentía bien el golpe de sus testículos en su propios gluteos, atacó el cuello de su amado, mordiendo para también contener sus suspiros, y solo cuando ya estaba al borde de venirse, presionó sus glúteos contra su pelvis hundiéndose en su interior, el interior de Geno era caliente y apretado, en esos últimos segundos ambos volvieron a olvidar que tuvieron que estar en silencio.

— ¡Ihh...! ¡R-Rea-Reap!

El menor al sentirse en el clímax tembló por completo, chillando bajo y ahogado; en medio de su aturdimiento Reaper le había agarrado con más fuerza, causando estocadas puntuales y más lascivas por el líquido que se extendía en su interior; cada vez que metía su miembro en él un gemido salía por su boca, cada vez con menor aire y más agudo por las corrientes que lo azotaban. No era el único en llegar a tal punto de placer, Reaper en medio del paraíso se le escapó un gemido grave y profundo, inhalando aire sonoramente.

Esos segundos de intensidad de calmaron rápido, sus cuerpos se relajaron y Geno dejó caer su pierna, su cuerpo se hundió el el colchón. Reaper parecía recuperar el aire, jadeante como si acabase de terminar una carrera o haber mantenido la respiración rato, ambas correctas. Se salió de su interior, causando en Geno que respingara y suspirara; el azabache besó su mejilla limpiando el sudor de su sien.

— Ese "Reap" fue lo más adorable que he escuchado. —Dijo con un deje de burla.

— C-Calla, ¿Nos habrán escuchado...?

— Por suerte, terminaron en el mejor momento.

Esa voz no fue Reaper.

Ambos muchachos alzaron la cabeza al escuchar la voz de Blard, Geno por el susto casi chilla otra vez, pero Reaper le tapó la boca y reaccionó tapando ambos cuerpos con la sábana.

— ¡No estamos! —Respondió Reaper.

Geno batalló para liberarse, pero al darse cuenta de la situación, dejó de moverse para tomar la sábana y taparse de la cintura hasta abajo, no quería que le viese empapado de sudor y sustancias. Reaper se subió la ropa lentamente. En un primer plano, el albino se sentía avergonzado de que Blard estuviese allí, quizás estaba enojado, no quería verle al rostro.

— Reaper, ¿Sabes en el lío que casi nos pones?

— Juro por mi madre que hicimos lo posible para no hacer ruido.

— Jurar por tu madre es jurar por tu honor entero.

— Exactamente.

El tono para sorpresa de Geno no era tan serio, en realidad, no lo comprendía. Tuvo que sentarse para verle, aunque apenas podía ver al mayor porque la luz que salía del pasillo dejaba como una sombra al castaño.

— ...Lo siento, no tuve que aceptar. —Trató de enmendar la situación.

Para sorpresa de los jóvenes, Blard rió de una forma muy irresistible, o quizás era imaginación de Geno por seguir todavía ido de un clímax.

— No, no te preocupes, hace unos... diez minutos que se fueron, y por eso digo que justo a tiempo, después cuando quedé solo era imposible no escucharlos.

Reaper rió apenado.

— No ocultes que nos escucharon por un momento, ambos nos asustamos.

— Ah, sí, tuve que decir que estaban viendo algo en la televisión.

— Ahora quedaré como el chico que ve novelas eróticas. —Dramatizó Reaper, levantándose y dirigiéndose al baño— Mi faceta de chico serio desaparecerá.

— ¿"Faceta de chico serio"? —Preguntó Blard.

Reaper miró a Geno, cosa que Blard imitó. El albino se encogió de hombros.

— Modo trabajo, modo desconocidos.

— Yo no soy tan serio. —Recriminó Blard— Yo sonrío a los clientes.

— Pero cuando no te miran haces una cara de fastidio... —Susurró Reaper— Justo la que me estás haciendo.

Geno rió, después los mayores le acompañaron en la risa.

— Dame un momento en el baño y te dejo la ducha lista, bae. Ya vuelvo.

El aludido asintió, quedando solo con el castaño. Este se apoyó en el marco de la puerta, suspirando.

— Perdón otra vez, por casi llevar vuestra decencia laboral al traste.

— De verdad, no te disculpes. —Le dijo, sonriendo, aunque soltó una risa, su típica risa— Son cosas que pasan, más con Reaper.

— ¿Eh?

— Él ama la adrenalina. No sería primera vez que casi se mete en problemas.

— ... ¿También has sido víctima?

Blard asintió, algo apenado.

— En el trabajo.

Geno enrojeció con únicamente pensarlo, no quería aceptar que tenía un pequeño fetiche en ver a aquellos ricos hombres dándose amor.

— De verdad me tranquiliza que no estés enojado.

— Lo estoy, un poco.

— ¿En serio?

— Es frustrante saber que estáis haciendo algo así y no poder unirme.

Debido a que Geno ya estaba rojo de hace un rato, no podía estarlo más, bajó la mirada topándose con los pantalones del castaño, ni con la sombra podía ocultarse aquel bulto, extrañaba su bufanda para ocultar su rostro.

— Dios, Blard, por favor dime que no estuviste así en la reunión.

— Haha, felizmente no con ellos ahí,—El castaño rió, se alejó del umbral para acercarse al menor y darle una caricia en la cabeza, peinando el desordenado cabello por tanto movimiento anterior— ve a bañarte, cielo, que debemos ir a un restaurante.

— Oh, es cierto. Pero dame un beso, es lo mínimo que puedo dar...

Blard como siempre, volvió a reír, si tuviese que ver las facetas suyas, el "rión" estaría sin dudas, ese hombre amaba soltar risas, y lo peor es que eran demasiado atractivas, solo cuando algo le suponía mayor gracia tenía una carcajada más divertida. Ahora aquel hombre de risa fácil se había acercado tanto a él que sus labios llegaban a rozarse, y solo porque Geno todavía estaba un poquiiito acalorado quería también algo de su atención.

Solo se dieron un beso simple, Blard era mucho más prudente en ese aspecto. Geno le abrazó por el cuello para profundizar, moviendo su mandíbula de vez en cuando para que sus labios se aplasten entre sí con coquetería, dudaron así hasta que el tercero salió del baño.

Reaper hizo su entrada, tenía el cabello como si nada y su atuendo era renovado, él amaba estar siempre presentable, incluso durmiendo, al verlos darse el lote, carraspeó.

— ¿No invitas por venganza, Blard?

El susodicho se separó con un sonido de beso algo sonoro, mirando al pelinegro, Geno se quedó con los ojos cerrados y los labios entreabiertos como quien le interrumpieron.

— Quizás.

De este modo se reincorporó la espalda, Reaper alzó las cejas varias veces a Geno, el albino al darse cuenta de lo pervertido que estaba siendo queriendo más atención, se levantó tomando las sábanas por más que desordenara la cama y se fue al baño.

Después de bajar su temperatura en una corta ducha fría, se arregló mientras la pareja los esperaba en el living y los tres partieron al restaurante, soltando varias bromas por lo ocurrido aquella tarde.

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