Capítulo 40

Gaia

El insomnio nunca había sido tan insistente como en esas noches a las que al día siguiente, sabía que pasaría algo importante.

Hoy no es la excepción.

El motivo, supongo que siempre había sido la ansiedad de esperar a que ese día llegue y temer que al cerrar los ojos todo cambie, y ya no vaya ha suceder. No sé.

Tal vez, esa sea la razón de muchas de esas noches donde el sueño se niega a aparecer y la de hoy, puede que sea solo... miedo.

Y en el fondo sé que no debería temer, aún así, no dejo de sentir ese sentimiento de que todo se destruirá si las cosas no salen bien.

—¿No puedes dormir?

Le doy tregua a mi mente cuando Mario llega. Estaba tan concentrada en mis pensamientos que ni siquiera escuché el sonido de la puerta al abrirse.

—No tengo sueño —contesto, mitad verdad, mitad mentira. No me puedo dormir, pero estoy realmente cansada.

—Y yo que por un momento pensé que estabas esperando por mí —finge estar dolido.

Con las luces apagadas a penas puedo ver su rostro por la poca luz que refleja el televisor. Me acomodo mejor en el sofá para que pueda sentarse a mi lado.

—¿No te cansas de ver eso? —cuestiona cuando se percata de lo que estoy viendo, o bueno, lo que me está viendo a mí. Teniendo en cuenta que estaba tan sumergida en mis pensamientos que no le estaba prestando atención a la pantalla —No sé que le encuentras de bueno.

—Honestamente... yo tampoco sé.

Mi respuesta nos hace reír a ambos. Y es cierto, la primera vez que vi un capítulo de "Los Simpsons" me pareció algo un poco aburrido, aún así, hasta el día de hoy no he podido dejar de verla. De cierta forma, logra entretenerme.

Dejo caer mi cabeza sobre su hombro y me acurruco a su lado, cubriéndome mejor con la manta.

—¿Qué pasa por tu mente? —quiere saber al instante que un suspiro se me escapa.

Tantas cosas. Quisiera responderle.

—Algo de lo que no debería preocuparme.

—¿Y entonces por qué lo hace? —siento su barbilla apoyarse en mi cabeza.

A veces el miedo llega a opacar la felicidad.

—Hasta ahora todo iba bien, no quisiera arruinarlo dando este paso. Y no es que no quiera darlo —me adelanto a decir antes de que llegue a esa conclusión —Es solo que... tengo miedo a que no salga como realmente quiero.

Aunque sabe de lo que le estoy hablando, no dice nada al respecto. Al menos no al instante, lo que hace que aumente mi incertidumbre. Podría estar arruinando lo poco que habíamos logrado hasta ahora, solo por adelantarnos a algo que puede esperar un poco más. Hasta que estemos realmente seguros que pase lo que pase estamos realmente preparados para enfrentar lo que venga.

—¿Ya le dijiste a Nolan de esto?

Niego. Cuando acepté dar este paso me pareció bien, tenía mis dudas, pero me encantó la idea. Ahora esas dudas incrementaron y no he tenido el valor de romper los planes que con tanta emoción hizo para nosotros.

En el fondo, sé que mi miedo es que llegue a arrepentirse y por no lastimarme se vea obligado a no retroceder. Que un día despierte y lo primero que le venga a la mente es que se está perdiendo de muchas comodidades solo por no dejarnos solas.

—Solicité la baja de la universidad —suelta de pronto, tomo un poco de distancia para poder verlo.

—¿Por qué hiciste eso?

No voltea a verme, su vista al frente solo me ofrece ver un poco de su perfil iluminado por la luz de la pantalla.

—Antes de que pienses que me estoy volviendo loco y que estoy tomando las cosas muy rápido, esto ya lo había pensado desde que regresaste aquí y me dejaste en Londres cuidando de Naia —dice, volviendo a conectar su mirada con la mía, sigo sin entender —Sabía que en algún momento Nolan se enteraría de que tenían una hija y que este sería su nuevo hogar y yo... ahora también está Jude y...

—Mario...

—Y no quiero estar lejos de ninguna de ustedes, Gaia —termina de decir.

Me pongo de pie al instante. Esto era lo último que me faltaba, ser también la culpable de que renuncie para estar cerca.

—No puedo aceptar que renuncies a tu trabajo, ¿Dejar todo lo que has construido por...?

—¿Por estar cerca de las personas que quiero? Sí —me imita poniéndose de pie —No me queda nada más en Londres que trabajo, Gaia. Lo sabes, y no me importa dejarlo. Si te hace sentir mejor, voy a trabajar en el equipo de Jude como su fotógrafo.

Por favor, que alguien me diga que me quedé dormida y esto es una pesadilla.

—¿En serio te llena ser un simple fotógrafo de una modelo a tu agencia en Londres?

Ni siquiera estoy pensando lo que digo, Jude que me disculpe, pero ella seguirá haciendo lo que le gusta y mi amigo estará renunciando a mucho solo por estar con ella y cerca de Naia.

—Las ventajas de ser el dueño es que puedes trasladarte a donde sea —comenta con tono de broma para relajar el ambiente —Estoy haciendo todos los trámites legales para resolverlo lo más pronto posible.

Aún así, no me tranquiliza. Aunque su agencia sea reabierta aquí, no sería lo mismo. En Londres tiene una agenda completa de clientes que claramente va a perder. Muchos trabajos y no solo el de empezar siendo el fotógrafo de una modelo. Sin contar esos días en los que trabaja enseñando en la universidad.

—Gaia...

—Estas apresurando demasiado las cosas —sigo sin aceptarlo —Jude es mi amiga, pero tú también y estás renunciando a...

—Lo que en realidad te estoy diciendo al contarte esto es que estoy renunciando a algo que ya tengo seguro por las personas que quiero —empieza a explicar —Y puede que mañana todo con Jude termine, pero Naia y tú seguirán en esta ciudad y ustedes son lo único que realmente importa. Me estoy arriesgando con Jude, puede que sí, pero el tiempo no se va a detener por mí. Yo también quiero una familia.

»Y si yo estoy renunciando a mi estabilidad sabiendo que estoy arriesgando mucho, tú tienes que luchar por tu familia. Si el siguiente paso es vivir juntos, bien. En algún momento puede que las cosas se puedan salir de control, pero no por eso todo se va a arruinar. No por eso vas a renunciar a vivir con el hombre que amas y tu hija.

»Deja de tener miedo a ser feliz. Te mereces ser feliz.

Ni siquiera me había percatado de que estaba llorando hasta que Mario se acerca y limpia el recorrido de las lágrimas en mis mejillas para luego abrazarme.

—Es que no lo escuchaste, se niega a realizar su sueño de tener un restaurante solo para tener más horas al día para estar con Naia y conmigo —le cuento la conversación que tuvimos hace una semana Nolan y yo —Y tengo miedo que cuando venga a vivir con nosotros extrañe las comodidades que tiene en su casa. No voy a perdonarme que renuncie a ello por mí.

—Lo hace por amor —me corrige —Y por amor vale la pena cualquier sacrificio.

Me refugio bajo sus brazos, sintiéndome segura en él. Agradeciendo para mis adentros que la vida lo haya puesto en mi camino, demostrando de una vez más, que siempre lo tendré conmigo. Apoyándome en todo.

La alarma de mi teléfono revienta la burbuja de silencio que nos envolvía. En lugar de dar los pocos pasos para llegar hasta él en el sofá y apagarla, me aferro a Mario con más fuerza.

—Feliz cumpleaños —la voz me sale un poco ronca por las lágrimas anteriormente derramadas, aún así, la felicidad también se nota —Tienes razón, el tiempo no espera por ti. Ya te estás volviendo viejo.

—¿Qué dices? Ahora es que cumplo veinte —bromea.

—Sí, veinte más diez. Treintañero.

***

Este era el momento, mi momento. Ya había perdido muchos años como para ahora tener miedo a los cambios que puedan llegar a mi vida de ahora en adelante.

Es mi momento de ser feliz. Me repito, como si necesitara recordármelo una y otra vez para sentirlo real.

Y está pasando, la caja que sostengo en mis manos es la prueba material de que vamos a dar el siguiente paso.

—Bien, yo me encargo de empacar mi ropa o la que pueda llevar en dos maletas -se rasca la nuca al darse cuenta que su ropero completo no cabe en dos maletas —En la caja creo que es mejor mis cosas de uso personal y lo que hay dentro de aquellas gavetas —me señala a cuales se refiere —Aunque es mejor que revises y lo que creas que no es importante lo dejas. Tu departamento no es tan grande como para yo llegar y llenarlo de todas mis cosas.

Gracias por confirmarme que vas a extrañar esto. Pienso, es obvio que va a extrañar. Aquí lo tiene todo y en mi departamento solo podrá tener la mitad de un tercio de todas sus pertenencias.

—¿Y yo qué hago? —pregunta Naia cuando ve que su padre no le da a ella una tarea.

—Bueno, puedes husmear en la habitación y si encuentras algo que te gusta, puedes tomarlo para ti.

El sonido de sus pequeñas manitas al chocar es su festejo de lo mucho que le gusta esa invitación y sin esperar a más empieza a hurgar en la habitación de Nolan hasta donde sus brazos le permiten llegar.

Dejo la caja en el piso una vez estoy frente al mueble de cuatro gavetas que me señalaron. Álbumes de fotos, documentos, algunos relojes y dos libros, es el contenido que hay en los cajones. Lo primero que guardo en la caja son los álbumes de fotos. Descarto los relojes, ninguno funciona. Reviso por encima los documentos y como no sé cuál de ellos es importante le pregunto a Nolan según voy pasando la vista por encima. Empiezo a hojear en los libros para darme cuenta que ambos son de cocina, interesante.

Me percato que de uno de los libros sobresale la esquina de una hoja, pero lo que en realidad me llama la atención es la pequeña estrella dibujada en ella.

No puede... sí es.

—No puedo creer que todavía lo conserve —murmuro poniéndome de pie.

—Recuerdo haberte dicho que todavía lo conservaba —casi choco con él al darme la vuelta, ni siquiera sentí cuando se acercó tanto.

—Pensé que solo lo dijiste para impresionar a Shepard, esto es...

—Lo sé, nunca pude deshacerme de él. Era como una forma de sentir que estábamos unidos el uno al otro. Aunque haya sido solo un juego de niños.

No puedo evitar sonreír sin apartar la vista de la hoja ya amarillenta por los años, en donde juramos amarnos cuando ni siquiera sabíamos lo que era el amor.

Mi intento de besarlo queda a medias cuando un ruido nos hace mirar por la habitación y darnos cuenta que no está...

—Naia —llamamos los dos al mismo tiempo.

A pasos apresurados salimos de la habitación, me regaño internamente por no haber notado su ausencia antes. Ese ruido pudo ser que haya roto algo o se haya caído, pero...

Mis pies se detienen de pronto al ver la escena frente a mí, Nathaniel está a penas a un paso de distancia de mi hija, supongo que el portafolio en el piso fue el causante del sonido que escuchamos. Aunque mis instintos quieren acercarse lo más rápido posible, mis pies no obedecen la orden de mi cerebro de hacerlo. Menos cuando Naia voltea a vernos y una muy enorme sonrisa curvando sus labios.

—¿Es el abuelo? —pregunta, inocente y con una alegría que no voy romperle solo por quererla lejos de ese monstruo.

Nolan, que también estaba inmóvil a mi lado, reacciona, pero antes de que de un paso más, mi mano se cierra en su muñeca cortándole el paso. Termino asintiendo como respuesta a Naia que toma mi afirmación como una invitación para abrazar las piernas de Nathaniel, que no puede apartar los ojos de ella y está... ¿llorando?

—Lo siento —escucho murmurar a Nolan, pero niego.

Permanezco en mi lugar no sé por cuánto tiempo, viendo como Naia se presenta ante ese hombre y resistiendo para no apartarlo de ella cuando se dobla a su altura para abrazarla.

—¿Qué hacen aquí? —pregunta Nathaniel unos minutos después acercándose con Naia a su lado, la voz le sale más grave de lo normal, como si le estuviera costando pronunciar las palabras.

—Empacando —responde Nolan, tomando la mano de Naia.

—¿Cuánto tiempo vas a estar fuera?

—Me voy.

—¿Te vas? —cuestiona Nathaniel con el entrecejo fruncido.

Supongo que no se esperaba esto.

Nolan voltea a verme y ni siquiera hace falta que diga algo, la súplica impresa en su mirada lo dice todo, aún así, lo expresa en voz alta.

—Adelantense ustedes. Yo conversaré con mi padre y luego las veo en el departamento.

—Puedo... puedo seguir empacando tus cosas mientras... conversan —logro decir, como si hubiera olvidado hablar.

—Yo me encargo de eso después, por favor...

Asiento frenéticamente sin poder controlar el movimiento de mi cabeza, como si de esa forma le estuviera diciendo: "No necesito oír nada más. Ya lo entendí".

Mi felicidad duró muy poco.

Esta es su cómoda casa y Nathaniel es su padre, no lo va a dejar solo.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top