La Oiran


♡Abuso Sexual

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No era de extrañar que un demonio se escondiese en ese lugar, después de todo no sería raro alguien que vive de noche.

Lo raro es que nunca lo hallaron, Uzui era el encargado del distrito y jamás logró ver al pez gordo que tanto quería. Ahora con todas las desapariciones era hora de exterminarlos sí o sí. Aunque para su mala suerte ninguna chica linda estuvo disponible, lo único que consiguió fueron unos mocosos a los que maquillo.

Por los reportes era un demonio muy fuerte así que le pidió a tres de sus compañeros su apoyo para vigilar a cada uno de los chiquillos. Es gracias a eso que Rengoku, Sanemi e Iguro estaban junto a el esa noche tratando de vender a los novatos pero ninguna mujer los aceptaba.

—Esto no va a funcionar, nadie quiere a estas cosas —dijo Obanai ya cansado de insistir pues ni con la belleza de Uzui les compraron a alguno de loa chicos.

—No perdamos la esperanza, habrá alguien quien las quie —Una música interrumpió la frase; en entre el mar de gente una figura alta, de maquillaje impecable y facciones finas realizaba una elegante caminata que cautivaba las mirada de tanto hombres como mujeres.

Los cazadores se quedaron viendo a la hermosa dama quien por un segundo cruzó miradas con los hombres pero solo siguió adelante.

Tras un rato de estar vagando por las calles pensando en una forma de vender al trío una mujer joven se les acercó.

—Buenas noches, mi nombre es Kiomi y soy de la casa Kairitana. Mi maestra ha deseado su presencia en la casa de té, así que por favor acompáñenme —Los demás se miraron extrañados y luego miraron a Uzui quien solo camino enfrente.

[•]

Ya frente a ellos una gran casa de hermosa arquitectura y gran decorado, al entrar el interior era aun más impresionante; la mujer los guio hasta la habitación más grande dónde al abrirla quien los esperaba era nada más y nada menos que la misma Oiran de hace rato. Algo que llamó la atención fue la espada colgada detrás de la cortesana, era demasiado familiar.

Con un movimiento le pidió a la mujer que se retirará, lo cual hizo al instante.

—¿Qué los trae aquí? —habló sin apenas mirarlos en lo que encendía una pipa para inhalar el humo que calaba de forma hermosa en su garganta. Hace tiempo lo había dejado pero ahora con la llegada de esas personas deseaba sacar el estrés de alguna forma, así que solo se sentó en la ventana para no incomodar a sus invitados y sus preciosos pulmones.

—Estamos buscando vender a estas pequeñas joven —Y al instante fue interrumpido.

—Habló en serio, ¿Qué es lo que hacen aquí? —En su tono se podía notar la molestia e irritación, ¿Estrés? Puede ser.

—No se de que habla joven dama —En lo que los demás trataban de convencerla de que la única razón para estar ahí era el buscar dinero por medio de las chicas Tanjiro se concentró en el olor, no era uno nuevo. Al contrario, uno que juró nunca olvidar.

—No es normal ver a tantos de tu tipo por estos rumbos, cazadores —dijo, poniendo algo de veneno en la última palabra.

—¿Y tu como nos conoces princesa? —le respondió fastidiado Sanemi por su actitud.

—Tomioka-san —Ante ese nombre todos se callaron.

—Ni el tabaco engaña a esa nariz, ¿no Tanjiro?

—Un minuto ¡¿Tomioka?¡ —gritó sorprendido el albino —¡¿Qué haces tu aquí?!

—¿Puedes bajar la voz Sanemi? Haces mucho ruido —Tomó otra bocanada profunda de cigarro, ellos eran las últimas personas a quienes quisiera ver.

—¿Qué hace aquí Tomioka-san? Y vestido así —le preguntó el de cabellos burdeos.

—¿Tu que crees Tanjiro? Yo dirijo esta casa —Todos en la sala se sorprendieron de la declaración dada, ¿El gran Pilar de Agua Tomioka en un lugar como ese? —Me corrijo, Yo funde esta casa —Su expresión era de fastidio dirigido a los pilares.

—¡¿Usted?! ¡¿Cómo un hombre como tu puede estar rodeado de hermosas damas cada noche y fingir ser una de ellas?! ¡¡Es inaudito!! —Los gritos de Zenitsu le iban a dar una jaqueca, otra inhalada al tabaco y seguro ayudaba.

—¡¡Zenistu no digas eso!!

—¿Y cómo terminaste aquí Tomioka? Alguien tan gris como tu en un lugar colorido no se ve mucho —cuestionó con interés el pilar del sonido, cosa que puso su ceño aun más fruncido.

—¿Cómo? —repitió sarcástico —Que estúpido —le escupió con veneno acercando la pipa una vez más.

—Por favor Tomioka, eso no es sano para su salud —le dijo Kyojuro —Además, todos tenemos esa duda ¡Desapareció así nada más!

—¿Y a dónde más iba a ir después de que me echaron? —les reclamó con rabia, azotando la misma pipa contra la mesa —¿Con mi maestro para decepcionarlo más? —Unos toques en la puerta calmaron su ira de un momento a otro, una voz aniñada resonó.

—Oiran, Oiran, terminamos nuestras lecciones de música, ¿Podemos tener un caramelo? Por favor~ —Ignorando a sus invitados se levantó de la ventana en busca de algunos dulces en el cajón de su mesita.

—Solo porque lo hicieron muy bien hoy —Se hinco a la altura de las pequeñas al abrir la puerta y les entregó unos cuantos a las pequeñas.

—¿Oiran, ha vuelto a fumar? —preguntó una de las menores, eso avergonzó a Tomioka pues prometió que lo dejaría y con una mirada triste les habló.

—Lo lamentó Keiko, estaba estresado pero ya lo apagare, ¿okey? —La niña lo observaba algo cabizbaja, cosa que caló más en su corazón que cualquier hierba en sus pulmones —Esta será la última, por el meñique —Emocionadas las niñitas hicieron la promesa y se fueron.

Tal y como dijo apenas cerradas las puertas apago la pipa para después abrir más las ventanas en busca de ventilación. Se sentía muy mal por haber roto su palabra así que solo se sentó en silencio reflexionando por la acción.

—Se porqué están aquí, buscan al demonio Luna Superior —Así que sí era una Luna Creciente eh —Y a tus esposas.

—Ellas estaban en las casas pero desaparecieron sin dejar rastro.

—Y quieren infiltrarlos a ellos para que averigüen algo —Dio un suspiro derrotado, ni el quisiera comprar por pura casualidad a esas chicas —Vengan acá, vamos a quitarles ese maquillaje de payaso, que feo pintas Uzui —el nombrado le reclamó de cómo era alguien sin sentido del arte aunque Tomioka lo ignoró, enojándolo un poco más

Se encargó de limpiar y corregir cada uno de los maquillajes de los chicos, además de mejorar los peinados tan malos que les pusieron, era una suerte que aprendió tantos estilos. Tras caso una hora y media de estar haciendo y deshaciendo hasta que al fin obtuvo un resultado decente, mucho mejor que el primero a decir verdad.

—Listo, mandaré a Yoshi a que las venda a cada una de las casas que pides Uzui, ella hará que las compren enseguida —La nombrada entró a la habitación para llevarse a los chicos dejando solo a los pilares.

—Así que...Diriges una casa de té eh —El ambiente era incómodo, bastante la verdad así que se decidió por hacerles ofrecerles de beber, después de todo seguían siendo sus invitados y su maestra le enseñó a como tratar con las personas.

Al sentarse sabía que harían preguntas, ¿Estaba listo? Por supuesto que no pero era algo que afrontaría tarde o temprano.

—¿Cuándo ocurrió esto, Tomioka? Si no es molestia —Siempre tan educado Kyojuro, les sirvió las tazas a cada uno y tomó un sorbo de la suya.

—Después de esa reunión, en la que decidieron que ya no sería más un Pilar —la tristeza inunda su rostro y se le hace un nudo en la garganta de solo recordarlo. ¿Cómo es que de una frase del Patrón acabo en él siendo expulsado de su puesto de Hashira por no congeniar con los demás? A su parecer era injusto.

—No tenías que abandonar el cuerpo —le dijo Kyojuro, siempre tan esperanzado.

—Sabía que no era igual a ustedes y, aun así, fue bajo —Se tomó la libertad de sacarse unas cuantas capas de ropa pues odiaba ya como apestaban, eso y quería estar más cómodo.

—¿Entonces fue mejor postularte como prostituta? —le devolvió aun con algo de molestia Sanemi, hasta Iguro sabía que no era el momento pero comprendía la molestia de su amigo.

Sin previo aviso una gran bofetada le fue dada en la mejilla derecha, era sorprendente lo rápido que seguía siendo. Quedaron perplejos ante la acción del azabache, nadie se esperaba que eso pasará.

—No  vuelvas a hablar con ese  tono Shinazuwaga, no es el cuerpo para que andes sin modales desprestigiando a todos —La furia se externaba en el puño cerrado que aun mantenía —Ni se te ocurra hablar de esta profesión porque insultas a mis chicas —una lucha de miradas se dio entre ambos donde la tensión era palpable, y que posiblemente escalaría en algo más físico —No todos se permiten matar para vivir —remató con ironía.

—Cálmate, Shinazuwaga no lo quiso decir así ¿Verdad? —El tono de Uzui denotaba un detalle de "Cállate que lo echas a perder".

—Cómo sea, si sacan rápido a los demonios de aquí mejor para mi —Todos se voltearon sorprendidos por la oración.

—¿Sabes dónde están? —preguntó con sumo interés Obanai.

—Claro, cualquier casa les dirá que no se metan con la Oiran Warabihime, yo les advertiría de su hermano...Ese si es un monstruo —Por como lo dijo entendieron que no le traía grandes recuerdos.

》Se llama Gyutaro, es quien tiene mayor fuerza y—Se bajo la ropa hasta los hombros revelando distintas marcas de mordidas —siempre cobra las deudas. Por cada chica hermosa es una desaparecida pero si le gustas puedes conservarlas a cambio de cierto precio —Y lo odiaba, sabía que era preferible eso a arriesgar a las jóvenes de su casa. Le avergonzaba el haber caído tan bajo.

—¿Las hizo él? —Los dedos de Uzui revisaban las heridas y marcas que se veían dolorosas en extremo. El otro solo bajó la cabeza, apenado por su propio estado —¿Cuándo viene a verte?

—Esta noche, a menos que tenga un cliente por su puesto —Interesante, eso les serviría bastante. No arriesgarían a todas las personas dentro del edificio pero podrían seguirlo para hallar su escondite.

—¡Perfecto! Entonces tendrás un cliente, uno no tan guapo como yo pero servirá —Observó a sus compañeros: Rengoku era malísimo actuando y lo echaría a perder apenas viera al demonio, Sanemi quedó descartado apenas abrió la boca. Eso le dejaba a una persona.

—Oh no, no Uzui, conozco esa mirada y me niego rotundamente —sentenció Iguro.

—Por favor hombre, eres la mejor opción que tenemos para este trabajo —Y tras súplicas y súplicas, por fin aceptó.



[•]



Para él no era una bueno noche, estar encerrado en una habitación con Tomioka nunca estuvo en sus planes, ¡Es más, jamás se le ocurrió en la vida! Pero aquí estaba, sentado mientras escuchaba la música que tocaba Tomioka. Para ser sinceros no era mala, al contrario, sonaba relajante y armoniosa.

—¿Quién te enseño a tocar así? —se preguntaba apenas inició la pieza.

—Compré la casa y la única forma de ganar dinero seguro era poner una casa de té, nadie quería estar aquí  —Esos fueron tiempos oscuros donde se dio cuenta que estaba más solo que nunca, sin ningún apoyo y con él mismo poniéndose el pie para salir adelante. Las personas jamás se arriesgarían a entrar a un lugar poco conocido cuando ya hay mejores.

》Me topé con una anciana,  dijo que era lo suficientemente bonito para hacerme pasar por una cortesana —dejo de lado el instrumento para hablar con más comodidad —. Fue quien me enseñó todo lo que sé y estaré siempre agradecido por ello.

Siendo la vela la única luz dentro de aquella habitación daba una ambientación muy hermosa, haciendo que para Iguro el rostro de Tomioka se viese bellísimo como el de alguna princesa. El odio que sentía por este hombre le gritaba por alejarlo rápido y gritarlo, sin embargo el brillos de esos zafiros le rogaban por ceder. Sin notarlo se acercaron más hasta que sus labios quedaron a centímetros de si, como un impulso que le grita por tomarlo.

—"Es por la misión, se supone que soy su cliente y es normal que hagamos..." —Que mentiroso era, Tomioka bajó las vendas para tener un mejor acceso a su boca, la cual apenas tuvo libre besó con dulzura y suavidad.
Para su sorpresa Iguro no dudo en corresponder la acción. Tomioka envolvió sus brazos en la nuca del más bajo, por otro lado Obanai se movió para acostar al ojiazul en el suelo y seguir con los besos.

El odio que tanto fomentó contra su persona de repente se transformaba en besos reprimidos, dándose cuenta que lo más probables es que confundió sus sentimientos; la molestia ahora era tensión liberada por caricias y los insultos en susurros bajos pidiendo por oír su nombre salir de aquella boca embriagante.

De los labios bajó al cuello donde mordió algunas partes, el rojo quedaba espléndido en la blanca piel del Oiran; los suspiros que salían de él lo excitaban, buscaba más de ellos. Fue retirando una por una las capas de tela que cubrían el lechoso pecho de Tomioka, ya al tenerlo expuesto su lengua decidió explorar ese terreno nuevo que le presentaba un excelente panorama.

—Ah~ Obanai —Dios, su nombre jamás había sonado tan bien —Hay lubricante en el cajón —Sabía lo que significaba, sin esperar a nada humedeció sus dedos con el líquido viscoso lo suficiente para no lastimar el interior del otro. Introdujo el primer dedo haciendo que Tomioka se estremeciera al sentir el dígito que pronto se convirtieron en dos y en poco tres.

Al sentir el movimiento de caderas del otro el Pilar supo que era momento para introducir otra cosa. Con cuidado de no lastimarlo fue penetrándolo, escuchar los jadeos y gemidos del contrario le hacían perderá cabeza totalmente.

—¿No te duele? —El ojiazul negó.

—Por favor, s-sigue —Mientras tanto en la ventana un furioso Gyutaro apretaba los dientes al presenciar la escena de esa Oiran que tanto le gustaba estando con otro hombre pero no podía intervenir, conocía el negocio y siempre supo que esto sucedía. Eso no quitaba el hecho que deseaba ser él quien estuviese en esa habitación tomando como suyo al azabache.

Sin más que hacer se resigno a irse con su hermana o buscar un objetivo con el que descargar su ira, esperar toda la semana para que se desocupada había sido en vano.

Pronto se halló frente al cuarto de su hermanita, quien se probaba varios regalos enviados por hombres admiradores; enojado se paseaba por la habitación refunfuñando por no pasar la noche con su muñeca.

—Hermanito, estas haciendo una un ruido muy feo, solo espera a que se desocupe y ya —mencionó casualmente la menor, no es que fuese rara la vez en que alguien pidiera al Oiran sus servicios y Gyutaro tuviese que esperar.

—Es molesto, ese hombre me da envidia; su piel lisa y cabellos arreglados, se nota que come bien, aunque se ve pequeño —Daki paró la actividad que hacía para mirarlo con una expresión molesta.

—Agh, ¿Y eso qué? A las personas no les gusta un hombre pequeño, todas las mujeres de este barrio buscan uno alto y fuerte, con dinero y de buena cara que las saqué de aquí —Eso dejó pensando al mayor unos segundos. Era cierto lo que decía, las trabajadoras lo que más deseaban era salir de ese lugar.

—Por primera vez usaste ese cerebro tuyo, hermanita —Con cariño acarició los cabellos de Daki revolviéndolos un poco en el proceso, cosa que reclamó.

—Gracias —Se quedó callada un momento pensando en que fue lo que dijo para ese halago —¿Qué vas a hacer, hermanito?

—Sacarlo de aquí —La peliblanca soltó un grito en respuesta de la locura que dijo el hombre.

—¡¿Has perdido la cabeza?! ¡¿A dónde lo llevarás?! El Señor Muzan no lo permitirá —Hizo un pequeño berrinche por la sola idea de tener un humano.

—No será lejos, y seguro el Señor Muzan no le molestará. Merezco un premio —La contrario se limitó a hacer un puchero y lo ignoro, ya se le pasaría.

Un gran estruendo resonó por el área distrajo a los hermanos de su charla y sin perder el tiempo Gyutaro se escondió en su hermana, por su lado la fémina mandó a su confiable faja a investigar para darse cuenta que uno de ellos había descubierto el escondite de su comida.

—Esos insectos molestos me quieren quitar mi comida —dijo en forma de puchero a lo que se levantó para enfrentar a los entrometidos que se atrevían a molestarla.


[•]


La distracción de los Pilares cumplió su cometido de sacar al demonio escondido, ahora, faltaba el segundo; entre tantas espadas Gyutaro sabía que su hermanita perdería aunque no moriría, por lo que le encargó la tarea de entretenerlos en lo que él sacaba a su preciado botín del área pues, si así falta, la destruiría por completo hasta las cenizas.

—¡Apúrate entonces, son muy fastidiosos y no dejan de cortarme la cabeza! —los chillidos de su hermana resonaban en su cabeza como siempre, solo se limitó a llegar a la ya vacía casa de té.

—Se que estas aquí, Giyuu —Con sus largas uñas rasgaba las paredes de la mansión, la únicamente alumbrada por la luz de la noche.

La larga figura esbelta caminaba con pasos lentos y pesados, el rechinido de sus dientes al igual que las marcas de las hoces alertaban al pelinegro, quien tras tanto tiempo decidió que era hora de defenderse. No perdía nada si moría, ya no era un Pilar así que estaría bien.

Eso no quitaba el miedo que sufría, lo conocía muy bien como para saber que era alguien de temer; su respiración irregular por más silenciosa que fuese daba la sensación de delatar su posición. Y en un instante cada chirrido producido por las maderas se calló.

—Te tengo —Su mano cortada cayó al suelo y el enojo en sus ojos no se hizo esperar —oye, oye, ¿Qué crees que haces? Teníamos un trato, Giyuu.

—No quiero, te odio —Su espada pronto le fue arrebatada y su cuerpo lanzado al suelo, ambas caras cercas la una de la otra pero con expresiones totalmente diferentes, una con miedo y la otra satisfacción.

—No lo haces, amas que te haga mío cada noche —Tomioka trató de apartar la mirada pero fue forzado a mantener el contacto —, sino ya te hubieras suicidado —Como un balde de agua fría las palabras calaron a lo más profundo de su rota alma, ¿Y si era verdad?

》No escapas, no luchas, jamás trataste de matarme así que dime, ¿Aun piensas que no lo querías? —Las palabras se atoraron en su garganta por las tantas ideas intrusivas que su mente pintaba. De repente un beso lo sacó de su trance, las manos delgadas ya bien conocidas recorrían toda el área del pecho y caderas para disgustó del pelinegro —Tu y yo vamos a estar juntos siempre —le susurró al oído causando un escalofrío.

Apretaba sus pechos, rasguñaba y mordía con necesidad la piel ya marcada, reafirmando de quien era en su mente, tomaba la sangre como un delicioso sake escuchando la sinfonía de quejidos que rogaban por más.

—Se más compasivo, te lo ruego —La áspera lengua pasó una vez más por su rostro para tomar sus lágrimas y besarle de nuevo.

—Tranquilo, cuando te saqué de aquí podremos hacer más —Una espada le interrumpe al cortarle la espalda y quitar de sus manos al azabache, al voltear notó como se trataba del mismo cliente con el que lo vio anteriormente.

—Perdona por mi descuido, Tomioka, no permitiré que te haga algo este asqueroso y repugnante demonio —Otra ráfaga de ataques provenientes de lado izquierdo lo mandaron a volar fuera de la casa hasta la calle, justo donde su hermana peleaba en los tejados por no ser derrotada otra vez.

—¡¿De dónde sale tantos feos?! Son como cucarachas —Las fajas se extendieron en dirección a los cazadores aunque unas espadas dentadas las atraparon evitando mucho movimiento con tal de darle

—¡El Dios de la Montaña ya llegó! Siéntase afortunados subordinados —Mientras los demás luchaban con los demonios Iguro ayudo a Tomioka a salir de su casa, la cual instantes después se vio destrozada por las fajas shockeando al más alto.

—Hay que seguir adelante, no es seguro aquí —Lo arrastró del brazo dirigiéndose a la salida del distrito aunque sin darse cuenta un ataque de Daki fue hacía ellos siendo apenas detenido por la espada de Tomioka, aun conservaba sus conocimientos con la katana.

—No, no te vas —La demonio lanzó decenas de sus fajas contra el hombre que ayudaba al ojiazul y unas cuantas más al nombrado con tal de robárselo. Unas llamas ardientes se interpusieron en el camino y tomaron a Tomioka saltando entre techos para escapar de la caza de los demonios que se hacía más feroz a cada segundo.

Esquivaba las oses venenosas con gracia, asegurándose de la seguridad de su compañero tomó impulso para huir de una vez por todas.

Las calles eran laberintos y los callejones ventanas para el hermano de atacarlo, suerte que los menores le cubro la espalda

—No se preocupe señor Rengoku, nosotros nos encargamos —Tanjiro bloqueaba el camino de Gyutaro con su espada y la danza del Dios del Sol lo alejó de su maestro. 

Con un asentimiento prosiguió la huida aunque un golpe en la espalda casi lo hace caer, se concentró tanto en hallar la salida que no se percató de que de nuevo los dos demonios iban hacía ellos.

La espada del pelinegro desvió el veneno sangriento en su dirección sin embargo ya les pisaba los talones, la desesperación por tomar lo que era suyo hacía a Gyutaro una bestia sangrienta sin precedentes listo para arrasar con cualquiera en su camino. 

—¡Vamos Giyuu, yo se que prefieres estar conmigo que con ellos! —Sanemi era suficientemente fuerte como para darle una buena batalla que lo mantenía ocupado.

—Dicen que eres un maniaco —un golpe seco en la cara del albino por parte del demonio le hizo escupir algo de sangre y una sonrisa se asomó en su rostro preparado para un buen combate —, parece que tenemos eso en común —A puño limpió lanzó un par de puñetazos que desequilibraron al demonio y dándole ventaja al espadachín para tomar su espada de nuevo y encestar varios cortes

—No comprendo para que luchan tanto por solo un humano, es de la clase más baja de la sociedad, alguien reemplazable —escupió la Luna con obviedad —. Es solo una puta más del barrio —Un olor embriagador lo desconcentró y su vista doble solo observaba algo carmesí en una silueta borrosa.

—Oye, oye, Tomioka será muchas cosas pero que hables así de las personas me enferma, bastardo de mierda —Una ráfaga de ataques daba sin piedad contra el hermano mayor —¿Cómo dices quererlo tanto si hablas así de él? —El grito de exclamación de Uzui anunciando la ya lista partitura dio un rumbo distinto a la batalla.

Por otro lado al fin el Pilar de la Flama salió de la ciudad, suficientemente lejos como para considerarlo un lugar seguro en el que dejar al pelinegro, preocupado por la batalla tan feroz tras de ellos.

—¿Estará bien solo? —preguntó consternado de si era correcto dejarlo solo por lo precario de la situación, para calmarlo Tomioka acercó suave su mano a la mejilla del contrario y con una mirada rebosante de determinación asintió.

—Acaba con él, Kyojuro —Una ola de calor lo golpeó como si esas palabras le dieran fuerza de un lugar escondido, experimentaba unas insaciables ganas de vencer a los demonios y volver por esos zafiros tan bellos y con fuerza se levantó.

—Te juro que en tu nombre terminaré con esos seres para regresarte la paz, te doy mi palabra —Esa sonrisa ardía de voluntad, algo ya bien característico y que siempre admiró de Rengoku. Observó el Haori de flamas alejarse y soltó un suspiro que guardaba, descubriendo así la herida en a lo largo de su brazo seguramente infectada por el mortal veneno del demonio.

Bien sabía que si el honrado Kyojuro notaba su lesión jamás hubiese marchado en ayuda a los demás, era lo mejor para todos aun si eso le costaba la vida; con esfuerzo se levantó para irse a un árbol a recostar, el ardor comenzaba a quemar y se reusaba a mirar, solo se limitó a tratar de ralentizarlo con su respiración cosa que se sintió como un Déjà vu a sus días de cazador.

—"Lo lamento, Keiko, Aiko, no se si las veré" —Sacó un listón de su ya desarreglada cabellera para atarla alrededor de su brazo como con tal fuerza para retrasar en mayor medida la perdida de sangre y envenenamiento.


En la batalla del Distrito una ola de destrucción por parte de Gyutaro, varios dedos del pilar del sonido fueron cortados pero a cambio fue el último clavo en su ataúd; el platinado exclamó con orgullo el tener la partitura y como director de orquesta dirigió a todos.

Él iba enfrente bloqueando cara una de las oses y abriendo espacios para que sus compañeros atacaran, las ráfagas de aire y llamas cortaban sin piedad las extremidades del demonio, por otro lado los jóvenes no se quedaban atrás pues con la velocidad aumentada Daki apenas podía sostener su cabeza en su cuerpo. 

La espada de Obanai fue el verdugo de la demonio dando de toda su fuerza para cortar ese cuello flexible como tela, en otra parte los demás cazadores sujetaban con fuerza al hermano mayor para que Tanjiro, aun con todas las heridas, rebanará de una vez por todas al horrible demonio.

De repente un  escalofrío recorrió la columna de Tomioka, conocía tan bien a su abusador que sabía que algo se tramaba; asustado se levantó del árbol  y centrando su respiración para redirigir la energía a las piernas corriendo a toda velocidad para con sus compañeros.

Segundos antes de la gran explosión de veneno e ira de la Luna Superior logró posicionarse frente a los otros y usando sus últimas fuerzas realizó la Onceava postura apenas desviando los golpes mortífero, aunque saliendo lastimado de forma grave.


Al ya finalizado el combate su cuerpo se desplomó sin fuerza, sujetado por Shinazugawa antes de golpearse contra la tierra quien notó la larga cortada por el brazo y preocupado exclamó.

—¡Imbécil, ¿Cómo se te ocurre ser el héroe, no ves que tienes niñas que cuidar? —Aun con el tono de enojo se denotaba una pizca de tristeza.

—Están peor No era mentira, Uzui ya sin una mano, Iguro con cortes en los brazos, la herida en el ojo de Rengoku se había vuelto a abrir y Sanemi era envenenado, además de los largos rasguños en su cuerpo. Era poco probable que la ayuda llegará a tiempo.


De solo pensar en abandonar a sus niñas y chicas con las que tanto tiempo pasó hacía que las lágrimas se acumularán en sus ojos, gracias a ellas por primera vez no se consideraba como una persona miserable sino alguien merecedor de amor y respeto. Le brindaron una nueva razón para levantarse día a día, sin embargo los demonios arrebataban eso. Aunque no los culpaba solo a ellos, si se hubiese quedado fuera de todo probablemente tendría más  chances de vivir.

Las lágrimas caían como el peso de arrepentimiento y culpa de abandonar a otra familia; unos brazos lo envolvieron con calidez, era Obanai, ocultó su rostro en el pecho del otro para evitar que viesen el patético llanto que se desarrollaba. Los pequeños sollozos que soltaba calaban en lo profundo de algunos, su misión era proteger la vida y evitar más pérdidas de las necesarias.

Por su parte deseaba convencerse que valió la pena el sacrificio por un golpe tan fuerte contra Muzan, sin embargo el rostro de cada chica y niña que cuido con tanto sacrificio atravesaron su mente como una tonelada de culpa sobre sus hombros al dejarlas solas en un mundo que las veía como objetos sin valor.

—¡Oiran, Oiran! Un hombre muy gentil me ha propuesto matrimonio, nos vamos a ir apenas pague mis deudas con usted —con una gran sonrisa le contaba Kaori, una de las primeras chicas a las que reclutó, quien ya era toda una señorita.

—Vete ahora —algo confundida le miró son terminar de procesar lo dicho —, no pienses que impediré tu felicidad, empaca tus cosas y acepta este dinero como regalo —los ojos esmeralda de la jovencita se llenaron de lágrimas ante las palabras de su superior. Para ella el ser acogida en esa casa de té fue una bendición sin precedentes.

—Oiran... —Sin palabras y un nudo en la garganta levantó la mirada a quien consideró una figura materna, su corazón se estrujaba así que sin pensarlo se abalanzó a los brazos del pelinegro soltándose a llorar —¡Jamás olvidaré lo que ha hecho por mi, la visitaré, dígame que puedo verla! No aguantaría no tenerla en mi vida —Tomioka acarició con amor los cabellos de la menor, igual como lo hacía su hermana, escuchando cada palabra con una felicidad de saber que era valorado por ella. 

—Mis puertas no se cierran —Esa noche la casa de té despidió a la mujer con una cena inigualable, en honor a toda su dedicación a con ellos, claro que fue triste saber que su risa no se escucharía más por el pasillo pero si era feliz todas la apoyaban.

—Oiran, prométame que vendrá a la boda —Su respuesta fue un sí, contó los días para ver al pequeño retoño vestida con las blancas ropas y junto al amor de su vida.

Eso era un unas semanas

Él  no estaría, ni para ella ni para las demás. 

Otra vez rompía una promesa


Pasos rápidos rompieron la atmosfera triste para darse cuenta que la joven Kamado quien con una sonrisa se acercaba a Uzui poniendo la mano en su hombro  antes envolverlo en llamas intensas, asustando tanto a las esposas como los compañeros; las heridas iban disminuyendo hasta ser casi invisibles. 

—El veneno...desapareció —La sonrisa en el rostro del platinado se ensancho como nunca abrazando a sus esposas con amor —¡El veneno se ha ido! —Los cuatro desprendían amor como si no hubiese nadie más alrededor.

Nezuko fue uno a uno curando el veneno de los Pilares reconociendo a aquel pelinegro que le salvo la vida así que cuando las llamas se apaciguaron lo abrazó con cariño al igual que su hermano, quien llorando no paraba de repetir lo feliz que lo hacía volverlo a ver.

Pronto los paramédicos los sacaron del área de la batalla para terminar de tratar las heridas de los combatientes; Kyojuro y Obanai hablaban con Tomioka sobre la posibilidad de volver al cuerpo de cazadores debido al malentendido, empero las voces de niñas interrumpieron la conversación apareciendo en la escena las mismas dos pequeñas que acompañaban a Giyuu la vez en que los recibió en su hogar. Las infantes corrieron evitando a los demás hasta llegar al de ojos azules.

—¡Oiran, teníamos mucho miedo, no la encontrábamos por ninguna parte y, y...! —Las dos se aferraron a las telas del vestuario roto del pelinegro, rebosante de emociones al tenerlas a su lado nuevamente las abrazo con fuerza disculpándose por haberlas preocupado tanto.

—Jamás las abandonare, mis niñas —Y con esa respuesta los Pilares sabían que no había más que preguntar, él ya tenía una vida ahí junto a personas que se preocupaban justo como el Patrón deseaba.

Esperaban que la vida del antiguo Pilar menos comprendido de la cofradía fuese longeva y buena; su sonrisa por cada una de sus alumnas sirvió como impulso para varios a luchar con todo contra Muzan para proteger a aquello que en un principio no pudieron.


"Si vuelven por aquí sepan que mi casa esta abierta, los esperaré."


Y esa fue la despedida de amantes, amigos, compañeros pero sobre todo el cierre de telón a esa fase de cazador, su pasado.

Rengoku cumpliría la promesa de acabar con los demonios que aquejaban a los humanos con la sólida idea de reencontrarse con los zafiros profundo que atraparón su corazón desde el primer momento.

Obanai miró por última vez a quien esa noche compartieron la unión más pura que el mundo terrenal les permitió por la noche, mentiría al decir que no le dolió no pasar más tiempo por Tomioka pero sabía que en cuanto no lo olvidará la voluntad del Pilar del Agua lo acompañaría, tomando así caminos separados.

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Hey, ¿Cómo están?  Espero y estén bien, estos días han sido muy pesados por trabajos pero ya quería traerles esta historia. Al principio iba a ser un Giyuu Bowl sin embargo tomó un rumbo distinto.

Díganme, ¿Qué les pareció, les gustó?

Los leo en los comentarios. Los quiero mucho a quienes han seguido esta historia por todo este tiempo.

Los quiero mucho, ¡Bye!


Datos de la Era Taisho:

♧La última vez que varios de los Pilares se reunieron fue en un restaurante al que varios fueron tras una pequeña reunión en el que que justamente la joven Kaori celebraba la noticia de su embarazo. Tomioka iba saliendo hasta que los vio y decidió quedarse a charlar.

♧Varias de las chicas que estuvieron en la casa de té siguen manteniendo comunicación con Tomioka.



Datos de la Era Reiwa:

♤¡Ya es mes de los gays, tu mes, mi mes, nuestro mes! Quisiera saber un poco de ustedes, ¿son parte de la comunidad LGBTQ+? Por mi parte soy del espectro AroACe.


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