El Fin del Castigo MuzanxTomioka

Muerte



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Antes soñaba con el vivir por siempre pero ahora era su pesadilla, ¿Cuántas vidas fueron? ¿Miles? ¿Millones? Ya la cuenta se le había ido de tantas veces que sucedió, todas las vidas que arrebató en sus años como demonio se le fueron cobradas en números de veces que le fue arrebatado su amor de las manos.

No todas fueron iguales, se situaron en distintas épocas y con diferente desarrollo; en algunas el amor entre ellos era prohibido, teniendo que escapar de las miradas juzgadoras que si lo notaban mandaban a matar a su querido, en otras tuvieron una vida tranquila, con una familia feliz y una vida pacifica pero un accidente o la enfermedad agonizante se lo arrebataba. Muchas veces trató de suicidarse, de no conocerlo o involucrarse, sin embargo jamás funcionó, siempre se topaba con los zafiros más bello que jamás vio.

En algún momento se canso de todo, ahora entendía lo que le dijo una vez uno de sus enemigos,  solo deseaba poder ver la cara sonriente de su amor una vez más, sin sangre o la expresión demacrada.

Al abrir los ojos se sintió extraño, miro alrededor, conocía bien las paredes y a las personas que pasaban por las calles, su cerebro tardó en procesarlo todo hasta dar con la respuesta de la época, la era Taisho. Sus ojos se abrieron de par en par al caer en cuenta de algo, el momento justo para morir.

En su brazo existía un contador de vidas que le faltaba por pagar, los extensos números que antes llenaban su brazo se reducían a un solo número, suspiro cansado; tomó su mejor vestimenta y se dirigió a su fortaleza infinita donde invocó a sus Lunas Crecientes. Sabía lo que había que hacer. Al verlos llegar soltó un suspiro triste, ahora entendía el sufrimiento que les causo, con el corazón en la mano terminó por llamar a los demás demonios faltantes. No los haría sufrir un minuto más.

—Mi Señor, hemos llegado, ¿A qué nos ha traído a tantos frente a su benevolente presencia? —habló respetuoso Akaza. No se lo merecía, no era digno de ser una figura para nadie.

—Me temo que han malinterpretado lo que les hice, Hakuji... Si es que aun recuerdas ese nombre —Eso consternó a los demonios, ¿Qué estaba pasando? —No están aquí para recibir más ordenes mías, ni de ningún otro. Fueron llamados aquí, a mi laberinto infinito por una razón.

》Su sed de sangre insaciable los ha consumido, corrompido, un mal al que yo los condene. Pero ya jamás será así, para ninguno de ustedes —Se giró para ver las caras de cada uno de sus subordinados —Es en este castillo que su maldición termina, mis valientes demonios. 

De repente algunos de ellos iban desapareciendo, los más débiles por supuesto, aunque no era de una forma dolorosa sino más bien una sensación de tranquilidad pero que a los ojos de los demás no fue más que el anunció de su muerte.

—¿Qué hemos hecho mal, mi Señor? Lo arreglaremos, lo juró —dijo asustado una de las Lunas Inferiores, ¿Mukago era su nombre, no?

—No hay nada que deban arreglar, mis demonios, él único que debe enmendar algo soy yo. Fui quien inició con este ciclo de sufrimiento para ustedes, los prive de cosas que seguro quisieran recordar, de sentimientos que quisieran experimentar, o vivencias que atesorar, y por eso me disculpo —Los demonios iban descendiendo en cantidad conforme el hombre seguía hablando. Pronto no quedaban más que sus Doce Lunas Demoniacas, confundidas por el suceso que acababan de presenciar.

》Y para ustedes, mis Doce Lunas, dejen ir sus espíritus a la Luz, ya no me pertenecen más —De doce el número se reducía a cada minuto —Espero que la mayoría tenga un lugar en el descanso eterno, y sino, yo estaré ahí muy pronto para acompañarlos —Ahora eran solo seis —Mi querido Gyutaro, sal para que veas una última vez a tu adorada Ume —Los hermanos se separaron, Daki asustada se aferro al otro.

Es entonces que todos desaparecen, dejándolo solo a él y su ya deshecha Fortaleza, se queda a orar por sus almas antes de seguir su camino; vuelve a su hogar en la ciudad para tomar algo de su joyero; de entre las invaluables joyas sacó un pequeño anillo, el primero que le dio a Tomioka. Lo puso en su dedo anular de la mano derecha, en su cuello portaba el par que les pertenecería al decir que sí ese día.

Puso su chaqueta sobre sus hombros con su sombrero en la cabeza, estaba listo; se teletransportó a la ya bien conocida ubicación, paseo por los jardines un momento antes de ponerse en marcha hacía la gran mansión escondida. Frente a él y sentado con su familia esperaban ya a su llegada.

—Es extraño, no esperaba verte tan pronto Muzan, ¿Deseas sentarte? —Rio por la ironía, seguro que ese hombre entendía su sentir, el pesa de los tantos castigos que le impusieron, bien merecidos. Camino lento hasta su lado y miro el cielo, los cuervos ya iban a avisarles a los cazadores para ir por él.

—...Tenias razón, Ubuyashiki, mi sueño no se hizo realidad —Tocó con cariño los anillos en su cuello, recordando la dulce sonrisa —Viví miles de vidas pero aun así me sentí vacío, lo único que me perseguía era mi amor por alguien. El pensar en verlo de nuevo fue lo que me mantuvo cuerdo muchas veces.

》Vine aquí como demonio para acabar con la miseria que les causé a todos. Estoy listo para que su rencor llegué de lleno y terminé con esto —Las pisadas sonaban más fuerte cada vez, ya vislumbraba distintas siluetas no tan lejanas. Apretó con fuerza las argollas de matrimonio, pidió que mínimo le permitieran quedarse con ellos en el infierno.

Suspiro, al subir la mirada identifico al Pilar de la Roca ya ahí, sacudió el polvo en su ropa y se levantó del lugar, se alejó de la familia para recibir el golpe que le esperaba, no lucharía, ¿Para qué? Tras unos minutos arribaron siete Pilares más; se alegraba de renacer a tiempo para ver los rostros originales de los compañeros de su amado. Los ataques dañaron su cuerpo más no lo mataban.

—Si van a matarme necesitas tornar sus armas carmesí, chóquenlas entre ellas y ejerzan la mayor presión que puedan —Señaló los puntos necesarios para matarlo —No me moveré de aquí.

—¿Crees que vamos a creerte así de fácil, maldito imbécil? ¡Anda, pelea! —gruñó a quien reconoció como Shinazuwaga. Los pilares se lanzaron al ataque pero nada servía su cuerpo seguía regenerándose. Miro a los alrededores pero no lo encontró.

Se decepcionó tanto, puede que en esta Era no haya renacido, ¿Será parte de su castigo? ¿Morir sin ver a su amado Giyuu? Observó las caras confundidas de las personas, la joven Mitsuri decidió intentar lo dicho por el demonio chocando su arma con la de Iguro, sorprendiéndose de que sí cambiará la espada.

Asintieron, formaron las armas carmesí para volver a atacar, en medio de los cortes sus ojos captaron una figura bien conocida corriendo hacía ellos, sus ojos se llenaron de lagrimas; estaba ahí, él estaba ahí frente a sus ojos. Vio como desde las sombras aparecía su amado cazador con arma en mano y acompañado por el niño Kamado, una sonrisa triste se dibujo en su rostro, sin importar la Era él siempre se vería igual de hermoso.

"¿Qué es esto, tristeza? ¿Por qué él la sentiría, por su muerte? No, sino no habría venido hasta aquí " —Tanjiro estaba confundido, ¿Dónde quedo el orgulloso demonio sin piedad?

—¡Pelea, pelea para que podamos vengar a todos los que hiciste sufrir maldito! —gritó el Pilar del Viento desesperado por su falta de reacción, ¿Qué se creía para subestimarlos?

—Estoy cansado —dijo con simpleza y una voz entrecortada.

—¿Ah? ¿Crees que no podemos contigo? Eres un bastardo de mierda —bramó el hombre.

—No, se que son muy capaces. Solo me cansé de todo, aunque no lo crean los Dioses ya se han encargado de castigar mis pecados, todas las vidas que arrebataron mis demonios cayeron en mis hombros, he vi —Un corte le interrumpió, varios a decir verdad pero hubo uno al que le siguió la pista. Un igual a las feroces corrientes que había arrancado su collar.


Tomioka se dispuso a atacar una vez más, sin embargo un brillo lo detuvo en seco, con cautela se acercó al suelo, ignoró los gritos constantes de sus compañeros hacía su persona para que siguiera en la lucha; al desempolvar el collar notó el par de anillos, se quedo helado en su lugar.

—¿Tomioka-san? ¿Qué le sucede? —Tanjiro no entendía porque de repente se detuvo por completo. Sin dar respuesta se giró hasta el hombre de saco.

—¡¿De dónde los conseguiste?! ¡Responde! —dijo sumamente alterado, sentía que se quebraría en cualquier momento, los Pilares se detuvieron extrañados por la pregunta de su compañero —¡¿De dónde sacaste estos anillo? —Muzan abrió los ojos shockeado por lo dicho.

—Son míos... —"Nuestros" Quiso decir pero su dolor no lo dejó, Shinobu se acercó para comprobar Tomioka, su cuerpo temblaba a montones, algo le pasaba.

—N-No puede ser —Los temblores aumentaban y las lagrimas se asomaban —S-Son de mi e-esposo —Se aferro a ellos contra su pecho, la cabeza le dolía mucho.

—...Giyuu... —Fue lo único que alcanzó a decir, el Pilar del Insectos mandó a llamar un equipo médico para que se llevará al Pilar de Agua, quien lloraba a mares y se quejaba, preocupándola.

—¿Ki-Kibutsuji? —Al levantar la mirada el demonio la reconoció como la misma que le dio esa noche en su propuesta —¿Me diste esto verdad? —De su cuello enseñó una cadenita con el primer anillo de compromiso que le dio. Lloró a lagrima viva mientras asentía.

Sin pensarlo dos veces el azabache se lanzó a toda velocidad a abrazarlo, nadie entendía nada más que los amantes, se aferró con todas sus fuerzas al humano temiendo que al momento de soltarlo el desapareciera.

—¿Cu-Cuántas veces...? ¿Cuántas veces fueron? —preguntó entre hipos.

—Millones... Demasiadas amor —Cerró los ojos con fuerza recordando cada muerte que sufrió, los accidentes, las enfermedades... Su debilidad.

—Me duele mucho... —Era cierto, al mismo tiempo que su mente reproducía las imágenes de sus muertes su cuerpo igual. 

—Lo sé, amor, perdóname —Sus piernas cedieron, sus dedos buscaban aferrarse al mayor con desesperación, el ambiente era raro, nadie atacaba pero querían. Con necesidad se besaron, un beso como nunca antes.

Uno que expresaba todo el cariño que la vida no les dejó decir, uno que sacaba todas las ganas que tuvieron de tocarse de nuevo pero que la muerte no permitió, un beso que sellaba el amor que siempre estuvo presente entre ambos pero que los Dioses truncaron.

Al separarse se apreciaron mutuamente, justo como el primer día que se conocieron, ambos en el suelo, igual a como debió ser en el altar, juntos con una sonrisa y anillos en la mano. Un sonido alertó a Tomioka, apresurado se giro para bloquear el ataque de los nuevos espadachines que se unían a la pelea.

—Deténganse, por favor, es todo un malen —Esquivó el corte de otro, como si eso los despabilará algunos Pilares volvieron al ataque, esta vez Muzan hizo lo mejor para defenderlos. No estaba listo para perderlo, nunca a decir verdad pero ahora que Tomioka recordaba todas las vidas que compartieron no se permitiría.

La batalla era feroz pero ambas trabajaban juntos para no morir y al mismo tiempo no matar a nadie, sus ataques se sincronizaban a la perfección, sus corazones eran uno solo en ese momento. Se miran, se sonríen pero algo pasa, la expresión de Tomioka cambia, todo fue más lento. 

Su amado corrió en su dirección, se pone frente a él, justo en ese instante una cuchilla pasa; la sangre lo salpica, desesperado deja todo de lado y atrapa el cuerpo del azabache. El corte era profundo, trató de poner presión en la herida.

Los cazadores miran expectantes, Tanjiro suelta su katana y su cuerpo cae de rodillas, las lagrimas salen a montones, grita desesperado el nombre esperando que se pare, que siga en la batalla o escape.

Muzan trata con todas sus fuerzas de frenar el sangrado, so quiere convertirlo en demonio por que eso lo haría olvidar todo por completo y lo condenaría al infierno, le ruega que despierte, que no cierre los ojos, no de nuevo. Que se quede con él esta vez, el balbucea algo, se acerca a escucharlo.

—¿M-Me... harías t-tu esposo? —Por el silencio todos escucharon el pedido, ahora sentían pena por la pareja, parecían conocerse desde hace tiempo y amarse como ninguno. Muzan asintió, entre los jadeos de su amado sacó las argollas de matrimonio del collar, con cuidado tomó su mano derecha y en el dedo anular le puso la sortija.

—Permíteme convertirme en tu esposo...Aunque sea por unos minutos —dijo en un susurro débil, Shinobu no aguantó a llorar al igual que Mitsuri —E-Eres el pensamiento... Que me mantuvo vivo... —Una sonrisa apareció en el rostro de Tomioka, asintió con dificultad, se puso su propio anillo. Sellando la unión, le da un beso en la frente y con sonrisa en rostro sus ojos se cierran.

Ve el marcador, el uno cambio a cero, esa quizás sería la última vez que se encontraría con su amor, se aferra al cuerpo inerte como cuando lo sacaron del accidente. Puede que ese escenario se repitiera por millonésima ves pero dolía como la primera vez, movió los cabellos azabache para apreciar mejor su hermoso rostro durmiente. Ahora solo quedaba esperar al amanecer para que se lo llevará a él también. No existían más razones para vivir ahora que Giyuu ya no estaba.


Unas pisadas retumbaron por el lugar, eran presurosas, alzó la mirada para ver a la Kamado menor ahí; la demonio no se detenía por nada del mundo, no se movió de lugar cuando la tuvo enfrente, ¿Lo quemaría vivo? No sonaba mal. La joven puso su mano sobre la herida del azabache y un fuego intenso se expandió por la herida, las llamas eran abrazadoras, pudo vislumbrar como el sangrado se detenía, ¡La herida se cerraba!

Casi al instante aparecieron el cuerpo medico de los kakushis, aquel que había llamado momentos antes, sin perder el tiempo una de ellas se acercó al cuerpo para hacerle RCP, era una suerte que no haya pasado tanto tiempo.

—¡Vamos, usted puede señor Tomioka! —Los kakushis hacían su mejor esfuerzo para desafiar a la muerte, el animo seguía en pie, la joven cambio de lugar con un hombre que igual inició las compresiones, se agachó para comprobar algo.

—¡¡Tenemos pulso!! Es débil pero lo tenemos, Sigan! —Las personas preparaban la camilla, listos para llevarlo hasta la Finca Mariposa. Cambiaron de persona para seguir con las compresiones, fueron los minutos más largos que cualquiera de ellos pudo experimentar.

Alguien más se acercó para buscar señales de vida, mirando de cerca notó como la respiración se hacía más regular, sus parpados se movían .

—¡¡Rápido, tragan la camilla!! —Lo subieron con extremo cuidado e iniciaron el viaje —¡¡No bajen el ritmo, más vale que ya tenga la intravenosa, perdió mucha sangre así que hay que estar atentos!! —Sus ojos no creían lo que veían, Giyuu vivía. ¡Giyuu vivía!

Reviso el número en su muñeca, nada, desapareció, ¿Eso significaba qué...?

—Así es, Kibutsuji Muzan —La voz no le era familiar, al voltear quedo cara a cara con el hijo de Ubuyashiki, Kiriya, sin embargo había algo más. Cientos de figuras se posaban tras de él —Tu castigo a llegado a su fin. Es momento de que disfrutes como humano la vida junto a tu esposo —Una luz lo cegó, la calidad del Sol lo envolvió —.Los Dioses han permitido que pases esta vida junto a él, sin ser un demonio. Envejecerán juntos, como siempre soñaste. 

Donde antes tenía garra ahora no había más que uñas cortas, se vio a si mismo feliz, era un humano sano. Hizo una reverencia frente a la familia con una sonrisa en el rostro.

—Gracias por permitirme esta oportunidad, se los agradezco con toda mi alma —Corrió detrás de las personas que llevaban a su esposo, no se separaría ni un momento de él. Algo que igual sucedió fue el cambio de Nezuko, la sangre de Muzan dejó de correr por sus venas, era humana devuelta.


[•]


—Me alegra que este tan feliz, Tomioka-san —dijo alegre Nezuko —Aunque me entristece que se cortará el cabello.

—Ja ja ja, gracias Nezuko —Le dio unas palmaditas en la cabeza antes de seguir guardando sus cosas.

—¿De verdad tiene que irse? —preguntó decaída.

—Sí, pero tranquila, pueden visitarnos cuando quieran —dijo con una sonrisa. 

—¿Interrumpo? —Recargado sobre el marco de la puerta estaba Muzan, luciendo más feliz que nunca —¿Estas listo?

—Sí, solo falta despedirme de los demás —Le ayudó con la maleta, ambos salieron de la Finca para encontrarse con más personas

—¡Te vamos a extrañar, Tomioka! —dijo entre lagrimas Mitsuri —Tengan un matrimonio feliz.

—Muchas gracias —dijo feliz —A todos, por permitirme pelear a su lado —La pareja hizo una reverencia ante las personas —Y por estar ahí para mi. Espero y nos visiten alguna vez —Iniciaron su caminata a la salida de la Sede. 

Tomados de las manos se fueron, cada uno con el anillo presente. Muzan agradecía la oportunidad que le dieron tras tantas vidas de sufrimiento, ahora estaba listo para vivir al máximo su vida junto a la persona que amaba.



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Hasta aquí el capítulo, ¿Qué les pareció? Les voy a ser honesta, me gustó mucho escribirlo. Además que es el cumpleaños de Tomioka, toca algo feliz para él. Su escritora se va, Byeee


Unos Secretos de la Era Taisho:

♧Las vidas en las que renacía Muzan no eran lineales, ¿A qué me refiero? Una vez podía aparecer en el siglo XXIII y otro en el siglo XVI, al igual que su tiempo con Tomioka. 

♧Varias veces se intento suicidar pero es esas ocasiones algo lo detenía, en su mayoría Tomioka. En cambio el pelinegro tuvo cientos de vida donde se suicido. Pero otras donde ambos formaron una familia.

♧Hay una referencia en el discurso de Muzan a un videojuego, ¿Creen poder adivinarlo? Sí lo logran les dedicaré un capítulo horny de la pareja que quieran, y se los sacó rápido, ¿Qué dicen?

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