Conflicto por Ti Sanemi x Tomioka x Iguro
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Su pierna derecha se movía incesantemente arriba y abajo en un ritmo ansioso, no creyeron que la herida fuese tan grave como antes; por lo que les contó Tomioka su capacidad de regeneración era decente pero cuando Kocho lo vio se alarmó por el estado del cuello. Ahora ellos esperaban en el pasillo por noticias, ninguno se movería hasta saber del otro.
Ya por la tarde la mujer salía con una cara seria de la sala, se sorprendió de ver al Pilar de la Serpiente y el del Viento fuera del lugar, al momento de verla se acercaron con preguntas del paciente.
—Necesita descanso, perdió mucha sangre y la herida mantenía pedazos de metal dentro pero ya se arregló —Si todo salió bien, ¿por qué su expresión? —Solo una duda, ¿el demonio lo hirió de alguna forma?
—¿Por qué la pregunta? —No se podían dar el lujo de contarle a la mujer teniendo pleno conocimiento de su trató con los demonios y la rara relación con Tomioka.
—Nada, solo algunos rasguños —Los dejó pasar más ella se quedó en el pasillo en silencio, su mente sacaba teorías y conjeturas de lo visto en la operación, no tenía un buen presentimiento de la situación, se aseguraría de llegar al fondo del asunto.
Al abrir los ojos se vio en una sala blanca, sus ojos viajaron por toda la habitación hasta topar a las dos figuras en las sillas. Su cuerpo se sentía tan débil que no alcanzaba a levantarse por su cuenta, las imágenes de lo ocurrido anteriormente eran borrosas en su mente; al verlo despierto ambos se acercaron a su cama para comprobar si estado.
—¿Cómo te sientes? —preguntó preocupado Sanemi.
—Tengo hambre —Las veces en que ese lado suyo salió a la luz era acompañado más adelante por un hambre voraz. En ese momento queria comer —Carne —Eso preocupó mucho a los pilares.
—¿Qué clase de carne? —Iguro temía a lo que respondiera, pedía que fuese algo normal.
—Pescado, me gusta el salmón —Suspiraron aliviados de que no fuese otra clase de carne, a decir verdad no saber nada de sus capacidades asustaba.
—Necesitas recuperarte, pediremos que te traigan comida —Una de las pequeñas niñas de la Finca atendió el llamado y corrió a la cocina.
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Decir que tenía hambre era poco, los dos veían impactados como comía su quinta bandeja completa, todo sin parar para nada más que tomar algo de agua pero fuera de eso seguía dando grandes bocados a la comida. Su cara se veía embarrada por los restos de comida que no se molestaba en limpiar de sus mejillas, de repente y sin precio aviso la serpiente se desenrosca del cuello de su amigo para subirse a los hombros del híbrido, el reptil procedió a lengüetazos ir probando bocados.
—Hace cosquillas —Acarició al pequeño animal con cariño, a decir verdad siempre tuvo el deseo de hacer eso pies le daba curiosidad saber como se sentirían las escamas. Los perros no le agradaban del todo pero la serpientes eran otro tema.
—Puedo quitarla si te incomoda —Extendió el brazo para recogerla pero la Serpiente se negó a irse.
—Esta bien, me gusta —Kaburamaru se frotó su cabeza contra la mejilla haciendo sonreír al de ojos azules, eso era nuevo para ambos.
—Iguro y yo pensamos en algo —Giró si vista hacía ellos en señal de atención —, como no queremos que te descontroles nos encargaremos de vigilarte.
—Pero yo no me descontro
—No me interrumpas —carraspeó su garganta y siguió —cualquier cosa nos lo vas a decir —Se la pensó bastante, jamás había necesitado de alguien para ayudarlo pero sería una gran oportunidad de ser más cercano a los dos y demostrarle a Shinobu que no lo odiaban.
—De acuerdo.
¿Quién pensaría que tras eso se formaría una gran relación? Después de ese día comenzaron a visitarlo a la Finca para verificar su recuperación, era raro que tardará tanto salir de ahí pero confiaban en que pronto mejoraría; por lo pronto cada que lo visitaban le hacían unas preguntas, al inicio fue solo eso pero mientras más tiempo pasaban todo evolucionaba. El primero en dar el paso fue Sanemi, quien uno de los días le trajo un pequeño juguete que llamó su atención por el color, creyendo que se trataba de un azul de tono similar al de los ojos del hibrido decidió comprarlo. La cosa es que el verdadero color del molinete era un rosado pero aun así Tomioka no se atrevió a revelárselo enternecido por el lindo gesto.
Esa semana Sanemi sonrió como nunca; luego fue Iguro, ambos se turnaban para ir a verlo cuando el otro tenía misiones. En medio de un trabajo importante cuando el viejo cuervo kasugai volando por sobre su cabeza dio un mensaje del estado de salud de su dueño.
—Tomioka se ha desmayado en camino a su Finca —Eso significaba que le habían dado de alta pero ¿Qué sucedió? Alarmado asesino sin miramientos al demonio que se encargó y corrió lo más rápido que podía en dirección de la Cofradía. Para su suerte un kakushi había asistido al inconsciente pilar, le pidió dejarlo en el hogar de ojiazul donde por dos días lo estuvo atendiendo en todo lo que necesitaba. Por más que le insistiera él no se iría de su lado por nada del mundo.
—¿Cómo te sientes? —Le traía un té junto a la medicina que Kocho había recetado.
—Mejor, cansado pero estoy bien —No había vuelto a sus tareas por indicación médica, además que en los últimos días se ha sentido algo débil por lo que Obanai decidió quedarse todo lo necesario para asistirlo en lo que pudiese. Agradecía internamente el tenerlo a su lado, aunque en un inicio se rehusó fue por la insistencia del otro aceptó.
Le preparaba la comida, se aseguraba de que se tomase la medicina, ayudaba a limpiar, entre otras tareas. Hasta sentía la libertad de dejar sus vendas de lado solo por pedido del azabache que amaba verlo sin ellas; por momentos Tomioka era capaz de levantarse de la cama y daban paseos juntos por el jardín. De vez en cuando se les unía Sanemi y los tres caminaban por los alrededores.
En una de esas veces fue que su preocupación creció aun más, andaban por uno de los pueblos cercanos tranquilos cuando en medio de una charla amena un ataque de tos cortó su dialogo, fueron primero unas cuantas veces pero a los pocos minutos fue incrementando, eran tantas que quedo tendido en el suelo tapando su boca con la mano; sintió algo espeso caer en su palma y al alejarla se dio cuenta que era sangre lo que le manchaba.
Asustado Sanemi lo cargó en brazos hasta la Finca Mariposa en busca de ayuda, la mujer solo le recomendó otros medicamentos para su malestar; Iguro fue quien decidió seguir cuidando de él en caso de que empeorase pues tener dos Pilares fuera de servicio de por si era complicado, si Sanemi también se ausentará sería peor, resignado el albino acepto, de igual forma ayudaría monetariamente.
Las noches que pasaban eran malas, su cuerpo no le respondía como quería, en múltiples ocasiones despertó a su compañero en medio de la madrugada por terribles ataques que terminaban en él manchando de carmesí el lugar.
—Lo lamento, no duermes por mi culpa —Esa era una de esas noches, ambos cansados sentados en el baño.
—No te disculpes, no es tu culpa —Los dos cargaban grandes sacos bajos sus ojos como prueba de sus tantas desveladas. Aun con eso dicho la mirada de Tomioka demostraba culpa —, oi mírame —Alejó uno de los mechones que se pegaban a su fino rostro con una gran dulzura —, yo escogí quedarme contigo y si tengo que olvidarme del dormir lo haré sin problema. No eres una carga —Eso hizo lo hizo sonreír, sentía su corazón palpitar con gran fuerza pero no quería el pensar la razón.
Con la ayuda de Iguro se recostó nuevamente en el cálido futon que lo esperaba en la habitación, lo vio darse la vuelta y no pudo evitar detenerlo, aun cuando su mirada confundida preguntaba la razón del acto las palabras no le salían, su lengua se trababa ante lo que quería decir.
—¿Quieres...que me quede? —pregunto inseguro el hombre cosa que al instante afirmó de forma efusiva, sin dejarlo escoger le hizo espacio a su lado; Obanai con un sonrojo no dijo nada y se acostó cerca suyo, en poco Tomioka lo abrazó.
—¿No te molesta? —Negó sin querer mirarlo, ya había tenido la cara de Tomioka cerca de su pecho una vez pero ahora temía en que se diera cuenta cuan rápido su corazón latía, no supo ni como durmió de los nervios pero lograron descansar bien esa noche.
[•]
Resulta que las cosas son mejores acompañado, esa semana Shinazugawa estaba libre de cualquier misión así que se quedó todo el tiempo posible en la Finca de Agua, al inicio se asustaba de las repetidas veces en que sus dos camaradas se despertaban por la noche para tratar al ojiazul, verlo escupir tanta sangre le atemorizaba; sino dormía con ellos su mente le invadía con horribles pesadillas de la muerte del Pilar mientras él solo descansaba cómodo en un futon.
—Vete a la cama, lo necesitas —Sabía que no dormía, ¿Cómo es que en tan poco tiempo Tomioka, quien lucía una figura saludable, se veía tan deteriorado? Su cuerpo era delgado y escuálido, en la piel se le comenzaban a marcar la vena junto a la forma del rostro, sin hablar de que ya casi no se salía por las pocas fuerzas en sus extremidades.
—No quiero —Caminó hacía el exterior del jardín para sentarse a ver la Luna —, esta hermosa, ¿No lo crees Shinazugawa? —Le dolía como el infierno verlo tan enfermo, quería gritarle que volviese a descansar sin embargo ya lo habían discutido y pidió específicamente que no lo tratasen como si fuese a morir (aunque a decir verdad ese ya era un miedo regular en la cabeza de los dos Hashiras)
Suspiro derrotado sin querer demostrar sus verdaderas emociones, solo se levantó del futon para sentarse a su lado a observar las estrellas en el cielo nocturno; el tiempo no es algo que existiera al estar juntos así que no se dio cuenta de que tanto había pasado antes de que la cabeza de Giyū cayera sobre su hombro. Es cuando las lagrimas caen por sus mejillas, temé que al apartar la vista un segundo ya no respiré y lo pierda, lo abraza con fuerza como si de esa forma evitará que cualquiera se lo llevará.
Unos brazos lo rodean por detrás, Iguro lo entiende a la perfección pues comparten ese miedo de perderlo uno de esos días, han admitido entre ellos que han comenzado a desarrollar sentimientos por Tomioka y desean pasar el tiempo que puedan a su lado, disfrutar más de esas facetas nuevas que muestra en cada salida y las sonrisas fugaces que lanza al estar con ellos.
Rezan porque el cielo se apiade de él.
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—¿Seguro que irás? —Le ayudaba a ponerse el uniforme negro y recoger su cabello en la tipia coleta baja. Era la primera reunión a la que asistían desde el deterioro de la salud de Tomioka, preferirían que se quedará a descansar un poco más, si ni Kocho ha descubierto mucho sobre el mal que lo aqueja quien sabe que pasaría.
—El Patrón pidió específicamente la asistencia de todos los Hashiras —Entendía los nervios pero al mismo tiempo ansiaba poder salir de su casa.
—¿No te haremos cambiar de opinión verdad?
—Ni de chiste —les contestó con una sonrisa.
Con su haori ya puesto pasó su brazo por el de los Hashiras para apoyarse en la larga caminata que le esperaba con destino a la mansión del Patrón.
A su llegada sintió las miradas sobre si de una forma distinta, quizás era por su aspecto o el hecho de venir acompañado por los otros dos. Sea lo que sea lo dejó de lado para posicionarse en su lugar listo para recibir a su Patrón.
—El Patrón de la mansión ha llegado —Todos se hincaron en su presencia, el los saludo con una sonrisa en su rostro pero una mirada de consternación.
—La reunión de hoy ha sido de emergencia, solicitada por la Pilar del Insecto, Kocho Shinobu —¿Para qué era? Eso no era normal —Por favor, pasen al interior de mi morada —confundidos se levantaron para sentarse dentro —Me han informado de una situación que ha causado una preocupación —Con un asentimiento de cabeza le dio la palabra a la mujer.
—He solicitado esta reunión para exponer un tema que creo es del interés de todos —la mujer se giró hacía Tomioka quien no entendía lo que pasaba —. Hace unos meses el Pilar del Agua regresó de una misión con una herida fatal en el cuello, por lo cual debí someterlo a una intervención para curar, revisar y saturar la herida —¿A qué iba todo eso?
》Ahora, lo que cambia las cosas es que al momento de yo tenerlo en la camilla listo para proseguir pude observar la herida cerrándose por si misma, similar a la regeneración de los demonio —El sudor bajaba por su frente, los nervios le hacían un nudo en el estomago, ¿Acaso ella..? —. Dime Tomioka, ¿Por qué? ¿Cómo pasó eso? —La mirada de Kocho era amenazante, su cara seria le hacía temer cada vez más.
—Yo... —¿Cómo se podía excusar de eso? Ella era un médico —Te confundes.
—Ah, ¿me confundo? Bien, he notado también que tu cuerpo posee pocas o ninguna cicatriz ¿A qué se debe eso?
—Me cuido
—Tiene sentido, aun así, investigando más a fondo en tu expediente medico pude hallar la ocasión de la selección final en la que participaste —La respiración le comenzaba a fallar, la presión en su pecho se hacía más intensa igual que los temblores —la lesión en tu ojo fue grave, incluso pensaría que debiste de perder parte de la vista en ese accidente pero aquí estas, completo.
—Y-Yo —Miró a Shinazugawa e Iguro en busca de ayuda.
—¿Y qué tiene que ver una maldita lesión de hace años? El cuerpo se cura mejor a esa edad —Saltó al instante el albino —, además Mitsuri tampoco tiene cicatrices y no te veo reclamando eso.
—Esto es diferente Shinazugawa, creería que estas defendiéndolo, hecho interesante porque quienes lo trajeron fueron ustedes y no reportaron ninguna anomalía —Era una lucha de miradas intensas que ninguna quería perder.
—Por que no la hubo, Shinobu debes haberlo imaginado, últimamente has estado desvelándote mucho por lo que se —mencionó Obanai, ganando la atención de la mujer. Todos en la sala se mantenían callados al no saber que decir o hacer.
—Entiendo —Embozando una sonrisa de no muy buena espina habló con el de ojos azules —, dime Tomioka ¿Cómo te ha caído la medicina?
—¿Eh?
—Sí, ¿Has mejorado, recaíste? ¿Hay algún efecto secundario? —Esas palabras encienden una alarma en su interior, se siente sofocado, cree ver la habitación dando vueltas. Observa las siluetas de los dos hombres acercarse a él diciendo algo pero no escucha nada, no esta ahí, se siente fuera de si.
—¿Qué hiciste? —Le preguntó con horror, los escalofríos recorren su cuerpo.
—No me has respondido —Pronto empieza a toser sangre en exceso, su cuerpo lucha por mantenerse erguido, levanta la mirada hacía Shinobu quien espera la respuesta.
—¡¿Qué hiciste?! —el miedo lo invade, no sabe que le pasa pero vuelve a escupir el denso liquido carmesí —¡¿Qué tenían las putas medicinas?! —La chica se agacha a su altura, nadie mueve ni un dedo por lo abrumador de la situación.
—Parece que tu cuerpo no aguanta la glicinias ¿O si? —dice con esa sonrisa aun en su rostro.
—¿Qué? ¿A qué te refieres? —cuestiona molesto Iguro.
—Esas medicinas contenían un veneno a base de glicinias tan potente para equipararse al de mi katana —En sus ojos había ira y terror ¿Cómo es que Kocho fue capaz de hacerle eso? —,ay no te preocupes, es inofensivo en humanos. Ahora dime, ¿Cómo se siente?
—Tú..¡¿Qué?! —Su interior hervía en ira, Iguro lo sostuvo mientras que Sanemi enfrentaba a su compañera.
—¡¿Cómo carajos se te ocurre eso?! ¡Por Dios santo es Tomioka!
—¿Es un demonio? —preguntó Tengen serio, todos cargaban una expresión similar. La acusación era muy grave.
—Maldita sea, lo vieron caminar bajo el Sol cuando venía para acá, eso no lo hacen los demonios —refutó Sanemi.
—¿Y cómo explicas lo que dije? Deja de encubrirlo Sanemi, ¿No recuerdas cuánto dolor nos han causado los demonios?
—¡Es que no es uno, y aun si lo fuera ¿Qué derecho tienes tú para hacer esto sin siquiera pedir la opinión de todos nosotros?! —dijo con un tono que desbordaba rabia.
—¿Por qué debería? Nuestro trabajo es acabar con los demonios, no protegerlos. Por lo tanto tú e Iguro están incumpliendo las reglas del Cuerpo de Cazadores —Ninguno cedía en esa discusión, jamás lo harían —. Y si Tomioka no es un demonio ¿Por qué temería que la medicina contuviera glicinia? Después de todo no le afectaría.
—Eres una pequeña —Escuchó como el azabache luchaba por respirar, algo no andaba para nada bien —Oi, Tomioka mírame, por favor. Inhala y exhala.
Giyū lo tomó por la camisa aferrado con sus palmas manchadas de su propia sangre, los ojos llorosos y algunas venas resaltando en su cuerpo. Con odio miró a su compañera más joven, ¿De verdad merecía eso? Las uñas en sus dedos se alargaban con anormalidad y sus caninos se convertían en colmillos más afilados.
—¡¿Cómo pudiste?! ¡Tú maldita Agh! —El veneno se acumulaba en su sistema, manchas miradas empezaban a teñir sus manos, aun con eso no lo detuvo de tratar de levantarse solo para volver a caer. Los latidos en su corazón retumbaban agresivos en su pecho mientras que su respiración se dificultaba —¡Querías matarme!
—Giyū, por favor basta, te estas haciendo más daño —Iguro se sentía impotente al no saber que hacer, trataba de calmarlo para evitar una calamidad.
—¿Por qué? ¿Por qué debería estar tranquilo? ¡Tengo todo el derecho a estar molesto! —El blanco de sus iris cambió a un azul profundo, una vez más se paró listo para defenderse del peligro. En consecuencia otra ola de terrible síntomas lo invadieron tumbándolo en el suelo, su caída fue detenida por Iguro.
—¡Respira Yū, aquí estamos, no hay peligro! —Amaría tragarse esa mentira.
—Ngh...Agh...¡Arde, ahh! —Una vez más de su boca salía la sangre.
Su cuerpo luchaba contra el veneno pero al activarse sus células demoníacas solo empeoraban el efecto; en la pelea por sobrevivir estaba matándose y él no era capaz de controlarlo para volver al estado de antes, sus ojos desenfocaban pero la ira solo hacía crecer sus ganas de abalanzarse contra la chica. Jamás la mataría pero a ese punto sus instintos comenzaban a cegarlo, ¿Qué hizo para merecer eso? Nunca atacó a nadie, se mantuvo al margen en lo que podía, ¡No pidió nacer! Y sin embargo lo castigaban por pecados que no ha hecho.
Sus ojos se llenan de lágrimas, no aguanta más y solo quiere morir rápido para olvidarse de ese dolor. La serpiente sisea en advertencia para cualquiera que quisiese acercarse al hombre, asustado Obanai tomó el cuerpo entre sus brazos con más fuerza. No quería perderlo, no lo soportaría.
Sanemi observa la escena incrédulo y decide que no dejará que le vuelvan a quitar alguien a quien ama; toma a Shinobu del uniforme para dirigirse a ella.
—Escúchame bien, tú nunca haces un veneno sin un antídoto, vas a dárselo en esté instante o juro que
—¿Qué? Esta prohibido pelear entre nosotros y proteger a los demonios, Shinazugawa si tú
—¡Me importa una mierda la Cofradía y sus reglas, te estoy diciendo que lo salves, maldita sea! —Rápido Kyojuro los separó tomando a Shinazugawa, quien luchaba y pateaba.
—¡¿Por qué haces esto Sanemi?! Ellos nos quitaron a nuestras familias, amigos...¡Nos quitaron a Kanae! ¡¿Por qué ahora los defiendes tanto?! —La máscara de tranquilidad de Kocho se rompió, estaba enojada y se sentía traicionada. Ella le confío a Tomioka muchos secretos, su constante aberración hacía los demonios, cuánto extrañó a su hermana, pero él no le pudo decir que era uno.
Por más que fuera su compañero y algo parecido a un amigo su odio reprimido explotó en ese momento, haciéndolo él su objetivo.
—¡Es que no es uno, es un jodido híbrido, ¿Acaso no lo pueden ver?!
Unos gemidos de dolor sacaron de su burbuja, Sanemi golpeó a Kyojuro solo para sacarlo de encima; al acercarse pudo observar como los efectos se hacían más letales y él trataba de contrarrestarlos, las lágrimas bajaron por sus mejillas, su peor pesadilla se cumplía.
El cuerpo del híbrido perdía movilidad, la sangre brotaba de su nariz, boca y ojos, cada mancha morada se expandía por su piel con las venas resaltando; Obanai seguía hablándole para que volviese en si, que dejase de luchar pues solo terminaba por empeorar todo...
—Por favor, Kocho —dijo entre jadeos el dueño de la Serpiente —sálvalo, te lo ruego —Apretó sus puños con toda su fuerza, su aura aun era de odio.
—Si Giyū muere hoy, no serás muy diferente a ellos —la voz del de cicatrices sonaba rota, demasiado —Porqué nos habrás quitado a la persona que más amamos —Eso le congeló...Ellos...¿Ellos lo amaban? Por primera vez desde iniciada la discusión pudo ver más allá de su neblina de odio solo para darse cuenta cuanto sufrimiento estaba causando.
El peso de la culpa cayó como un balde de agua fría sobre sus hombros, horrorizada por lo que veía se apresura a sacar el antídoto de su uniforme, de modo que al inyectarlo en el cuello sea capaz de terminar el sufrimiento rápido. No cree lo que pasa, ella no quería que esto sucediese, tan solo se sentía tan frustrada que dejó a sus sentimientos negativos hablar por ella, si Giyū moría no se lo perdonaría jamás.
El cuerpo aun resistía el cambió pensando que el peligro seguía latente, una mano acarició sus cabellos con una suavidad paternal.
—Tranquilo hijo mío, ya todo esta bien —Al escuchar sus cálidas palabras se relajó dándole la posibilidad de que el antídoto tomará más fuerza, era como estar en las nubes; sus garras y colmillos volvieron a la normalidad, se aferró a las ropas del Patrón con cansancio, casi sin poder moverse.
》Mi niño dime, ¿Eres un híbrido como han dicho? —Asintió sin fuerzas —¿Podrían explicar cómo es eso y las condiciones? —¿Se refería a él o a quienes? —Pasen por favor.
La puerta se abrió dejando ver al antiguo Pilar, Sakonji Urokodaki, y al cazador de demonios Murata; se sentaron frente al Patrón viendo con horror lo que le habían hecho al pobre Giyū. Bajo su máscara Tengu gruesas lágrimas caían por su pequeño estudiante, apretó su mano contra la suya diciendo que ya estaba ahí.
—Ya descansa Yū, nos encargaremos desde aquí —No hizo caso, le atemorizaba tanto las personas de esa sala que prefirió mantenerse alerta por si algo volvía a pasar.
—Siempre fuiste muy terco —dijo con una sonrisa de nostalgia.
—Urokodaki, quisiera que nos explicarán en detalle la situación de Giyū —pidió el hombre.
—No se mucho antes de encontrar a Giyū en una montaña después de la muerte de su hermana, no era consiente de su situación hasta la selección final. Al parecer la utilizó en el último momento ante el asesinato de mi otro estudiante, Sabito —Luego fue el turno de Murata.
—En esa ocasión pude observar como la herida en su cabeza se cerraba y se abalanzaba con demasiada fuerza al demonio. Cortó su cuerpo entero en minutos pero luego se desmayó. Yo me encargué de llevarlo de vuelta a casa, aun estaba en su forma demoníaca cuando regresamos al monte Sagiri —Lo recuerda como si fuera ayer, Tomioka lo salvó del ataque de los brazos, en su mirada se veía un odio intenso.
—¿Y por qué no lo notificaron al cuerpo de cazadores? Si se descontrolaba quién sabe que podría causar —preguntó Tengen molesto
—La pobre alma de Tomioka debe estar tan pérdida al no saber a que mundo pertenece, luchar contra
—¡Silencio, no les permito hablar así de mi estudiante! —les silencio con enojo —Desde hace casi diez años Giyū se a mantenido sereno, sin importar cuantas veces olió sangre él jamás ha atacado a nadie. No voy a dejar que lo desprestigien por su ignorancia —sentenció firme.
—Así es, Tomioka siempre ha estado dispuesto a ayudar, no se merece nada de lo que le han hecho —secundó Murata.
—Su deber era darlo a saber, una situación así es...Grave —habló en voz baja Shinobu.
—¿Puedo hacerte algunas preguntas Tomioka? —preguntó el Patrón, sin muchos ánimos afirmó dispuesto a demostrar su inocencia.
—¿Cómo es que sucede?
—Sí estoy en grave peligro de muerte, o hay una emoción fuerte —Y todo eso lo sintió hoy, en extremo.
—Se sincero Giyū, nadie te hará nada de ahora en adelante, te doy mi palabra —Confiaba en él pero no en los demás, para darle más seguridad las dos personas que lo protegieron se pusieron frente suyo —¿Cuántas veces te has convertido?
—Tres...Cuatro, contando la de hoy, la primera vez que sucedió fue cuando escapé de mi pueblo, era obvio que un niño no sobreviviría en una montaña en medio de un invierno —Esa vez era borrosa en su mente, a excepción de un momento en especifico —. Luego la selección final y en mi última misión...
》Estaba tan enojado esas veces que perdí todo el control...¡Jamás lastimaría a un humano, lo juró! —No comprendía las miradas de sus compañeros, solo sabía que quería vivir.
—Una última pregunta, mi niño ¿Alguna vez probaste carne humana? —Todos los ojos se cernían sobre él esperando su respuesta.
Sólo levantó un dedo, porque no mentiría, lo ha hecho.
—¿De quién?
—Mía... —Nadie creía lo que había dicho ¿Era cierto? —Fue en la montaña, tenía tanta hambre que mordí mi mano...Antes de darme cuenta solo quedaba el hueso de mi codo hacía abajo —No era algo de lo que estuviese orgulloso, al contrario, siempre creyó que era una monstruosidad por su accionar.
—¿Te pareció...?
—Mala, su sabor es asqueroso...pero quería vivir —El silencio se cernió sobre la sala, a este punto no le importaba que pasará sino lo que pensarán sus dos "amigos" —¿Me odian? —les preguntó en un susurro.
—Por su puesto que no, Yū. Si es necesario pelearemos por ti —sus mejillas se tornaron rosadas ante el comentario.
—Algo me dice que no quisieron esconderlo solo porque sí, me gustaría oir su explicación —les dijo de forma calmada.
—Al darnos cuenta de esto pensamos en decirlo pero no sabíamos cómo reaccionarían, acababa de perder a uno de mis niños y no estaba listo para perder a otro —En su voz se escuchaba cuán desesperado se sentía solo de recordarlo.
—N-Nosotros prometimos que lo confesaríamos todo apenas sucediera de nuevo pero... —cabizbajo miró el suelo avergonzado —bajamos la guardia...
—Ya veo, en ese caso y con todo lo presentado no hay necesidad de pensarlo más, aquí hay cuatro personas que están dispuestas a arriesgarse en su nombre por lo que mi veredicto final es que Giyū Tomioka podrá seguir dentro del cuerpo de los cazadores de demonios —Los cuatro sonrieron triunfantes —Con la única condición de que sus cuidadores serán sus dos testigos y, los Pilares de la Serpiente y Viento.
—¿Escuchaste eso Tomioka? Seguirás en tu puesto —dijo llenó de alegría Murata pero fue ignorado, el espadachín se dio cuenta que la atención se dirigía a esos dos pilares
—Nemi, Obanai, quiero tener una cita —los dos se sonrojaron hasta las orejas por lo dicho ¿hablaba enserio?
—Giyū, no me dijiste que ya tenías novio —los miró para analizarlos —perdón, novios.
—Creo que hacen linda pareja —confirmó Murata.
—N-No ese tipo de cita, solo quiero comer, le décimos así a nuestras salidas —Urokodaki se preguntaba cómo es que su niño era tan ciego.
—Lo que digas Yū —acarició sus cabellos con amor —Ustedes dos, más valen que lo cuiden...Y no se tarden en pedírselo...
Por supuesto que no, después de todo justo luego de salir y a unos metros la Mansión se puede ver a Giyū saltando a los brazos de esos dos hombres muy emocionado, gritando que sí.
Porqué no necesitaban a nadie más, se irían del cuerpo de demonios si quisieran impedir su amor pero ahí estaban, listos para intentar luchar contra todo por el derecho a amar. Sin importar que tan grande sea el conflicto ellos estarían para el otro.
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Hasta aquí el capítulo de hoy, no se que tan romántico fue pero esta vez quise enfocarme en el amor que surge con las personas que aunque ya vieron la peor faceta del otro, cuando ya tocó fondo, solo termina por afirmar sus sentimientos. El "En las buenas y en las malas"
Espero que les haya gustado este capitulo enserio, y lamento la tardanza, con esto dicho la autora se despide. Besitos, ¡Byee!
Ahora, unos rumores de la Era Taisho
♣Sus tíos se dieron cuenta de cambios extraños en su sobrino por lo que quisieron con más fuerza llevárselo pero Tomioka escapó.
♣Una idea eliminada de este capítulo era que varios cazadores de menor rango se daban cuenta de Tomioka pensando que era un demonio, por lo que iban a su hogar a quemarlo sin saber que se encontraban Sanemi e Iguro ahí. Al verse en peligro Tomioka activa su parte demoniaca para salvarlos, los asesinos lo atacan por lo que él se defiende hasta dejarlos inconscientes y algunos con graves heridas; llegan los Pilares a su lado solo para encontrarse la escena de Giyu llenó de sangre y apenas destransformándose así que tienen un juicio. No se dio por diversos factores, algunas ideas para videos, la forma en que se desarrolló al momento de escribirla, y sobre todo porque en realidad no me encantaba del todo, quizás para más adelante.
♣Tomioka escuchó cuando Sanemi dijo que lo amaban y al salir le dijo que cuándo se le declaraba en broma, Iguro respondió diciendo que apenas oyeran un sí. Podemos decir que eso se lo tomó muy enserio Giyū
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