¡No hay leche de fresa!

Jin no se consideraba un chico normal.

Los chicos normales no usan los tacones de su madre cuando son pequeños.

Los chicos normales no prefieren usar vestidos y falda en vez de pantalón.

Los chicos normales no saben maquillarse a la perfección.

Los chicos normales no eran echados de casa por haber sido encontrados vistiendo como mujer por su padre.

Y sobretodo, los chicos normales no les mentían a sus mejores amigos de aquello.

A pesar de los 10 años juntos, Jin jamás les había contado a los chicos la verdadera razón por la que su padre se había negado a ayudarlo a convertirse en idol. Había creado para todos aquella fantasía de que él prefirió ir por su cuenta para demostrar a su familia que podía hacer las cosas por su cuenta sin su renombre.

Y es que no quería que los chicos pensaran mal de él, sobretodo cuando le dijeron que tenía que hacerse cargo del menor del grupo supo que no podía ser él mismo.

Así que desde el principio se reprimió y se dedicó a los chicos lo mejor que pudo. Hasta la fecha veía a Jungkook como un padre orgulloso, no había salido tan mal después de todo.

También le gustaba ayudar a Namjoon, pensaba que se había convertido en el mejor líder de todos los tiempos y no podía negarselo a sí mismo: Le gustaba, pero también era algo que prefería reprimir.

Pero estar siempre apoyando a todos no siempre salía bien, a veces había peleas como la que había tenido con Tae una vez. Pero no era nada que no pudiera resolver con un abrazo, una disculpa y a veces un par de lágrimas por haber actuado así.

Debido a toda la presión que tenía por las presentaciones, los videos, seguir reprimiendo su ser... Kim SeokJin había encontrado una forma de refugiarse detrás de biberones, chupetes, mamelucos y peluches.

Todas las noches tenía la misma rutina, tomaba un cartoncito de leche de fresa y lo llevaba a su cuarto. Una vez adentro cerraba la puerta con seguro, se cambiaba a su mameluco y vertía la leche en su biberón.

Tomaba la leche mientras abrazaba a su muñeco de peluche, el cuál era un leopardo rosa con manchas de un rosa más fuerte.

Pero ese día olvidó el hecho de que la leche se había acabado el día anterior, así que cuando abrió el refri sin ver lo que buscaba se quedó sorprendido.

— ¿No... Hay leche? – preguntó confundido.

— No, hyung. Te la acabaste ayer – dijo Jimin.

No pudo evitar sentarse en el piso y comenzar a llorar fuertemente.

Aquello hizo que todos voltearan a ver con confusión al mayor y Namjoon fue quien corrió para saber lo que pasaba.

— Hyung... ¿qué pasa? – preguntó pero parecía que no lo escuchaba — Jin... ¿qué pasó? – dijo ahora.

— No...  No... No hay... Lechita... – lloró amargamente.

Aquello los sorprendió aún más, ¿era su imaginación o... había cambiado su voz a la de un niño?

— No... no pasa nada Jin. Podemos darte otra cosa – contestó Nam rápidamente, sería mejor no empeorar el caso.

— ¿Ota... cosa? – preguntó ahora dejando de llorar.

— Sí, hay pastel de taza ¿te gustaría? – continuó el líder.

Jin asintió con la cabeza y se paró con ayuda de Namjoon. Caminó un poco torpe hasta donde le dijo que se sentara.

— Mira, te voy a enseñar como se hace – instruyó el líder, mientras los demás lo veían atentamente para saber qué hacía Jin — Ponemos la mezcla en la taza, ponemos agüita, ponemos huevito y mezclamos bien bien – dijo haciendo sonidos graciosos mientras agitaba la cuchara y SeokJin reía como niño pequeño — Y lo metemos al microondas –

Jin se paró para ver atentamente cómo iban bajando los números de aquel aparato.

— ¿Qué está pasando, Nam? – preguntó Hoseok mientras todos veían a Jin brincotear emocionado.

— No estoy seguro, pero creo que es mejor seguir tratándolo como niño – respondió el líder.

— Sí, será mejor que nos explique mañana – concordó Jungkook, quería demasiado a su hyung como para juzgarlo.

— ¡Ya ta! ¡Ya ta! – gritó Jin cuando el microondas sonó.

Namjoon sacó la taza y después de asegurarse de que no estuviera caliente se la dio a Jin, quién comió el pastel con mucha alegría. Movía sus pies de felicidad y reía de vez en cuando.

— Ricoooooo – dijo una vez que terminó.

Los chicos no pudieron evitar reír un poco debido a que se había manchado bastante de chocolate gran parte de la cara al comer.

— Ven, Jinnie. Vamos a lavar esos dientitos, a cambiarte y a dormir – instruyó Namjoon.

El pequeño Jin bostezó un poco como respuesta.

Una vez en el baño, el líder había puesto pasta de dientes al cepillo de dientes de Jin y al suyo y le iba enseñando lo que debía hacer.

— Arriba y abajo, arriba abajo, en circulito esas muelitas – decía mientras también iba haciéndolo.

Jin lo imitaba con mucha felicidad.

— Y sacamos la lengüita y la cepillamos también – dijo al final haciendo que el pequeño se riera antes de hacerlo — Y nos enjuagamos –

Después de aquello fueron directamente al cuarto de Jin, quién de inmediato sacó sus cosas de debajo de la cama.

— ¿Me pones? – le pidió sacando uno de los dos mamelucos que tenía, era completamente rosa con unicornios.

Pero lo que le sorprendió a Namjoon era que en medio decía "baby girl".

Salió de sus pensamientos, no era momento de sorprenderse. Debía de hacerse cargo de Jin.

— Claro que sí, bebé – contestó inconscientemente y sonrojandose un poco.

Puso a Jin en su mameluco y después el pequeño le enseñó su muñeco.

— Mia – le dijo dándole aquel leopardo rosa.

— Oh, está muy lindo ¿cómo se llama? – le preguntó regresándoselo

— No sé... ¿cómo te llamas? – preguntó Jin directamente al peluche y luego poniendo su hocico cerca de su oreja como si le estuviera contestando — Jangmi – dijo por fin

— Bueno, acomódate bien para que Jangmi pueda dormir a tu lado – dijo Nam.

Una vez listo para dormir Jin seguía muy despierto.

— Cantame una canción para dormir... – le pidió con un puchero.

— No sé cantar... – respondió el líder.

— ¿Un cuentito? – pidió entonces.

— De acuerdo, un cuento puede ser – aceptó acostándose a su lado — Bueno...

«Érase una vez en un reino muy lejano una hermosa princesa que vivía pensando en el día que se encontrara con su príncipe. Sin embargo, su padre había puesto tres pruebas para ver cuál de los príncipes era digno de estar con su hija.

La primera era la más fácil, debían elegir un regalo para la princesa , muchos fueron los que gastaron una cantidad enorme de dinero para impresionar al rey, pero fueron descalificados por el mismo

La segunda prueba era un laberinto que dirigía al castillo, muchos príncipes se perdían en esta parte y nunca llegaban a la siguiente prueba.

La última era la más difícil, al final del laberinto había un gran dragón que hacía a todos huir de inmediato.

Un día un príncipe decidió que llegaría hasta el final de todas las pruebas: compró un osito de peluche con la esperanza de que le gustara a la princesa, escaló uno de los muros del laberinto y así pudo ver mejor hacia donde debía ir, por último le enseñó al dragón que venía sin intención de lastimarlo y consiguió incluso acariciar aquella criatura dejándolo pasar finalmente.

— Princesa, espero que le agrade mi regalo. Llegar aquí no fue tan difícil y su dragón es una gran mascota – fue lo primero que dijo el príncipe.

La princesa aceptó el regalo con mucho gusto y con aprobación de su padre fijaron fecha para casarse.

Verás, las pruebas tenían una razón. La primera enseñaba que lo que cuenta de un regalo es la intención, la segunda que si se veía de una perspectiva diferente una tarea que parecía difícil puede ser más fácil de lo que se piensa y la última que la violencia no siempre es la respuesta.

Cumpliendo todo, el príncipe y la princesa vivieron felices para siempre«

— Yo quero ser princesa... – murmuró Jin más dormido que despierto.

— Claro que sí, cariño. Puedes ser lo que tú quieras, ahora a dormir – contestó Namjoon dándole un beso en la frente.

Se paró con cuidado de no despertarlo y salió del cuarto.

Namjoon había mentido en algo: sabía perfectamente qué era la regresión de edad. Había considerado hacerla cuando tenía mucho estrés de ser líder pero no pensó que Jin se sintiera tan presionado.

Jin siempre parecía muy feliz... Pero lo que más se preguntaba ahora era ¿Jin había querido ser una princesa todo este tiempo? Y si era así ¿Por qué no había tenido la suficiente confianza para hablarles al respecto?

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