6.
El día nublado le había orillado a esperar en la puerta desde que el timbre de salida sonó, esperaba ver al mismo hombre venir por una de sus alumnas, quería pensar bien porque todos merecen una segunda y tercera oportunidad. Pero no debió sorprenderse al ver al abuelo de Hayoung con un paraguas y un abrigo, era obvio que aquel hombre detestable no se mostraría por aquí, no era un hombre capaz de cumplir promesas y lo sabía bien.
Acompañó a su alumna hasta recibir a su abuelo y con una sonrisa le saludo.
“Buenas tardes.” Saludo cordialmente entregando a la niña. “Me sorprende verlo a usted, creí que el papá de Hayoung vendría.” Resbaló de su lengua, claro que lo pensaba, pero no era su intención decirlo. Pero ahora que ya había hablado, no podría detenerse. “No deje que ella se ilusione.” Dijo en un tono bajo, cuidando que Hayoung no lo escuché.
La expresión del abuelo fue la que esperaba, decepción y algo de vergüenza, quiso esconderse en un agujero para no sentir el regaño. Solamente asintió y se despidió del maestro de su nieta.
Jimin los observó irse y deseo con todo el corazón que las ilusiones de su pequeña alumna no fueran destrozadas por un mal padre.
Pero, ¿qué sabía él? Todas las personas son un mundo en el que no todos pueden navegar. Jungkook lo era, atormentado por un futuro que no sucedió y un pasado lleno de promesas vacías. Tratando de salir a la bahía después de haber naufragado durante años, el proceso no era lineal.
Aún así, intentaba, lo más que podía. Y aunque era solo justificar sus actos injustos en contra un pedazo suyo.
Se sentó en la cocina para esperar a su hija, había preparado un tazón de frutas y yogurt para que coma mientras le platicaba de su día. Se disculpara por no ir por ella pues había pasado la noche en vela pensando en mil cosas y se había dormido.
Una sonrisa se dibujó en su rostro al oír la puerta de entrada, escuchó los pasos apresurados de su hija hacia la cocina y para recibirla con un abrazo se arrodilló en el piso de la cocina.
“¡Sigues aquí!” Le abrazo con mucha alegría y entre saltitos.
La euforia del momento fue aplacada por las palabras tan melancólicas de su hija. No esperaba su estadía, no esperaba que la recibiera con un abrazo. Había fallado como padre.
Aún así, la abrazó con todas sus fuerzas y pidió en silencio disculpas por el daño causado.
“Dibujamos mucho.” Dijo ella soltándose del abrazo y sacándose la mochila de flor que colgaba en sus hombros. “El pofe Jimi nos regaló flores por los dibujos, mira.” Le mostró una margarita aplastada. “Muy bonita.”
“Que linda flor.” Dijo, era lo único que podía formular.
Porque su cabeza voló al maestro que el día de ayer le había recibido, pensó en él y en aquel aroma tan familiar. Su corazón latió tan rápido que temía que su pulso fuera visible como en una caricatura.
Nunca había sentido esta necesidad de conocer a alguien, nunca había sentido, anhelado, ver a alguien de nuevo. Solo por el desastre que causaba en su estómago al pensar en el aroma que desprendía de sus dedos.
Después de tener su cabeza en las nubes tratando de recordar con exactitud el aroma de esas muñecas, su hija fue a su habitación para cambiarse su uniforme. Suspiro de forma sonora y llevo sus manos a sus cabellos para probarlos hacia atrás. Se sentía ansioso.
“Quiero que vayas por Hayoung, todos los días.” Dijo su padre entrando a la cocina.
“Claro.” Asintió. “¿Por qué? ¿Qué pasa?”
“Pasa que es tu hija y hasta su maestro se da cuenta de tu ausencia en su vida.” Dijo frustrado y enojado. “Así que trata de ser mejor, si él se da cuenta, Hayoung también.”
Jungkook frunció el ceño, enojado. ¿Que se creía? ¿Por qué se creía en el derecho de pensar mal?
Lo oiría en la mañana.
O solo había buscado alguna excusa para volver a acercarse al aroma familiar.
Sea una, o sea la otra razón. Quería volver a estar cerca.
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Como se había dicho el día anterior, le diría unas cuantas al maestro de Hayoung, por eso la ayudaba a vestirse mientras ella le platicaba sobre sus sueños en un mundo de felpa. Hizo lo que nunca, esparció crema hidratante sobre sus mejillas y la roció con su perfume floral. Después de un buen plato de cereal y yogurt camino con ella de la mano hasta su escuela. Sintiendo, una vez más, felicidad genuina.
Aunque su pecho pique por la amargura de sentir a alguien más siguiendo los pasos que daban.
“Quiero hablar con tu maestro, así que ambos entraremos al kinder, ¿está bien?”
“¿Y te quedarás a pasar clases?” Pregunto con ilusión.
“Veremos si puedo.” Le sonrío despeinadole el cabello.
Ambos entraron al kinder y apretó la mano de su niña en forma cariñosa tratando de ocultar sus nervios. A la distancia veía al maestro de Hayoung, se sentía observado a pesar de no estarlo y sentía que se desmayaría por la ansiedad que le provocaba volver a estar cerca de ese aroma familiar.
Por el latir de su corazón sabía que todo en él se borraría en cuanto pusiera un pie delante de aquel hombre. Trató de respirar y tal como lo había predicho, se borró estando frente a él.
“Buenos días.” Saludo. “Hola Hayoung, ¿cómo has estado?”
“¡Bien!” Salto abrazando a su maestro.
“Ve a tu asiento, pronto comenzará la clase.” Le sonrío acariciando sus cabellos.
“Adiós papá.” Salto a los brazos de Jungkook y se despidió con una sonrisa, dejando a los dos adultos solos.
“Adiós Hayoung.” Susurró y trato de volver a tener el valor.
Pero no pudo, era cobarde. Ni siquiera sabía que era lo que reclamaría. ¿Pensar mal de él? Como si no hubiera dado razones para que todo el mundo lo vea como un mal padre. Así que era insulso reclamar por algo que él se había ganado.
No tenía nada que hacer allí. Pero sus pies no funcionaban, no podía moverse pues su alma se había clavado en el piso y se negaba a dejar aquel sitio.
Quería seguir sintiendo el aroma, este le llevaba a la época más feliz de su vida y no quería perder los últimos lazos a la época dorada.
“¿Pasa algo? ¿Por qué vino con Hayoung?” Hablo. Incluso su voz era dulce.
“Ella me lo pidió.” Mintió. “Hasta luego.” Dijo cobardemente, agarrándose de una mentira y huyendo del desastre que ocurría en su interior.
El aroma no era de ella, el perfume, ni la crema. Pero le recordaban a Naeun y aquello le llevaba a un infierno sin fin.
Porque no era ella.
(4/10)
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