33.
Cómo lo había hablado con su mejor amigo, le dió un tiempo a Jimin, pensó que su trabajo lo estaba consumiendo por acercarse fin de año. Espero lo más que pudo hasta que sus barreras se rompieron, tenía que verlo, necesitaba verlo. Y como el hombre desesperado por amar, y ser amado, se levantó a las ocho de la mañana un sábado para buscar la mejor florería de la ciudad, se paseó en un taxi hasta dar con la tienda más bonita, compró un ramo y escribió la dedicatoria. Tal cual un protagonista en una comedia romántica se apresuró para visitar a su querido.
La vida da muchas vueltas, Jungkook lo comprendía muy bien. Hace un año no se imaginaría queriendo a un hombre, ni siquiera pensaría el haberse resignado al perder a su esposa; pero ahí estaba él con nuevos sentimientos y un ángel contento por su progreso. Tal vez era rápido, tal vez debía esperar un poquito para querer otra vez, pero ¿por qué? ¿Por qué cuando estaba lleno de romanticismo y con ganas de amar de nuevo? ¿Por qué cuando se sentía ilusionado por primera vez en mucho tiempo? Uno no debería esperar para amar, o eso es lo que cree.
Él amaba mucho, desde niño sabía que su corazón pesaba y anhelaba, ama a su familia, ama a su hija y ama a aquel maestro rubio de ojos resplandecientes cuál luna a medianoche. Quería amar, quería que lo amen.
La noche tiene muchos cambios, las estrellas se desvanecen entre espesas nubes o la luna se pierde entre el horizonte.
El taxi se estacionó frente al edificio de Jimin, antes de poder pagarle por el servicio Jungkook se congeló en su lugar al ver a quién buscaba con alguien más. Grande fue su sorpresa al ver al maestro compartiendo un beso con un pelinegro desconocido, no supo cómo reaccionar; escucho como su corazón se rajó por la mitad. No entendía lo que pasaba.
O no quería entender. Todo estaba claro.
Jimin estaba viendo a alguien más y es por eso que se había alejado de él tan repentinamente.
“Por favor, no se vaya, creo que lo seguiré necesitando.” Le dijo Jungkook al chófer.
Esperó a que la compañía de Jimin se fuera y caminó hacia él quien aún observaba a su ¿amigo? irse. Se sentía enfermo, celoso y con ganas de vomitar.
“¿Es por eso que me estás evadiendo?” Pregunto sin más, ni siquiera saludo. Quería respuestas y aclaraciones a su dolido corazón.
“¿Ah?” Frunció el ceño, dándose cuenta al instante de lo que hablaba. “Oh…yo no te evadi.”
“Lo hiciste.”
“Estaba ocupado.”
“De todas formas.” Llevó su mano hacia su ceño y lo masajeó. “¿Quién era él? ¿Están saliendo?”
“No tienes porqué reclamarme nada.” Dijo levantando el mentón, sintiéndose pequeño ante las cuestionantes de Jungkook. “No somos nada.”
Y tenía razón. Pero no la tenía.
“¿Están saliendo?”
“Algo así…” Balbuceo. “¿Qué haces aquí?”
“Quería verte, te extraño.” Se sentía pequeño, como un cachorro perdido buscando su hogar.
“Estoy de salida…”
“Ya lo noté.” Suspiro. “Te traje estás flores, espero te gusten.” Aún manteniendo la dulzura de su anhelante corazón queriendo sentirse cálido le sonrió y le dió un beso en la mejilla. “Ten un buen día, cuídate y…si puedes, hablame.”
“Ten un buen día, nos vemos…” Dijo Jimin tomando el ramo de flores y caminando hacia la derecha. Perdiéndose de la vista de Jungkook.
No sabía cómo las cosas se habían tornado de esa forma, se sentía perdido entre todo lo que sentía; anhelo, pérdida, tristeza y celos. Se quería volver loco. Pero no lo haría.
Si perdía la cabeza no podría tener a la persona que quería, como él le había dicho, no eran nada. Y eso tenía que cambiar, tal vez Jimin se aburrió de su situación casual y quiso avanzar.
Jungkook no se daría por vencido con él, no perdería a alguien que quería.
No otra vez.
nos vemos :3 <3
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