27.



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“¡Maeto Jimin!” Grito Hayoung al ver al mencionado, se soltó de su papá y corrió hacia él para abrazarlo. Al parecer Jungkook era el único Jeon con sentimientos por el maestro, eso se podía notar.

“¡Hayoung!” Le saludo con la misma emoción, alzándola en sus brazos y sonriéndole.

Escenas como aquellas hacían la vida válida de vivirla, Jungkook pensaba así. Ver a las personas que compartían espacios en su corazón pasarla tan bien era gratificante, el cielo le sonreía con aquella alegría, agradecía por los recuerdos que se formaban en su memoria.

Metió las manos en sus bolsillos y se sentó en la misma banqueta que los anteriores días, observó cómo su hija y Jimin jugaban en el parque con una sonrisa, el momento se hacía eterno a sus ojos. Lo disfrutaba.

El viento calaba en sus piernas pero se mantenía en el mismo sitio, creyendo que si se movía unos centímetros perdería algún momento de la risa de su hija.

Hayoung se encontró con algunos de sus amiguitos del parque y comenzó a ignorar la existencia de Jimin, ante eso ambos, Jungkook y Jimin, se miraron y rieron. El rubio camino hacia la banqueta para hacerle compañía al padre de la niña pues ella ya no lo necesitaba.

En silencio se situó a su lado, muy cerca a él, pierna con pierna y mano a mano. Se sentían extraños, las cosas entre ellos habían escalado con mucha rapidez, pasaron de comentar sobre el libro que habían comprado a extrañarse por no verse un día; y eso obviando aquel beso que habían compartido. Su historia tomó un camino bastante interesante y turbulento. Pero les gustaba.

Lado a lado, sus manos chocaban y sus meñiques se acariciaban, la tensión estaba ahí, solo se necesitaba empujar la situación. Así lo hizo Jungkook, tomaba la iniciativa porque se sentía bien. Puso su mano encima de la de Jimin y entrelazó sus dedos. Ambos rojos mirando como Hayoung jugaba con sus amigos.

Jimin se sentía nervioso, sentía que todo el mundo lo veía y que le juzgaban, sentía que todos sabían que antes despreciaba a Jungkook y que ahora hasta soñaba con él, sentía que lo tachaban de hipócrita. Se sentía inseguro, no sabía porque, su cabeza hacía mucho ruido y no le dejaba pensar bien. Los estruendos dentro de su cabeza no le dejaban ver los ojos ilusionado a su lado.

“¿Pasa algo?” Jungkook preguntó.

“No.” Dijo con simpleza, dejo de pensar y se enfocó en las hojas que caían. “Nada, solo me distraje.”

“Ya comienza a anochecer.” Señaló el piloto con la cabeza, el sol comenzaba a descender y perderse entre los muchos edificios. “Los atardeceres en este parque son muy lindos, ¿no crees?”

“Nunca me había fijado en alguno, siendo sincero.” Sonrío. “Pero hoy podría ser el día, así te doy la razón.”

“Claro.” Río.

En silencio observaron el cielo, cuando se comenzó a pintar de naranja Jimin tuvo la necesidad de mirar a Jungkook, los ojos afilados sobre su perfil lo distrajeron así dándole su atención al maestro. Se observaron mientras los reflejos del atardecer pintaban sus rostros y el deseo renació en sus poros, estando tan cerca y a la vez lejos, sintieron la necesidad de sentirse mucho más. Las manos entrelazadas no bastaban. No.

Necesitaban algo más.

Así que se besaron. Ante la vista de todos, ante la luna que había salido a pasear, no tendrían porqué ocultar aquello que nacía en su corazón.

El beso fue corto, aún así, se sonrieron como si se hubiesen besado por horas.

Se sentía bien.

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