22.
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No sabía que la risilla de un niño pudiese causar alivio en el alma hasta que experimentó como los pedazos de su ser volvían a su lugar de origen. La risa de Hayoung era una melodía que sanaba todos los golpes que habían sido recibidos por su alma años atrás, el brillo en sus ojos le hacía olvidar las grietas de su corazón y su mano cálida entibiaba las noches de insomnio. Su hija era todo lo que necesitaba en tanto tiempo y aún así… no supo aceptarlo por el luto eterno.
“Mira esa bubuja.” Señaló con su mano rechoncha. “Parece un tasero.” Y rió hasta que sus mejillas se tornaron rojas.
“Un pequeño tasero.” Repitió Jungkook riéndose junto a su hija.
El velo negro que cubría su cabeza había sido retirado hace poco, comenzó a ver más allá del pasado y se centró en el presente; incluso fantaseaba con el futuro. Sabía que Naeun estaría orgullosa de él, después de mucho tiempo se resignó a lo que pasó. Siguió el camino que le correspondía al lado de su pequeña hija.
“Etoy cansada.” Dijo Hayoung deteniéndose y haciendo un gran puchero, quería que su papá la levantará en sus brazos y se sentarán en alguna banca.
“¿La princesa se cansó?” Preguntó con una sonrisa. “¿Quieres un helado para refrescarte?”
“¡Sí!” Elevó sus brazos en el aire y pataleo contenta de que su papá cediera a sus caprichos.
Jungkook asintió y con su hija en brazos fueron a buscar algún carrito de helados para que compartieran el momento, al encontrarlo ambos se pidieron dos sabores; fresa y chocolate, hicieron un brindis con los conos y se sentaron a comer. Veían las nubes y le daban alguna forma, habían nubes de animales, flores e incluso monstruos.
El parque estaba lleno de niños y sus padres, las risas de los infantes se escuchaban como una melodía ruidosa en las orejas de Jungkook, disfrutaba ser padre, lo disfrutaba y mucho. Ese siempre había sido uno de sus sueños, tener un pequeño humano que compartiera la misma sangre y sus mismos rasgos, procrear un niño con todo el amor del mundo. Miraba a Hayoung y veía su sueño hecho realidad.
Claro, habían detalles que no encajaban en su sueño, pero ella estaba ahí, Hayoung su sueño hecho realidad.
“Pa.” Llamo, mordiendo la galleta de su cono.
“¿Qué pasa, corazón?” Le dio toda su atención mientras mordía lo último de su cono.
“¿Extrañas a mamá?” Preguntó con sencillez. Los niños decían las cosas tan ligeramente, su pesada pregunta se había elevado cual pluma.
El corazón y el estómago de Jungkook se hicieron un nudo al pensarlo. Claro que lo hacía, como el primer día en el que perdió al amor de su vida. Le había llorado océanos enteros y había perdido su fe tras noches seguidas de rogar porque se la devolvieran, extrañarla era poco.
“Mucho, la extraño mucho.” Dijo cortamente, su hija no necesitaba saber la gran falta que le hacía su esposa.
“Yo también. Aunque nunca la conocí, la extraño.” Sonrió colocando su pequeña mano sobre la mano de su padre, como si supiera que se había formado un nudo en su corazón. “Mi abuelito me dijo que ella era muy bonita y muy buena y muy chistosa y muy buena, ¿era así?”
“Lo era.” Sonrió nostálgico. “Era una mujer tan hermosa… ella tenía muchos pretendientes—”
“¡Pero te escogió a tiii!” Respondió emocionada.
“Sí.” Asintió conservando su sonrisa. “Era muy buena también, su corazón era enorme a pesar de todo, muy inteligente y muy graciosa. Tu madre era una gran mujer. Te pareces mucho a ella, demasiado, eres como una copia de ella.”
“¿¡En serio!?” Su sonrisa era tan grande que sus ojos se perdían entre sus cachetes gorditos. “¡Que monito!”
Jungkook pellizco una de sus mejillas y la abrazo, tratando de no llorar por la nostalgia que lo invadió. Si bien dejó su luto, nunca dejaría su amor por la madre de su hija, su corazón nunca dejaría de palpitar en dolor al recordarla.
“¿Aún la amas, pa?” Que pregunta. Que gran pregunta.
“Como el primer día.” Dijo sin pensarlo. Siempre lo haría, era parte de su vida desde que entró a ella y hasta que él deje este plano.
“¿Solo amarás a mamá?”
“No me impedire de amar, Hayoung. El amor no se debe privar, te amo a ti, amo a mis papás y estoy seguro que amaré a alguien más con la misma fuerza con la que ame a tu madre. Cada amor es especial y distinto, pero al final del día, es amor.”
“Je je, que bonito. Hablas muy bonito, pa.” Llevó sus manitas a las mejillas de Jungkook y las apretó.
Conversaron de dinosaurios y de animales que viven en el bosque mientras seguían sentados en la banca. Se levantaron de ella cuando el sol comenzó a ocultarse en la lejanía y el viento comenzó a soplar contra sus rostros.
En el camino tomados de la mano se encontraron con una cara familiar, ambos sonrieron al ver a Jimin. El maestro tenía un beanie y una chalina que lo abrigaban, caminaba con una bolsa de acuarelas.
“¡Maeto Jimin!” Exclamó la niña mientras se dirigía corriendo hacia su maestro. “¡Hola!”
“¡Hayoung!” Le saludo arrodillándose frente a ella para abrazarla. “¿Cómo estás?”
“¡Bien, vinimos a jugar con mi pa!” Le comento.
“Buenas tardes, Jimin.” Saludo Jungkook.
“Buenas tardes.” Le respondió.
“¿Qué hace por aquí?” Preguntó el hombre mayor.
“Fui a comprar unos materiales para la clase de mañana y quise cortar camino por el parque.” Sonrío. “Que bueno que los encontré.”
Jungkook se sonrojo, quiso desaparecer como un avestruz. “Sí…”
Por suerte su hija salvó su vergonzoso sonrojo tomando de la mano a Jimin para que jugarán en los columpios, Jungkook soltó un suspiro aliviado y trató de frotar fuera sus mejillas rojas. Solamente logró ponerse más rojo, como si se hubiera bronceado por el sol.
Cuando se rindió vio como Jimin empujaba a Hayoung en el columpio y recordó sus propias palabras, sonrío inconsciente.
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