18.
Todo parecía sacado de un cuento de hadas, o, de un sueño en el que las flores invaden cada rincón. Todo era colorido y lleno de vida, las risas de los niños hacían que el lugar viviera en alegría y tenga un brillo que jamás había visto. Tomando de la mano a Hayoung y agarrando las flores que su hija había recogido del parque ambos entraron al kinder.
“¡Mira, mira!” Señaló su hija dando pequeños saltos señalando el pequeño juego de peces que habían instalado.
“¿Te gusta?” Sonrió tomándola en sus brazos, caminó con ella hasta el pequeño simulacro de un riachuelo para ver cómo iba el juego.
“¡Juguemos! ¡Sí sí sí!” Dijo su niña moviendo las piernas y señalando las pequeñas cañas de pescar. Cambiaron unas de las tapas que simulaban monedas para tener dos cañas y pescar algún pescadito de plástico.
Era divertido, era fresco y le daba paz. La risa de su hija callaba todo lo que pasaba en su cabeza.
Los niños y sus padres tuvieron una hora para pasear por las pequeñas atracciones, todos se tomaron fotos y jugaron para cambiar sus premios, cuando una campana sonó los niños sabían que era hora del baile que tanto habían ensayado. Jungkook se sentó en la segunda fila, le pareció tiernas las pequeñas sillas que habían sacado de los cursos, apuntó su cámara hacia su hija y grabó cada paso que daba, los momentos se volvieron eternos y reemplazaron cualquier pensamientos amargo que tuvo del pasado, de lo que no pudo ser.
Después del baile, Hayoung se fue con sus amigas a jugar en otras atracciones, Jungkook la observó desde lejos apoyado en la pared. Sintiendo timidez cuando los demás papás se acercaron a sus amigos para conversar un rato, no había hecho nada de vida social en el kinder de su hija y ahora se sentía incómodo solo.
Hasta que tuvo compañía, era la otra mamá que estaba encargada de la logística.
“Hola.” Sonrío colocándose a su lado. Ella también tenía una limonada que había cambiado por uno de los premios. “¿Usted es el papá de Hayoung, no?”
“Hola, sí.” Sonrío amablemente. “¿Y usted la otra mamá de logística…?”
“Sí.” Rió ligeramente acomodando un mechón de su castaño cabello detrás de su oreja. “Me llamo Siyeon, un gusto.” Extendió su mano para presentarse.
Jungkook tomó la suave y fría mano para estrecharla. “Jungkook, el gusto es mío.”
“¿Como la pasa?”
“Bien, es relajante estar entre tantos niños.”
“¿Sí?” Rió ligeramente. “Es el primer padre que oigo decir eso.”
“¿En serio?” Levantó las cejas con sorpresa. “Tal vez a los demás papás no les gusta mucho el ruido, pero me parece que da vida el ruido provocado por niños.”
“Buen punto, un lugar vive cuando hay niños.” Bebió su jugo. “No lo había visto antes.”
“Mi trabajo no me permitía estar mucho tiempo con Hayoung, pero ahora que estoy de vacaciones puedo pasar todo el día a su lado.”
“Que lindo.” Una vez más puso su mechón tras su oreja. Y Jungkook no era un ciego, sabía que aquella guapa mujer le coqueteaba. Pero no estaba interesado.
Lo hubiera estado si tan solo a la distancia no se hubiera distraído con Jimin tomando de la mano a su hija, su mundo giró alrededor de aquella imagen tan cálida a la distancia. El maestro de preescolar se arrodillaba a la altura de su hija para limpiar su barriguita ensuciada por el césped, mientras le sonreía y apretaba su mejilla.
“Si me disculpa, Siyeon, iré a ver qué pasó con Hayoung, creo que se cayó. Fue un gusto conocerla.” Dijo.
“El gusto fue mío, espero verlo en otra ocasión.” Escucho de vuelta, solo sonrió amablemente.
Camino hacia su hija y su maestro lo más rápido que pudo, al estar cerca de ambos por todo su cuerpo corrió el nerviosismo que siempre le acechaba cuando estaba alrededor de Jimin.
“¿Qué pasó? Hola.” Dijo preocupado.
“Nada de qué preocuparse.” Respondió Jimin.
“Nada.” Sonrío Hayoung, ignorando a su papá para volver a corretear con sus amiguitas.
“Solo se revolcó en el pasto y se ensució de tierra, pensé que se había caído, pero estaban jugando a ser cerditos.” Jimin se levantó mientras hablaba con Jungkook.
“¿Ah, si?” Rió por el ocurrente juego. “Nunca había oído de ese juego.”
“Yo sí, muchas veces, algunos hasta se revuelcan en barro, por suerte Hayoung no lo hizo.”
Jungkook asintió, colocó sus manos en sus bolsillos por el nerviosismo y trató de pensar en que decir para que la conversación siguiera.
“Que linda actividad, felicidades.” Dijo.
“Ah, no es algo por lo que deba llevarme crédito, es el esfuerzo de todos los papás por esta actividad.” Sonrió mirándole, haciendo que Jungkook quiera temblar de los nervios. “Me gusta ver cómo mis niños disfrutan tiempo con sus papás, son en estas actividades donde fortalecen el lazo familiar y es tierno de ver.”
“Vaya que sí, será una bonita memoria a la larga.” Asintió. “Espero que haya más festivales o actividades de la misma índole, ayudaré con todo el gusto.”
“Es bueno oírlo.” Dijo. “Me alegra ver mucho el interés por estar cerca de su hija, señor Jeon.”
“¿A que se refiere?”
“Cuando empezó el ciclo, usted ni siquiera aparecía en las reuniones, pero ahora hizo hasta lo que no le correspondía para que el festival estuviera de pie. Su interés por Hayoung me alegra.”
“Nunca es tarde para hacer bien las cosas, ¿no?”
Jimin le miró a los ojos, quiso encontrar alguna mentira. Aún creía que era un mal hombre, pero ya no pudo acusarlo de hostilidad hacia su pequeña cuando encontró amor al hablar de Hayoung. Ya no podía seguir juzgandolo.
“Claro, nunca es tarde.” Dijo suavemente, algo hipnotizado por los escasos lunares que adornaban el rostro de Jungkook.
“¡Paaaaaaaaa!” Fueron salvados de un silencio incómodo por Hayoung, la niña abrazó por las piernas a su papá y le pidió que le alzara. “Tengo hambe.” Dijo frotando su barriga.
“Espera un momento más, iremos a almorzar lo que tú quieras, ¿si? Solo aguarda.”
“Pero que maeto Jimin venga.” Señaló con su pequeña mano y sonrió.
“¿Qué dice?” Pregunto Jungkook, hablando impulsivamente sin pensar claramente. “¿Nos acompaña a almorzar?”
“Ah-pero, uhm… tengo unos pendientes por lo que tardaré y—”
“Lo podemos esperar.”
“¡Ti!” La niña elevo sus brazos en alegría.
“Bueno, trataré de ser lo más rápido posible. Gracias por la invitación.” Dijo con una sonrisa tratando de solo mirar a su alumna. Porque sentía algo de nerviosismo imaginarse sonriéndole a Jungkook.
El tiempo pasó, exactamente esperaron una hora y media por Jimin, los tres se subieron a un taxi que los llevaría al restaurante favorito de Hayoung. A la pequeña niña le encantaba la pasta, así que fueron a uno de los mejores restaurantes italianos.
Jimin se sintió apenado estando en un lugar tan caro, quiso pedirse lo más barato pero Jungkook, muy amablemente, le dijo que no le preocupara el precio pues era un invitado. Disfrutaron de la mejor pasta entre anécdotas e invenciones de la niña, la tarde fue tan cálida que pasó volando. Entre pasta y helados reían en el restaurante italiano, un día lleno de flores y colores, lleno de calidez y hogareño.
El pequeño cuerpo de Hayoung se dio por vencido en la silla del restaurante, se durmió a pesar del jazz que se escuchaba, así que tuvieron que salir del restaurante dando por terminado su almuerzo de tres.
“Gracias por la invitación.” Dijo Jimin, una vez más. Se sentía avergonzado por haber hecho que alguien gastará tanto en él.
“No agradezca, fue un gusto almorzar con usted, sobre todo cuando Hayoung lo aprecia tanto.” Diría que él también lo aprecia, pero su cabeza se volvería un caos.
“Nos vemos, Jungkook.” Se despidió haciendo parar un taxi.
“Nos vemos.” Le sonrío yendo hacia el taxi que lo esperaba.
Una vez más, aún cargando a su hija en sus brazos, tuvo la necesidad de observar si los ojos de Jimin le seguían como los suyos hacían. Se dio la vuelta y un gran suspiro fue robado de sus pulmones.
Por primera vez, Jimin también le estaba mirando. Al fin, sus ojos se habían encontrado en la lejanía.
Ambos solo se sonrieron tímidamente y siguieron con su camino. Una calidez indescriptible invadió el pecho de Jungkook.
Tal vez, no estaba tan mal sentir algo por un hombre. Porque se sentía bien, su corazón se sentía bien.
🧸
Jungkook ya acepto que siente algo por Jimin :3 se viene lo chido
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