Capítulo 34
SAMUEL
Su dulce fragancia invade mis fosas nasales. Estar a solas con ella en un espacio tan reducido me hace desear arrancarle ese vestido y ver qué secretos esconde debajo de el. Me siento tan atraído por su inocencia,
su belleza, su sensualidad. Todo de ella me encanta y me enloquece. Me asusta lo que me hace sentir. Creo que estoy... Ella hace ese gesto que me enloquece y todo pensamiento coherente queda olvidado al verla morderse el labio, se me pone más duro aún.
A la mierda la resistencia. La deseo. Deseo a Andrea del Junco, con todo mi ser.
—¡Joder! —Gruño
ésta mujer me está enloqueciendo a un nivel imaginable, yo no sé si ella es conciente de lo que está provocando en mí.
No aguanto la distancia que nos separa y me abalanzo encima de ella perdiendo todo mi auto control. Quiero tocar su todo su cuerpo, quiero sentirla, saborearla.
La empujo contra la pared del ascensor agarrandole ambas manos y las sujetos por encima de la cabeza para que no pueda tocarme. No soporto el toque de nadie, excepto el de mi hija. Con mi otra mano agarro su nuca y de forma desesperada la beso. Ella gime.
Oh dulce Jesús, es el canto de una sirena. Meto mi lengua dentro de su boca. Cómo deseo ésta mujer.
Ella me responde de inmediato de forma voraz y desesperada.
—Andrea, eres tan hermosa y sexy—susurro y tiro de su labio inferior.
Sin darle tiempo de reaccionar la beso nuevamente, su lengua toca la mía, rozo mi erección en su vientre, y ella gime nuevamente.
Mi mano baja hasta sus pechos, acaricio sus pezones ya duro por encima de la tela del vestido. Maldita sea, mi pantalón me está estorbando.
Suelto sus deliciosos labios y beso su cuello. Mi mano abandona sus pezones y baja hasta su culo.
Joder, ésta mujer es impresionante... Está buenísima.
El sonido del ascensor hace que nos separemos bruscamente, las puertas se abren, y Andrea sale corriendo.
¿Pero que? — ¡Andrea... Detente!
Practicamente salgo corriendo detrás de ella, hasta en la acera y logro alcanzarla.
— Por favor no te vayas—no me dejes así Andrea... Estoy muy duro, necesito alivio y sé que tú también lo necesitas.
— Debo irme... Por favor déjame irme responde con tono suplicante
— no puedo—no puedo ni quiero dejarte ir... Quédate conmigo Andy, por favor no te marches — debemos hablar de lo que acaba de suceder en el ascensor—debí presionar el botón stop, en éste preciso momento ya te hubiera arrancado ese sexy vestido que llevas puesto.
— No hay nada que hablar... No debió suceder
Se aleja hasta situarse delante de un saab negro del año. Deduzco que es su coche.
— Por favor... Ven conmigo.
Hace caso omiso a mis súplicas y se sube a su saab, dejandome solo ahí parado como un idiota.
El coche empieza moverse y de a poco se va alejando.
Soy un estúpido, ¿Cuando había perseguido a una mujer? Si no quiere estar conmigo, no le rogaré. Solo con llamar a Beatriz puedo tener una sumisa.
¿A quien quiero engañar? Andrea me tiene babeando por ella... Joder ¿Que me está haciendo?
Regreso al edificio, los empleados me observan con sorpresa momentáneamente, pero inmediatamente se recomponen.
Ya sé que soy un idiota que salio corriendo detrás de una bonita mujer.
De regreso a mi oficina me encuentro sonriendo como un tonto. La he besado nuevamente, una vez más volvi probar sus deliciosos labios, aunque me dejó con una gran erección.
— Sofía, tráigame un sándwich.
— ¿De qué?
Ésta mujer me quiere sacar de quicio. Odio a la gente inepta, y Sofía es muy inepta, sólo porque es la hija del senador Gómez no la he despedido.
— De pollo y mayonesa.
— Si señor ¿Desea algo para beber?
— Zumo de arándanos.
— Ok.
Mientras espero por mi sándwich decido llamara a una florería.
— Floristería; los pétalos rojos ¿Con quién tengo el gusto de hablar?Contesta la voz de una mujer desde el otro lado de la línea.
—Buenas tardes, soy Samuel Gallardo.
— Mucho gusto señor Gallardo, ¿Que puedo hacer por usted? — Añade
— Quisiera ordenar un ramo de rosas blancas, para ser exacto quiero una orden de veintiun rosas.
— Por supuesto, díganos la dirección y se lo hacemos llegarres—ponde la mujer.
Doy la dirección de Andrea.
— ¿Quiere incluir algún mensaje?¿Un mensaje para Andy? ¿Que podría decir el mensaje? Tal vez: Me haz dejado con una gran erección.
Por supuesto que no.
— Gracias por regalarme lo más hermoso de este mundo — las palabras salen involuntariamente.
— ¿Quiere que diga eso su nota? —Si.
— De acuerdo, sus flores serán enviada a la dirección que nos dió ¿Quiere una hora especifica?
—A las siete de la tarde—quiero asegurarme que Andrea esté en su casa para recibirlas.
— Ok ¿Algo más?
— No, me envía el costo de las flores y el envío por correo para hacerle el depósito.
— Vale, envíeme su correo electrónico.
❋❋❋
Intenté trabajar pero no pude apartar a Andrea de mi cabeza. Los recuerdos de nuestro apasionado encuentro en el ascensor me interrumpía a cada momento, y como consecuencia me quedaba con una erección.
Nunca me había sucedido esto, mi vida está cambiando drásticamente... Antes que Andrea irrumpiera nuevamente a mi vida, todo era fácil, ponía a las personas en el sitio que yo quería, tenía mi sumisa cada fin de semana, cuando quería estar solo me iba navegar en el The Sole , o simplemente estaba en el aire en el Jazztel. Cuando salía a algún sitio por lo general estaba acompañado de Beatriz, o iba a casa de mis padres, pero ahora nada de eso me apetece, o no tiene sentido para mí, solo hay un sitio donde quiero estar y es con Zoe y Andrea.
❋❋❋
Regreso a mí ático alrededor de las siete con diez minutos.
— Buenas noches señor Gallardo—me saluda la señora López con amabilidad.
—Buenas noches María.
—La cena estará lista en unos veinte minutos, mientras espera ¿Desea algo de beber?
— No se preocupe por mi, no quiero nada por ahora, usted tómese su tiempo.
Se queda viéndome.
¿Que le sucede a mi ama de llaves?¿Por qué no regresa a la cocina?
—¿Que ocurre María?—Pregunto curioso al ver que no se retira.
— Quisiera hacerle una pregunta, obviamente sí usted desea responderme... No quisiera incomodarlome dice cautelosa—tampoco es mi intención inmiscuirme en sus asuntos personales.
— Por favor pregunte—la animo a que hable.
Ella inspira profundamente, como si se estuviera armando de valor.
— Néstor, me ha comentado que su hija es preciosa ¿Tendré el placer de conocerla?¿Que?¿La traerá a ésta casa?
¿Traer a Zoe aquí?¿Un fin de semana con mi hija y Andrea?¿Como una familia? Sacudo mi cabeza y saco esos pensamientos de mi cabeza.
—No he hablado con Andrea—la madre de mi hija—de traer a la niña a ésta casa—le digo
— Ya veo—me dice.
— Pero tomaré en cuenta su sugerencia de traer a mi niña para que puedas conocerla—le digo sonriente y ella me devuelve la sonrisa.
—Se lo agradezco—¿Por qué? — Continuaré preparando la cena—añade y se va hacia la cocina.
¿Que ha sido eso? Mi personal no debería inmiscuirse en mi vida privada, pero es la señora María, la mujer que se encarga de mi casa.
Miro mi reloj, son: 19:17
Andrea ya debió recibir mis flores, la llamaré por teléfono para averiguar si recibió las rosas que le envié. Quiero escuchar la voz de Andy y de Zoe.
Me dirijo a mi estudio para hablar con mis mujeres. ¡Mierda, no! Ya estoy pensando en estupideces.
Llego a mi estudio, tomo asiento en mi sillón y marco el número de la casa de Andrea.
—Casa de los del Junco ¿Quien habla?—;¡Joder! No es Andrea que contesta, es la señora Cayetana.
— Buenas noches señora Cayetana, soy Samuel Gallardo ¿está Andrea, en casa?Pregunto ansioso
— Buenas noches señor Gallardo, Andrea está ocupada con el joven Horacio Luján¡¿Pero que demonios?! ¿Que hace ese imbécil con mi nena?
No es tu nena Samuel. Siento un extraño sentimiento de rabia y celos.
Ese hijodeputa quiere meterse en las bragas de Andrea ¡Maldita sea!
—¿Y mi hija?—Me apresuro de decir tratando de aparentar tranquilidad.
— La niña Zoe, está con ellos—genial, Zoe está con ellos, aún así el imbécil de Horacio no tiene ningún derecho de estar cerca de mis mujeres... Ellas son mías.
—¿Desea hablar con alguna de ellas?
— Con las dos—no las quiero cerca del Idiota
— Espere un momento por favor—no me iré a ningún lado
Después de un minuto y que para mí fueron como una eternidad, me responde Andrea
—¿Samuel?—Esa es la voz entrecortada de mi chica. ¿Tu chica Gallardo? —Andrea anhelaba escuchar tu voz.
— Creo que te llamado con el pensamiento—¡Estaba pensando en mí!
—¿Asi? ¿Por que?
— Quería darte las gracias por las flores, son hermosas... Gracias.
Ya las recibió. — Me alegro que te hayan gustado
Ella no dice nada pero la escucho respirar y mi miembro da un brinco.
— ¿Que estás haciendo?—Me pregunta e interrumpe el silencio.
Estoy pensando en ti.
— Aquí, hablando por teléfono contigo—noto que sonríe.
— Quiero comentarte algo.
— Dime—pídeme que vaya a verte o dime qué vendrás tu a verme, deseo probar esos deliciosos labios nuevamente.
— Tus padres estuvieron aquí. — ¿Soledad y Jose Antonio? Espero que no hayan ido en compañía de Beatriz.
— Dime que no fueron descortés contigo o con nuestra hija.
— Nada de eso, yo los encontré cuando regresaba a casa, pero mi padre estuvo con ellos... Según él tus padres estaban emocionados por estar con Zoe.
De mi madre no tengo ninguna duda, ella es una gran mujer, y se emociona con facilidad pero mi padre no, me pregunto a qué fué o qué pretende.
— Ya veo, en todo caso hablaré con ellos, no quiero que te incomoden.
— No te preocupes, no tuve la oportunidad de charlar con ellos, pero conozco un poco a Soledad, y me parece una gran mujer, además de ser una gran profesional.—Así es mi madre.
— ¡¿Estás hablando con mi papi?!Esa es la voz de mi pequeña.
— Si cariño, estoy hablando con tu padre—le dice Andrea.
— ¡Déjame hablar con el, quiero saludarlo!
— Samuel, alguien quiere saludarte—sonrío mientras el pecho empieza hincharse de orgullo.
— Ya la escuché, pásamela.
—¡Papi!—Chilla con emoción
— ¡Princesa! ¿Cómo estas?
—Bien ¿Por que no viniste a verme hoy?—Me reclama
— Estuve ocupado ¿Quieres que ahora vaya a verte?¿Yo estoy sugeriendo algo así?
—¡Si! Ven por favor—responde entusiasmada
— Entonces iré a visitarte más tarde —
— No tardes, estaré esperándote.
— Vale, ahora pásame con tu madre.
— Mami, mi papi quiere hablarte.
— ¿La princesa se salió con la suya?—Dice
— Creo que si, no te molesta que vaya a visitarla. — Por supuesto que no.
— Quiero verte, debemos hablar—si nena, no solo iré a visitar a mi hija, iré a verte ati.
— Samuel, yo... — Susurra — ésto no puede continuar así.
Por supuesto que no, la atracción es más que evidente entre los dos.
— Debo poner limites—añade.
— Andrea, hablemos cuando nos veamos.
— Vale. Te espero.Cuelga
¿Poner límites?¿A qué se refiere con poner limites? Dejo el telefono en su lugar y salgo de mi estudio.
— María, no cenaré... Lo siento pero iré a ver a mi hija.
— No se preocupe señor Gallardo—me dice amablemente mientras me mira sorprendida.
Para mí también es una novedad, me hace ver el mundo con otros ojos y a la vez me hace sentir culpable,
no las merezco, mi vida está jodida con cincuenta sombras. Sombras que tal vez las alcancen y termine perdiendolas.
❋❋❋❋❋❋
Espero les este gustando
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