Capítulo 17
SAMUEL GALLARDO.
— ¡Lo hicimos Samuel! la próxima semana nos reuniremos con los dueños de Z&A—me dice Valeria muy entusiasmada—y no sólo eso... Si el dueño de Z&A firma el acuerdo será un feo golpe para Restrepo S. A
Restrepo S. A es una sociedad anónima y es mi más fuerte competidor en lo que es fusiones y adquisiciones, el año pasado logró asociarse con una marca de celulares, la misma marca con la que yo pretendía asociarme, pero su maldito representante se adelantó y logró quitarme el acuerdo... Actualmente esa marca de teléfono está en tercer lugar de ventas en el país, yo lo hubiera posicionado en el primer lugar, seguramente hubiera logrado destronar a Apple o Nokia. Lo que es extraño de esa sociedad es su verdadera heredera. Se dice que la verdadera dueña del holding es muy joven, que incluso no se ha hecho cargo de la empresa por falta de experiencia, otros dicen que renunció dirigir su empresa por qué tenía pésima relación con su padre, el señor Emilio0 Restrepo, fundador y dueño de Restrepo S. A. Yo he tratado de investigar quién es la dueña, pero Antonio solo pudo averiguar su nombre: Andy Restrepo, pero me dijo que lo más probable es que sea un nombre falso.
— Genial Valeria, si logramos un acuerdo con esa empresa de muebles, Gallardo House saldrá ganando. Tengo los últimos informes de Z & A y al parecer sus muebles están siendo muy cotizados en el mercado estadounidense, pero no sólo eso, éste año están planeando expandirse a España, Inglaterra, Alemania y Italia—Y aquí en el país es la tercera empresa en exportar muebles a Sudamérica—digo muy feliz por el contrato que estoy por firmar.
—¿Y la editorial y C&C House?—Pregunta Valeria.
—La editorial estoy pensando, y C&C house tiene riesgo de quebrar, pero sacaré las utilidades o tal vez le inyecte el suficiente dinero para que pueda reflotar.
—Ya veo, mañana me reuniré con la junta directiva de C&C House.
— Bien. — Ahora me voy a mi oficina—Valeria se retira sonriente.
Y quien puede culparla, si todo resulta como lo hemos planeado, la asociación de Gallardo House y Z& A me hará más rico aún. Transformaré esa lujosa mueblería en la número uno, sus muebles serán conocidos en todo el mundo, ellos los producirán y mi empresa se encargaré de exportarlo.
Un golpe en la puerta me distrae sacándome de mis pensamientos.
— ¡Pase!—Grito, no puedo ocultar mi buen humor.
— Hola, Señor Gallardo—es Flavio ¿Que demonios esta haciendo aquí?
— Flavio ¿Tú aqui?—Me sorprende verlo aquí ¿Que querrá?.
Me pongo de pie y me acerco a él
—¿Que te trae por aqui? — Le tiendo la mano y nos damos un apretón de manos.
— He venido a invitarte a comer algo por ahí, y desde ya te advierto que no acepto una negación—el sonríe y me da una palmada en el brazo.
—Acepto—iré a celebrar mi nueva adquisición.
— ¿Que?—Murmura con asombro — Estoy soñando ¿Verdad?—Realmente te he sorprendido —Flavio.
— No estás soñando, quiero celebrar una gran adquisición.
—¿Y eso?—Pregunta curioso.
—Vamos y en el camino te cuento.
Flavio y yo salimos de mi empresa.
—¿Podemos pasar por Irina en el hospital?—Sugiere.
Pensé que sería un almuerzo de hermanos, no quiero que la bruja de mi cuñada nos acompañe.
—Pense que seríamos los dos—no oculto mi decepción, él sabe que no me cae muy bien su novia.
—No seas así con mi novia—me recrimina mi hermano — deberías darte el tiempo de conocerla mejor, ella es fantástica—¿Enserio? Debes estar ciego... Esa mujer es insoportable cuando se lo propone.
— Si tú lo dices—añado sarcástico.
— Por favor Samuel.
— Esta bien, iremos por tu novia al hospital—joder. Iré a comer con la señorita Belmonte " que honor" his Hemos llegado al hospital y ambos salimos de mi coche.
— Creo que me quedaré en el coche—mamá no está para ir saludarla, ella se fue a casa de los abuelos.
— Vamos, seguramente Irina se ha quedado entretenida con algún niño... Además quiero asegurarme que no te escaparás.
Ya estaba pensando en irme para no verle la cara a tu novia
— Te acompañaré para que no me jodas—le digo resignado.
Ésta te lo cobraré hermano. Entramos al hospital y caminamos por los pasillos. Éste lugar es deprimente, además de oler a cloro.
— Disculpe, pero ¿Usted sabe donde esta la señorita Irina Belmonte?—le pregunta Flavio a una enfermera.
— Está en el piso siete, en la unidad de cuidados intensivos.
—Gracias—responde Flavio.
Mi hermano y yo nos dirigimos al ascensor. No puedo creer que estoy haciendo ésto.
En el piso siete Flavio le pregunta a otra enfermera por su novia y la enfermera nos señala una habitación.
— Gracias.
Flavio se acerca a la puerta. Escuchamos voces, creo que es la voz de Irina, Flavio empuja la puerta, y si... Ahí está la señorita Belmonte leyendole a una niña.
—Hola—dice mi hermano, su novia gira la cabeza hacia él y le sonríe.
—Hola amor—Irina se pone de pie y se acerca darle un casto beso a mi hermano—Samuel ¿Que haces aquí?—Añade la bruja Belmonte viendome.
— Mi hermano insistió para que lo acompañe. — Ya veo. —¿Y esta bella niña?—Pregunta Flavio.
— Les presento a Zoe del Junco, — ¡¿Cómo?!Zoe: ellos son mi novio y mi cuñado—dice Irina a la niña.
—Hola, yo soy Zoe del Junco—responde la niña con voz débil.
Del Junco... Zoe del Junco
¿Por qué dejarás morir a mi Zoe? Las palabras de Andrea resuenan en mi cabeza... No pude ser. ¡Enserio, no puede ser! ¡Es ella... la hija de Andrea. Mi hija!
Mi corazón empieza bombear más rápido. ¿Por qué dejarás morir a mi Zoe? Por Dios, esto no me está pasando.
Miro momentáneamente la niña ¡Sus ojos son idénticos a los mios! Su cabello es castaño, su pequeña nariz es similar a la mía ¡Maldita sea! Siento que me ahogo, trato de aflojar el nudo de mi corbata... Mierda me falta el aire... No puedo respirar.
—¿Estas bien?—Pregunta Flavio preocupado—te haz puesto pálido de repente.
— Te espero afuera... No me siento bien, debo salir de aquí—susurro y miro la niña. Ella solo me observa pero no dice nada.
— ¿Seguro?¿No quieres que llames a una enfermera? No te veo nada bien¡—Por supuesto que no estoy bien! — Pareciera que hubieras visto un fantasma — añade mi hermano.
—Los espero afuera. La niña me despide con su mano.
Ésto es muy fuerte para mí, mi corazón late a mil. Mis piernas niegan moverse.
¡Reacciona imbécil!
Salgo de la habitación.
¡Joder! Ella no mintió. Por Dios, soy lo peor... No merezco nada de ella.
—¿Señor, se siente bien?—Me pregunta una enfermera —Si —miento.
Estoy de todo menos bien, las apariencia pueden ser engañosas.
— ¿Seguro? — ¡Si!
La enfermera se va dudosa ¿Tan mal me veo? Será mejor irme, no sé que hacer, siento que mi cabeza va explotar. Lo único que sé es que me faltarán días en mi vida para arrepentirme por haber tratado a Andrea en la forma que lo hice.
Fuí muy cruel con ella... Nunca me perdonará, y no lo merezco... No merezco su perdón.
Salgo del hospital desesperado, y me subo a mi coche. Necesito ver a Arturo.
Con manos temblorosas agarro el volante.
Soy lo peor de este mundo, no merezco respirar el aire que respira Andrea. No le creí, pensé que estaba mintiendo.
¡Maldita sea ¿Por qué no le creí?!
Cierro los ojos y de inmediato el recuerdo de Andrea llorando desesperada en mi despacho aparece en mi mente para atormentarme, castigarme.
El sonido de mi telefono me saca de mis recuerdos. —Bueno—digo tratande de fingir tranquilidad
—Samuel ¿Dónde estás?—Flavio está preocupado... Si supieras el hermano que tienes no te molestaría en preocuparte—¿Estás bien?—No, y me lo merezco.
—Disculpa me tuve que regresar a la empresa, se me presentó algo urgente en la oficina.—Me disculpo mintiendo.
—Esta bien, pero mañana almorzamos si o si—añade mi hermano.
Cuando descubras lo que he hecho no querrás verme. —Ya veremos—digo y cuelgo.
No quiero que nadie sé dé cuenta de como me siento por ser un estúpido hijo de puta. Soy un hombre egoísta sin corazón... Ella lo sabe, ella ya conoció al mounstro.
Mientras conduzco, siento la necesidad de llamar a Andrea y pedirle perdón, pero ella no lo hará porque no me merezco nada de ella.
Llego a la consulta de Arturo Castro, y de inmediato salgo de mi coche.
—Buenas tardes señor Gallardo—la asistente de Arturo me saluda de forma coqueta y agita sus pestañas.
—Necesito ver a Arturo, ¿Él está?—No tengo cita con él hoy, pero me urge verlo.
— Acaba de irse el paciente que estaba atendiendo. Pase
Me dirijo a la puerta y toco. —Paseme costesta Arturo con su acento británico.
Entro como un torbellino .Estoy agitado, desesperado... No sé que hacer.
—Samuel—¿ Que estás haciendo aquí? Que yo recuerde no tenías cita el día de hoy ¿Estás bien?—Él se da cuenta que no estoy bien.
—Hola Arturo—lo saludo nos damos un apretón de mano. —¿Como estás?—Digo al ver que me mira preocupado.
— Me conoces Gallardo, estoy preocupado. Pero me imagino que no estás aquí para ver como tu psicólogo esta ¿Verdad?—Me sonrie.
—No... Estoy aquí por qué no se que hacer, hay un asunto qué sé me está escapando de las manos—digo.
— Entiendo, siéntate.
Me siento en el sofá más grande y fijo mi mirada en el piso
Lo haz jodido Gallardo, realmente lo haz jodido... Ella te dijo la verdad y tú no le creíste, le haz hecho un daño irreparable al no confiar en su palabra.
—Te escucho—añade Arturo y se sienta en uno de los sillones orejeros.
Me cruzo las piernas mientras Arturo me observa atentamente y juega con su bolígrafo.
Habla hijo de puta ¿O los ratones te han comido la lengua?
—¿Recuerdas que te comenté que tuve relaciones con una niña de quince años?—Empiezo decir.
— Por supuesto ¿Que sucede con eso? ¿Te han denunciado por pedofilia?—Pregunta. — Estás asustado.
Cómo no estarlo si acabo de descubrir que tengo una hija.
— No... Nada de eso, lo que sucede es que ella regresó — ¿La haz visto?
— Si.
— ¿Y que sentiste?
— No sé... Es algo abrumador, no sé cómo expresar lo que siento... Me duele.
—Samuel, tu sabes lo que pienso—no me lo digas por favor—te enamoraste de ella y no quieres aceptarlo.
¡Joder Arturo!
—El amor es para la gente buena como ella, no para un monstruo sin corazón como yo—recuerdo que asi me dijo Andrea y tiene razón.
—Samuel ¿Hasta cuando seguirás con tu autodesprecio por ti mismo? Ahora estás peor—me recrimina. — Habíamos avanzado y tú te empeña en retroceder ¿Que es lo que está pasando contigo?
Si supieras Arturo.
— Ya te dije; ella ha regresado.
— Y te afecta demasiado ¿No es así.
— Si, pero hay algo más.
— Dime.
— Ella regresó y me dijo que tengo una hija — le suelto. — ¿Enserio?.
Arturo Castro está sorprendido. No lo esperabas ¿Verdad? Ni yo logro asimilarlo.
—Si. —¿Y que harás?—Añade asombrado.
—No sé... No puedo acercarme a ellas. —Digo pasando mi mano por mi pelo.
—¿Por que no? Tienes una hija, debes acercarte a ella y conocerla.
— No.
— ¡Dame una razón para no hacerlo! —Exclama Arturo desconcertado.
—Porque ellas son seres inocentes y buenas, y yo soy el mismísimo satanás.
—¿Esas son palabras de la señora Alcázar?—Me pregunta. — Por qué seguramente ya recurriste a ella para pedirle consejos ¿No es así?.
Arturo tiene un pésimo concepto de Beatriz — Si y no. El punto es lo que soy—me pongo de pie. — ¿Y que eres?.
— Ya lo sabes... Soy un monstruo que ni siquiera su madre biológica quiso.
— Hablaremos de eso otro dia, ahora concentremonos que eres padre.
— Andrea no debió quedarse embarazada de mi, ella no debió mezclar su sangre con la mía para crear una niña... No merezco reproducirme... No quiero hijos—¿Por qué voy a pretender tener hijos, si mis genes son horrible?
—Samuel, ser padre es lo mejor que un hombre puede pasarle—tal vez para ti.
—Eso es para ti, pero no para mi—añado con determinación.
—Eso no es verdad Samuel, eres un hombre equivocado en la vida pero eres una persona buena—trata de convencerme.
—No soy una buena persona... Soy lo peor—digo pensando en la forma que humille a Andrea en mi oficina.
— Se que estás confundido, necesita tiempo para asimilar que tienes una niña.
—Arturo, cuando ella acudió a mi, la traté de la peor manera—de sólo recordarlo se me oprime el corazón.
—¿Que le hiciste?.
— La humillé... le dije palabras hirientes, no le creí—murmuro sintieéndome un estúpido e imbecil.
—Entonces debes trabajar mucho para que ella te perdone, no será fácil —me advierte.
—Ella no va a perdonarme—le aseguro.
Estoy seguro que Andrea jamás va a perdonarme, ni yo podré hacerlo.
—Samuel, debes acercarte a tu hija. Necesitas crear un vinculo de padre e hija... Sé lo desconcertado que estás, pero con el tiempo te darás cuenta que tú hija es lo mejor que te pudo haber sucedido... Es un regalo.
—No se—me limito en decir.
Me siento nuevamente... Ya no quiero hablar, todo éste asunto me tiene realmente mal.
—¿Por que me dijiste que estabas preocupado?—Desvio su atención, quiero olvidarme unos minutos de todo ésto.
—Conocí a una mujer por que mi amigo, el doctor Guerra me la presentó —dice preocupado.
—¿Que sucede con ella?—finjo curiosidad.
—Ella tiene su hija con leucemia y esta destruida. Me pongo tenso inmediatamente. —¿Leucemia?—Digo con un hilo de voz.
La niña tiene leucemia.
—Si, y lo mas probable es que la niña muera—responde. ¡Mierda!.
El ritmo cardíaco empieza aumentar una vez más. ¿Será ella?.
—¿Como se llama la mujer?
—Andrea del Junco— añade y me quedo de piedra.
Esto es un castigo.
Por eso ella recurrió a mí, para salvar la vida de su hija y yo se lo negué.
—Me tengo que ir —susurro y me pongo de pies.
— Estás muy extraño, pensé que ¡vamos seguir hablando!.
—Recordé que debo hacer algo importante—le tiendo la mano para despedirme de el.
—¿Estas bien?—Me mira curioso.
—Si—no estoy bien.
—Adiós Arturo—me despido.
Tal vez no consiga tu perdón Andrea, pero te devolveré la esperanza.
Maratón (1/6)
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