Prólogo: Ban el hombre inmortal
Ya hace varios siglos que estoy encerrada en la prisión Baster. No sé si tres, cuatro, o que. Solo sé que estoy aquí injustamente.
- ¡Jerichó! - grito desde mi celda inmóvil
Pasan unos minutos y la mencionada se planta delante de la puerta de la celda.
Entra dentro, y cierra detrás de sí.
- ¿Qué quieres Iris? - dice sin alejarse mucho de la puerta
- Tengo hambre - me limito a decir
- Los condenados a muerte no tienen derechos a pedir nada. Lo siento por ti - dice Jericó
- Joder ... - susurro para mis adentros - Hace siglos que no como nada
- Pues plantéate el morir ya no? - dice mientras vuelve a abrir la puerta para irse de la celda
Jerichó se va, me quedo otra vez sola en esa oscuridad abrumadora.
Oigo las voces de mis camaradas. Sus gritos suplicantes, sus agonías. Oigo sus últimas palabras.
- ¡Jerichó! - la llamo otra vez en la oscuridad
Oigo sus pasos firmes y sonrió para mis adentros.
- ¿Qué quieres ahora? - dice
- ¿Por qué no tengo compañeros de celda? - pregunto
- Por qué sería desagradable estar con alguien que no envejece nunca y por mucho que te torturen no mueres - dice ella
- ¡Señorita Jerichó! ¡Tenemos problemas con el zorro! - grita un soldado
- Joder... otra vez - dice suspirando - Te voy a dejar aquí un rato Iris
Y dicho esto se va, dejándome sola otra vez.
- Ese estúpido zorro...
No sé quién es, pero siempre que parece que voy a tener una conversación decente con la cabellera sacro está él la lía.
Pasan los minutos, y la prisión se revolotea ...
- ¿Se les escapara alguien? - digo - Es mi oportunidad
Intento liberarme de las cadenas que me atan a la pared. Un esfuerzo inútil a pesar de todas las heridas que tengo.
Un enorme terremoto jueves yo con gritos destrozan la cárcel y la pared que me ataba se rompe e fragmentos.
Las cadenas siguen atadas a algunos ladrillos en el suelo, por al ser más pequeños puedo salir corriendo.
Cojo los ladrillos que atan mis pies y empiezo a buscar la salida.
Encuentro un hoyo y salgo a la luz.
El sol deslumbra mi vista, su calor... Hacía años que no sentía este calor. Me quema la piel, el viento mueve mi larga caballera, mis piernas flaquean al intentar andar de nuevo.
Abro los ojos con lentitud. Delante mío hay un enorme bosque, verde. Una brisa me empuja hacia el.
Empiezo a andar con más facilidad. El suelo no me molestas, quema, pero me tengo que acostumbrar.
Ando ando y cojo confianza y empiezo a correr. Me caigo varias veces por raíces pierdas y otras cosas.
Sonrió, y me mojo las piernas, de mi propia sangre de esas heridas que tengo.
Paro debajo de un árbol a quitarme los clavos para que mis heridas se regeneren.
- ¿Iris? ¿Tú te llamas Iris?- dice una voz delante mío
Alzó la vista después de quitar un clavo de mi muslo.
Un hombre con el pelo azul, los ojos rojos. Unos pantalones rojos con diamantes, y descalzo como yo.
- ¿Y que si soy una tal Iris? - digo desafiante quitándome otro clavo
- Por qué te estás sacando clavos y te estás curando inmediatamente ... Quizás - dice con una sonrisa desafiante - Los humanos normales no pueden hacer eso
- Lo se, no soy ni humana, ni normal a sí que es suficiente para ti - digo
- Puede, pero no - dice agachándose - ¿Te ayudo?
- ¿Quién eres tú? - digo intrigada
- Ban, el zorro, de los siete pecados capitales, la codicia - dice sacándome un clavo del pecho sin muchos miramientos
- ¿El humano inmortal? - digo sorprendida
- El mismo - afirma
- ¿Qué haces aquí? - digo
- Estaba encerrado en la prisión - dice encogiéndose de hombros - ¿Tú?
- Igual... Espera aquí las preguntas las hago yo. ¿Qué hacías en la prisión? - digo
- Hace 12 años que los pecados capitales somos fugitivos del reino de Liones. - se limita a decir levantándose - ¿Vienes conmigo? - dice brindándome la mano para levantarme después de quitar todos los clavos
Dudo si dice la verdad. ¿Qué es eso de los siete pecados capitales? ¿Qué querrá?
Sin saber del todo que hacer oigo las voces de los soldados de la cárcel.
- Se acaba el tiempo niñita - dice Ban
- No me llames niñita - digo cogiendo su mano para levantarme
- Vale niñita - dice sonriendo mientras me sube a su espalda
- Deja de llamarme así, me llamo Iris - digo
Ban ríe, y empieza a correr. Rápidamente alcanza a un niño rubio y una chavala de pelo blanco.
- ¡Capitán! - dice sonriendo mientras se coloca a su lado
- ¿Dónde te habías metido Ban? - dice el niño que carga en brazos a la peli blanca
- Ayudaba a esta bella dama - dice haciendo un gesto con la cabeza
- Hola - dice el niño - Me llano Meliodas
- Hola, Iris - digo sonriendo le
- ¿Dónde vamos ahora capitán? - pregunta Ban
- A la taberna, sombrero de jabalí - dice Meliodas
- Señorita Iris ¿que hacia en la cárcel? - pregunta la chavala - Ah perdón, soy Elizabeth
- Pues... Cumplir con mi pena de muerte supongo - digo sin concretar mucho - ¿Ya os conocéis?
- Si, hace dos años empezó una guerra con los 10 mandamientos y Elizabeth reunió a los siete pecados capitales. Pero ahora necesitamos más aliados, y Ban dijo que tú podrías ayudarnos. - dice Meliodas
- Pero... Ban ahora estaba dentro de la cárcel, conmigo - digo
- No niñita, hace dos años que estoy fuera. Llevas mal la noción del tiempo ¿he? - dice Ban
Me quedo pensativa antes de responder.
- Puede, yo solo veía oscuridad y pocas veces oigo algo - respondo
Ban ríe, y antes de darme cuenta visualizo un cerdo gigante con una pequeña edificación en el lomo de este.
- Ya hemos llegado - dice Elizabeth
- Iris, Bienvenida a la taberna sombrero de jabalí - dice Ban y Meliodas a coro
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top