16. Nacen inseguridades

Han pasado varios meses desde que todos empezamos a entrenar.
Pero ya no tenemos tiempo, el rey Bartra se siente amenazado por la presencia de los 10 mandamientos.
Han destruido parte de la capital, pero Meliodas no nos deja movilizarnos antes contra aún....

- ¿Habéis visto al señor Meliodas? - dice la voz de Elizabeth sacándome de mi mente

Miro a mi alrededor rápidamente, y Meliodas es ausente. Busco la mirada de Ban, pero también parece sorprendido.

- ¿Donde habrá ido el capitán? - dice Diane pegada a la ventana
- Últimamente desaparece mucho - añade Ban - Pero Siempre acaba volviendo, no os preocupéis

Finalmente llega la noche, y Meliodas llega a la taberna. Cuando Ban le pregunta , evade el tema... Esto solo hay una forma de averiguarlo.

Cuando todos van a dormir me planto en la habitación de Ban.

- Ban, necesito tu ayuda - digo abriendo la puerta
- ¿Que pasa niñita? - dice sin su chaqueta de cuero roja puesta
- Voy a meterme dentro de la cabeza de Meliodas. He hablado con Elizabeth y piensa que es adecuado, pero que no todos lo pueden saber lo - digo - Necesito ...
- ¿Mi visto bueno? - dice Ban y asisto - No, lo siento pero no, no creo que debas meterte dentro. Si el capitán viniera herido o algo y no nos lo contase, si, pero siempre vuelve sano y salvo. No creo que sea necesario meterse en su cabeza para saber qué pasa. Ya lo dirá, con el tiempo lo dice todo.... A más, Meliodas esconde cosas que nadie debería saber jamás Iris.

La última frase de Ban, me provoca un escalofrío por todo el cuerpo.
Dudo de mi acción ahora.

- No te lo tomes a mal, te lo digo como un miembro de los siete pecados capitales. A mí no me haría gracia que te metieras en mi mente, por qué mi amante está preocupada. En el hipotético caso en que esté poder lo tuviera Diane, Elizabeth o Merlín, y yo desapareciera todo el día, no me gustaría que ellas entrarán en mi cabeza por qué tú estés preocupada - dice Ban seriamente - ¿Lo entiendes?
- Si, pero... Aún así, él no tiene porqué enterarse, he mejorado mucho desde la última vez, tengo conciencia de mi propio cuerpo a pesar de estar en el de otro. - digo seriamente
- Querías mi opinión, ya la tienes, se qué harás lo que quieras y quieres hacerlo, te cubro las espaldas. - dice Ban - Como amente, amigo, y hermano, no me queda más remedio que ayudarte.

Sonrió, y le besó sin vergüenza.

Los tres Elizabeth, Ban y yo entramos en absoluto silencio en la habitación de Meliodas. 
Me siento al lado de la cabeza de Meliodas en el suelo. Cierro los ojos y me meto en su cabeza.

Veo que se reúne con el mandamiento de la Piedad, Zeldris, ambos tienen un aspecto ligeramente similar.

Doy por suficiente la expedición y vuelvo... Hablaban de un lago...

Ban me saca de la habitación para bajarme a la taberna junto a Elizabeth. 
Las lágrimas caen por mis ojos. Y Elizabeth me abraza mientras Ban tare un centenar de cervezas.

- Que has visto niñita - dice la voz suave de Ban
- A Meliodas...reuniéndose en algún lugar...con el mandamiento de la piedad... Zeldris. - digo sollozando
- ¿Hablaban? - pregunta Elizabeth, y asisto quitándome los ojos - ¿Sobre qué?
- Sobre... Mi pueblo hundido en el lago... - digo escondiendo mi rostro en el pecho de Elizabeth por sorpresa de ella

Me acaricia la espalda hasta que me tranquilizo, y cuando empiezo a beber, Elizabeth se va a dormir.

- ¿Que decían niñita? - pregunta Ban pegándome a su cuerpo
- Meliodas decía que había visitado el pueblo del lago. Y Zeldris responde que no se arrepintiera, que era lo mejor que habían echo juntos, como hermanos. Que la matanza de toda esa gente fue lo más emocionante antes de la guerra. Meliodas lo afirma y dice que tiene la descendiente definitiva de su lado para destruir les. Zeldris dice que eso es imposible, que los mataron a todos incluso a los que eran inmortales ... Pero Meliodas solo se ríe y dice, eso pensaban, pero ella no estaba ahí. Y entonces es cuando he vuelto - digo

Ban no dice nada, los dos, podemos morir a manos de esos dos.

- Meliodas estaba pensando en mí, cuando decía que, ella no estaba ahí. No entiendo por qué derrotare a los diez mandamientos. - digo después de varias cervezas
- Tienes mucho potencial. Si puedes meterte dentro, ¿No crees que habría alguna forma de sacarlos? - propone Ban

Alguien baja las escaleras y nosotros nos callamos. Por suerte solo es Jericho.

- ¿Que haces despierta tan tarde Perichó? - dice Ban
-¿Y vosotros? - dice después de un suspiro
- Temas complicados - añade Ban
- Pues igual - dice Jericho sentándose en frente pillando jarras de cerveza para beber.
- Tu tranquila, potencial tienes, a más es el capitán quien lo ha dicho ¿no? Deberías estar orgullosa de ello - dice Ban acariciándome la mejilla - Conmigo detrás de ti, no tienes nada que tener niñita

Sonrió, con las últimas lágrimas cayéndome por las mejillas, Ban me besa. Con todo el amor del mundo, sin profundizar, pero expresando todo a la vez. Lame las lágrimas que aún caen por mis mejillas.

- ¿Ya está vale? - dice Ban
- Si... Gracias - digo abrazándole

PV Ban

Iris me abraza repentinamente después de consolarla.
Miro a Jerichó que parece sorprendida y dolida. No puedo corresponderla a ella. Solo la veo como mi hermanita, a pesar de ser la primera humana que soporto como compañía.

Bebo en compañía de Jerichó unas cuantas cervezas más mientras Iris duerme en mi regazo después de llorar y lamentar todo lo que le quedaba.

- No sabía... - dice Jerichó
- Lo sé, no quería... Que lo supieras así - digo
- ¿Como querías que me enterará? - dice un poco furiosa
- Después de la pelea, para que no confundas sentimientos y las palabras de los mandamientos no te afecten - digo - Es importante tener la cabeza fría en una pelea Jerichó 
- ¿Y quieres decir que tú la tendrás fría? - dice - ¿Y si vuelve a aparecer Eline?
- Eline creo que lo entenderá - digo
- No te acuerdas de nada ya verdad, ¡no te acuerdas cómo se me puso la niña esa por que viajaba contigo! - dice alzando la voz
- Tssss... Claro que me acuerdo. Pero no lo justifica que no pueda enamorarme de otra persona que sí que está viva, que es inmortal, y que sentimos lo mismo - digo
- Si me das tu sangre yo también seré inmortal - dice Jerichó
- Ya, pero la diferencia es que para mí eres una hermana pequeña. No una amante con quien compartir mi vida. - digo - Iris, y Eline, han sido muy diferentes.
- ¿Aún así crees que mantendrás la cabeza fría en combate no? - pregunta
- Si, venga quien venga - afirmó
- ¿Y si te obligan a pelear contra Eline? - dice Jerichó
- Empiezas a tocar un tema delicado Jerichó. No sabes qué dices ya, los celos te están corrompiendo. Vete a dormir, y al eso luego viendo estés bien seguimos la conversación - pido 

Jerichó gruñe y se va a su nueva habilitada habitación.
La respiración de Iris en mi pierna se lleva mi concentración.
Una mano me rodea la cintura y la otra casi casi que acaricia mi ingle. Encogida, con el pelo revuelto, los ojos hinchados, las mejillas rojas, el rostro tranquilo. Todo me tranquiliza.

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