🦋 Prólogo
2017
BUSAN, COREA DEL SUR.
Las manos me sudaban y sentía demasiada ansiedad. Confesarme quizás era la idea más arriesgada que iba a tomar en el año y ya estaba comenzando a dudar si era correcto hacerlo. Taehyung, mi mejor amigo, estaba a mi lado, dándome ánimos.
Si podía llamarse de esa manera.
—Bueno, piensa positivo, quizás es la última vez que lo veas.
Le eché una mirada rápida y él abrió sus ojos ampliamente.
—Por esa misma razón estoy haciendo esto —expliqué con frustración, mientras me aferraba a las flores arrancadas—. Es su último año y sus últimos días en el instituto, si no lo hago ahora, no lo haré jamás y no quiero pasar los próximos veinte años de mi vida preguntándome qué hubiese pasado si yo me confesaba —solté, casi sin respirar.
Mi mejor amigo chasqueó su lengua y se removió inquieto a mi lado. Ambos estábamos incómodos debido al escondite que habíamos conseguido, me sentía un psicópata por estar espiando el aula de los alumnos de último año.
Pero si no me confesaba ahora, no lo haría jamás.
«¡Esta es mi última oportunidad! ».
—Pueden pasar demasiadas cosas si me lo preguntas.
Quise decirle que nadie le había preguntado, pero no pude pronunciar ni una sola palabra. Levantó sus dedos y comenzó a enumerar, ninguna de las situaciones que mencionó era buena.
—Puede rechazarte, humillarte, decirte que está de novio, burlarse en tu cara y luego decirle a todo el instituto tu terrible confesión. ¿Has pensado en cómo puede arruinar eso nuestro último año? ¡Sería terrible!
Decidí interrumpirlo.
—Ya, deja de hablar. No me ayudas.
Puso los ojos en blanco y se cruzó de brazos. Taehyung tendía a ser bastante pesimista con respecto al amor y estoy completamente seguro que se debe a algún trauma no tratado por su terapeuta.
—No seas llorón, te estoy preparando para lo peor. Además, no es mi culpa que te hayas enamorado de Park Jimin.
Suspiré, hasta su nombre era tan lindo como él. Jimin era un omega de último año, bajito, rubio y de ojos dorados. Era presidente del consejo estudiantil y uno de los mejores alumnos de todo el instituto.
¿Podría alguien no caer ante los encantos de Park? Lo dudaba bastante.
—¿Quién no está enamorado de Jimin? —murmuré con vergüenza—. ¡Hasta tú estás enamorado de él!
Taehyung echó su cabeza hacia atrás e hizo un pequeño berrinche. Generalmente, él solía admitir bastante seguido lo atractivo que se le hacía el omega, así que no estaba equivocado.
—¡Lo sé! Amo ser omega hasta que veo a ese rubio divino. —Suspiró—. Me encantaría ser alfa y poder hacer nudos, marcar y hasta hacerle pis encima para que nadie se le acerque.
Fruncí el ceño.
—Los alfas no hacemos pis encima de otros para marcar territorio. Somos lobos, no perros.
Mi mejor amigo hizo un puchero y luego dijo:
—Justo lo más interesante. —Lo miré con desagrado y realmente agradecí cuando agitó sus manos y cambió rápidamente de tema—. De igual manera, debes saber que escondido aquí no vas a lograr nada, solo parecer un completo acosador.
Lo sabía. Era completamente consciente que no iba a llegar a ningún lado en la situación que estaba, pero no sabía qué otra cosa hacer. La única opción que me quedaba era la que estaba llevando a cabo.
Respirar profundamente, convencerme de que podía y entregarle un ramo de flores arrancadas de algún jardín de camino al instituto.
«Taehyung tiene razón. Estoy a punto de condenar mi vida social».
—¡Agh! Mira quién salió —soltó mi amigo con desprecio.
Era Jung Hoseok, el mejor amigo de Jimin y el némesis de Taehyung. No me pregunten por qué, nunca entendí el problema que tenía mi amigo con aquel alfa. Varias veces he creído que es porque le atrae, pero él niega absolutamente todo y me deja más confundido de lo que deseo.
—Iré a buscarlo —le respondió a la profesora—. No se preocupe, cualquier cosa lo llevaré a la enfermería.
Cuando la profesora le contestó, Jung cerró la puerta y caminó unos cuantos pasos para finalmente echarse a correr por los pasillos.
—¿Crees que se trate de Jimin? —pregunté y Taehyung solo se encogió de hombros—. Vamos a seguirlo.
Se quejó y demasiado para mi gusto, pero finalmente terminó accediendo y juntos seguimos por el instituto al alfa que parecía correr por su vida. Lo encontramos en el tercer piso, estaba en la puerta del baño de omegas golpeando suavemente.
Apenas logré escuchar:
—Jimin, ¿estás bien? Sal de ahí.
Le di un empujón a Taehyung.
—Sé buen amigo y ve a fijarte si está bien —le susurré y el omega de cabellos rojos me miró, escandalizado.
—¡Yo no soy amigo de Park! Ojalá lo fuera, pero ni siquiera me conoce —respondió.
—Tienes que ser buen amigo mío —aclaré—. Necesito saber que está bien, antes de que me tire por esa ventana de la ansiedad.
Señalé mi objetivo y Taehyung puso esa cara que siempre pone cuando no quiere hacer algo.
—No me hagas hacer esto.
Junté mis manos, varios pétalos de flores salieron disparados, y le hice un puchero.
—¡Te lo ruego! Nunca te pido nada.
—¡Y debería permanecer así!
No dije nada, solo le dediqué mi mejor mirada de cachorro desesperado. Finalmente soltó un suspiro, bastante irritado, y sin decir una palabra, caminó hasta aquel baño.
Me incliné sobre la pared, solo para observar qué ocurría.
—¿Sucede algo? —le preguntó a Hoseok una vez estuvo a su lado.
—Mi amigo está allí adentro y no contesta. ¿Te molesta fijarte si está bien? Estoy preocupado por él.
Taehyung echó una mirada sobre su hombro y yo me escondí rápidamente. No quería ser atrapado y mucho menos visto por aquel alfa.
Lo escuché contestar un «de acuerdo» y, seguido a eso, se sintió cómo ingresaba al baño.
En otra situación, Hoseok se hubiera dado cuenta de mi presencia allí. Taehyung y mi aroma no eran disimulados, pero el alfa estaba preocupado por su mejor amigo, y mi presencia, claramente, no era importante.
Lo vi mover su pie con nerviosismo y su aroma era fuerte, como si algo lo estuviera mortificando.
Taehyung demoró allí adentro menos de cinco minutos y cuando salió lo escuché decir:
—Dice que está bien, que en unos minutos irá al salón de clases.
Hoseok lo miró como si esperase algo más, pero mi mejor amigo hizo una mueca.
—También me dijo que no hace falta que lo esperes, que vayas tranquilo.
—Prefiero esperarlo —respondió sin dudar. Se cruzó de brazos y dirigió su mirada a la puerta con decisión.
Taehyung soltó un suspiro.
—Anda, no seas molesto. Él realmente se veía irritado, no creo que quieras hacerlo enojar.
Esas últimas palabras movieron algo en su interior, porque terminó accediendo. Al parecer no quería ver a Jimin enojado.
Taehyung le aseguró que se quedaría por cualquier cosa y el alfa se marchó, un tanto inseguro, pero lo hizo. Mi mejor amigo no tardó en llamarme con señas escandalosas y yo en cuestión de segundos estuve a su lado.
—¡Debes entrar, es tu oportunidad! —susurró mientras me golpeaba en el pecho.
—¡¿Qué?! ¡No! No entraré al baño de omegas —contesté de inmediato.
—Si pierdes esta oportunidad, te vas a arrepentir durante toda tu vida. Así que entra, di que me estás buscando y luego dale el consuelo que él necesita.
Tardé varios segundos en tomar una decisión, tenía miedo de lo que pudiera llegar a pasar. Eran demasiados los escenarios desastrosos y muy pocos los que resultaban beneficiosos. ¿Qué se suponía que debía hacer?
Entonces, cuando estuve a punto de negarme, un aroma llegó a mi nariz. Era una mezcla de emociones negativas y provenían de Jimin.
Tuve instintos dramáticos, quise caer de rodillas y gritar al cielo por el dolor de mi amado. Quizás arrancarme la camisa y seguido a eso morir de la angustia.
Sentí a mi lobo tener vergüenza y susurrar un pequeño «te odio» a causa de mis pensamientos.
Hazlo, Jungkook. Nos necesita.
Ah, la voz de mi consciencia y la mayor causa de las pérdidas de mi dignidad. Mi lobo.
Asentí.
—De acuerdo, lo haré.
Ni siquiera miré a mi mejor amigo, solo seguí el impulso de valentía y me metí a ese baño de manera escandalosa.
Jimin, quien estaba mirándose frente al espejo, soltó una maldición ante mi abrupta entrada.
—¡Mierda! Casi me matas. —Se llevó la mano al pecho—. ¿Quién eres? ¿Qué haces aquí? Es un baño de omegas.
Me sentí chiquito, realmente muy chiquito junto a él. Era la primera vez que hablábamos y ya me estaba retando.
¿Acaso no puede ver lo enamorados que estamos? Solo necesito ser tuyo, casarme contigo y tener cachorritos. Te amo, Park Jimin.
Llevé las manos a mi cabeza, tratando de controlar a mi lobo. Las flores soltaron nuevamente pétalos y el rubio me miraba con atención, sin comprender qué ocurría.
—L-lo siento —respondí, nervioso.
La grandeza y el respeto que me transmitía aquel omega era de otro mundo. Era tan pequeño y, a la vez, tan intimidante que solo quería abrazar sus piernas e implorar por su amor y perdón.
—Buscaba a mi amigo —aclaré de manera inquieta.
Jimin me analizaba de pies a cabeza, como si yo fuese una amenaza para él. Claro que el omega no sabía que antes de hacerle daño yo hubiese preferido arrancarme los ojos. Él no comprendía lo enamorado que estaba de él.
—¿El pelirrojo? —Asentí—. Se acaba de ir.
Su mirada se relajó. En ese instante, noté lo hinchados que tenía sus ojos y como la mayor parte de su rostro estaba sonrojado. Había estado llorando.
—¿Estás bien? —pregunté con un hilo de voz.
Me sonrió y, segundos después, su rostro se comenzó a teñir de pura tristeza y preocupación. Me acerqué con cuidado, no quería asustarlo.
—Sé que no me conoces y creo que eso es aún mejor, porque puedes contarme qué te sucede sin que te importe mi opinión.
Las lágrimas comenzaron a deslizarse por sus mejillas.
Miedo. Tiene miedo, pero ¿de qué?
—Se lo dirás a todos —acusó.
Negué y, cuando estuve a punto de contestar, pude notar aquello que tenía entre sus manos. Una prueba de embarazo.
Jimin se apoyó en la pared y se deslizó mientras se cubría el rostro. Entonces su aroma comenzó a tener notas de vergüenza.
No, no, no, no. No es posible.
Las flores se deslizaron y cayeron directamente al piso. Junto a ellas, mi mundo también se desmoronó.
Ni los escenarios catastróficos de Taehyung llegaron a ser tan terribles como aquel momento.
Jimin estaba embarazado y yo no tenía oportunidad.
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