🦋 29 de Julio, 2022.
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29 de Julio, 2022.
Busan, Corea del Sur.
Golpeé la puerta y esperé a que Jimin la abriera. Eran las doce del mediodía y yo buscaba a mis lobitos para ir a comer a lo de mi hermano.
La charla con Namjoon y Taehyung aún no abandonaba mi cabeza. Había algo extraño en mi mejor amigo que me preocupaba bastante, pero ahora no era el momento de pensar en ello.
Tenía que asegurarme que mi familia se mantuviera junto a mí, luego hablaría con Tae y solucionaríamos aquello que claramente le afligía.
Volví a golpear y esperé de manera impaciente. Había hablado con Seokjin; ellos nos esperaban para almorzar, así que aprovecharía para hablar con mi hermano mayor y quizás pedirle algunos consejos sobre cómo manejar mi situación con Jimin.
La puerta se abrió y el rubio apareció con una sonrisa radiante. Ni siquiera alcancé a decir una palabra, que saltó hacia mí para darme un beso en los labios.
Fue una sorpresa, aun no me acostumbraba a tales acciones de su parte, pero no dudé en corresponder a aquel beso de inmediato.
Lo tomé por la cintura y profundice aquel acto de amor con el que tanto había fantaseado. Su lengua tocó la mía, sus dedos se enredaron en mi cabello y supe que estaba de puntitas de pie por los pequeños tambaleos que dio.
Nos separamos y respiró profundamente.
—Wow —soltó, mostrándome una hermosa sonrisa.
—Wow —respondí—. Hola a ti también.
Jimin soltó una risa y me dio un pequeño empujón. Lo miré con atención, sin poder despegar mis ojos de él y sus mejillas se colorearon de un tono rojizo muy precioso.
Mi cabeza se llenó de él; de esa imagen tan hermosa que alguna vez soñé con tener. El omega de mis sueños sonrojado por un beso mío, el amor de mi vida emocionado por tenerme frente a él.
Agité mi cabeza y pasé a su hogar sin poder borrar la sonrisa de mi rostro. Estaba tan encantado que me olvidé de todo lo que preocupaba mi mente en ese momento.
Solo estaba él.
Jimin.
Jimin.
Jimin.
Seongjin.
¿Nini? ¿Dónde está Nini?
Recordé el tweet de Hoseok.
—¿Y Nini? —pregunté con el ceño fruncido. Ya habían pasado unos cuantos segundos, me extrañó no tener a mi pequeño saltando sobre mí y preguntándome sobre mi día.
El rubio cerró la puerta y me observó quitarme los zapatos.
—Está con Hoseok —contestó—. Mi mamá tuvo que ir al hospital y no pudo cuidarlo, entonces Hoba se ofreció a quedarse con él. Ya deben estar por venir, lo acompañó a dar clases.
Suspiré.
Esas cosas solían pasar bastante seguido y más en vacaciones. En varias ocasiones le había pedido a Jimin que me permitiera llevarme al trabajo a Nini, así el pequeño no tenía que ir de un lugar a otro, pero como era de esperar, él no accedía a tal propuesta.
«Nini no es tu responsabilidad, Gguks. No tienes porqué sacrificar tu tranquilidad laboral solo por ayudarme».
Con solo dos oraciones, Jimin podía destruirme por completo. No me gustaba que me quitara la responsabilidad sobre Nini porque aquel niño era mi cachorro.
—Oh, de acuerdo.
Jimin me tomó de la muñeca y me hizo girar con lentitud. Había algo extraño en él, algo que hasta ese momento no había captado.
Sonrió y noté un ligero brillo en sus ojos.
—¿Qué me querías decir? —pregunté, recordando la conversación que habíamos tenido por mensajes.
Él abrió su boca y luego la cerró. Se quedó dudando un par de segundos, pero finalmente se rió.
—Sí, ya lo recordé. Subamos a la habitación, no sé cuándo llegará mi mamá y quiero hablar a solas.
Asentí y lo seguí hasta su habitación.
Había algo que hacía sentir a mi lobo inquieto, aún no detectaba qué era, pero me sentía ansioso y bastante acalorado. No había prestado atención a la forma de actuar de Jimin y es que hasta ese momento todo se me hacía bastante normal. Cuando llegamos a su cuarto, entré y él detrás de mí.
—Sonabas muy serio en el chat, ¿pasó algo malo? —pregunté un tanto preocupado. La puerta se cerró con seguro y eso me hizo voltear.
Jimin estaba apoyado en la puerta y había algo extraño en su mirada. Parecía un depredador a punto de atrapar a su presa. Fruncí el ceño.
—Es serio —contestó caminando hacia mí.
Sus pasos eran seguros y eso me hizo sentir intimidado, tanto que retrocedí hasta chocar con el borde de la cama. Caí en ella sentado y una sonrisa se le formó en el rostro.
—Es muy serio lo que tengo que hablar contigo. —Se detuvo frente a mí. Su tono de voz se sentía tan coqueto que provocó un escalofrío en todo mi cuerpo—. Espero que prestes atención a lo que te voy a decir porque solo lo diré una vez. —Jimin, sin vergüenza alguna, se sentó a horcajadas en mis piernas y dijo—: Hazme tuyo, Jungkook.
¿Qué? ¿Cómo?
Me quedé sorprendido ante tales palabras. Tragué saliva y solté una risa nerviosa. ¿Cómo debía responder a ello? Esto había superado todo los escenarios planeados por mi mente ansiosa.
—Wow, eso suena muy serio —respondí—, pero ¿Nini no viene en camino?
Jimin soltó un quejido.
—Hoseok aún no sale de la academia, tenemos tiempo. Media hora es más que suficiente.
—¡¿Lo es?! —pregunté, exaltado—. ¿Tan poca fe me tienes?
—¡Jungkook! Es algo rápido —soltó, sonriendo.
—¿Entonces nuestra primera vez será un rapidito? ¿Qué pasa con la noche especial y el amor? ¡Sueño con dormir a tu lado y despertarme temprano para hacerte el desayuno!
El rubio hizo su cabeza hacia atrás y soltó una carcajada. ¡Yo hablaba en serio! ¿Por qué se reía?
—Bebé, tenemos tanto tiempo para esas cosas. Además, siempre duermo a tu lado, sin contar el sinfín de veces que me has hecho el desayuno.
Jimin se inclinó y comenzó a darme besos en la mejilla, poco a poco comenzó a bajar a mi cuello y lo escuché susurrar:
—No es la primera vez que me vas a tocar, no te pongas tímido ahora.
El aire abandonó mis pulmones inmediatamente. Era verdad, no era la primera vez que tocaría a Jimin. Durante su embarazo solía ayudarlo bastante, pero esto era diferente para mí.
Mis manos se posicionaron en su cintura e incliné suavemente mi cabeza, aquellos besos me hicieron caer lentamente en una trampa de la cual era consciente y de la que posiblemente nunca me arrepentiría.
—Tienes razón, no sería la primera vez. —Se rio sobre mi piel y no pude evitar cerrar mis ojos con lentitud—. Ya me estoy dando cuenta de lo que ocurre.
—¿Si? —preguntó, alejándose de mi cuello y mirándome a los ojos con deseo—. Me alegra que te des cuenta, porque te necesito y mucho.
No esperé más y llevé mi mano a su nuca para acercarlo a mí y besarlo. Mi lengua entró a su boca y no dudé en disfrutar de aquella magnífica muestra de amor. Estábamos desesperados, enamorados y enloquecidos por aquel momento.
El aroma de Jimin me golpeó, confirmando aquello que tanto sospechaba. Él estaba ingresando en su celo y todo en él lo delataba. Pensé en todo lo que significaba aquella situación. Hacía años no tenía sexo y él tampoco, no tenía preservativos a mano y el rubio tampoco tomaba supresores.
La posibilidad de ser padres era altísima, pero esa era la idea, ¿no? Jimin había expresado sus ansías por tener otro bebé y yo lo deseaba tanto como él. Solté un gemido sobre sus labios y la imagen mental me fascinó por completo.
Sus manos desprendieron el botón de mi pantalón rápidamente y comenzó a demandar a tirones que me lo sacara.
—Todo afuera, todo afuera —murmuraba sobre mi boca.
No tardamos demasiado hasta que nuestros cuerpos quedaron en completa desnudez. Mi respiración cada vez más descontrolada delataba los nervios que sentía, porque si bien habíamos hecho otras cosas, esto era muy diferente. Aquello había sucedido a partir de la necesidad, esto a partir del deseo.
Jimin me recostó en la cama empujando mis hombros suavemente y luego escupió en la palma de su mano para empezar a masajear mi miembro. De arriba hacia abajo, lentamente, pero después comenzó a tomar velocidad.
Mordí mi labio inferior e intenté mantener la compostura. Me estaba volviendo loco, pero lo hacía muy bien. Durante mucho tiempo fantaseé con la idea de que él me tocara, sus manos en mi cuerpo antes parecían un sueño y ahora eran una realidad.
—Con eso es suficiente —lo escuché decir, abandonando por completo su agarre.
Abrí mis ojos que hasta ahora no me había dado cuenta que mantenía cerrados con fuerza y lo vi llevar su mano hacia su trasero. Me sorprendí, pero no tardé en reaccionar.
—Yo lo hago —dije de inmediato, agarrando de su brazo y ubicándolo frente a mí, con una rodilla a cada lado de mis caderas.
Me obligué a dejar el nerviosismo de lado y apoyar una mano en su cintura con confianza mientras que con la otra comenzaba a prepararlo. Suspiros y jadeos salían desde lo profundo de su garganta cuando ya eran tres dedos los que tenía dentro de él.
Soltó un quejido cuando los retiré y bajó la mirada hacia mis ojos de inmediato. Se veía tan magnífico y etéreo que no pude evitar quedarme maravillado ante su belleza.
Apoyé mi espalda sobre el respaldo de la cama y él se irguió nuevamente sobre sus rodillas para inclinarse hacia mí. Compartimos un beso torpe mientras ubicaba mi miembro sobre su entrada. Jimin soltó un jadeo sobre mi boca a medida que bajaba y yo comenzaba a sentir su calor.
Cuando se sintió cómodo, empezó a subir y bajar, lento en un comienzo, pero tomando cada vez más velocidad. Yo, por mi parte, no hacía más que admirar los gestos que hacía y ceder ante los sonidos de placer que pronunciaba.
Todo estaba sucediendo tan rápido que apenas tenía tiempo para procesarlo. Sus dedos se enterraban en mi espalda y mis manos lo mantenían agarrado firmemente mientras ambos éramos consumidos lentamente por el deseo y el amor.
En un momento, cerró los ojos con fuerza y se dejó caer encima de mí mientras su líquido caliente bañaba nuestros cuerpos. Una exhalación de alivio lo acompañó después.
Pero aún quedaba yo, por lo que agarré su cintura y nos hice dar la vuelta. Una risita se le escapó de los labios y no pude evitar sonreír, poco a poco la habitación comenzaba a estar perfumada con nuestros aromas. Jimin se apoyó sobre sus cuatro extremidades y yo tomé posición detrás de él. Sin dejar la delicadeza de lado, ingresé nuevamente en él y comencé a dar estocadas profundas y rápidas. No nos tomó mucho tiempo para venirnos juntos, él por segunda vez. Descansé mi pecho sobre su espalda y dejé un beso sobre su piel.
Me retiré con cuidado y lo agarré de la cintura para acostarnos nuevamente. No teníamos mucho tiempo, pero era la primera vez que hacíamos algo como esto y quería disfrutarlo aunque sea por unos minutos más.
—Me debes una noche romántica —reclamé.
El rubio asintió y escondió su rostro en mi cuello. Apenas pude ver su rostro, pero estaba completamente sonrojado. No necesitaba ser adivino para comprender que él se sentía igual que yo.
Me abrazó y deslizó sus manos por mi espalda.
—Todas las que quieras —respondió, luego se enderezó y dejó un beso en mis labios.
Mi aroma ahora estaba impregnado en él, lo cual me hizo sentir orgulloso y encantado. Pensé en seguir con aquella sesión de besos, quizás poder dar una segunda vuelta, pero el teléfono del omega sonó y nos recordó que nuestro pequeño venía en camino.
—Me iré a duchar, luego tú —dijo, levantándose con cuidado de la cama—. Estamos hechos un desastre.
Era verdad, lo éramos y aunque me encantara serlo, Nini no nos podía ver en ese estado. Así que le guiñé el ojo y le di un último beso, antes de verlo correr hacia el baño.
Solté un suspiro y observé el caos de la habitación. Había que ordenar y, por supuesto, me tocaba hacerlo. Tragué saliva y llevé las manos a mi cabeza.
¿Qué había pasado? ¿Cómo fue que ocurrió? ¿Por qué tan rápido?
Mi cuerpo tembló y tuve que tomar asiento por unos instantes. Me reí y me di cuenta lo nervioso que me sentía en ese momento, estaba feliz y extasiado. Quería gritar y llorar, pero no podía hacerlo en ese momento, ¿no?
Cerré mis ojos y respiré profundamente.
Tú tienes el control. Lo hiciste bien.
Los abrí y me levanté de la cama para comenzar a ordenar. Fue en ese momento donde noté algo nuevo en la habitación.
Sobre el mueble de Nini había una caja. Era de un tamaño considerable y envuelto en papel de regalo, me acerqué y lo tomé entre mis manos. Por instinto, lo olfateé y mi estómago se revolvió al sentir ese extraño aroma.
Junto al moño había una pequeña dedicatoria.
Para: Seongjin.
De: Papá Jae.
En ese momento, quise morir.
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¡Gracias por leer!
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