🦋 28 de Julio, 2022.

[ 🦋🦋🦋🦋 ]


28 de Julio, 2022.
Busan, Corea del Sur.

Entré al salón de profesores y cerré la puerta de golpe. Namjoon fue el primero en exaltarse, mientras que Taehyung solo me echaba una mirada de reojo.

—¡¿Tienes puertas en tu casa?! —preguntó el alfa, llevándose una mano al pecho.

—No estoy de humor —respondí y me acerqué a la cafetera.

Necesitaba café, mucho café para poder comenzar el día. Había pasado una noche terrible y mi mañana no había sido mucho mejor, algo me decía que nada en ese día iba a salir muy bien.

Mi mejor amigo suspiró y cerró su carpeta. Respiró profundamente.

—Ahora sí agradecería tener un sahumerio de parte de Don Vibras. —Me miró fijamente y elevó una ceja—. Suelta, sé que necesitas hacerlo.

¿Necesitaba hablar de lo que me pasaba? ¡Claro que necesitaba hacerlo! Me estaba muriendo por expresar el nudo que tenía en mi garganta y eso hice.

Encendí la cafetera y respiré profundamente.

—Yo creo que la señora Park me odia —solté, seguro—. No me entra en la cabeza cómo hace para saber el momento exacto en donde todo está bien, para luego venir a arruinarlo y hacer que Jimin ponga distancia entre nosotros.

—La mamá de Jimin no te odia, solo odia tu apellido y qué tu familia tenga una buena economía —aclaró Taehyung, mientras que Namjoon solo nos miraba con un gesto que nos daba a entender que estaba bastante perdido—. ¿Qué les hizo anoche?

La pregunta sería: ¡¿Qué no nos hizo?!, maldita bruja.

Los miré y me reí incrédulo. No podía creer lo que estaba por decir.

—Estuvimos apunto de besarnos y ella interrumpió el momento.

Mis amigos se miraron entre sí y se quedaron en completo silencio.

—También hizo que Jimin durmiera en el sofá porque no es correcto que durmamos juntos si no somos pareja.

Se volvieron a mirar, pero Taehyung soltó una carcajada.

—¿Esa señora sabe que dormir es lo más tranquilo que hacen? Por favor, como se nota que no convive casi con ustedes. ¡Le daría un ataque si supiera que se dan hasta besos en el cuello!

Lo señalé y asentí de acuerdo. Sentía mi cuerpo exhausto y no tenía ganas de absolutamente nada. El desgaste físico que me había causado el concurso y la mala noche que me hizo pasar mi casi suegra, me estaban matando.

—Es lo que yo pienso. —Le hice un puchero y di un par de saltitos ansioso—. Taehyung, casi nos besamos. ¿Sabes hace cuánto no lo tenía así de cerca? Estuve a punto de tener todo lo que siempre quise y ella en segundos me lo arrebató.

Mi mejor amigo estuvo a punto de contestar, cuando Namjoon nos interrumpió.

—Esperen, ¿no queremos a la mamá de Jimin? —Abrió su cuaderno y frunció el ceño mientras comenzaba a leer—. Pensé que nos caía bien, nunca hablaste mal de ella.

Tae le echó una mirada rápida.

—Es un tema sensible y todavía no llega a esa parte, pero en pocas palabras la madre de Jimin les arruinó todo.

—¿Y cómo hizo eso? —preguntó, confundido, el mayor.

Solté un suspiro.

—Ella hizo que Jimin hablara con el papá del bebé, cuando nosotros habíamos acordado que no era necesario hacerlo.

[ 🦋🦋🦋🦋 ]

Diciembre, 2017.
Busan, Corea del Sur.

Jimin y yo comenzamos a tener una relación extraña. Éramos algo similar a una pareja, pero sin ser nada oficial.

Mis manos siempre estaban encima de él y las suyas sobre mí; pasábamos todo el día juntos y era casi imposible separarnos. En tan solo dos meses, nos habíamos vuelto tan dependientes el uno del otro que la gente comenzó a hablar.

Muchos habían comenzado a esparcir el rumor de que éramos algo más y comencé a ilusionarme porque eso significaba que los demás veían algo en nosotros. Jimin no decía nada al respecto, pero tampoco le importaba mucho porque hasta ese momento no puso ningún límite en nuestra relación.

Luego del instituto, nos íbamos juntos a su casa. Yo le quitaba la mochila y me la colgaba en el hombro; él me miraba y me tomaba la mano con una sonrisa. Jimin amaba hablar y durante el camino a su casa no paraba de hacerlo ni un solo segundo.  Cada cosa que decía, yo la intentaba memorizar en mi mente y corazón.

Necesitaba saber todo de él y lo estaba logrando.

¿Su color favorito? El azul, pero se sentía identificado con el amarillo. ¿Canción favorita? Hymn for the Weekend de Coldplay y Beyoncé. ¿Momento favorito del día? Cuando estaba acompañado de mí y el atardecer, sobre todo cuando iba a la playa. ¿Animal favorito? Los gatos, pero lamentablemente era alérgico. ¿Sueños? Ser el mejor bailarín del mundo y si eso no era posible, se conformaba con ser profesor de danza.

Cuando llegábamos a su casa, él se cambiaba y se colocaba una camiseta mía. ¿Cómo fue que la obtuvo? Ni yo lo sabía, pero se le quedaba hermosa.

Jimin estaba por cumplir los dos meses de embarazo y había cambios ligeros en su cuerpo. ¿Mis favoritos? Posiblemente sus mejillas que andaban sonrojadas todo el día o quizás el brillo tan precioso que había en sus ojos. Su pancita aún no se notaba, Nini era muy pequeño aún, pero yo sabía que estaba ahí y no me cansaba de hablarle a mi pequeño.

Muchas veces me detenía a pensar que yo fui el primero en enterarse de su existencia. No fue ni Hoseok, ni su madre, ni el padre del bebé. Fui yo y amaba saber que yo había estado desde el primer segundo a su lado.

También para ese entonces, la mamá de Jimin me conocía y ella realmente me adoraba, pero su amor por mí no duró demasiado o eso comencé a creer yo.

Recuerdo ese día perfectamente. Jimin y yo seguimos nuestra rutina. Le saqué la mochila y la colgué en mi hombro, él me sonrió y tomó mi mano. Caminamos juntos y no dejó de hablar en ningún momento. A veces saltaba y balanceaba nuestras manos.

Yo lo escuché con atención y aprendí todo lo que me enseñaba de él.

Odiaba tener frío en los pies, así que nunca duerme sin medias. Adora dormir y le cuesta mucho despertarse por las mañanas. Ama dar abrazos a la gente más alta que él y disfruta la sensación de sentirse protegido. Le gusta mucho la comida, pero no le gusta cocinar.

Cuando llegamos a su casa, preguntó:

—¿Y a ti que te gusta, Jungkookie?

Me detuve en la entrada, pensando en qué responder. ¿Qué me gusta?

Tú, tú, tú, tú. Me gustas tú, Jimin.

—Muchas cosas —respondí.

Entramos a su casa y nos sacamos los zapatos. Su madre aún no había llegado, eso significaba que estaríamos solo por algunas horas.

—¿Por ejemplo?

Tu sonrisa me gusta.

Me encogí de hombros y Jimin se volteó para verme con una gran sonrisa.

—Tu sonrisa también me gusta —respondió.

En ese instante dudaba en sí Jimin me veía solo como un amigo. Sus ojos siempre brillaban cuando estaba cerca de mí, él realmente amaba estar encima mío. ¿Así se comportan los amigos? Porque yo nunca fui así con Taehyung.

Subimos a su habitación, yo entré primero y él detrás de mí. Cerró la puerta a sus espaldas y le colocó seguro. Desafloje mi corbata y sentí cómo Jimin comenzaba a cambiarse sin importarle mi presencia.

No lo miré. No quería faltarle el respeto, aunque algo en ese momento me gritaba que él deseaba que hiciera algo por el estilo.

Suspiré y me tiré en la cama. Me mantuve con los ojos cerrados hasta que sentí que alguien se tiraba a mi lado. Jimin apoyó su cabeza en mi pecho y deslizó con suavidad su mano sobre mi abdomen.

—¿Qué otra cosa te gusta? —preguntó.

—La playa, me gusta mucho la playa.

—¿Algún motivo en especial?

Me encogí de hombros.

—No lo sé —respondí, dudoso—. Desde chico he amado caminar por la orilla del mar. Además, siempre he creído que tener una cita en la playa debe ser algo hermoso.

—Nunca he tenido una cita en la playa.

—Yo tampoco.

Sentí como sonreía.

—Entonces deberíamos tener una. Sería bonito, los tres. —Se incorporó, sin alejar sus manos sobre mí—. Podríamos sacar fotos y tener recuerdos, como una familia.

Cerré mis ojos con una sonrisa y arrugué la nariz. Me encantaba que dijera ese tipo de cosas porque me hacía sentir que teníamos una familia.

Los tres. El bebé, él y yo. Una familia.

—Deberíamos llevar algo para comer y también para dormir un rato en la playa.

Jimin se dejó caer sobre mí y soltó un suspiro ensoñador.

—Suena una cita ideal.

Comencé a acariciar su espalda, mientras él se acurrucaba a mí lado. En mi cabeza no se dejaba de repetir la palabra familia. ¿Éramos una? ¿Algún día lo seríamos? Yo estaba dispuesto a dejarlo todo por ellos.

—Hoy quiero hablar con mi mamá —susurró en voz baja—. Quiero ir a un médico y conocer a mi bebé.

Una sonrisa, casi irreal, se me formó en el rostro.

—Me parece correcto, te estabas demorando demasiado —dije, emocionado. Me volteé y lo abracé por la cintura—. Yo también quiero conocer a tu bebé.

Jimin elevó una ceja y abrió su boca para decir algo, luego la cerró y, confundido, arrugó la nariz.

Se rió tímidamente y acercó su rostro a mi cuello.

—Quiero hacer las cosas bien para él o ella. Quiero que tenga un hogar y un lugar seguro. Quiero que crezca bien y para eso, debo hablar con mi mamá.

Su aliento chocaba contra mi cuello y cerré mis ojos, encantado, ante tal sensación.

—Es él y me parece bien, Jimin. Yo te apoyo en esa decisión.

—¿Es él? —preguntó, riendo.

Yo asentí y con mis ojos aún cerrados, le expliqué.

—Es un nene, lo sé. Estoy completamente seguro de que tendremos un pequeñito entre nosotros.

La sonrisa que soltó Jimin me hizo enloquecer y no pude evitar sonreír junto a él. Nos quedamos así por varios minutos, hasta que algo pasó por su cabeza.

Tragó saliva y sentí que su cuerpo daba un pequeño temblor. Me preocupé y abrí mis ojos.

—¿Tú crees que debería hablar con él? Ya sabes, con su papá.

—No —respondí, seguro—. No lo hagas, no es necesario. Tú y el bebé están bien sin él, no lo necesitan mientras yo esté aquí.

El temblor de su cuerpo fue reemplazado por algo similar a un ronroneo.

—¿Te quedarás junto a nosotros siempre?

—Pase lo que pase —aseguré—. Así que no hables con él, no vale la pena exponerse a una situación angustiante. Habla con tu madre y yo estaré a tu lado.

Jimin se largó a llorar por el alivio que le causaron mis palabras y yo lo refugié entre mis brazos. Sabía que él no quería hablar con el papá del bebé, si realmente ese era su deseo lo habría hecho mucho antes. Pero no lo amaba, él mismo me explicó que solo fue un interés pasajero y que no era lo que él deseaba para su vida.

Jimin esperaba más para su familia y de alguna manera tenía esperanzas de ser ese algo más.

Dormimos toda la tarde juntos, esperando la llegada de su madre. Ambos teníamos la fe de que todo iba a salir bien, pero claro que no esperábamos la tormenta que se nos avecinaba.

[ 🦋🦋🦋🦋 ]

Las risas no faltaron en esa cena. La mamá de Jimin nos contaba algunos casos graciosos que vivió a lo largo de su vida como enfermera.

—Me hubiese encantado que Jimin siguiera algo relacionado con la medicina, pero sé que mi bebé tiene otros talentos —explicó, mientras que le daba un sorbo a su copa de vino—. Cuando sea el bailarín más famoso de Corea, sé que voy a estar orgullosa de acompañarlo en sus sueños.

El omega agachó su mirada avergonzado y continuó jugando con la comida en su plato.

—Jimin es muy talentoso —apoyé—. Es el mejor bailarín del instituto, parece un ángel cuando está sobre el escenario. Te hipnotiza de tal manera que no puedes dejar de mirarlo ni un solo segundo.

Jimin me dio un pequeño golpe y me quejé, logrando que la señora Park se riera.

—No espero menos de mi niño. Ahora, Jungkookie, tu padre habla maravillas de tí en el trabajo. Menciona constantemente que el conservatorio aclama tu voz y te anima a seguir con la música.

Sonreí y Jimin también lo hizo, incluso contestó por mí con emoción.

—¡Jungkook es el mejor! Canta hermoso y también baila muy bien, mamá. Quizás yo baile como un ángel, pero su voz… —Se cubrió el rostro y comenzó a dar golpecitos en el piso con sus pies—. Debería ser considerada la octava maravilla del mundo.

Las mejillas de Jimin estaban rojas a más no poder y sus ojos brillaban de una manera única. Se veía tan hermoso que simplemente me quedé mirándolo fijamente.

—Entonces debes hacer caso a lo que te dicen todos, Jungkook. Si estás destinado a tener un futuro gigante debes esforzarte por lograr que sea así y no permitir que nada, ni nadie te lo arruine.

A pesar de estar hablándome a mí, ella miraba cada tanto a su hijo, como si hubiese un mensaje oculto entre sus palabras. La energía de Jimin bajó de golpe y su semblante cambió.

—Tengo muchos sueños en esta vida, señora Park —contesté—. Y estoy seguro que voy a tener un futuro brillante, pero no sé si sea completamente en la música.

—Bueno, eso podría decepcionar mucho a tu padre. Él espera cosas muy grandes de tí.

Fruncí el ceño y logré identificar ese falso respeto e idolatría que tenía la señora Park por mi padre. Era su jefe y un hombre bastante respetado en Busan.

Mi padre era médico y director del hospital en donde trabajaba la mamá de Jimin. No eran cercanos, pero ella me había comentado que admiraba mucho el trabajo que él hacía por el hospital.

Yo dudaba bastante de cada una de sus palabras.

La mamá de Jimin nunca fue una mujer mala, solo era una omega que había sido golpeada por la vida. El padre de Jimin la alejó de su familia, para luego abandonarla e irse con otro omega. Ella había generado cierto rechazo por los alfas y más por aquellos que tenían mucho poder.

Algo me decía que mi padre le recordaba a su ex pareja y por eso no lo quería demasiado. Aún así, ella no se opuso nunca a que Jimin y yo fuéramos amigos.

La cena finalizó y ella me preguntó si me quedaría a dormir. Miré a Jimin, preguntándole con la mirada qué debía responder. Pensé que aquella charla se iba a posponer porque dudé en que el omega tuviera el coraje en ese momento para enfrentar a su madre.

Pero no fue así.

En medio de la mesa y sin pensar, el rubio soltó aquella frase tan delicada.

—Mamá, estoy embarazado.

Solté una risa, nervioso. ¿Por qué justo ahora?, me pregunté. Mi lobo, por otro lado, se puso en alerta.

La madre de Jimin se quedó mirándolo en silencio, como si estuviera esperando a que su hijo se riera y dijera que todo era una broma.

Por supuesto, eso no ocurrió y la mandíbula de la mujer se tensó.

—¿Qué estás qué? —repitió, con voz temblorosa.

—Embarazado —repitió el omega—. Y lo voy a tener.

Aquellas palabras me provocaron un escalofrío.

La señora Park me miró y yo intenté mantener una mirada firmé. Luego, ella olfateó el ambiente y soltó una risa incrédula.

—Dime que no es tuyo —dijo, en mi dirección.

Ninguno de los dos respondió. Él aroma de Jimin era confuso para ella, ya que todos los días yo me encargaba de marcarlo con mi aroma. Cualquiera que se acercaba al omega, no sentiría el aroma del bebé ni del alfa que lo dejó en cinta; solo podría sentirme a mi.

Ella se levantó de la mesa de golpe y señaló a su hijo con enojo.

—¡PARK JIMIN, DIME QUE NO LE HAS ARRUINADO LA VIDA A ESTE CHICO DE ESA MANERA! —Me sorprendí ante aquellas palabras y fue a tal punto que me quedé impactado por el tono de voz que estaba utilizando—. ¡Por la luna, Jimin! ¡Es un niño! Tiene tan solo diecisiete años.

Las manos de Jimin habían comenzado a sudar y por sus mejillas se deslizaban unas cuantas lágrimas por el miedo que le estaba dando su madre.

—Jungkookie pronto cumplirá sus…

Golpeó la mesa y ambos nos exaltamos.

—Dime qué ese niño no es de Jungkook. Te lo ruego por la luna, Jimin.

Estuve a punto de responder y de decir que sí, que era mi hijo y me haría responsable de mis acciones. Pero ni siquiera pude abrir la boca porque Jimin comenzó a negar con terror y lágrimas.

La mujer se llevó las manos al pecho y soltó un suspiro aliviado. Miré al rubio, sintiéndome traicionado al ser negado por él.

—Gracias a la luna —murmuró ella y me miró a los ojos con un cierto desprecio—. Es mejor que te vayas a casa, Jungkook. Tengo que hablar con mi hijo.

—No —respondí, de inmediato.

La mujer elevó sus cejas y me sentí intimidado, pero mi lobo estaba más alterado de lo normal como para sentirse aterrado por esa omega. Jimin estaba a mi lado llorando, asustado, y ella no se percataba del mal momento que le estaba haciendo pasar.

No me iba a ir tan fácil de allí.

La omega miró a su hijo y éste, con lágrimas en sus ojos, se levantó y me tomó de la mano para sacarme a rastras del comedor.

No me quería ir, no quería dejarlo solo.

Jimin me acompañó hasta la puerta y cuando vi su rostro, quise morir en ese instante. Odiaba tanto cuando él lloraba.

Tomé su rostro y limpié las lágrimas que caían con mis pulgares.

—No me quiero ir —dije.

Una gemido lleno de dolor se escapó de su boca. Él tampoco quería que me fuera, pero algo le pesaba.

—Tienes que hacerlo, por favor. Me hace más daño que estés aquí, no quiero que te trate mal a ti también.

No me di cuenta que las lágrimas también caían por mis mejillas. Volví a negar y él comenzó a empujarme hacía la puerta.

—Gguks, por favor. Hazlo por nosotros.

No quiero.

No quiero.

No quiero.

Al ver que no me podía mover más, él me abrazó y escondió su rostro en mi pecho. Fue su aroma el que me tranquilizó, Jimin estaba calmando a mi lobo.

—Estaremos bien, lo prometo. Si estoy solo, podré arreglarlo todo.

—No me gusta que llores.

Escondió su rostro en mi cuello.

—Lo sé, sé que no te gusta. Prometo que esta será la última vez.

Me odié por hacerle caso. Cada segundo de mi vida me la he pasado reprochandome ese momento. Tendría que haberme quedado con él, tendría que haberle hecho frente a su madre y haber sido el alfa que ellos merecían.

Pero solo asentí, y le di un beso en la nariz.

—Llámame si me necesitas. Estaré aquí.

Jimin soltó un suspiro aliviado y me esperó a que buscara mis cosas. Salí de la casa y cuando él cerró la puerta, me quedé ahí parado escuchando el griterío que había en el interior de la casa.

Las palabras tan dolorosas que le decía ella a él se quedaron guardadas en mi mente. Mi omega, mi amor, no tenía oportunidades para defenderse y estaba solo, resistiendo ataque tras ataque.

Escuché como le preguntaba a los gritos quién era el padre del bebé. Jimin le respondía que eso no importaba y que no tenerlo en sus vidas no iba a afectarlos. Ella lo amenazó con echarlo de la casa y le aseguró que si su plan era utilizarme, estaba cometiendo un gran error.

El llanto de Jimin me perforó el corazón, él negaba desesperado las acusaciones de su madre. Estaba asustado y ella lo alteraba aún más.

Me quedé allí toda la pelea, no quería irme sin asegurarme que ellos estarían bien. Cuando el silencio llegó a la casa, supe que Jimin estaba en su habitación y el mensaje que llegó a mi teléfono lo confirmó.

Jimin:

Ve a casa, por favor. Hace frío y no quiero que te enfermes por mi culpa.

Estamos bien, lo prometo.

Te quiero, mucho.

Lo sabes. 22: 37 p.m.

Solté un suspiro y le contesté que también lo quería mucho. Me arrepiento hasta el día de hoy, porque tendría que haberle dicho cuanto lo amaba.

Me fui a mi casa agobiado y bastante frustrado. Sabía lo que se avecinaba, Jimin iba a tener que hablar con Jaebeom y yo no estaba listo para algo así.

Me arrepiento de haberlo dejado esa noche porque la pelea aún no terminaba y sé que cuando me fui de allí, se encargó de sembrar en él tantas inseguridades que mi miedo se hizo realidad.

Jimin comenzó a poner límites entre nosotros y nunca pensé que eso iba a doler tanto.

[ 🦋🦋🦋🦋 ]

¡Gracias por leer y apoyar la historia!

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top