🦋 22 de Julio, 2022


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23: 14 p.m.
Busan, Corea del Sur.

Seongjin era el resultado de la crianza de dos chicos que no tienen idea de lo que significa ser padres. Cuando nació, ambos teníamos dieciocho años y la experiencia fue bastante caótica. Noches de llanto de parte de ambos, incluso de pelearnos entre nosotros por no saber qué hacer con un bebé recién nacido. Jimin trabajaba, yo estudiaba y aunque tratábamos de funcionar como un equipo había algo que nos impedía serlo.

La consciencia de Jimin.

Para él nunca fue justo que yo estuviera a su lado, después de todo yo no era el papá de Seongjin y eso lo torturaba. Me rogaba que saliera con mis amigos, que estudiara y viviera como los chicos de mi edad; según él, yo no tenía por qué estar a su lado y sacrificar mi vida por ayudarlo.

Claro, él nunca supo que desde la primera ecografía yo me enamoré de la idea de ser el papá de Nini.

—Ya se durmió —dijo el omega, mientras se apoyaba en la mesada.

Sonreí y  guardé el último plato. Luego de cenar, Seongjin se sintió agotado por el momento de intensas emociones, entonces Jimin lo acompañó a dormir. Rara vez ocurría esto, ya que él pequeño siempre permanecía con nosotros hasta que nos acostabamos junto a él. Nunca pude decir que es un niño que tenía muchas energías, todo lo contrario, amaba dormir y si podía estar hasta altas horas despierto es porque dormía la siesta junto a Jimin.

Bueno, siestas. Estás solían durar más de  una o dos horas, pero es algo con lo que no podía luchar; ambos amaban dormir.

—¿Hoy durmieron siesta? —pregunté. Jimin me miró con una pequeña sonrisa, y supe de inmediato la respuesta—. Entonces lo agota emocionalmente los llamados de atención. —Suspiré—. Estás criando a un niño muy mimado.

—¿Estoy? —repitió, elevando las cejas—. ¿Ahora soy el único que está involucrado en la crianza de Seongjin? —Lo miré y él no dudó en darme un golpe en el brazo—. No quieras lavarte las manos, Jeon. Tú estás tan involucrado en su crianza como yo lo estoy, ya es tarde para hacerte el idiota.

Me reí y acaricié la zona afectada por el golpe.

—Pero si tú eres quién me quita la responsabilidad sobre él, una vez que me apego al papel que me das, ¿te enojas? —Negué mientras arrugaba la nariz—. Tienes que decidirte o me dejas tomar el rol de papá o soy el tío que se lava las manos cada vez que puede.

¡NO LO PRESIONES ASÍ, IDIOTA!

Jimin me miraba fijamente y entrecerró sus ojos con molestia; seguido a eso, me dio un golpe en el abdomen.

—No necesito decirte qué rol tienes en su vida, tú lo tienes claro —contestó y con un puchero se acercó a mí para pegar su frente a mi pecho—. Yo no sé qué haría sin ti en nuestras vidas.

Respiré profundamente y no pude evitar abrazarlo, tenía el mismo pensamiento que él. Cuando meditaba en la posibilidad de que ellos no fueran parte de mi vida, podía sentir mi corazón romperse en miles de pedazos.

—Seguiría todo igual —respondí con tristeza—. No creo ser tan fundamental.

Jimin se alejó un poco y me miró con el ceño fruncido.

—Hoy te levantaste con ganas de recibir muchos golpes —murmuró, y me abrazó nuevamente—. Deja de decir bobadas, sabes que sin tu amor no seríamos nada.

Cerré mis ojos y lo abracé con aún más fuerza. Saber que yo era alguien de importancia en sus vidas llenaba el sentimiento doloroso de creer que en algún momento podría ser reemplazado. Muchas veces pensaba en contarle de mis pesadillas, en donde el papá de Seongjin aparecía y los reclamaba como suyos. ¿Qué haría yo en una situación así? No tenía chances de ganar.

—Y yo no sé qué haría sin ustedes dos —respondí con una pequeña sonrisa.

Jimin soltó un bufido y se alejó un poco para decir:

—Quizás ser un chico de veintidós años que tiene una vida normal y sin la responsabilidad de un cachorro que no e…—Le tapé la boca.

—Mejor no sigas hablando.

Jimin soltó una risa en el momento que destapé su boca y negó lentamente. Para él podía llegar a ser gracioso, pero el recordatorio de que yo no era el papá de Seongjin era una tortura para mi.

Nunca sería lo suficiente.

Nunca llenaría el vacío que él dejó.

Todos esos pensamientos me perseguían y mortificaban.

—Vamos a dormir, tenemos que descansar.

Jimin asintió, se alejó de mí y se encaminó hasta la habitación, pero se detuvo y dijo:

—Mejor dicho, prepara el café. Tú me tienes que contar de quién estás enamorado.

Oh, mierda.

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Gracias por leer 🩵 Espero que les este gustando la historia.

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