🦋 22 de Julio, 2022.



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2022
20: 30 p.m.
Busan, Corea del Sur.

Dejé el teléfono riendo sobre la mesa y me acerqué hasta la puerta para recibir a mis invitados. Me detuve frente a ella y extendí mi mano hasta el picaporte, cuando escuché a Hoseok decir:

«Eso es egoísta».

«Lo sé, pero no puedo evitar sentirme así».  Respondió Jimin.

«Deberías aclarar las ideas en tu cabeza, Jimin. Si no lo haces terminarás dañando a muchas personas».

Sentí un suspiro frustrado de parte del omega, pero no hubo respuesta.

«Luego lo hablamos, ahora solo golpea. Jungkook debe estar esperándolos».

Tres golpes en la puerta me hicieron retroceder aturdido y mi mente comenzó a repetir una otra y otra vez las cosas que había escuchado.

Abre la maldita puerta, exigió mi lobo.

Pero yo aún estaba confundido. ¿De qué hablaba Jimin? ¿Por qué me habían afectado sus palabras?

Quizás no habla de nosotros, quién sabe si es de alguien más.

Eso es peor, respondí.

¡Ah! Esto no te debe tirar atrás, debes ser honesto en cuanto a tus sentimientos. ¡Ya escuchaste a Taehyung! No podemos perder tiempo.

Tenía razón, pero yo ya no me sentía tan seguro de mi mismo.

Respiré profundamente y abrí la puerta intentando disimular mi drástico cambio de humor. Seongjin estaba parado frente a Hoseok y Jimin con un rostro pícaro y era claro el por qué.

Él pequeño había escuchado toda la conversación y estaba listo para contarme.

—¡Tío Ggukie! —saludó el pequeño, emocionado.

Me agaché a su altura y me abrazó con fuerzas. Me daba gracia como solía llamarme tío frente a su padre, pero cuando no estaba él no dudaba en decirme papá. Era una especie de secreto que teníamos, en donde ambos habíamos acordado tratarnos como realmente deseábamos.

Yo era su padre y él era mi hijo.

—¿Me extrañaste? —pregunté, sonriendo.

Él asintió con seguridad y me volvió a abrazar con fuerzas.

—Papá y tío Hoseok no dejan de hablar de tí cuando están solos, así que yo creo que él te extrañ… —Jimin tomó de los hombros a Seongjin y lo alejó de mí con una risa nerviosa.

—¿Por qué no vas a saludar a tío Taehyung? —preguntó, incómodo, tratando de distraer al pequeño.

—Oh, cierto. —El cachorrito olfateó en busca del omega, hasta que su mirada se posó en la cocina. —¡TE ENCONTRÉ! TENGO ALGO QUE CONTARTE.

Sin demorarse demasiado, salió corriendo al encuentro de mi mejor amigo. Jimin había logrado su objetivo, pero yo no había olvidado las palabras del pequeño.

—¡¿Kim está aquí?! —soltó Hoseok, escandalizado—. ¡Rayos!

Abrió su pequeño morral y de allí sacó un trozo de madera, lo cuál me hizo suspirar.

—Un día vas a prender fuego algo —señalé—. Y espero que no sea mi casa.

—En llamas, pero sin malas vibras —respondió, mientras que buscaba un encendedor en su morral.

Hoseok era un tipo bastante agradable. Un alfa que exudaba demasiada energía positiva y que nunca le faltaban palabras para animarte. Siempre me preguntaba de dónde sacaba aquella vibra tan radiante y pacífica, pero nunca obtenía una respuesta.

Así que, tenía mi teoría. Hoseok era buen vibroso porque Taehyung era mal vibroso.

Jimin puso los ojos en blanco al ver a su mejor amigo, luego me observó y su mirada se relajó; se acercó a mí con una sonrisa tímida y dije:

—Así que, ¿Hoseok y tú no dejan de hablar de mí? —Sonreí—. Ah, Jiminie, no abandono tu mente en ningún momento.

Soltó una risa y estiró su mano para golpearme en el abdomen.

—Nini exagera todo, solo hablábamos con Hoba de lo bueno que eres con nosotros.

Me gusta más la versión del enano, así que ignoralo.

Miré a Hoseok cuando sentí aroma a madera quemada y este comenzó a mover energéticamente su brazo para esparcir el humo.

—Hoseok, apaga eso. Huele mal —pidió Jimin.

—Es palo santo —respondió él aludido—. Ayuda a purificar las energías y Jungkook necesita eso con el amigo que tiene.

Un aroma a jazmines y tierra mojada llegó a mi nariz, dándome a entender que Taehyung estaba a unos cuantos metros de mí.

—Un santo palo te voy a dar por la cabeza si me sigues diciendo que soy mal vibroso —soltó mi mejor amigo, indignado.

Hoseok comenzó a mover aún más energéticamente su brazo, mirando fijamente al omega y, por supuesto, no faltó la intervención de nuestra pequeña estrellita.

Porque Seongjin siempre tiene algo para decir.

—Hopa no piensa que eres mal vibroso, él solo hace esto para molestarte porque cree que eres lindo cuando te enojas.

Ya no hubo más energía al mover ese palo santo.

Abrí mis ojos ampliamente y miré a Hoseok conteniendo una risa. El ambiente se llenó de tensión, mientras que Jimin se paraba detrás de su hijo para taparle la boquita.

—Él solo exagera —excusó el omega—. Ya saben como son los niños, siempre… exageran.

Hoseok miraba fijamente a Taehyung y éste lo miraba a él de la misma manera.

Los cachorros no mienten y estos dos siempre se han gustado.

🦋🦋🦋

21: 03 p.m.
Busan, Corea del Sur.

Taehyung y Hoseok se despidieron de nosotros luego de aquella extraña confesión de parte del cachorro. Ambos estaban tensos, bueno solo Hoseok porque mi mejor amigo tenía el ceño fruncido y claramente estaba muy confundido.

Me paré frente a la ventana y me quedé observando hacia la calle. Tenía curiosidad sobre lo que podría llegar a pasar, sobre todo porque sabía que Taehyung nunca me contaría lo que sucedió entre ellos. Por alguna extraña razón mi mejor amigo es bastante reservado con respecto a sus sentimientos, ya que según él, el amor está sobrevalorado y no necesita a nadie más que así mismo para ser feliz.

Raro.

Los vi salir del edificio; ambos hablaban de manera escandalosa, pero no podía escuchar que se gritaban. Hoseok parecía realmente molesto y Taehyung aún más, se señalaban y muy posiblemente se estuviesen diciendo cosas hirientes. Nunca podía entender qué era lo que pasaba entre ellos, porque no era ciego para interpretar que había algo más que una simple rivalidad.

Quizás algún secreto que ambos esconden, algo que les pertenece solo a ellos.

—Seongjin, presta atención. No puedes andar contando todo lo que oyes. —Mi atención fue arrebatada al escuchar el llamado de atención del omega al cachorro—. Las conversaciones de adultos son de adultos y está mal que cuentes cosas así.

El pequeño hizo un puchero y me miró de inmediato. Estaba buscando que lo salvara del llamado de atención de su papá, pero estaba claro que yo no debía intervenir. Por más que me encantaba saber detalles de las conversaciones entre Jimin y Hoseok, sabía que estaba mal que él contara lo que escuchaba. Así que, me crucé de brazos y con la cabeza señalé a Jimin logrando que él prestara su atención al omega. 

—No dije una mentira, papi. Hobi no piensa eso de tío Tae, tú lo sabes —respondió con un puchero—. No me gustan las mentiras y tampoco es bonito que se digan cosas feas.

Jimin se agachó para quedar a su altura y no dudó en acariciar su mejilla con ternura.

—Lo sé, bebé. Yo sé que no te gustan las mentiras y me parece hermoso que sea así, pero uno debe ser cuidadoso con las cosas que dice porque las palabras pueden lastimar mucho a las personas.

Seongjin infló su pecho de aire y pude notar como las mejillas se le teñían de un color rojizo, demostrando la molestia que sentía en ese momento.

—¡Ellos dicen cosas feas y eso los lastima! ¡Está mal! ¡Mal! ¡Mal! ¡Mal!

Jimin se quedó en silencio, mirando por varios segundos al cachorro, luego se volteó suavemente para mirarme con vergüenza. Fue como si sintiera un pequeño jalón de su parte, diminuto, pero lo suficientemente claro para saber que me estaba pidiendo apoyo.

Inconscientemente sonreí, mientras que mis brazos caían al costado de mi cuerpo completamente rendidos ante la mirada de mis dos amores. Me acerqué al sofá y me senté, los miré y no fue necesario pronunciar ni una sola palabra; ambos comprendieron de inmediato y se acercaron en busca de mi protección.

Jimin se sentó a mi lado y Seongjin se subió a sus piernas para quedar lo más cerca de mí, crucé mi brazo por los hombros del omega y él descansó su cabeza sobre el mío.

Manada.

Manada.

Mi lobo estaba en silencio porque ambos estaban entre mis brazos, bajo mi techo y protección. Ellos me veían como su alfa, y eso nadie podía negarlo, ni siquiera yo.

—Me gusta que seas honesto —dije en dirección al pequeño— y más cuando se trata de contarnos cosas a tú papá y a mi, porque siempre te hemos enseñado que debes decirnos la verdad porque mentir es terrible.

Seongjin abrió su boca, pero yo solo le dediqué una mirada severa que dejó en claro el mensaje; aún no terminaba de hablar. Jimin mantenía su cabeza apoyada en mi hombro y me miraba fijamente, no había rastros de enojo o molestía en sus ojos.

Solo había algo diferente a la tranquilidad, una chispa bonita y pequeña que me hacía sentir bien y seguro. Así que continué:

—Pero uno debe ser cuidadoso en cuanto a lo que cuenta y más cuando es algo que no nos dicen a nosotros. ¿Tío Hobi te contó a tí eso? —Seongjin infló sus mejillas y negó con timidez—. Entonces, ¿por qué cuentas un secreto que no te pertenece?

—¡Porque ellos se gustan y no me gusta que se digan cosas feas! A los dos les hace sentir cosas tristes y no es bonito, no me gusta que sus lobos esten tristes.

Jimin había comenzado a acariciar su espalda con delicadeza, ya que él pequeño estaba sintiendo emociones muy fuertes y frustrantes. A su vez, mi lobo había comenzado a liberar un aroma delicado y tranquilizador porque no nos gustaba ver a nuestro cachorro así.

El omega en ningún momento llamó mi atención.

Nini, yo sé que te duelen esas cosas, pero ellos son adultos y no podemos contar secretos que no nos pertenecen.

—Pero yo quería ayudarlos.

—Lo sabemos —habló Jimin—. Y me siento orgulloso de que seas tan buen cachorrito, pero ellos no necesitan ayuda de nadie.

Las lágrimas habían comenzado a deslizarse por las mejillas de nuestro bebé, estaba triste y se sentía culpable por lo que había hecho. El omega lo abrazó y lo escondió entre sus brazos, mientras que él pequeño descargaba todas esas emociones negativas que lo hostigaban.

Me incliné y di un besito en su cabello.

—Tío Hobi no me va a querer más —dijo entre lágrimas—. Yo no quiero dejar de ser su nini.

—No mi vida. Tío Hobi te adora y él sabe que solo lo hiciste con la intención de ayudar —animó Jimin—. Luego podrás mandarle un mensaje pidiendo perdón, porque siempre que nos equivocamos debemos hacer eso, ¿si?

No nos miró, solo asintió sin despegar su frente del pecho de Jimin, quién me miró y sin decir una sola palabra me lo dijo todo.

Gracias.

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Gracias por leer. ¡Espero que les este gustando la historia!

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