🦋 22 de Julio. 2022

2022
BUSAN, COREA DEL SUR.

Detuve el auto frente al trabajo de Jimin. Ambos suspiramos y nos miramos con dudas, entonces él dijo:

—No hacía falta que me dejaras aquí.

Él había insistido en irse caminando, pero ¿cómo iba a permitir algo así? Estábamos a tan solo unos minutos de su lugar de trabajo. Yo estaba obligado a dejarlo allí.

Hazlo sentir especial e importante. ¡Tenemos que lograr que entienda lo mucho que nos gusta!, aconsejó mi lobo.

Sonreí y me planteé varias veces las palabras correctas. Lo malo de tener un lobo con un instinto tan intenso es que me veía expuesto a meter la pata. Siempre que quería conquistarlo, terminaba pasando vergüenza.

Y hoy no iba a ser diferente.

—No hay de qué —respondí con seguridad. Yo realmente creía que había seleccionado las palabras correctas, hasta que en mi interior se desató un caos.

Sentí como si todos mis órganos fueran aplastados por una fuerza superior y, seguido a eso, escuché a mi lobo exclamar:

¡¿CÓMO QUE NO HAY DE QUÉ?!  ¡¿ACASO ERES IDIOTA?!

—QUIERO DECIR —grité, y Jimin se llevó la mano a un oído—, no hay de qué preocuparse, no me costaba nada traerte hasta aquí. Está tan solo a unas cuadras de la escuela de Seongjin. —Sonreí, nervioso.

El omega me correspondió la sonrisa, pero de una manera incómoda. Podía sentir mi tensión y eso lo ponía tenso a él.

—De acuerdo, muchas gracias —murmuró. Luego se volteó y miró al cachorrito, quien me miraba con atención y el ceño fruncido.

Espera tanto de un idiota como tú… ¡Me duele su mirada! ¡Me quema!

—Nos vemos a la tarde, ¿sí? No te portes mal y hazle caso a la maestra. —Estiró su mano y acarició su rostro—. Te amo.

Sonreí ante la muestra de amor que se dieron ambos. Podía pasar horas observando a mis dos chicos, ellos realmente lo significaban todo para mí.

Pasé la lengua por mis labios y pensé que sería buena idea llevarlos a almorzar. Hacía bastante tiempo que no hacíamos algo por el estilo, así que decidí ofrecer la idea.

—Si quieres, podemos ir a alm…

No pude terminar la oración, ya que fui interrumpido de inmediato.

—¡No! —respondió de golpe, mirándome con los ojos muy abiertos—. No me hagas enojar, Jeon.

Levanté mis manos en señal de rendición y él soltó un suspiro, estiró su mano y revolvió mi cabello.

¡Ja! Somos un cachorro para él.

¡ME QUIERO MORIR! YO QUIERO REPRODUCIRME CON ÉL, NO QUE DESPEINE MI CABELLO.

Sonreí de manera forzada porque, en realidad, deseaba morir en ese mismo instante.

—Nos vemos más tarde —finalizó y se bajó del auto.

Me mantuve en aquella posición tensa hasta que Jimin entró al edificio. Mis manos estaban aferradas con fuerza al volante y sentí mis mejillas entumecidas ante mi sonrisa.

Cuando no estuvo en mi campo visual, me desplomé y apoyé mi cabeza en el volante.

—Soy patético —murmuré.

—No lo eres —respondió Seongjin—. Solo debes decirle que lo quieres mucho.

Un niño te está diciendo qué hacer y es más acertado que tú. Definitivamente, eres patético.

—No es tan fácil, él me ve como un hijo más —contesté, con la esperanza de que el pequeño me diera alguna palabra de consuelo.

—Nop, porque él tiene un solo bebé y ese soy yo —soltó, orgulloso—. Él dice que te quiere como su hermano.

Oh, por la Luna. ¡SOLO ELIMÍNAME! NO SOY TU MEJOR GUERRERO.

—Pero es mentira.

¡¿Y eso?!

Me volteé y lo miré con atención.

—¿Crees que es mentira?

Seongjin asintió.

—Si fuera así, te trataría como a tío Hobi, pero a ti te abraza, te cuida y te dice que eres lo más bonito que hay después de mí. —Se señaló a sí mismo—. Solo debes decirle lo que sientes.

Solté un suspiro.

—Tenemos que idear un plan. Algo debo hacer para poder conquistar a tu padre —expresé, exasperado.

El cachorrito inclinó suavemente su cabeza y sonrió.

—Papá —susurró en voz bajita, y lo miré con curiosidad ante su llamado—. Si quieres ser su novio, tienes que decirle lo que pasa en tu corazoncito. Yo sé que papi lo sabe, pero también tiene miedo. Tú siempre me dices que tengo que decir la verdad en todo, así que estás obligado a hacerlo tú también.

Sonreí y no pude evitar estirar mi mano para acariciar su cabecita.

—Tienes razón, amor. Tengo que decir siempre la verdad. —Él restregó su mejilla en la palma de mi mano—. Pero tú me ayudarás a que sea más fácil decirla.

Sus ojitos se abrieron ampliamente y preguntó un suave «¿Cómo?» que me enterneció.

Ah, Jungkook. Ten cuidado con lo que le dices al niño. ¡No arruines aún más nuestra vida!

—Tienes que pedirle un papá.

Seongjin frunció el ceño inmediatamente y respondió:

—¿Un papá? —Un pequeño puchero se formó en su boquita—. Yo ya tengo papá y son dos. —Me enseñó tiernamente dos de sus deditos—. Está mi papi Jimin y tú. Yo no quiero más papás, soy feliz con los que tengo.

¡¿Por qué no la pusiste antes que el idiota que estuvo con Jimin?! Ahora este angelito sería nuestro.

Solté un suspiro y sonreí.

—Lo sé, bebé. Soy tu papá y tú eres mi cachorrito —concordé—, pero tu papi no sabe eso y por eso mismo le tenemos que ayudar.

Asintió lentamente.

—Le puedo pedir para mi cumpleaños un papá Kookie. —Me sonrió—. ¡Eso le diré! Quiero un papá para mi cumpleaños y que se llame Jungkookie.

Levanté mis manos y comencé a negar rápidamente.

—No, no, no. Solo debes decir que quieres un papá.

—Pero ¿cómo sabrá que ese papá eres tú? Imagina si trae a otro alfa apestoso. —En su rostro nuevamente se plantó un puchero—. No quiero que pase de nuevo, todos esos alfas son feos, tontos y no tienen rulitos como tú.

Solté una risa ante la mención de mi cabello.

—Si fuera tu bebé, ¿tendría rulitos también? —preguntó, llevando las manos a su cabello.

—Tú eres mi bebé —confirmé—, pero no debes decir mi nombre. Yo me encargaré del resto.

¿Lo harás? ¡Por favor! Solo meterás la pata nuevamente. No es tan difícil, Jungkook. Solo te paras frente a él y le dices: tú, yo, una cama y más cachorros.

¡No le diré eso!

Deberías.

—No entiendo tu plan —confesó Seongjin—, pero está bien. No le diré a papi tu nombre.

—¡Confía en mí! Te prometo que todo saldrá genial.

Realmente espero eso, porque te destruiré mentalmente si no llega a ser así.

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Entré a la sala de maestros aferrado a la idea de que los sahumerios de Hoseok, quizás, estaban impidiendo que Jimin y yo tuviéramos algo.

Cerré la puerta y me pregunté si podía llegar a ser mal vibroso.

Jungkook, por favor, no seas tan bobo.

«Pero puede ser, tan solo piensa. Hoseok siempre anda encendiendo sahumerios cuando estoy presente».

¡JUNGKOOK, REACCIONA! No eres mal vibroso, eres lento e idiota.

Suspiré y me volteé para encontrarme con mis amigos. Taehyung corregía algunos trabajos de sus alumnos, mientras que Namjoon escribía y tomaba café. Al verme entrar, ambos dirigieron su mirada hacia mí.

—Vaya, por fin llegas —dijo el mayor, mientras me miraba sobre el marco de sus anteojos—. Se te ha hecho costumbre llegar tarde, ¿no?

Miré el reloj que había en mi muñeca y puse los ojos en blanco al notar que solo había llegado tarde por tres minutos.

—No se queja el jefe conmigo, menos lo harás tú —contesté en su dirección—. Además, marqué a las nueve el ingreso. Por lo tanto, estoy a tiempo.

Él soltó un suspiro y levantó tres de sus dedos. Ni siquiera estaba molesto por mi tardanza, él estaba irritado porque esos tres minutos le quitaban tiempo a mi relato.

—He perdido tres minutos de recreo, necesito saber qué sigue —se quejó.

Taehyung levantó su mirada de las hojas para dedicarme una que gritaba un simple «Te lo dije». 

Me reí y tomé asiento.

Namjoon es un alfa que trabaja desde hace un año en el instituto. Es bastante curioso y tiene el sueño de ser escritor. Desde hace meses que está trabajando en una historia y para inspirarse suele pedir relatos a las personas.

Un día decidió preguntarme a mí por Jimin.  Grave error, porque Taehyung fue el primero en responder.

Él dijo:

—Jimin es el amor platónico de Jungkook desde hace siete años. ¿Acaso no le ves la cara de enamorado? Tan solo míralo cuando habla de él, le brillan los ojos y se muerde los labios; incluso comienza a apestar.

—Pensé que Jimin estaba en pareja. ¿Acaso no tiene un cachorro? —señaló, sorprendido.

—¡Claro que lo tiene! Y ese es el otro amor de Jungkook. Prácticamente es su cachorro.

Desde ese momento, Namjoon no deja de preguntarme por mi historia con el omega y yo encantado le cuento con lujo de detalle.

—¿En dónde nos habíamos quedado? —pregunté.

Él rápidamente bajó su mirada a su pequeña libreta y buscó lo último que anotó.

—Se te cayeron las flores de las manos cuando te diste cuenta que Jimin estaba embarazado —recordó.

—Eso fue bastante dramático —murmuró, Taehyung—. Solo le hacía falta una canción de fondo y congelar la pantalla en esa escena.

—¡Es que sucedió así! —solté, frustrado—. Mi mundo se vino abajo con esa prueba de embarazo.

—¿Cómo hiciste para disimular eso? —La voz de Namjoon sonaba curiosa—. Quiero decir, se te cayeron las flores y estabas en el baño de omegas. Él lloraba y tú no tenías la suficiente confianza para consolarlo.

Me encogí de hombros.

—Lo abracé. Fue lo único que se me pasó por la cabeza en ese momento y, para mi sorpresa, él no rechazó el abrazo.

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