🦋 22 de Julio. 2022
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2022
Corea del Sur, Busan.
Revisé mi teléfono antes de golpear la puerta. Eran las seis menos diez de la madrugada y Jimin aún no contestaba mis mensajes, lo que significaba una sola cosa.
Nuevamente, se quedaron dormidos.
Suspiré y esperé a ser atendido por la señora Park. Era costumbre para mí, prácticamente una rutina diaria desde hace tres años. Para Jimin, era imposible despertarse temprano, por esa misma razón, siempre iba a su casa una hora antes.
La puerta se abrió y la madre del omega me recibió con alegría.
—Cinco minutos antes de lo normal —señaló, sonriendo.
Miré mi reloj y asentí inmediatamente.
—Últimamente me está costando más despertarlos —admití—. ¿Se durmieron muy tarde?
Ella se hizo a un lado y me dejó ingresar a su hogar. Respiré profundamente por instinto y, al sentir que aún había rastros de mi aroma, sonreí.
Me saqué los zapatos y los dejé a un costado.
—No lo sé, anoche me acosté temprano y me dormí cuando ellos aún seguían despiertos —contestó la madre de Jimin. Señalé las escaleras y ella negó con una mueca—. Ya deberías dejar de pedir permiso. Después de todo, esta también es tu casa.
Ojalá lo fuera. Siempre me siento solito, comentó mi lobo.
Resoplé y asentí con una mueca. Sin decir más, subí las escaleras en dirección a la habitación que Jimin compartía con Seongjin. Varias veces me he puesto a pensar cómo plantearle al omega que ya era hora de que el pequeño tuviera su habitación, pero siempre que estaba a punto de hablarlo recordaba lo limitado que era el espacio en aquel hogar.
No podía hacerlo sentir culpable, mucho menos mover sentimientos de insuficiencia. Él siempre hizo lo que estuvo a su alcance por su cachorro, no puedo exigir aún más.
Pero… podrías decirle que venga a vivir con nosotros. Todos saldríamos ganando, ¿no?
Me paré frente a la puerta y, con delicadeza, apoyé mi oído en ella. No se oía nada del otro lado, así que la empujé delicadamente. La cama estaba a unos cuantos metros y sobre ella se veía solamente una cabellera rubia que envolvía entre sus brazos a un cachorrito.
Caminé de puntitas de pie con la esperanza de que no me sintieran presente, pero, antes de llegar a la cama, una cabecita se asomó entre los brazos de Jimin.
Seongjin.
Cabello azabache despeinado, ojitos somnolientos y una sonrisa pícara. Un suspiro de frustración se me escapó al ser descubierto.
—Buenos días, Jungkookie —saludó el pequeño, y me acerqué a ellos.
—¿Cuándo va a ser el día que no me sientas llegar?
—Nunca —contestó, acostándose entre los brazos de su papá.
Me reí y no pude evitar sentirme enternecido ante aquella imagen.
Coloqué mi mano en la espalda de Jimin, justo como hacía todas las mañanas y le susurré si me podía hacer un poco de espacio. No me contestó, estaba dormido, pero si se corrió dejándome un lugar para poder recostarme a su lado. Apenas apoyé mi cabeza en la almohada, Seongjin se escapó de sus brazos para llegar a mi lado y recostarse sobre mí.
El omega inmediatamente se levantó, me miró sin abrir demasiado sus ojos y luego, al confirmar que se trataba de mí, se acomodó a mi lado. Posó su cabeza sobre mi hombro y cerró sus ojos suavemente.
—Nos dormimos tarde —informó, con voz ronca. No contesté, solo esperé unos cuantos segundos y los escuché caer en un profundo sueño.
¿Realmente creyeron que solo vine a despertarlos temprano? ¡Por favor! Vine a disfrutar el momento en el que me siento más completo, es decir, cuando están durmiendo sobre mí.
Cualquiera que presenciara aquella escena se sentiría enternecido y pensaría que somos una hermosa familia, pero la realidad es que estamos muy lejos de serlo. Desde que me enteré del embarazo de Jimin, estoy condenado a ser su eterno mejor amigo.
¿Acaso esto puede ser más trágico? ¡Eres patético, Jungkook! Debería darte vergüenza seguir en la friendzone.
¿Realmente debo contestar a eso? Muy pocas personas logran ponerse en mi lugar para comprender por qué no puedo confesar mis sentimientos a Jimin. No es tarea fácil, ya que las veces que lo he intentado él suele decir cosas como:
«No sé qué haría sin ti, eres el mejor amigo que puedo tener».
«¡Eres como otro hijo más!».
«No puede ser que tenga dos hijos en vez de uno».
¿Cómo puedes confesarte después de oír algo así? Realmente es frustrante. Sobre todo cuando suceden cosas como estas, en donde él duerme sobre mi pecho de esa manera tan relajada, como si fuera normal lo que hace.
¡AH, PARK JIMIN! ¡¿CÓMO NO PUEDES DARTE CUENTA LO ENAMORADO QUE ESTOY DE TI?!
Suspiré y cerré mis ojos.
Me centré en sus respiraciones, cosa que poco a poco me comenzó a relajar. No me resistí demasiado, confié en que la alarma estuviera puesta, así que me dejé vencer por el sueño.
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Cuando abrí los ojos, Jimin estaba parado a mi lado. Su cabello lucía mojado, y se lo secaba con una toalla sin dejar de observarme.
—Se te está haciendo costumbre el venir a dormir media hora con nosotros —comentó con una pequeña sonrisa.
Me estiré y pude sentir al pequeño removerse a mi lado.
—A ustedes también se les ha hecho costumbre.
Me miró por unos segundos fijamente y luego asintió.
—Puede ser —contestó—. No te voy a mentir, esa media hora que duermo a tu lado es la más placentera de toda la noche. —Se volteó y caminó hasta el armario, en donde guardaba la ropa de Seongjin—. Qué triste que acabe tan rápido.
¡AHHHH! Dile que puede durar para siempre.
¿Qué? ¡No! No diré eso, es raro.
¡JUNGKOOK! NO SEAS LENTO Y DILE ESO.
Suspiré y miré a Seongjin a mi lado. Me miraba con ojos expectantes, como si esperara que de mi boca fuese a salir algo interesante.
Ah, pobre bebito. ¡Tiene demasiadas expectativas de un soquete!
Le sonreí y estiré mi mano hasta su rostro.
—Buenos días.
Me sonrió ampliamente e imitó mi acción. Estiró su mano hasta mi rostro y acarició una de mis mejillas.
Me reí y le di un pequeño beso en la mano.
Jimin se volteó y nos miró con una sonrisa. Luego dijo:
—Arriba, que hay que desayunar e ir a la escuela.
Seongjin se levantó con pereza, pero obedeció de inmediato. Cuando se metió al baño, le pregunté a Jimin.
—¿Leíste los mensajes?
Asintió.
—Y la respuesta es no, no vamos a ir a desayunar.
¡Ni siquiera los desayunos acepta! ¡Él realmente nos odia!
—¿Por qué no? —pregunté, levantándome de un salto—. ¿Qué pasó? ¿Ya es tarde?
—No tengo dinero.
—¿Acaso te pedí que pagues o que me des algo? Dije que invito yo.
Jimin me miró y se aferró con fuerza a la ropa que había en sus manos.
—Debes dejar de gastar tanto dinero en nosotros —murmuró con firmeza—. Está bien que quieras consentirnos, realmente lo aprecio con todo mi corazón —se llevó una mano al pecho—, pero es demasiado lo que haces por nosotros.
—Es solo un desayuno, no es nada. Además, es para optimizar el tiempo. —Sonreí—. No es solo un beneficio para ustedes que coman rico, es también para mí, porque evito llegar tarde al trabajo.
¡NO, IDIOTA! NO TENÍAS QUE DECIR ESO.
Jimin agachó su mirada y tragó saliva. Su aroma se impregnó de vergüenza e incomodidad.
—Lo siento, no quería atrasarte en el trabajo.
Cerré mis ojos con lentitud y maldije en voz baja.
—Nunca llego tarde. Además, aunque lo haga, no me necesitan demasiado. Los niños están sanos en esa escuela, así que…
Por la luna… ¡¿Puedes cerrar la boca de una vez?!
—Y me pone feliz que estén todos sanos, es genial que ninguno tenga problemas —aclaré, nervioso. Me cubrí la cara y traté de organizar mis pensamientos.
Jimin me miraba fijamente y con un semblante lleno de confusión.
—Jims… —hablé—. Llevarlos a desayunar para mí no es una molestia, tampoco significa un gasto muy grande, por algo es que los invito.
Él hizo una pequeña mueca y, segundos después, me lanzó al rostro la pequeña camisa de Seongjin.
—Te dije que no y respeta mis decisiones, soy el que manda aquí —soltó con decisión. Luego me señaló y dijo—: Le dices algo al mocosito y te las verás conmigo.
En ese instante, la puerta del baño se abrió y el pequeño nos miró con atención.
Entonces le pregunté:
—¿Quieres ir a desayunar?
Un oso de peluche gigante se estrelló contra mi rostro y me empecé a reír.
—¡Papi, no le pegues a Jungkookie! —retó el pequeño a su padre.
Miré a Jimin con una sonrisa y los ojos abiertos con amplitud.
—¡Sí! No me pegues, papi.
Jimin mantuvo el ceño fruncido por varios segundos, pero poco a poco una sonrisa se le comenzó a formar. Luego negó con incredulidad.
—Tú y yo tendremos una charla muy seria.
Le guiñé el ojo y contesté:
—Cuando quieras.
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Gracias por leer.
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