🦋 13 de Agosto, 2018.

13 de Agosto, 2018.
Busan, Corea del Sur.

Conocí mi razón de vivir un trece de Agosto del 2018. Recuerdo ese día perfectamente, después de todo fue el día en dónde comencé a vivir.

Eran vacaciones de verano y comencé el día despertando a las doce del mediodía. Jimin me había avisado la noche anterior que no podríamos dormir juntos. ¿La razón? Su madre estaba en casa y no era muy partidaria de que durmieramos juntos. Nunca lo fue.

No tuve otra opción que dormir en mi casa, aunque todos mis instintos me alertaban que era necesario quedarme con ellos. Lamentablemente, tuve que ignorarlos.

Con tan solo dieciocho años comencé a sentir que tenía la responsabilidad de un padre. Muchos consideraban idiota ese sentimiento, incluído Jimin, quién trataba quitarme todo peso de encima. Odiaba que hiciera eso porque yo deseaba ser parte de su vida y de la de Nini.

Le envié un mensaje a Jimin, preguntándole cómo se sentía. Él me respondió con un emoji vomitando y no puedo evitar reír. Bajé la escaleras y me puse a ayudar a mi madre.

—¿Hoy vas a ir a Jimin? —preguntó, mientras yo secaba los vasos.

—Sí, le dije que iba a tomar un baño e iría a su casa —le expliqué—. Prometí hacerle algo rico de comer, hace días viene sensible del estómago y todo le produce náuseas. ¿Alguna recomendación?

La omega se rió y cerró el agua para mirarme con atención. Luego frunció el ceño y suelta un gran suspiro.

—Jimin suele sentirse muy mal cuando te alejas —señaló—. Es su lobo que reclama tu presencia, deberías quedarte junto a ellos el tiempo que sea necesario. Ya verás que cuando llegues, todos esos síntomas se habrán ido.

Estiró su mano y tocó mi nariz con delicadeza.

Mis padres se enteraron del embarazo de Jimin cuando lo conocieron, lo primero que hicieron fue mirarme, aterrados. Ellos creyeron que Seongjin era mío y me apartaron para preguntarme que significaba el aroma del Omega.

Fue difícil de explicar, aún más cuando Jimin estaba a unos cuantos metros de nosotros, pero tuve que hacerlo y en sus rostros pude ver la tristeza. Cualquier otro padre se hubiese sentido alegre al oír que no se trataba de un nieto suyo, pero mis padres podían sentir la sentir la decepción y la angustia que me generaba la situación.

Yo amaba a Jimin y que ese cachorro no fuera mío me destruía por completo. Ambos hablaron conmigo y me dieron su apoyo. Me dijeron que iban a aceptar todas las decisiones que tomara. Quizás ellos esperaban que adoptara al bebé como si fuera mío o que Jimin y yo nos emparejaramos o algo por el estilo.

Claro que no fue así.

Todos estábamos entristecidos por los límites que imponía Jimin. Mi familia lo consideraba uno más y ni hablar de la emoción que había por la llegada de Nini a nuestras vidas.

—Debes decirle a Jimin que venga a comer. El bebé nacerá en estos días y quiero darle los regalitos que compramos para él —dijo, emocionada—. Ayer hablábamos con tu padre y pensábamos en que en vez de regalarte un moto, vamos a hacerte caso y te compraremos un auto.

Abrí los ojos ampliamente y la miré, emocionado.

—¿En serio? ¿Lo harán? —Mi voz sonó extasiada, había conseguido que me oyeran—. Yo realmente creo que es lo mejor, de esa manera Jimin no tendrá que andar en autobús con el bebé y sé que la moto era mi mayor deseo, pero las cosas cambian y ahora tengo mi mente enfocada en mi fa...

Me detuve y ella soltó una risa, enternecida.

—Mi hombrecito va a ser papá —susurró en voz baja y no pude evitar sonrojarme ante tal comentario.

Quise explicarle que no debía decir eso, no aún. Era verdad que yo me sentía el padre de Seongjin, pero no podía atribuirme el título sin la autorización de Jimin. Él era su padre y no podía meterme en su vida a la fuerza.

Lamentablemente, algo me impidió hablar y fue un extraño dolor en mi abdomen. Fruncí el ceño y lo primero que pasó por mi cabeza fue Jimin gritando del dolor.

Mi cuerpo se paralizó por completo y sentí a mi lobo aullar de la angustia. ¡Él me necesitaba!

La taza cayó al suelo y se rompió en mil pedazos. Mi madre retrocedió, asustada, mientras que yo corría fuera de la cocina.

—¡Jungkook! —me llamó, pero mi cabeza no dejaba de repetir el nombre de Jimin.

No me importó estar en pijama, mucho menos mis pantuflas. Necesitaba saber qué pasaba y no dudé en correr hasta la casa del omega.

Gracias a Luna, Hoseok estaba junto a él cuando comenzaron los dolores y me lo comunicó por teléfono. Estaba tan solo a unas cuadras de su casa cuando esté sonó.

—Jungkook, hermano —dijo, alterado por la bocina del teléfono—. Estoy en el hospital con Jimin.

Mi corazón latía desesperado. Me sentía aturdido y asustado, posiblemente como Jimin en ese mismo momento.

—¿En qué hospital? ¿Qué pasó? ¿Están bien? —pregunté, desesperado.

—Sí, está bien. Eso dijo el médico, parece que el bebé está por nacer. —Se detuvo y lo escuché hablar con alguien—. Será mejor que vengas, está preguntando por ti. Te mando la ubicación, apresúrate.

[ 🦋 ]

Debía tranquilizarme. Lo sabía, pero estaba nervioso y no me podían culpar por eso. No haber estado en ese momento junto a Jimin, me enloquecía. Él me había necesitado y yo no había estado para él.

Cuando llegué al hospital, lo hice en compañía de mis padres y cuñado. Seokjin, gracias a la Luna, ya estaba allí. Para nuestra suerte, mi hermano mayor trabajaba en el hospital donde Jimin tendría a Nini. Fue él quien me puso al tanto de todo lo que pasaría.

—Todo saldrá bien, solo debes mantenerte tranquilo —dijo, mientras caminaba a la par mía.

Ambos estábamos en camino a la sala de partos y sé que lo habían mandado exclusivamente a tranquilizarme, pero su trabajo no fue muy eficiente.

Cuando llegamos, dije:

—Quiero verlo, quiero ver a Jimin.

Seokjin soltó un suspiro.

—No puedes hacerlo, él ya está ingresado. La cirugía va a comenzar en cualquier momento, solo debes esperar.

Lo miré, furioso. ¿Cómo que solo debía esperar? ¿Acaso se estaba escuchando? Iba a morir de la ansiedad. Estábamos hablando de MI omega y MI cachorro.

Agarré a mi hermano mayor de la bata y lo hice mirarme fijamente a los ojos.

—Debes jurar por tu vida que ambos estarán perfectos porque me volveré loco y mataré a todos los que están aquí —amenacé entre dientes.

Seokjin se soltó de mi agarre y me señaló con severidad.

—Soy tu hermano mayor y un profesional de la salud —me recordó—. No me amenaces porque te haré sacar de aquí y tendrás que esperar en casa.

Iba a contestar, pero sentí las manos de alguien agarrarme por los hombros y jalarme hacia atrás. Era Taehyung, quién se había enterado de toda la situación gracias a Hoseok.

—Disculpa, deja que yo me encargué de este psicópata —dijo, mientras me alejaba de mi hermano mayor. Una vez estuvimos lo suficientemente lejos, me hizo mirarlo a los ojos—. Escucha, imbécil. Si sigues así de alterado te sacarán de aquí. ¿Acaso quieres que el primero en conocer al bebé sea Hoseok? ¿Eh?

Mi respuesta fue un gruñido.

—Eso pensé. Así que comportate como un hombrecito y cierra la puta boca.

Mi cuerpo tembló y le enseñé a Taehyung como temblaban mis manos. No tenía control de mí mismo, no entendían lo nervioso que me sentía.

Necesitaba tomar la mano de Jimin, mirarlo a los ojos y decirle que lo esperaría afuera. Que lo admiraba y que era el omega más fuerte que existía en el planeta. Quería decirle lo mucho que lo amaba y cuánto deseaba formar una familia con él.

Quería que él supiera que estaría a su lado por siempre.

Taehyung me vió en ese estado, respiró profundamente y me abrazó con fuerzas.

—Sí, lo sé. Estás asustado, pero tienes que controlarte, Jungkook. Tus nervios no ayudan a nadie —explicó—. Solo será un ratito, por mientras, sería bueno que tomes asiento.

Colocó su mano en mi espalda y me guío hasta el asiento más cercano.

—Respira junto a mí.

Intenté seguir su respiración, mientras que observaba como Hoseok se acercaba a nosotros con un vasito en una mano y con pedacito de madera en la otra.

Una vez estuvo cerca, nos sonrió a ambos.

—Toma. —Me entregó el vaso—. Es un tecito de tilo y manzanilla. Ayuda a relajar el cuerpo y la mente.

Lo tomé y decidí olfatear el contenido. Olía extraño, pero no desagradable.

—Gracias —le dije, mientras intentaba seguir el ritmo de la respiración de Taehyung. Observo la madera en su mano y la señalo, confundido—. ¿Qué es?

—¿Esto? —levantó la madera—. Es palo santo, ¿ustedes creen que si lo prendo se enojen? Todos estamos muy nerviosos y desprendemos demasiadas vibras negativas.

Abrí mi boca sin saber qué responder, pero mi mejor amigo lo hizo por mí.

—¿Qué? —soltó Taehyung, molesto—. ¡Te voy a prender fuego la cabeza si prendes esa mierda! —Señaló el asiento a su lado—. Te quiero sentado aquí, quieto y sin molestar. ¡Ya!

Hoseok no respondió, solo tomó asiento al lado del Omega y se quedó inmóvil. Lo miré y él apoyo su cabeza en el hombro de Taehyung.

—Lo siento, es que estoy nervioso.

Tae suspiró y me soltó a mí para hacerle una caricia al alfa. Fue extraño, pero ahora que sé lo que pasaba entre ellos, comprendo la forma en la que actuaban.

Mis amigos estaban en pareja.

—Todos los estamos y por eso necesitamos tranquilizarnos. Somos adultos, podemos manejar esto.

Hubo unos cuantos segundos de silencio. Ninguno decía nada, solo tratabamos de respirar a la par. De golpe, comencé a escuchar un sollozo y al voltear, veo a Taehyung cubriéndose el rostro.

Estaba llorando.

—¡No llores que voy a llorar yo también! —soltó Hoseok, mientras que las lágrimas se le corrían por las mejillas.

No aguanté y me rompí junto a ellos.

Los tres comenzamos a llorar. Los nervios eran tan contagiosos que hasta el más duro de los tres cedió ante las lágrimas. Fue mi culpa, mi aroma era angustiante y mis amigos no conseguían tranquilizarme.

Nos creíamos adultos, pero en realidad solo éramos unos adolescentes. Yo aún no cumplía los dieciocho años, Taehyung tampoco y si bien Hoseok ya tenía sus diecinueve, no era mucho más maduro que nosotros.

Mi mejor amigo intentó calmarnos, pero estuvimos bastante tiempo de esa manera, asustados. Yoongi, quién llegó unos minutos después, intento convencernos que llorar no era la solución y que solo íbamos a empeorar las cosas.

Entre lágrimas, le pregunté:

—¿Empeorar qué? ¿Las cosas están mal? —limpié bruscamente mis ojos—. Quiero ver a Jimin, Yoongi.

Él me abrazó y se quedó junto a mí.

Cerré los ojos con fuerzas y le pedí por favor a la Luna que los dos estuvieran bien.

Le prometí que si cumplía mi deseo, yo sería un buen alfa, un buen hombre y cuidaría de ellos con mi vida.

Intento cumplir esa promesa hasta el día hoy.

[ 🦋 ]

Seongjin nació un trece de agosto a las cuatro y media de la tarde. Lo recuerdo perfectamente, como si hubiera sido ayer.

Todo está grabado en mi mente y corazón. Como si fuera una canción la cual no puedes olvidar.

Había pasado una hora; mis nervios estaban a flor de pie. Mis padres habían logrado tranquilizarme, aunque todos estábamos igual de nerviosos. Éramos seis personas a la espera de noticias y aún no teníamos nada.

Cuando creí que iba a caer en la locura, mi hermano salió de la sala de cirugías. Me levanté a una velocidad impensable, recuerdo que mis manos y piernas temblaban.

Me miró, suspiró y se acercó a abrazarme. Fue tan fuerte que me preocupó pero cuando escuché que todo salió perfecto, me rompí en lágrimas.

Me aferré a su bata y sentí cómo mi cuerpo se relajaba por completo. Había pasado la peor hora de mi vida y mis nervios me estaban pasando factura.

—Tiene que ingresar alguien, un familiar —dijo él—. Pueden ser su madre o tú. La idea es que sea cercano porque está nervioso y él bebé también.

Asentí a cada una de sus palabras. Era claro que sería yo; debía ser el primero en ver cómo estaban. No dejarme verlos sería muy cruel, pero escuché la voz de mi madre preguntar por la única persona que no estaba presente en aquel lugar.

La madre de Jimin.

—¿La señora Park no planea venir? —Su voz sonó molesta y yo me voltee a verla.

No sabía qué decir y más cuando era consciente que a mi madre no le agradaba en absoluto aquella señora. Miré a Hoseok en busca de una respuesta, pero él se encogió de hombros.

—Está trabajando, dijo que no podía faltar a su turno.

Varios de los presentes soltaron un bufido. Entre ellos, estaba mi padre quién trabajaba junto a ella en el hospital. Se lo veía molesto, incluso peor que mi madre.

Él dijo:

—Le avisé que vendría aquí, pero dijo que Jimin estaría bien.

Mi madre casi pegó un grito en el cielo. Se llevó las manos a la cabeza y soltó varias palabras que me resultan imposibles de repetir.

—No puedo creerlo, es el hijo. ¿Cómo se puede ser tan fría? Mis niños no merecen eso.

Limpié mis lágrimas y mientras escuchaba la pequeña discusión, me acerqué a Seokjin y le pregunté:

—¿Los dos están bien?

No tenía ganas de amargarme, era un momento feliz y nada, ni nadie me iba a arrebatar esa felicidad.

Él asintió con una sonrisa.

—Sí, ambos están bien. Todo salió muy bien. Jimin está un poco sedado y cansado, pero no te preocupes. En un par de horas estará como nuevo. —Un médico lo llamó y él me dió un pequeño golpe en la espalda—. En unos minutos saldrá alguien, llamará a sus familiares. Tú solo debes acercarte a él, ¿sí?

Asentí y antes de irse, me dió un último abrazo.

—Felicidades, hermanito. Vas a ser un padre increíble.

Sus palabras hicieron mi cuerpo temblar.

Ser padre. ¿Yo sería el padre del bebé? ¿Por qué toda mi familia asumía eso? Quizás ellos veían cosas que yo no podía.

Tragué saliva y sentí una mano sobre mi hombro. Era Taehyung, quién ya estaba mucho más tranquilo.

—¿Crees que me veo bien? —pregunté, un tanto perdido.

Él soltó una carcajada y respondió:

—Te ves de la mierda, como un verdadero padre —susurró y me reí junto a él. Sus brazos inmediatamente me rodearon con alegría—. ¡Vas a conocer a tu pequeñito!

Quise evitarlo, pero las lágrimas comenzaron a correrse por mis mejillas nuevamente. Era un caos de emociones en ese momento y la ansiedad por verlos a ambos me estaba consumiendo.

Los segundos parecían horas y los minutos días. Me estaba volviendo loco y aún no tenía señales de mis dos amores.

Una vez me soltó, mi madre fue la siguiente en abrazarme. Me susurró que nadie más que yo merecía conocer al bebé y que se sentía orgullosa de mí. Mi padre me sobó la espalda y con una sonrisa lo dijo todo.

Pasaron unos cuantos minutos, hasta que un doctor salió y, para mí sorpresa, no llamó a los familiares de Jimin.

Él solo dijo mi nombre.

—¿Jungkook? —Me levanté de mi asiento y me acerqué a él con rapidez—. Dijo que quiere verte a ti.

Por un segundo me sentí mal. Tal vez Jimin creyó que su madre iba a entrar con él y por eso me llamó. Me sentí tan furioso y no sé por qué algo se comenzó a plantar en mi interior.

Enojo y resentimiento. Intenté ignorar esas emociones, no era momento para sentirme así.

Pasé las manos por mi ropa y seguí al hombre bajo la mirada de todos. Hoseok me levantó los pulgares y yo le sonreí.

Jimin ya estaba en una habitación privada. No se le permitía estar en lugares compartidos, ya que al principio los omegas suelen estar sensibles y todo significa un peligro para ellos y sus cachorros.

No era gigante, pero si muy blanca y entraba el sol por la ventana. Él médico me dijo que debía ingresar yo solo.

—Tu aroma es conocido para él, si entro yo puedo alterarlo.

Asentí y él me felicitó. ¿Habrá pensado qué yo era el padre? No pude evitar sonreír.

Luego de que se marchó, abrí la puerta con delicadeza. Jimin levantó su cabeza rápidamente y me miró con el ceño fruncido, se veía cansado, pero al notar que se trataba de mí, sonrió.

Sus ojos brillaban y su sonrisa estaba más gigante que nunca. Se veía tan orgulloso y hermoso. En sus brazos, envuelto en una mantita, había algo pequeñito y parecía esconderlo.

No quería acercarme, tenía miedo que se sintiera amenazado, pero él inclinó suavemente su cabeza.

—¿Vienes? Quiero que conozcas a alguien.

Sonreí y me acerqué despacio, realmente quería correr hacia él, pero estaba nervioso y no quería causar ninguna emoción fuerte en ninguno de los dos.

De manera inconsciente, mi lobo fue perfumando aquella habitación. Era un alfa reclamando a su familia, no me podían pedir que no lo hiciera.

Jimin cerró sus ojos y respiró profundamente. Una vez estuve cerca de él, me agaché y le dí un beso en la mejilla.

—Pasé un mal rato —confesé en voz baja y él soltó una risa.

No respondió, no dijo nada. Solo me presumió al pequeño entre sus brazos. Destapó con delicadeza su carita y una sonrisa se me formó en el rostro.

Era tan pequeño, tan frágil y hermoso. Un suspiró se me escapó de la boca y el omega me preguntó:

—¿Quieres cargarlo?

—¿Puedo?

Jimin asintió y me explicó como sostenerlo de la manera correcta.

Me dió miedo lastimarlo, pero la mirada del omega me hacía sentir tan seguro. Mi respiración tembló cuando observé al pequeño y no entendí que me pasó.

Solo sé que desde ese momento supe que iba a vivir por y para él. Mi mundo se detuvo por completo y solo éramos yo y él.

Sus ojitos eran pequeños, pero brillantes como dos estrellas.

Seongjin tenía un cielo estrellado en sus ojos.

Abría su boquita y emitía pequeños ruiditos. Lo imité y me reí al ver que se detenía a verme.

—Hola, bebé —le susurré—. ¿Sabes quién soy?

Él sonrió y no pude evitar hacerlo yo también. Levanté mi cabeza y miré al omega. Él me observó alegre y abrí mi boca sin saber cómo pronunciar las siguientes palabras:

—Jimin, me reconoce —le dije, emocionado—. ¡Él sabe quién soy!

El omega soltó una risa y asintió enternecido.

—Claro que lo sabe, Koo. ¿Cómo no lo podría saber?

Sentí magia, algo tan bonito en mi interior. Era como si me hubiese enamorado por segunda vez, pero a la vez era tan diferente. No era como ese amor que sentía por Jimin, era algo que nacía desde el profundo de mi mente y corazón.

Una extraña devoción y sentimiento de protección.

Algo extraño, no sé cómo describirlo. Podrían haber intentado quitarme todo en la vida, pero si trataban de arrebatarme al pequeño que estaba entre mis brazos, iba a morir.

Mi mundo tuvo sentido; yo tuve un propósito.

Me acerqué hasta Jimin y le dí un beso en la cabeza.

—Gracias —le dije, desde lo más profundo de mi corazón.

Él se rió y echó su cabeza hacía atrás.

—¿Por qué? —Respiró profundamente y cerró sus ojos—. Yo debería darte las gracias a ti, no podría haber aguantado todo sin tu presencia en mi vida.

Sonreí y apoyé mi frente contra la suya.

—Lamento no haber estado para ti está mañana. Soy un mal chico.

Jimin negó inmediatamente y extendió su mano para acariciar mi cabello.

—Estás aquí y es lo único que necesitamos ahora.

Asentí y nos quedamos así por varios segundos, hasta que él habló.

—Estuve pensando en cómo se llamará —dijo, con voz tímida—. ¿Recuerdas el sueño que me contaste hace un tiempo?

Fruncí el ceño e intenté recordar.

—¿Él del pequeño que se sentaba a hablar conmigo y me hablaba de mariposas?

Jimin asintió sonriendo.

—Estuviste una semana entera hablando de él y me dijiste que te querías tatuar una mariposa —se rió—. Para ti ese sueño tenía algún significado e incluso le preguntaste a Hoseok por uno.

—No te burles, se sintió muy real.

Él negó con una sonrisa y miró al pequeño entre mis brazos.

—¿Cómo se llamaba el nene con el que hablabas?

—Seongjin —respondí—. Busqué el significado, significa estrella triunfante.

Señaló con su cabeza al bebé.

—Él es una estrella, ¿no lo crees? —preguntó.

Mi corazón comenzó a latir con fuerza y asentí con completa seguridad.

—La estrellita más hermosa que hay existe en el universo.

Nuevamente, las lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas y Jimin hizo un puchero.

—No, bonito, no llores. —Limpió mis lágrimas—. No hace falta que te lo diga, ¿verdad? Tú sabes lo que siento en este momento, tú sabes lo que sentimos ambos.

Intenté mantener la calma, pero estaba derretido de amor y miedo.

—¿Lo sabes, Jungkook? ¿Sabes lo que sentimos por ti Seongjin y yo?

Me aman. Ellos me aman.

—Yo también, yo también lo hago y tanto que duele —respondí.

Jimin dejó sobre mi mejilla un beso dulce y cargado de amor. Cuando miré al pequeño entre mis brazos, lo encontré durmiendo; lleno de paz.

Ese día comencé a vivir, ese día mismo día comencé a luchar por mi familia.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top