🦋 09 de Agosto, 2022.
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08 de Agosto, 2022.
Isla Jeju, Corea del Sur.
La noche había llegado. Nini cayó primero ante el sueño y lo recosté en su habitación. Jugó tanto en la playa que terminó agotado, lo cual nos permitió tener tiempo a solas con mi omega.
Aprovechamos ese tiempo para hacer el amor. Jimin estaba desnudo a mi lado y respiraba agitado. Su pecho subía y bajaba rápidamente. Supuse que había hecho un buen trabajo por la gran sonrisa que tenía en su rostro.
—¿Estás bien? —pregunté.
Él asintió rápidamente y estiró su mano para tomar la mía.
—¿Recuerdas cuando tocaste la pancita por primera vez? —Me acomodé para escucharlo con atención. Él entrelazó su mano con la mía—. Nini tenía tan solo unas semanas, pero estaba ahí en mi pancita. Fuiste el primero que lo tocó, nadie lo había hecho antes.
»Supongo que es normal que nadie lo hiciera, es parte de mi instinto el querer proteger lo que hay dentro de mí.
Llevé su mano a mi boca y di un beso sobre ella.
—Es así, siempre hiciste un gran trabajo para proteger a Nini. Te admiro por eso. —Suspiré—. Eres el omega más fuerte e increíble que conozco.
Jimin se estiró y sin soltar mi mano me dió un beso en los labios.
—Cualquier persona me hacía sentir en peligro. Quizás porque sentía que me iban a juzgar, pero conmigo fue diferente. Fuiste el primero en tocar mi pancita, porque eras en el único que confiaba.
Llevó mi mano hasta su vientre. Cuando mi piel tocó la suya, ambos soltamos un pequeño suspiro que nos hizo reír.
—¿Lo sientes? —me preguntó.
Un cosquilleo recorrió mi cuerpo. Era algo extraño de explicar, como una pequeña corriente que me hacía sentir alegre y en paz. El omega cerró sus ojos con delicadeza y respiró profundamente.
—Siento lo mismo que sentí con Nini. Siento la conexión, siento tú conexion con la pequeña personita que hay dentro de mí. —Abrió sus ojos y me miró, estaban brillantes. Mágicos—. Tanto Nini como él o ella, me hacen sentir lo mismo cuando se trata de ti.
Se rió.
»Creo que lo primero que aprenden de mí es el amor que siento por ti, Jungkook. Ellos, desde sus primeros segundos de vida, aprenden a amarte.
Acaricié suavemente su vientre y lo sentí. Sentí esa magia y ese amor. Ya lo había sentido antes con Nini, pero ahora también lo sentía con nuestra nueva personita.
Recordé la primera vez que toqué su vientre. Estábamos en el parque y le había comprado un helado, le pedí permiso para hacerlo y Jimin accedió luego de unos segundos.
Sentí lo mismo. Conexión, amor y magia.
—Desde el primer segundo de sus vidas, yo los amo a ellos, Jimin —respondí—. Tú lo sabes, amor. Sabes cuánto los amo a los tres.
Uní nuestros labios en un beso. No hacía falta decir más, él sabía que tan ciertas eran mis palabras. No mentía, nunca lo hice. Ellos tres eran mi vida y no dudaría en luchar por cada uno de ellos.
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10 de Agosto, 2022.
Isla Jeju, Corea del Sur.
Me detuve en busca de Jimin. Miré al pequeño en el carrito e hice una mueca.
—¿Recuerdas dónde fue?
Nini se encogió de hombros. Ambos estábamos distraídos mirando juegos, no habíamos prestado atención a las palabras de Jimin.
Caminamos por algunos de los pasillos de la tienda, hasta que finalmente lo encontré. Estaba parado frente a la puerta de una farmacia. Parecía en debate, posiblemente estaba por tomar la decisión de entrar.
Nos acercamos hasta él y sentí su aroma.
Era tan mío que cualquiera se daba cuenta que estaba embarazado.
—¿Todo en orden? —pregunté con una sonrisa.
Él se volteó y nos sonrió a ambos.
—Queria comprar una prueba —explicó—. No es que dude, pero me gustaría confirmarlo.
Abrí mi boca y asentí. Era normal que quisiera hacerlo, incluso yo deseaba lo mismo.
Tener esa prueba no solo iba a ser un recuerdo, sino también una confirmación necesaria. Internamente éramos consciente de la existencia de nuestro cachorrito, pero necesitamos algo más certero que nuestro instinto.
—¿Quieres que entre a comprar una?
Él se quedó pensativo por unos cuantos segundos y finalmente asintió.
—Sí, me gustaría comprar una.
Eso hice. Entré a la farmacia y compré dos pruebas. Esa misma tarde, Jimin decidió hacérselas.
Nini y yo estábamos sentados en el sofá. Me sentía ansioso e inquieto y mi pequeño lo podía notar.
—No entiendo. ¿Le va a doler a Papi esa prueba? ¿Acaso es muy difícil de pasar? —preguntó, preocupado.
Lo miré y negué con una sonrisa.
—No le va a doler —expliqué—. Él solo va a descubrir si hay un hermanito.
Nini asintió con seguridad y dijo:
—Si hay hermanito. Yo pedí ese regalo para mi cumpleaños, así que yo puedo sentirlo. —Se encogió de hombros—. No quería decirles nada porque no me gustaría que se sientan tristes por arruinarme la sorpresa.
Sonreí y me abracé por los hombros.
—¿Te pone feliz saber que tendrás un hermanito o una hermanita?
El cachorro asintió y me enseñó una gran sonrisa.
—Yo soy feliz con nuestra familia y tener un hermanito me hace aún más feliz.
La puerta del baño se abrió y nos dejó ver a un Jimin con los ojos llorosos. Nini se angustió y rompió en llanto de inmediato al ver a su papá así.
—No, amor. —Jimin se acercó corriendo a él—. ¿Por qué lloras?
—Porque tú vas a llorar —soltó entre lágrimas el pequeño.
Jimin lo abrazó y me miró fijamente. Solamente asintió y cerré mis ojos con tranquilidad.
Pasaron unos cuantos segundos, hasta que el omega se puso de pie y no tardó en abrazarme con felicidad.
—Vamos a ser papás —dijo, alegre.
—Por segunda vez.
—Papás por segunda vez —confirmó él y me agaché para alzar a mi cachorro mayor—. ¿Escuchaste, Nini? Vas a tener un hermanito.
Él se limpió las lágrimas y sonrió con seguridad.
—Voy a ser un buen hermano mayor, lo prometo.
Nadie dudaba de eso. Él desde el primer segundo fue un excelente hermano mayor.
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