Capítulo Veintiuno
Jude:
"¿Podrías amar al hijo de alguien más?"
"¿Podrías amar al hijo de Jefferson?"
Hago lo único que puedo, sonreír y obtengo la confusión en su rostro.
—Qué preguntas más estúpidas.
—¿Jude?
—Iba adoptar un bebé, Audrey.—La imagen del pequeño Oliver aparece en mi cabeza y duele, vaya, que aun duele, se siente como mierda.—¿Por qué no iba a amar a un bebé tuyo?
Ella comprende mis palabras y se ve avergonzada, sin embargo las lagrima son tardan en llegar, tomo su rostro entre mis manos y se lo acaricio.
—No llores, sexy.
Ahora ríe.
¿Es normal estos cambios de humor al estar embarazada?
—¿Qué sucede?.—pregunto al sentir sus manos sobre las mías.
—Hace tiempo que no me llamabas sexy, es raro.
—Gracias por recordármelo que debo decirlo siempre.
Se muerde el labio provocándome.
—¿Qué vamos a hacer, Jude?.—Me pregunta preocupada. ¿Tiene miedo de mi rechazo?
Trato de sonreír quitándole de alguna forma el mío.
—Por ahora solo esto.
Sus labios se entreabren en el instante que los uno a los míos, nos besamos otra vez e igual que antes, pero se siente aún mejor, se siente mucho mejor haber probado los labios de Audrey después de dos meses, sigo siendo adictivo a su boca y mis manos no pueden esperar a tocarla.
Necesito hacerlo, mis manos necesitan tocar cada curva, cada piel desnuda de su cuerpo y la deseo tanto que mi polla me duele, me vuelvo loco con ganas de más, la tomo de la cintura y la cargo en mis brazos mientras la siento reír en mis labios, nos llevo pisos arriba y empujo la puerta de su habitación con mi pie, no me tomo la molestia de cerrarla y recuesto su cuerpo en la cama antes de empezar a desnudarla.
Le quito las prendas una por una hasta que todas salen de su cuerpo, me llevo sus pezones a la boca y chupo de ellos, quiero darle placer, quiero darle el mismo placer que me dio ella cuando llevo mi polla a sus labios y la imagen me tortura porque la quiero de nuevo, la quiero sobre mí, dejándome como un jodido sumiso como en esa ocasión, sin embargo esta vez yo necesito hacerlo.
—¡Oh , Joder!.—Grita .—¡Jude!
Saco su pezón de mis labios y beso la línea hasta bajar a su abdomen, me quedo ahí por un momento y presiono mis labios en ese lugar, los dedos de Audrey se aferran a mi cabello y en lugar de jalar y causarme dolor, lo que me dan son masajes.
Cierro los ojos y cuando la presión en mis vaqueros no puede más, decido que tengo que empezar, me inclino hacia atrás y me quito la camiseta, seguido los vaqueros junto a los boxers, vuelvo a ella cuando me deshago de ellos dejándolos caer al suelo y le separo las piernas.
Juego con ella, apretando la punta de mi polla en su muslo, Audrey gime y cierra los ojos, su espalda se endereza y su cuerpo vibra cuando llevo la cabeza a su entrada, está húmeda y preparada para recibirme con todo y no veo el momento de sentir sus húmedas paredes alrededor de mi amigo.
—Jude, por favor..
—¿Por favor..?
—Follame, Jude, Follame fuerte.
El recuerdo del día que la conocía me llena la mente
—¿Igual que la primera vez, sexy?
Audrey abre los ojos y me sonríe, me inclino a besar su cuello.
Cerca de su oído, susurro.—Siempre te ha gustado fuerte, Sexy.
La escucho reír.—Solo hazlo, Jude.
Ella ha ordenado y yo solo las acato, con un gemido agonizante empujo tan profundo como puedo y doy inicio a todo, gimo ante el contacto, saboreando el preciso momento en que sus paredes aprietan mi erección, hago un movimiento de caderas suave con el fin de acomodarme más hondo, pero lo que logro es llenarnos de placer, mi cuerpo tiembla y el suyo transpira impaciencia, no quiero alargar esto y de ese modo comenzamos.
No antes de..
—Te amo, Jude.
Una gigante sonrisa se apodera de mi rostro.
Ha sido la primera en decirlo, me lo ha robado, pero me ha encantado.
—Yo también te amo, Audrey.—Le prometo.
Amo a esta mujer.
Amo a Audrey y no puedo renunciar a ella.
No puedo hacerlo.
Y no quiero.
Mi sexy me devuelve la sonrisa y el sexo se vuelve desesperado con cada estocada, se vuelve duro y rápido y sucio, yo tengo los mismos pensamientos mientras follamos, tengo la imagen clara de Audrey comiendo de mi polla como esa última vez y siento mi pene endurecerse más dentro de ella, Audrey quizás lo nota porque me detengo en ese momento y aun así ella gime echando la cabeza hacia atrás, arañándome y pidiéndome más.
—Si.. Más..Jude.. me encanta.—Jadea.—Mueve más , mi amor.
—Mierda.. Audrey..—Me quejo, el sudor brota en mi frente y por los poros de mi piel.
Le levanto más la pierna y llevo mi mano a su muslo buscando ir más hondo, pero Audrey es la que intensifica mi placer al envolver las piernas alrededor de mi cadera, sus muslos me aprietan al levantarlas más arriba y el nuevo ángulo me hace perder la cabeza, estoy frotándome contra su entrepierna en cada golpe descendente y la sensación es abrumadora, amo hacerlo, me pone tanto y mi orgasmo no tarda en llegar.
Quiero hacerlo, quiero venirme.
Los dos jadeamos de placer mientras nos balanceamos juntos y con esos últimos empujes y con un último estallido de energía de mi cuerpo ya cansado y sudoroso igual que el suyo, me corro en su interior, bañándola por completo, Audrey gime al sentir mi semen caliente y tanto sus piernas y sus brazos que yacen en mi espalda tatuada me aprietan.
Es como un monito aferrándose a mí y la imagen me parece graciosa, me rio y ella se corre seguida de mí, me quedo en su interior por un momento buscando mi respiración y cuando muevo mi polla después de cierto tiempo ella reacciona sobresaltándose y demostrándome que su centro sigue sensible por nuestro reciente encuentro.
Hago un nuevo movimiento de caderas.
—Me encanta, Jude..
Beso su nariz.—Tú me encantas a mí, Sexy.
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