Capítulo Seis
Jude:
Audrey es ágil desvistiéndome.
Y no me quedo atrás.
Cuando la última prenda sale de su cuerpo ahora desnudo, entre tropiezos la hago llegar a la cama, ya sobre su colchón ella se inclina hacia adelante para besarme y cojo su cabello en un puño para pegar más nuestras bocas.
Empujo mi cuerpo cuando sus brazos me rodean el cuello y mi cuerpo termina aplastando el suyo mientras nos besamos.
Su boca es deliciosa y solo necesite de una probada para volverme adicto a ella, sus labios suaves encajan perfectamente y los movimientos de su boca endurecen mi erección.
Es imposible para mí en no pensar en cosas sucias en un momento así.
Provoco que gima entre besos y el sonido es tan erótico que tengo que luchar para no metérsela en la primera.
Antes quiero probar y así lo hago, los labios me arden cuando los aparto de los suyos y paso la lengua sobre ellos mientras admiro su cuerpo desnudo debajo del mío, como si se tratara de un cuadro recién pintando.
—Eres tan sexy, sexy.
Ella se ríe ante mi comentario.
—Eso ha sonado tan redundante e incorrecto.
Alzo una ceja.—¿Y si dejamos de hablar de lo incorrecto, sexy?
Se muerde el labio provocándome, con una sonrisa me inclino a besar su piel otra vez, mis labios se ubican en su cuello, chupan de él y bajo mi boca por todo el contorno de su figura, desde los pechos hasta sus caderas, muerdo y ella se retuerce debajo de mí, encogiendo el estómago.
Me atrevo a separarle las piernas, Audrey vuelve a emitir un gemido cuando mi boca esta vez se ubica en sus muslos y continua gimiendo sin parar mientras mi lengua la tortura.
—Jude..
Al llegar al centro ya tengo sus dedos escondidos en mi cabello, apretando las raíces y tirando de las puntas con suavidad y en ocasiones, con fuerza.
—¡Mierda!
Eso ultimo lo disfruta tanto ella como yo, la humedad vuelve a brillar entre sus piernas y la polla me palpita, Audrey separa más las piernas dándome más acceso y de reojo observo como tiene clavado los talones con tanta fuerza en el colchón, sonrio y continuo saboreando mientras ella comienza a tortúrarme con cada sonido que emite.
Llego al punto en que no puedo más, dejo de lamer su coño y me ubico sobre ella, le pido que mantenga las piernas así y con mi mano en su muslo, la acerco a mí, Audrey responde como quiero, aprieta ambas piernas alrededor de mi cadera y al igual que la primera noche de sexo que tuvimos, yo no me contengo.
Y no quiero hacerlo.
Empujo hasta que no puedo ir más, hasta que esa molesta barrera me lo impide y ambos gemimos ante el primer contacto, es delicioso, jodidamete delicioso sentir como las paredes de su coño se enroscan alrededor de mi polla, me aprietan y la sensación es demasiado fabulosa como para describirlo con cortas palabras y porque en este momento lo último que puedo hacer es describir a que se asemeja, solo quiero sentir.
La sensación se vuelve más increíble cuando ella hace un movimiento de caderas, es mi invitación para moverme también.
Lo hago a mi gusto, sin piedad y con ganas de saciarla, Audrey aferra las uñas en los músculos de mis brazos, me quejo cuando siento el ardor de la herida que me pudieron haber causado sus uñas y no puedo culparla, estoy yendo con tanta fuerza que nuestras caderas al colisionar una y otra vez, hacen un eco que resuena en la habitación.
Aunque me preocupa la cama. No quiero terminar rompiendo algo que no es mío, aunque podría pagárselo.
La follo como se lo merece, como merece ser follada, aunque el solo imaginarla con alguien más de esta manera me hace sentir un poco de malestar, me olvido de eso cuando sus manos suben por mi espalda, me tenso por un momento, pero cuando comienza a acariciar mis tatuajes y las cicatrices producidas por el ser que me dio la vida, no tengo miedo de que salga huyendo.
Los dedos de Audrey eliminan mi tensión mientras inician su recorrido, aprieto los parpados y me detengo por un instante cuando esas imágenes regresan.
—Jude..
La voz de Audrey me trae de regreso a este maravilloso instante.
—Lo siento, Sexy.
Inclino mi rostro al suyo y nuestros labios se rozan.
Esta vez Audrey me sorprende, toma el control y me hace girar quedando ella arriba, se sujeta de mis hombros con cada mano y baja las suyas por mi abdomen, ubica su entrada y vuelvo a sentir otra electricidad por mi cuerpo en el nuevo contacto.
Rápidamente coloco cada mano en su cadera y ella comienza a moverse a su antojo, la ayudo hasta que encontramos la posición perfecta sin que tenga que montarme constantemente, froto mi erección de adelante hacia atrás dentro de su coño y ella cierra los ojos mientras se mece hasta hacerme alucinar de placer.
—Oh..eres increíble, Audrey..
Ha tomado el control esta segunda vez y no pienso quitárselo.
—Me gusta. —Jadeo y echo la cabeza hacia atrás. —Joder, Audrey, me encanta, nena.. Sigue así.
Hace caso a mis indicaciones y más, hasta apretar los parpados me duelen así que me obligo a mirarla, aunque sigue siendo un deleite, en especial en esta pose donde tengo toda la parte de arriba justo en mi cara, sus caderas azotando las mías y sus bellos pechos saliendo del escondite que le provoca los mechones de su larga cabellera , sintiendo mi polla endurecerse igual que la primera vez cuando veo sus pezones duros y tensos, están llamándome a ser probados y cuando no puedo más, me siento sobre el colchón abrazando a Audrey contra mía.
Tengo su cuerpo sudado igual que el mío abrazándome mientras esta vez ella comienza a montarme de verdad, tengo sus mejillas pegadas a la mía y su cabello hacia adelante, Audrey gime en mi oído y comienzo a penetrarla con más fuerza.
—¡Jude!
Solo eso necesito.
Oír mi nombre salir expulsado de sus labios en cada estocada, para sentir venirme en su interior, mi semen caliente mancha sus paredes y ella me dedica un último gemido en el proceso.
Quedamos ahí, exhaustos y abrazados, aun con mi respiración agitada, nos tumbo sobre el colchón y vuelvo a rodearla con mis brazos.
—Ha estado..
¿Todavía tiene voz para hablar?
—Si. —Contesto dándole la razón. —Has estado única.
Ella sonríe, le doy su espacio y ambos quedamos cada uno recostado a cada lado de la cama, nos miramos a los ojos y un pequeño nudo se atora en mi garganta.
—¿Aun crees que es incorrecto?.— Le pregunto mirando sus ojos.
—Aun lo creo..
No aparto la mirada de ella.
Sus ojos brillan y intento decir algo, pero Audrey se me adelanta.
—Pero también me gustas.
Abro mucho más mis ojos.
—Me gustas, Jude.
—Sería muy extraño si no fuera así, después de lo que acabamos de hacer.
Ella sonríe seguramente pensando que soy un egocéntrico, acaricio su rostro y retiro un mechón, colocándolo detrás de su oreja.
—¿Ahora qué quieres que hagamos?. — Pregunto esperando que decida conservarme en su vida.
— ¿Ahora? ... Ahora quiero una segunda ronda.
Me rio.
—Quiero una segunda cita.
Me sorprende un poco, aunque es justo lo que necesitaba oír como respuesta.
— Una segunda cita me parece bien, sexy.
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