Capítulo Nueve
Jude:
Observo a Audrey hablar por el móvil, a unos pasos lejos de mí, paso la mirada alrededor de su cuerpo, desde su precioso rostro, sus mejillas con rastro de lágrimas y sus ojos llorosos.
Audrey siempre me ha parecido una mujer fuerte y a pesar de lo ocurrido hace unos minutos, ella me confirma una vez más que lo es , no tengo idea como ha tenido la fuerza para hablar y pedirle a Carly Singer, la madre de Oliver, que nos encontráramos en otra ocasión, es más , su voz suena tranquila y eso habla muy bien de lo profesional que es.
No puedo decir lo mismo de mí, me basta ver su ropa arrugada, su maquillaje corrido y su cabello alborotado para que mis ganas de ir terminar lo que empecé concluyan.
En ese momento, el recuerdo de mi niñez y todo mi pasado había quedado ahí, un nuevo empuje de rabia se apodero de mi cuerpo y solo hice lo que me ordeno y cuando los golpes empezaron, no quise detenerlos, porque pude hacerlo, tenía conciencia de poder hacerlo, pero luego recordó lo que me hizo, todo el infierno que vivir con él, sin embargo nada de eso me lastimaba que el haber encontrado a Audrey en ese estado.
Con ella no, con ella no, hijo de puta.
—Gracias por comprender.—Pronuncia Audrey.
Cuando cuelga la llamada, regreso mi mirada a mis manos, se encuentran manchadas con la sangre de mi padre y también con la mía, lo he golpeado tan fuerte que me causado dolor y después de limpiarlas de seguro notare el rojizo y el ardor que me lastime yo mismo.
Audrey se acerca a mí y se sienta al lado de mi mueble.
—No te preocupes, hable con Carly, ella dice que entiende. —Me da una cálida sonrisa mientras sus dedos se esconden en mi cabello, sus manos bajan y me acarician el rostro.
Las suaves manos de Audrey me calman, entonces ella baja la mano para tomar mis puños manchados de sangre.
—Déjame limpiarte. —Me pide, no respondo y ella va hacia la cocina de mi departamento.
Encuentra un trapo limpio y regresa a mi lado, me toma las manos y comienza a limpiar.
Entonces lo noto.
Noto lo que no se ha mostrado a través de la llamada, veo lo frágil y débil que se encuentra Audrey.
Aprieto la mandíbula. —Quiero volver y golpearlo más fuerte.
Sus ojos suben a los míos.
—Jude..
—Jamás. —Pronuncio lleno de ira. —Jamás voy a permitir que te haga daño, a ti no... no a ti, Audrey.
—Estoy bien. —Intenta calmarme. —No pasó nada..
—Intento forzarte.. estoy cabreado y tenemos que denunci..
—No. —Ella me detiene. —El quiere esto.
—Audrey..
—¿Entiendes porque no se defendió, Jude?
¡Mierda!
—Lo que Leonardo Harding quiere es que te nieguen la custodia de Oliver y es lo que pasara si tú y yo....—Traga y continua. —Ya he visto esto en infinidades de casos, cuando ven que uno de los padres tiene problemas con la violencia o parezca tenerlos..... Si el habla, ellos te tildaran como un hombre agresivo y un juez no tardara en negarte la custodia.
Sus ojos tiemblan al terminar, alzo mi mano ya limpia de sangre y acaricio su rostro, ella cierra los ojos ante mi tacto por un momento.
—¿Cómo estás?
Me toma la mano con la izquierda y besa mis nudillos.
—Estoy bien ahora.
Trato de sonreír y mi sonrisa crece cuando recuerdo algo.
—Me llamaste amor.
Sus bellos ojos se abren y me mira ruborizada.
—Yo..
—Está bien.. Me ha gustado.
—¿De verdad?
Asiento despacio. —Si.. ¿Crees que yo pueda llamarte igual?
Aun con las mejillas rojas, accede.
Audrey retira el pañuelo ahora manchado de sangre y se acerca más a mi lado, sus labios toman posesión de los míos e iniciamos nuestros besos, sin embargo se detiene apoyando su frente sobre la mía.
—Quiero olvidar. —Sus ojos permanecen cerrados. —Jude... hazme olvidar y hazme tuya.
Las manos de mi padre estuvieron en su cuerpo, lo único que quiero es borrar cada huella, cada dolor que le causo a la chica que es tan importante para mí.
—Hazme tuya, Jude.
Mi polla reacciona doliéndome, me pongo de pie cargándola desde la cintura, los labios de Audrey emiten un dulce gemido cuando la levanto, acaricio su trasero y sus piernas se aprietan a mí alrededor, nos besamos mientras nos llevo a mi habitación, es Audrey quien deja una de sus manos de mi cuello para empujar la puerta y hacernos entrar, no me molesto en cerrarla, dejo caer su cuerpo en el colchón y el mío termina por presionar el suyo.
Me retiro para admirarla y comienzo a desnudarla, mis manos le quitan la blusa dejando a la vista su sujetador de encaje, bajo las manos por su cintura y observando sus ojos y su bella sonrisa, coloco dos dedos de cada mano en la tira del pantalón, lo bajo hasta las rodillas y sus bragas negras quedan ante mi vista, ella alza las piernas y termino por quitárselas, sus zapatos de tacón se caen por si solas, me quito la camisa y ella decide ser quien termine de desvestirme, se apoya incorporándose y coloca ambas manos en el cierre de los pantalones de vestir, los baja con mi ayuda y sus manos me acarician por encima de los boxers.
Gimo ante la sensación magistral.
Ella está ansiosa, pero quiero ir primero, así que la beso hasta volver a recostar su cuerpo en la cama, Audrey se retuerce debajo de mi mientras mis besos inician desde su clavícula donde dejo más de una marca que la recuerde que es solo mía hasta ir bajando más y más.
Dejo otro pequeño beso a la altura de su garganta y lamo hasta llegas a los pechos, la beso por encima de la delgada tela, justo en los pezones y ella gime pidiendo que meta uno en mi boca.
Sonrio y la boca se me hace agua, tengo muchas ganas de chupar y probar de ellos, pero antes quiero continuar hasta quitarle las bragas, sigo mis besos y al llegar al ombligo, su estómago se encoje.
Doy un par de besos más ahí.
—Jude....
Le levanto las piernas y ella me ayuda a separarlas, me da todo el espacio a mi libertar y levanta su cuerpo cuando coloca ambos dedos en las tiras de sus bragas, las desciendo deslizan la tela por sus muslos, la imagen de su trasero desnudo me prende más y mi polla vuelve a endurecerse., me deshago de las bragas y al alzar la mirada descubro que ella se ha quitado el sujetador.
Me rio.
—No pierdas tiempo, Jude. —Me regaña.
Cumplo sus deseos y me quito la última prenda que nos separa, me ubico entre sus piernas, moviendo la cabeza de mi polla en su entrada, ella jadea ante la sensación y mientras la rozo moviendo las caderas, hago lo que me pidió en un principio, llevo uno de sus pezones a mi boca mientras con la mano izquierda comienzo a masajear el otro.
Chupo , lamo y muerdo los pezones, probando los duros que están al contacto de mi lengua contra ellos y la excitación que crece gracias a mi tacto.
Muevo las caderas y le doy unas ultima probadas antes de encontrar la pose perfecta y empezar mis empujen.
Las manos de Audrey esta vez se ubican por completo en mi espalda, me rodea y se sujeta de mí como sui supiera lo que está por venir y de algún modo me da el permiso de moverme a mi antojo.
Me retiro y empujo con una fuerza que nos hace gemir a ambos, nuestras caderas colisionan al igual que nuestros cuerpos, moviéndose de abajo a arriba, el cuerpo de Audrey reacciona subiendo por el colchón y ambos reimos.
—¿Estas bien?.. —Pregunto algo preocupado.
—No soy una niña, Jude.. y no es mi primera vez, no busques ser amble conmigo.
—De acuerdo. —Digo burlándome.
Ella sonríe y sus dedos se clavan en mi piel, entonces empiezo, su boca forma una constante O mientras arremeto contra ella, saliendo y entrando a mí antojo, dejando ir el orgasmo y deteniéndome a tiempo, lo hacemos entres ocasiones, las dos primeras con la misma potencia y una tercera, más lento, disfrutando y llenándonos no solo de deseo, sino de algo más.
Le demuestro mis sentimientos de esta forma, soy suave y tierno la tercera vez, tan suave que Audrey me regaña , pero capta mis intenciones sin que deba decírselo, aunque tarda un poco.
Nos movemos despacio, con sus manos arañándome la espalda y son las únicas marcas maravillosas que desearía tener, sin embargo aunque eso no pueda ser, el tener su tacto me calma de muchas formas que nunca antes nadie ha logrado calmarme.
Ni siquiera ella, quien prefería no tocarme ahí y mantenía las manos en los músculos de mis hombros, me lastimaba de cierta forma su rechazo y el asco que debía sentir al tocar mis cicatrices, en cambio Audrey.
Audrey me toca por todos lados, incluso ahí.
Audrey es tan perfecta y es justo lo que necesitaba en mi vida miserable, ahora solo quiero conservarla junto a Oliver.
Cierro los ojos y decido borro mis pensamientos sobre Katherine Lester, que es muy posible que si sigo haciéndolo, la erección se me baje.
Me concentro en la mujer que está debajo de mí.
Nos besamos con pasión, gemimos en nuestras bocas y sobre nuestros oídos.
—Jude... me encanta, Jude.
Comienza a moverse, recibiéndome como las dos primeras veces, entonces me pide que vaya más rápido y así llegar juntos.
—Mierda.. Audrey, Estoy..
—Lo sé.. —Niega despacio y aprieta mi trasero con sus manos. —Estoy apunto, Jude.. Más rápido , por favor.
El sudor debajo de mis pestañas me nubla la vista y mi frente arde igual que todo mi cuerpo, doy dos golpeteos más y con un tercero y con sus manos en mi trasero , provocando que me hunda más , me dejo ir.
Me corro bañando su interior y gruñendo, caigo rendido y Audrey llega al mismo tiempo.
Creo que no hay sensación más increíble que llegar iguales con tu pareja, es glorioso.
Giro la cara y beso su mejilla, ella me abraza.
—Oh joder.. Jude..
—¿Tan increíble he estado?. —Juego.
Me retiro para echarme a su lado, ambos mirando el techo.
Nuestro corazón laten al mismo tiempo y nuestros pechos suben y bajan igual.
—Demasiado increíble. —Dice agitada.
Me mira y una hermosa sonrisa cruza sus labios, veo el sudor en su frente y su rostro, acerco mi mano y lo acaricio.
—¿Te he dicho que tienes una hermosa sonrisa?
Su sonrisa crece.
—Siempre.
—No dejare de decirlo.
—Me gusta escucharlo.
Se inclina a besarme otra vez, miro sus ojos y le acaricio los pómulos.
—Se mía.
M observa confundida.
Una sonrisa se me escapa. —Se mi novia, Audrey.
Sube la mano y coge la mía.
—¿No éramos novios, ya?
Ríe y también lo hago.
—No lo hemos hablado.
—Entonces perfecto.. Si quiero.
—¿De verdad?
Asiento haciendo un puchero que me resulta adorable.
—Quiero ser tu novia, Jude.
Después de un día de tormentosa mierda, es hermoso ver un arcoíris salir.
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