Lucas

Y para mi genuina suerte, ella no esperó allí.

No puse mente a toda la explicación que el muchacho de los tours estaba dando acerca de cómo las catacumbas de la catedral estaban conectadas por túneles con otros edificios de la ciudad. La chica de piel morena y cabello corto que me había ayudado ayer estaba, literal, por encima de mi cabeza. Y en aquel momento tenía la oportunidad de hablarle como Lucas, el sujeto que vino de Suiza, y no como Lucas, el patético extranjero perdido.

Cuando ascendimos a la fachada principal de la Iglesia, ella ya no estaba a la vista. Maldición, mis ojos fueron de persona en persona a lo largo de la entrada de la catedral, pero no logré verla para mi profunda tristeza. Confíe en encontrarme con ella luego de pasar por el tour en el "cielo" de la catedral, como lo había llamado el guía llamado José, pero al terminar el tour por la majestuosa antigua, ella de verdad se había ido.

Decepción fue lo primero que me golpeó en el pecho cuando comprendí que la chica ya no estaba presente en el lugar. Lo segundo fue incredulidad al ver que yo no había tenido la mente ni por un solo segundo en las vistas que se apreciaban desde el techo blanco de la catedral o las pinturas de óleos con escenarios representativos de la religión de los católicos. La guía por el lugar pasó, y fue como si nunca hubiese visitado la antigua catedral. No recordaba nada, ni una fecha histórica o comentario.

Disculpa, caballero —el guía de nombre José me habló al ver que todo el grupo se había dispersado y yo permanecía a la expectativa—. ¿Le ha pasado algo?

—Una tonta cosa —hablé es español, restándole importancia—. Yo quería hablar con una chica, y ella no está ya.

Fue entonces, cuando se me ocurrió la brillante idea de preguntarle al guía José por la chica. Estaba casi seguro de que él podría darme algo de información, o incluso hacer mención de su nombre. Eso si no me determinaba como un acosador, y por suerte no llego a pasar nunca.

—¡Vaya, amigo! Eso suena mal. Lo siento, pero tal vez ella no vuelva.

—En realidad, ella trabaja contigo —solté sin importarme que pudiese pensar de mí.

En Suiza es común saludar a extraños por las calles y decir un muy educado "buenos días", pero las cosas no pasan de un saludo. La cara que hizo José de inmediato reflejó recelo ante mis posibles intenciones. Esperaba que él me mandase fuera de la catedral o me acusará de sospechoso, en cambio solo me miro directo a los ojos. Traté de mostrar transparencia, demostrar que mis intenciones y deseos eran de confianza.

—¿Qué quieres con Laura? ¿O acaso es con Zenobia? —Laura y Zenobia. Dos nombres, y desconocía a quién estaba buscando.

Para hacer más fácil el explicarle la situación, hablé en inglés:

Escucha, realmente no sé cómo se llama. No malinterpretes mi interés por encontrarme con Laura o Zenobia, cualquiera de las dos, sea a la que estoy buscando —traté de expresarme lo mejor posible, y puse una pequeña excusa para que me creyese—. Quiero agradecerle por ayudarme el día de ayer mientras vagaba por las calles. Pagar el favor, eso es todo.

La expresión del joven guía se suavizo un poco, aunque no dejaba de analizar mis palabras. Lo que dijo a continuación me sacó de orbita:

—Dices que es compañera de trabajo mío —dijo—. ¿Cómo es ella? ¿Cuál es su apariencia?

Diablos, no me esperaba eso.

—Tez morena, lleva una mochila color café y verde, tiene el cabello corto...—ni siquiera pude terminar mi descripción de la chica de los tours cuando José soltó una fuerte risa, y unas ancianas que rezaban oraciones en preparación para el rito de la tarde nos miraron de mal modo.

Él se disculpó con las señoras, y me escolto a las afueras de la estructura histórica con aspecto más tranquilo. Ya en las afueras, su sonrisa de complicidad era grande.

—Dudo que ella se moleste si te digo esto —empezó él—. Ella es una chica muy tranquila y bastante determinada en sus metas y propósitos.

—Aun no me dices como se llama.

—Primero tú nombre, amigo. No puedo llevarte y presentarte tipo: "¡Hey, este chico dice que te conoce, pero no me interesé en preguntar por su nombre". Las cosas bien hechas, por favor.

—Lucas, me llamo Lucas Neisser. De Suiza. —estreché manos con José.

—¡De Suiza! —se emocionó él— ¡Tienes un buen inglés, amigo! Y tú español es entendible. ¿También hablas francés o alemán? Yo soy José.

—Ambos. Un gusto José —apuré yo—. El nombre de ella es...

—Zenobia, estimado Lucas. A quien buscas es a Zenobia.

En aquel momento no sabría las experiencias tan bellas y llenas de plenitud que viviría junto a aquella persona; experiencias llenas de gratas sonrisas, palabras de ánimo, aventuras dignas de nunca ser olvidadas por nuestra memoria y momentos de intimidad donde los dos éramos una perfecta combinación ante las estrellas de una noche de acampada en las faldas de un volcán, tan cómodos entre nosotros frente a una playa y sus aguas y tan cercanos en largas caminatas rodeados de verde vida en bosques tropicales.

—Zenobia...c'est un beau nom —dije para mí mismo—. Es muy original. Jamás lo había escuchado antes.

—Oh, y ella es una chica muy, muy linda, amigo. Realmente vale la pena conocerla.

—¿Y cuándo podré hablar con ella? —admito que en el momento soné muy desesperado, como le gustaba recordarme José siempre que contábamos la historia.

José me miró con burla.

—¡Chocho! ¡Con calma! —sí, se estaba burlando de mí—. No esperes que Zenobia se vuelva tú jaña como por embrujo.

—No comprendo que significa "jaña" —mencioné, comenzando a enojarme. ¿Planeaba ayudarme o no?

—Por supuesto, tu aspecto grita turista en todas las direcciones —dijo José mientras bajamos los peldaños de la catedral, caminando por el parque central—. Significa "novia", pareja, interés amoroso. Como quieras llamarlo.

—Creo que eres un exagerado con ideas precipitadas.

—Oye, estoy retrasando mi siguiente guía por vos —José realizo un ademan de ofendido con las manos—. Solo era una broma.

José era del tipo agradable y amistoso. Tenía la suerte de ofrecerse a organizarme, según él, un encuentro oficial y, por supuesto, vigilado por todos sus sentidos.

—Ven mañana a nuestra agencia de tours, se llama...

—Tours Dos Palmas —terminé yo, mientras sacaba el panfleto de La Hamaca que Zenobia me había entregado ayer por la mañana y le enseñaba el número telefónico y dirección—. Te digo que ella me ayudó ayer.

José tomó el folleto con imágenes y le echó una mirada:

—¡También sale en nuestras camisetas! —señaló el logo en la manga derecha de su camisa—. No hay que ser un listillo. Tú ven mañana a las ocho y las cosas sucederán.

—¡Perfecto! —no pude evitar sentirme muy emocionado. Los nervios no tendrían paso en aquel momento.

—Te dejo. ¡Hay un grupo en espera para el tour por catedral! —agitó las manos en despedida, mientras se apuraba para llegar a la blanca estructura—. ¡El encargado de los tours en catedral podría llamar a la agencia en reclamo! ¡Lo que hago por desconocidos!

No pude evitar reírme de aquel divertido personaje. Nos despedimos, con las intenciones de encontrarnos al día siguiente. Me decidí pasar el resto de la tarde con un recorrido por las calles coloridas de León y pasar por un puesto comercial para pedir una bebida helada, pues el agua ya no bastaba.

Me detuve en Café Libélula, un local especializado en bebidas con paredes pintadas colores rojos, café claro y blanco. Fui recibido por una mujer en caja que me recibió con un: "¡Welcome!", conduciéndome a una zona con aire acondicionado, con dos cuadros plasmando una intersección de cuatro esquinas de las calles de León en la pared opuesta a la entrada de la sala. Con café en mano y el teléfono de igual forma, envié unas cuantas fotos a Alexander, mi amigo en Suiza, de las muchas que tomé de las calles de León y su parque.

Me quedé bastante rato hasta que oscureciera en el lugar, e incluso entablé conversación con una pareja proveniente de California en mi tiempo allí. Cuando les mencioné que estaba solo, me invitaron a salir por la noche a un club nocturno cerca del Café, pero me negué cortésmente, pues no tenía muchas ganas de salir. Solo deseaba llegar a Hamaca, dormir y esperar a que fuese el momento en que pudiese conocer a Zenobia.

De camino a la posada, no dejé de plantearme y fantasear con posibles formas de que las cosas salieran mal al encontrarme con Zenobia mañana. Imaginaba las peores situaciones, o algo realmente incómodo. Pero ella no lucía del tipo que te echaba porque sí, o te cortaba la palabra por ser un desconocido. Había sido realmente amable el día de ayer, una imagen segura para alguien a quien todo le resultaba nuevo como a mí.

Pasó la noche entre un intercambio de mensajes con Alexander. Cuando mis padres se enteraron de mi partida, se dirigieron de inmediato a sacarle información a mi amigo para descubrir mi paradero. Según Alex, estaban dispuestos a tomar un avión incluso si se trataba con destino directo a Asia. Me sentí culpable por un breve instante acerca de mis padres y su desesperada situación en la actualidad. Pensaba escribirles, por supuesto, incluso compartir imágenes de mi viaje con ellos en un futuro próximo, pero por el momento esperaría a que la tormenta pasase para comunicarme con ellos.

A la mañana siguiente, a las siete ya estaba despierto y ansioso por abandonar las paredes de Hamaca para encaminarme a Tours Dos Palmas.

Los nervios me comían entero y por momento pensé en no aparecerme por la agencia turística. Que lo de días anteriores quedase en el pasado y cumpliera con el objetivo inicial de mi viaje, pero estaba esa vocecita que me invitaba a no quedarme con el "¿y qué hubiera pasado sí...?". Así que me armé de una valentía desconocida y me dirigí al local con toda mi excitación y voluntad.

Luego de caminar unas cuadras, guiándome de la dirección en el folleto de Hamaca, di con el lugar. A puertas abiertas se encontraba la agencia y con un cartel gigante que promocionaba guías, transportes y viajes por parte de Tours Dos Palmas.

Dentro se posicionaban tres escritorios, con computadores en uso por parte de los empleados. Reconocí a José, quien estaba el más cercano a la puerta y a Zenobia, y junto a ella estaba una mujer de pelo castaño claro de aspecto enredado. Seguramente era Laura. Atravesé el marco de la puerta de vidrio y entre al local. José me lanzó una mirada. "Así que eres valiente, amigo", sonaba su voz en mi cabeza. Por un momento me detuve de respirar y el sudor dejó de ser a causa del calor cuando Zenobia levantó su vista para observar al cliente presente y encontrase conmigo, y sus cafés me observaron con el mismo brillante asombro de ayer en la catedral.

—¡Eres tú! —. Su emoción era notable, y su sonrisa se ensanchó en un gesto amistoso y tranquilizador.

Pensé que me iba a quedar mudo, pero encontré mi voz para responderle:

—Gracias al folleto encontré el camino —sonreí nerviosamente y me presenté—. Soy Lucas. Un gusto conocerte, Zenobia.

Una incógnita apareció en su semblante, pero su aura cálida no flaqueó.

—Me ahorras mi presentación —mencionó ella—. Curioso, pero supongo que tiene que ver con José y la risa que se está conteniendo ahorita mismo.

José solo se tapaba su boca y cerraba los ojos mientras fingía trabajar con la pestaña de un juego de cartas abierta en la pantalla. Laura observaba sin comprender, con aparente indiferencia ante la situación.

—Bueno, él influyó de alguna manera.

—Dime, Lucas —ella se puso en pie—. ¿Qué podemos hacer para ayudarte en tan bonito día?

Genial. Ella facilitaba la conversación.

—Una guía. Una guía al Cerro Negro con los equipos para realizar sandboarding y el transporte al volcán.

—¡Tienes suerte! —aplaudió ella—. Hay una programada para este sábado con punto de encuentro en el parque central.

—¡Fine! —las cosas estaban saliendo de forma natural y eso era estúpendo—. Aparta un cupo para mí.

Entonces la voz de José interrumpió nuestro diálogo:

—Pero es una verdadera lástima que Zenobia no lleve guías ese día por otros compromisos —añadió.

Listo. La oportunidad más cercana de convivir se había ido junto a las palabras del chico. La frustración era muy frecuente en mí cuando se trataba de Zenobia al parecer.

—Oh... ¿de verdad? —le pregunté a ella.

Por primera vez, vi como arrugó su entrecejo con una expresión de pena. Sus ojos no podían mentir. Pero tan rápido como apareció ese semblante de malestar, Zenobia se recuperó muy pronto y habló:

—¡Sí, soy parte de una organización ambiental llamada Valverde como voluntaria! La organización siempre busca gente que ayude con la elaboración de guías, planes de educación ambiental y diferentes actividades —se le notaba muy apasionada con respecto al tema de la organización—. ¡Eres bienvenido de apoyarnos este sábado con un trabajo de educación del cuido de agua y el medio ambiente a un grupo escolar en un municipio de León!

En tan pequeño detalle como una invitación de voluntariado encontré la alegría que me acompañaría hasta el sábado y tiempo después de aquella actividad. Sin pensarlo dos veces, acepte apoyar como voluntario junto a Zenobia.

—Dejemos para otro día la guía al Cerro Negro —dijo Zenobia, como una promesa de explorar el volcán junto a ella.

Tours Dos Palmas para todos los lectores.

Palabras y sus significados.

-¡Choco!: Expresión de asombro, admiración o exclmación. Como decir: ¡Vaya!

-Jaña o jaño: Término para referirse a una novia o novio, sin ser exactamente la novia y el novio en una boda. Interés amoroso, pareja.

-C'estun beau nom: Dicho por Lucas en francés y significa "es un bonito nombre".

Quiero recordar que Lucas maneja tantos idiomas por la influencia de los países que limitan con Suiza y el uso del alemán y el francés como dos de los idiomas oficiales del país, para Lucas estos dos idiomas son el materno y el paterno. El inglés es muy hablado de igual forma. Y el chico habla español a causa de su esfuerzo de estudio personal por Internet.

Y aquí uno con dificultades habla dos idiomas. 

No hay lugares en especial para presentar con los elementos gráficos, no al menos que no se hayan presentado ya. Por lo tanto, me gustaría compartirles algunas fotos tomadas por mí en mis diferentes viajes a través del país.

Esta es una foto de las playas de Poneloya, el lugar donde vive el padre de Zenobia. El mar es Poneloya es algo peligroso y se recomienda permanecer cerca de la orilla si no se sabe nadar.

Foto panorámica desde el Cristo Redentor en las playas de San Juan del Sur, en el departamento de Rivas en Nicaragua. Donde se encuentran las mejores olas para surfear y las vistas encantan.

Primeras horas de la mañana desde las cordilleras montañosas al norte del país.

La muy pesada campana que te da la bienvenida al subir al techo de la Catedral de León, con vistas a la ciudad y los volcanes. 

¡Gracias por leer! Siempre espero leer sus comentarios y opiniones. Ojalá y sigan encontrando en Nicaragua un país para compartir.

¡Nos seguimos leyendo!

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top