01. Cara a cara con el pasado
Todos en Athsor enloquecieron con la llegada de los soldados.
Los Omegas, Betas y Alfas de rangos pequeños iban y venían en grandes masas. Los preparativos previos debían quedar perfectamente acomodados para darle la bienvenida a sus más heroicos combatientes; esos que salvaron su nación durante el período de cinco largos años. La guerra por fin se había terminado, y las disputas entre las dos naciones ya no causaría miedo entre los habitantes de Athsor.
La primera nación libre de todo el continente. Sin duda era un orgullo que merecía celebración. Aunque a Taehyung no le emocionaba lo más mínimo dicho espectáculo. Aquello no era más que una farsa hipócrita para reconocer a los vivos y honrar a los caídos. De verdad le disgustaba estar allí, como una marioneta que movían a su antojo. Y ser un Omega de alto rango tampoco lo salvaría; peor aún, tendría que estar presente en cada reunión posterior al recibimiento.
El ajetreo era imparable en los salones del cuartel. Lugar donde tomaría protagonismo el reconocimiento a sus mejores soldados, los que pasarían a cargos mayores como Alfas generales o Alfas guerreros. Ambos en la cúspide de la jerarquía de Athsor, ya que aquel sitio se regía por normas militares y no políticas. Después de todo, así habían conseguido establecer el orden y la plenitud entre su gente armónicamente.
—Taehyung, el general Kim solicitó tu presencia en la pista de aterrizaje.
El Omega observó al soldado acercarse a él casi que corriendo.
—¿Por qué yo?
Lo suponía, pero quería oírlo de todas formas.
—Bueno, eres un Omega bonito, tu rostro iluminará la oscuridad que la guerra dejó en esos hombres.
—Eso es ridículo. —Bufó—. Aunque mi rostro sea lindo no comprendo en qué influiría.
—Ridículo sería si desobedeces a nuestro máximo dirigente. —Negó—. Solo ve. Será rápido, un apretón de manos a cada soldado y listo.
—No.
El soldado lo miró exasperado.
—Ve, niño. Es mejor que no le lleves la contraria a tu pa... al general Kim.
Exactamente el soldado quiso decir a tu padre. Taehyung entendía por qué nadie se atrevía a nombrarlo: los integrantes de la familia Kim tenían prohibido relacionarse en medio del ámbito laboral.
—Bien, pero a cambio quiero que me quiten unas cuantas reuniones con los soldados.
—Lo siento, pero eso no está entre mis manos.
—¿Qué más podría esperarse de un simple soldado?
—Taehyung, eres el representante de la familia Kim; tu deber es socializar y dar una grata imagen de lo que tu familia representa en Athsor. Si el general Kim te eligió entre tus tres hermanos es porque vio algo valeroso en ti.
Él cruzó los brazos, repentinamente molesto con lo dicho.
—Sí, mi cuerpo, rostro y reputación son los valerosos aquí. Vamos, soldado Yoon, siendo claros, entre dos chicas Beta, un chico Alfa y un tonto Omega, ¿a quién cree que elegirían para engatusar a un público de Alfas primitivos? —Le dio tiempo para que reflexionara, después continuó—: Por si no le quedó claro, si el general Kim me eligió entre dos Beta y un Alfa, solamente fue por mi exterior, no por el interior. Dudo mucho que eso deslumbre a alguien —dijo con amargura—. Un Omega hermoso, pero vacío, ¿no es eso lo que se dice de mí en cada rincón de Athsor?
—Taehyung, no te lo tomes así. Tampoco es...
—Lo que sea —lo interrumpió—. Si nací en este círculo vicioso donde solo me consideran un objeto decorativo para iluminar la oscuridad de algunos Alfas, seguiré en él como lo estableció el general Kim.
—Tae...
—Adiós, soldado Yoon.
Con pasos pesados de frustración se encaminó al área señalada. En su camino oyó los típicos susurros recriminatorios y sintió las malas miradas recorrerlo de una punta a la otra. Taehyung rió cabizbajo, ¿quién dijo que ser el hijo de un general lo salvaría de toda la escoria juzgadora? Era peor, porque ellos se creían con más derechos de sentenciarlo bajo sus comentarios dañinos.
Athsor podía ser libre de guerras, pero de pensamientos y doctrinas arcaicas jamás lo sería. Las cabezas de esas personas estaban diseñadas para creer en lo que escucharon siglos atrás. Como por ejemplo en las relaciones sexuales fuera del matrimonio, entregar la pureza virginal antes de consumar nupcias. Todas mal vistas.
Mierda, de solo pensarlo el Omega tuvo que suprimir unas carcajadas. Era ridículo y estúpido. Y la verdad es que no le interesaban sus reglas sin sentido, por ello las había roto muchas e incontables veces; su cama lo confirmaba. Jamás se arrepentiría de ello.
En la pista de aterrizaje ya se encontraba un grupo de soldados con uniforme azul. El Omega se acercó a ellos, saludando rígidamente para después posicionarse a un lado sin emitir palabra alguna. Vio a su padre a los lejos, el uniforme diseñado con bordes de oro y medallas en la tela de la pechera, daba pistas de lo importante que era aquel Alfa en Athsor.
Un Alfa se acercó a él, dejando sobre sus manos un documento.
—Aquí tiene la lista con el nombre de cada uno de los soldados, por lo menos memorice sus apellidos para que a la hora de recibirlos sea más profesional.
El Omega asintió.
—Entendido.
—Entonces diríjase al área frontal de la pista junto al general Kim.
Taehyung volvió a asentir y luego hizo lo acometido. Su progenitor ni siquiera lo miró cuando estuvo brazo con brazo junto a él. De reojo notó que el equipo de camarógrafos de la cadena noticiaria estaban apuntando sus cámaras en su dirección.
Las apariencias debían ser ocultas fríamente, el Omega puso su mejor cara y, recordando la planilla que le habían entregado antes, se dispuso a pasarle la vista. No podía cometer ningún error, eso sería fatal para él y para su familia.
Unos pocos minutos después, percibió que la cantidad de soldados caídos en realidad era mínima, en cambio la de los sobrevivientes sobrepasaba un total de dos hojas con nombres, apellidos y fotos. Hizo una mueca, no terminaría nunca de memorizarlos. Tras varios intentos fallidos, lo dejó. Al fin de cuentas, sabía lo que su cara bonita provocaría. Nadie le prestaría atención a sus palabras.
En la distancia fue audible un ruido, alzó los ojos, notando entonces cuatro helicópteros militares acercarse a las señales de detención. El ruido de las aspas era incómodo para su audición sensible. Aunque un soldado hizo entrega de unos auriculares y, agradeciendo, se los puso, esperando por el aterrizaje.
Las puertas se abrieron y los soldados descendieron. De inmediato la ola de flashes cegadores y reporteros hablando delante de las cámaras fue abrumadora. El Omega se mantuvo quieto, aguardando el momento de salir y actuar. Su padre palmeaba los hombros de los uniformados como si se trataran de viejos amigos, el rostro de orgullo un fantasma desconocido que su hijo jamás presenció. Incluso las palabras que dijo sonaban irreales.
Tan amable, casi cariñoso con otros. Un látigo de cuero y exigente con Taehyung.
—Oh, wow, ¡tu rostro es precioso! ¡Pareces un muñeco! —La exclamación y la mano tendida delante de él en gesto de saludo, lo despertó de ese letargo oscuro que embaucó su mente.
Sintió la mirada de su padre pesar sobre sus hombros. Lo evaluaba. El Omega estiró su boca con la más linda y amplia de las sonrisas.
—Bienvenido a Athsor. Estamos muy felices de tenerlo con nosotros nuevamente, soldado.
Estrechó su mano, aunque lo que empezó como un apretón amigable prontamente se convirtió en un deslice descarado de los dedos del soldado en su muñeca. Taehyung, todavía sonriendo, deseó pegarle un puñetazo en su fea cara, pero se controló.
Ningún desliz, Taehyung. Cálmate.
—Oye, ¿y estás soltero?
Bien, iba a perder la calma en cualquier momento.
—¿Disculpe? —preguntó tenso.
El maldito tuvo el atrevimiento de asentir, incluso de acercarse a su cuello y olfatear su glándula de olor como un perro rabioso.
—Es que necesito un Omega que caliente mi cama esta noche y, mierda, qué feromonas tan deliciosas tienes. Tú sí que eres el indicado para ello. Aclárame algo, ¿tu culo es igual de bonito que tu rostro?
Tres, dos, uno... El Omega hizo de su mano libre un puño. Instantes restaron para romperle la nariz de una, pero una voz lo interceptó antes de cometer tal fatalidad.
—Soldado Kang, ¿por qué mejor no sigue de largo? Una fila espera.
Inmóvil, el Omega quedó petrificado.
Una voz que trajo sentimientos olvidados a Taehyung. La voz de... Él rió.
No, no es real. Son efectos de mi imaginación.
—Sí, guerrero Jeon. D‐disculpe. —Los nervios en el tono del soldado fueron amortiguados ante la mención de dicho apellido. Él avanzó, entonces Taehyung estuvo cara a cara con el pasado, pero todavía se encontraba en paralizante negación.
No es real.
No puede serlo.
No...
Entonces la mano del Alfa apretó la extendida del Omega. Una nova de emociones explotó en el pecho de Taehyung, ¿las predominantes?
Odio, rencor... Dolor. Tanto y amargo dolor.
—Kim Taehyung.
Bien, no podía continuar evitándolo. Aplacando sus nervios, dejó surgir el profesionalismo y descaro que poseía.
—Soldado Jeon, bienvenido a Athsor. Estamos muy felices de...
—Mírame a los ojos cuando te dirijas a mí, soy un Alfa guerrero, tu superior. Merezco atención y respeto, no palabras repetitivas y mecánicas.
Silencio, un músculo tembló en la mejilla de Taehyung.
—Mírame —repitió autoritario.
¡Te mereces una mierda después de lo que me hiciste pasar! Quiso gritarle Taehyung en la cara, demasiado molesto y abrumado por su presencia.
El Omega tragó el torbellino de amargura y lentamente lo miró a los ojos.
—Dios... —susurró, perplejo.
Un vuelco violento atacó a su corazón. Jeon Jungkook ya no era aquel chico delgado de ojos inmensos y compostura tímida que conoció en el patio trasero de la preparatoria. Él había crecido muy bien, incluso los músculos bajo el uniforme negro se abultaban con tensión. Sus rasgos habían madurado: pómulos marcados, mandíbula cincelada, frente despejada, ásperos ojos marrones. Ciertamente Taehyung lo había dejado de ver cuando Jungkook apenas tenía 18 años y él 17; unos jóvenes que se aventuraron a cambios drásticos y madurez física.
Ahora Jungkook era un Alfa en todo su máximo y divino esplendor.
Ahora Taehyung era un Omega distinto y aún más hermoso, muy seguro de sí mismo y de lo que quería.
Dos desconocidos que solían conocerse.
—¿Dios? —El Alfa medio rió, su risa haciendo dolorosos estragos en el Omega—. No soy devoto a las creencias religiosas, pero nadie jamás me había llamado Dios.
Todavía no creía que estuviera frente a él.
—Yo... yo pensé que habías... —calló, enseguida su vista se nubló con el agónico pasado.
En retrospectiva vio a aquel Taehyung que lloraba en cada rincón, el que añoraba a su "prometido Alfa", a su destinado y más puro amor de adolescencia. La vida no cobraba sentido sin Jungkook, ese Alfa que se había marchado a la guerra, quien seguramente había muerto en manos del enemigo. Incontables noches extrañándolo, deseando tener sus brazos envueltos en sus hombros. Roto y hecho añicos. Sobreviviendo de las promesas de que mañana todo sería mejor.
De ese Taehyung no quedaba nada y de aquel Jungkook tampoco.
—¿Muerto? —sugirió el Alfa, su mirada inexorable y dura—. Pues ya ves que no, después de todo me convertí en un Alfa guerrero, el orgullo de una nación. ¿No escuchas esos vítores? —Suspiró petulante—. Son por y para mí.
—Vaya, nunca pensé que la atención de todos estos hipócritas te enorgulleciera —concretó, recordando lo poco tolerante que fue Jungkook con ellos en el pasado—. Creí que los considerabas superficiales y poco creíbles.
La mirada del Alfa se endureció.
—Yo nunca pensé que te convertirías en un Omega que se deja enlazar bajo el yugo de su padre —dictó, evaluando su rostro de una esquina a la otra. Parecía buscar algún tipo de reacción; pero, ¿exactamente qué era?—. Te recuerdo fuerte y firme, siempre plantándole cara al más adverso de los problemas... Supongo que ambos cambiamos, yo para bien, tú para... —Se detuvo, riendo—. Complacer a una manada de Alfas, ¿no?
Taehyung se hallaba sin palabras. ¿De verdad ese era su Jungkook?
—Wow, touché —Idiota, mil veces idiota —. ¿Qué crees que pensarán de este Jungkook todos esos que te intimidaron?
Él se aproximó, inclinándose sobre Taehyung. El Omega tuvo problemas para llevar aire a sus pulmones.
—Si miras detrás de ti, verás una fila interminable y eufórica de lindos y follables Omegas —presumió con sorna. La boca del Omega se secó cuando la distancia se acortó al punto de sentir las lamidas calurosas de su piel contra la suya. Él era tan grande y acaparador, tan dominante que lo abrumó. El Alfa prosiguió, ajeno a su reacción—: Ojalá presenciaras el anhelo en sus ojos, cómo me desean, cómo me quieren tener... —Unas cuantas palabras no tendrían por qué ponerlo inquieto y revoltoso, pero sí que lo hacían—. ¿Sabes lo que piensan esos que se rieron de mí anteriormente?
Taehyung no supo qué responder, ¿incluso podía hablar? Estaba en blanco desde que escuchó la palabra follables, porque el Jungkook de antes jamás diría algo así. En cambio hubiese adquirido diez tonos diferentes de rojo y balbucearía sin parar.
—Que mi cama y mi polla son las mejores para ellos —contó, destrabando sus dedos entrelazados.
Polla, la polla de Jungkook, de un Alfa. Una imagen muy gráfica y obscena turbó la cabeza de Taehyung, pero la alejó como mismo llegó. Sintió cosas en su interior, como si...
No, no, no. ¡Detente!
¿Qué estaba pasando?
El Omega le dirigió su mirada más contrariada, rogando interiormente que se detuviera, pero el Alfa era un maldito que se regodeaba de su incomodidad. Por eso continuó aquella agonía:
—Que sus placeres yendo de mi mano serían inolvidables, placenteros, adictivos.
Un barrido de intenso sonrojo afloró en las mejillas de Taehyung, el Alfa se detuvo a la altura de su oído. El Omega se estremeció cuando la exquisita oleada de feromonas del Alfa penetró en todo su ser. El aroma resultó vagamente conocido, pero mil veces mejor. Delicioso, provocador de flexionar los dedos de los pies, de trepar por su cuerpo, de lamer su glándula de olor y bañarse con su fragancia.
Un pequeño ruidito escapó de entre los labios de Taehyung. Un rastrojo húmedo de lubricante natural saliendo de su agujero codicioso. Oh, oh. ¿Qué tan sucio era? Mojándose por un desconocido, por su... un Alfa idiota.
—¿Quieres saber más? —susurró el Alfa solo para ellos dos.
El Omega transpiró, si Jungkook u otro de los presentes olía la inconfundible y muy clara prueba de su poca vergüenza, estaría muy jodido.
—No.
Sí.
Jungkook rió y se deslizó a un lateral. Taehyung casi juró que había olido su cuello de la misma forma que hacía con él.
—No se equivocan, soy bueno —murmuró, tocando el borde de su mandíbula superficialmente. El Omega se sintió hipnotizado y borracho, mirándolo con ojos brillantes, deseando encontrar a su amigo, a su compañero—. Y quizás lo comprueben muy pronto.
El hechizo se rompió de súbito. Aquel Alfa, aquel Jungkook ya no existía. Taehyung se enderezó, una mueca de puro asco y desprecio inundó su rostro.
—Pues que le haga provecho su orgía de Omegas follabes, guerrero Jeon —dijo sonriente, sin dejarse amedrentar por su corazón alocado y ganas de abrazarlo—. Tenga por seguro que aquí todos saben disfrutar de los placeres del sexo muy bien. Hay muchos lugares que, si quiere, se los puedo recomendar. —Coqueto, le guiñó un ojo—. Bienvenido a Athsor, que su estadía sea la mejor. Con su permiso, me retiro.
Lo dejó con la palabra en la boca y se encaminó lejos con los nervios desbocados. Aunque su ausencia fue sustituida rápidamente por la horda de Omegas que le había señalado inicialmente. Los gritos de emoción y las insinuaciones iban a grandes escalas de descaro. Imaginó el rostro del Alfa risueño, coqueto, encantador; respondiendo de buena manera cada una de las propuestas subidas de tono.
El Omega no tenía por qué sentirse molesto, menos querer lanzarse a su cuello, gruñir, lamer y reclamarlo suyo frente a miles de ojos. Pero qué difícil, qué idiota era.
Él no era suyo... Ya no.
Definitivamente su Jungkook, su verdadero amor –no aquel desconocido altanero–, había muerto cinco años atrás. Ya no había rastro de lo que un día fueron. Incluso el corazón de Taehyung no era el mismo.
La guerra los había vencido.
N/A: Wow wow wow...
Vaya intensidad en tan solo el primer capítulo. Imaginen cómo vendrán los demás ꉂꉂ ( ˆoˆ )
No daré spoilers, pero les aseguro que esto se pondrá muyyy bueno. ¡Nos leemos pronto!
-taeryenn
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