28 - Final
Veinticinco habían pasado desde que Yoongi comenzó a cortejarlo. Y, Jimin no podía estar más que feliz por ello, aunque a decir verdad aún se sentía demasiado extraño, más por el hecho de que Yoongi no quería desprenderse de él en ningún momento desde que su celo llegó repentinamente en el séptimo día.
Los dolores en su vientre llegaron mientras discutía formalmente con su padre, luego de que éste le mencionara que quería trabajar nuevamente para que retomara sus estudios en la academia, y él se negara rotundamente, diciéndole que no iba a permitir que siguiera esforzándose cuando apenas había salido de su depresión, poniendo como pretexto el que ya estaba lo suficientemente grande como para conseguir un trabajo y valerse por sí mismo. Taehyuna se entrometió en la discusión e intentó apoyarlo, comprometiéndose a ayudarle con la mitad del pago. Jimin se había negado, pero el estrés que tenía hizo de las suyas, aún más cuando la alfa le confesó que su padre estaba en cinta.
Fue un golpe duro para Jimin. En ese momento entendió las palabras de Jungkook cuando le dijo que no había querido tener relaciones con Seulgi porque había estado sintiéndose mal.
Yoongi estuvo con él en todo momento; el alfa lo abrazó y mimo durante los tres días del calor de su celo, recitando poemas cursis que se encontraba en Internet, mientras le daba pequeños pero empalagosos besos y acariciaba su sedoso cabello. En ningún momento intentó sobrepasarse con él, aun cuando Jimin sabía que su lobo no ayudaba en nada y meneaba la cola, haciendo que su vientre doliera el doble e intentara restregarse en el cuerpo del mayor. El alfa estuvo a punto de perder la poca estabilidad que había tenido, pero gracias a que marcó con su olor al omega, éste se había quedado extrañamente satisfecho.
En todo momento se sintió la persona más importante del mundo. Porque incluso, Yoongi hizo un nido para él, para que así su lobo se sintiera a gusto y protegido.
—¿En qué estás pensando? —La profunda voz de Yoongi lo sacó de sus pensamientos, aún con la vista al frente, ya que iba manejando.
—Estoy ansioso por saber a dónde me llevas, hyung —no era del todo mentira, Yoongi llegó repentinamente a su casa, diciéndole que se pusiera más bonito porque irían a un lugar muy especial.
Estaba muy nervioso, puesto que entendía que la fase de cortejo se estaba extendiendo más de lo normal, y pronto tendría que darle una respuesta al alfa, la cual ya estaba más que segura en sus pensamientos, lista para decirla.
—No te preocupes, no es nada malo.
—Lo sé hyung. Confío mucho en usted y en los peculiares lugares a los que me lleva en las citas —se burló.
—Yah, no te burles de mí, omega. Llevarte a una exposición de hamsters no es algo fuera de lo común.
—Claro que sí es algo fuera de lo común, ¿desde cuando ha visto que alguien lleva a su pareja a un museo sólo para ver cuadros de hamsters con armas, mini tanques de guerras y girasoles? —rió divertido, causando que las mejillas de Yoongi se tiñeran de un rosa pálido—. Además, estuvo toda la tarde y noche buscando abazones en mis mejillas.
—Quería ver si tenías alguna semilla de girasol en ellas —carcajeó, poniéndose segundos después tenso al ver que ya había llegado a su destino.
—¡El hecho de que mis mejillas estén gorditas no significa que tenga bolsas en ellas que use para guardar alimentos! —se cruzó de brazos, inflando los cachetes.
—No te enojes, bonito. Sólo intentaba asesorarme de que tu identidad secreta no fuera el de un hámster espía. Aunque también pareces una pequeña ardilla —se mofó, bajándose del auto antes de que el menor le pudiese pegar o decir algo. Porque aunque le gustara ver los pucheros que hacía Jimin cuando se enojaba, adoraba su vida.
—¡No te voy a perdonar esta ofensa tan grande, Min! —gruñó, bajándose de la camioneta.
Esa tarde el cielo estaba muy opaco, siendo el sol ocultado por nubes negras que anunciaba una pronta lluvia. Un clima no tan viable para tener otra de sus citas. Jimin miró a su alrededor intentando buscar a Yoongi, mas olvidando todo enojo cuando cayó en cuenta de que se encontraban en el cementerio. Frunció su ceño y miró atentamente la entrada, en donde se podían apreciar las lápidas de tonos grises, unas desgastadas y otras pulidas, adornadas con flores y diferentes artilugios coloridos. Su mente comenzó a divagar, buscando diferentes razones para estar ahí, queriendo comprender que tenía planeado el alfa.
—Sé que el lugar no es muy bonito y se ve muy lúgubre, pero hay algo importante que debo de hacer aquí, y tiene que ver contigo —susurró sobre su oreja el pálido, pegando el pecho a su espalda y posando las manos en su cintura, mientras dejaba un sonoro beso en su cuello.
—No creo que alguien pueda escuchar mis gritos aquí si intentas hacerme algo —sonrió ladino, intentando aligerar el ambiente luego de escuchar la seriedad en la ronca voz del pálido.
Yoongi carcajeó alzando una ceja, mientras mordía su labio inferior. No era un momento idóneo para tergiversar las palabras del peli-negro, pero gracias a su pervertido lobo no pudo evitarlo. —Créeme que este no es un lugar en el que quisiera hacerte gritar —las palabras salieron como si estuviera hablando de algo normal, procurando que su inocente chico no se avergonzar a tanto.
—¿Entonces si tendrías el valor de hacerme algo? —preguntó paranoico, sin entender el doble sentido de las palabras del alfa.
El alfa negó divertido. —Olvídalo, sólo estaba jugando —respiró hondo, alejándose del omega para tomar su mano y adentrarse al campo santo, siendo seguido por un asustadizo peli-negro que se adhirió como garrapata a su brazo—. No tengas miedo, Jiminnie. No es como si los muertos van a comenzar a levantarse y nos van a comer —sonrió, jalando al chico para que se posara a su costado y así abrazarlo por los hombros.
—Las películas no dicen lo mismo.
Caminaron por alrededor de dos minutos hasta llegar a un pequeño lugar rodeado de vallas, en donde las lápidas estaban mucho más cuidadas y llenas de —irónicamente— vida. Jimin no era fan de visitar los cementerios, y mucho menos con ese clima. Las veces en las que visitaba a su padre alfa eran estrictamente contadas, siendo una o dos veces al año, y aun así, jamás iba solo. Se detuvieron frente a una lápida de piedra gris perfectamente tallada y adornada con algunos osos de peluche y flores fresca. Jimin miró curioso, olvidando todo temor mientras observaba el nombre de «Min Chaerin» grabado en el pedazo de piedra, con un epitafio en la parte inferior el cual decía: «Aquí yace la omega más valiente, amorosa, dominante e inteligente» y más abajo una foto del rostro de una hermosa mujer, con facciones similares a las de Yoongi y Woozi.
—Yo-Yoongi...
—Quería que la conocieras —susurró con un nudo en la garganta. Hacía mucho tiempo que no visitaba a su madre—. Quiero ella sepa lo importante que tú eres para mí. Sé que tres meses es un tiempo muy corto, pero no tengo ninguna duda en que te quiero mucho, Minnie.
El dolor en su pecho se incrementó, por lo que buscó desesperadamente el aroma del peli-negro, apretando más el agarre que tenía sobre su cintura y hundía su nariz en el cuello de éste. No importaba el tiempo que pasara, él jamás iba a superar la muerte de su madre.
—Es hermosa —Jimin suspiró al ver la hermosa sonrisa de encías que mostraba la mujer en el retrato—, se parece mucho a ti.
—Lo sé, aunque tenía un humor muy cambiante.
—¿A quién se parecía más en actitud de tus hermanos?
—Woozi. Ambos eran tal para cual.
—Desearía haberla conocido...
—Y yo hubiese querido que ella te conociera.
—Gracias por compartir algo muy importante conmigo —Jimin suspiró, poniendo sus manos sobre las de Yoongi.
—Estoy seguro de que ella te amaría, porque si hablamos de gustos, ella era igual que yo. Le encantaban las personas tiernas —dijo, melancólico—. Y, si te traje aquí, fue para eso, ya que cuando estaba pequeño le prometí a mamá que de grande conquistaría al omega más inteligente y hermoso.
—¿Y lo encontraste, hyung?
—Por supuesto. Justo ahora lo tengo en mis brazos —apretó el agarre, dejando un beso sobre su coronilla.
—No sé cuánto pueda aguantar tus cursilerias —bromeó Jimin, porque en el fondo, le encantaba que el mayor fuese de esa forma.
—Uuh, creo que tendrás que acostumbrarte por toda la vida, pues no estoy dispuesto a dejarte ir.
Jimin carcajeó dulcemente, soltando un pesado suspiro al final. Tenía una duda que lo carcomía por dentro, y no sabía si sería bueno preguntar. No quería que el pálido se pusiera más triste, porque aunque no había un lazo de por medio, su lobo percibía la melancolía que embargaba al chico.
—Hyung, ¿puedo...
—Cáncer de hígado —fue lo único que dijo, oliendo el delicioso olor a shampoo de bebé que desprendía el cabello de Jimin.
—Lo siento, sólo quería saber, y fui imprudente y...
—Dime que serás mi omega, Jiminnie —susurró, sintiendo un nudo en la garganta. No quería seguir hablando sobre su madre, era un tema que lo ponía demasiado sensible y si Jimin continuaba hablando, se echaría a llorar en sus brazos, y no era un buen momento para ello.
—Yo, sí...
—Quiero conocer a tu padre. A tu padre alfa. Quiero que cuando estés completamente listo, me lleves con él y me presentes como tu alfa —le susurró al oído, haciendo que las piernas de Jimin comenzaran a temblar a causa de los sentimientos que le transmitía—. No importa si es en un año o dos, incluso cinco. Estoy dispuesto a cortejarte durante toda mi vida si es necesario y demostrarte que puedo hacerte feliz.
Las lágrimas no tardaron en salir de los ojos de Jimin. Siempre había dicho que en un futuro crearía una hermosa familia con un beta. Jamás pensó que por el loco plan de los hermanos Min, terminaría conociendo al mejor de todos los alfas; guapo, atento, cariñoso, bondadoso, con la sonrisa más bonita. Definitivamente, Jimin sentía que estaba recibiendo mucho más de lo que merecía.
—No hace falta ya, hyung. Yo acepto ser su omega —habló con una sonrisa en sus labios, intentando girarse para besar al pálido, mas éste no se lo permitió.
—No. Será como te lo dije; con tu padre presente —rió.
—¿Por qué? Yo quiero aceptar, hyung.
—Porque tengo pensado marcarte, Jimin. ¿Sabes lo que significa el que me aceptes ahora mismo, verdad? —se mordió el labio—. Por eso quiero que estés muy seguro de aceptarme. Soy muy impaciente y posesivo, no podría soportar el saber que eres mi omega y no estás marcado.
Las mejillas de Jimin se colorearon de rojo. En realidad, él no tenía ningún problema en crear un lazo más fuerte con Yoongi, pero aún estaba pendiente con sus estudios y tenía claro que su lobo chillaría por cachorros si eso llegaba a suceder.
—Entonces, si eres impaciente, ¿por qué estás dispuesto a cortejarme "por toda la vida"? —se burló.
—Porque estaría cerca de ti, y estaría muy ocupado planeando citas, dándote besos, escogiendo regalos. Eso sería suficiente para mantenerme ocupado y no lanzarme a ti como loco para marcarte.
Ambos chicos rieron al mismo tiempo, para luego quedarse un momento en silencio. Jimin al fin pudo girarse y quedar frente a frente con su alfa. Yoongi lo miró por unos segundos a los ojos, suspirando ante la belleza tan espectacular de Jimin, hasta que no pudo contra sí mismo, y terminó besándolo. El alfa apretó el agarre que tenía sobre su cintura, esa acción hizo que el omega enrollara sus brazos alrededor de su cuello. El toque era dulce y lento, probándose con suavidad sus labios, uniendo el sabor a cerezas del bálsamo labial de Jimin con el sabor a menta de Yoongi.
El alfa no sabía si su madre los estaría viendo desde donde sea que estuviese, pero si ese era el caso, deseaba que estuviese feliz por él. En su mente, podía recrear la viva imagen de la omega, sonriendo maliciosamente y añadiendo comentarios con doble sentido, para avergonzarlo a Jimin y él.
—¿Puedo confesarle algo, hyung? —Jimin interrumpió el beso, queriendo ignorar el hecho de que se encontraban en un cementerio.
—Dime —habló, absorto en los labios del omega.
—Cuando aún pensaba que eras omega, yo pensaba en cortejarte en un futuro y tratar de ser un alfa —confesó avergonzado, bajando la mirada ante la sonrisa de Yoongi.
—¿Sí? —rió divertido, recordando la primera vez que salió a comer con el chico—. Creo que me di cuenta cuando intentabas hablar con un tono de voz ronco, y también por tus zapatos, ¿querías ser más alto que yo, verdad? —rió más fuerte, haciendo que las mejillas de Jimin se calentaran más.
—No es gracioso, hyung —bufó, inflando sus mejillas—. Yo siempre quise ser un alfa.
—Si eso hubiese sucedido, entonces ahora mismo estarías a punto de convertirte en un delta —murmuró, feliz por las emociones que causaba en el omega.
—Claro que no, el delta sería usted.
—Dejaré que sueñes con ello —dejó un pequeño beso sobre su nariz—. Y, estoy feliz, porque eso significa que no importa si fueras un alfa, beta u omega, igual te hubiese gustado —sonrió orgulloso.
—¿Nunca me dejará ganar en esto, verdad? —suspiró.
—No.
—Oh vamos, hyung. Déjeme ser su alfa, aunque sea por un día —puchereó, besando una de las pálidas de mejillas de Yoongi.
—No.
—¿Por qué no?
—No. —siguió riendo, amaba tener momentos como estos junto a Jimin.
—Esa no es una respuesta que me deje satisfecho, dígame realmente por qué no quiere —insistió Jimin.
—¿Qué obtendría yo a cambio? —preguntó, evadiendo dar respuesta.
—Muchos besos, mimos, besos y más besos —enumeró con sus dedos el omega, para después llevar sus dos manos a las mejillas de Yoongi, apretándolas y dejando un sonoro beso sobre sus labios.
—Creo que ya me convenciste —murmuró Yoongi, copiando la acción de Jimin—. Está bien, acepto —el omega sonrió orgulloso, mas no le duró mucho—, pero con una condición.
—¿Cuál? —le siguió el juego. Sabía que jamás podría ganar si fuese real, y no era como si él lo deseara cambiar, ya que prefería seguir recibiendo atención y muchas caricias por parte de su alfa—. ¿Al fin me dirá que sí acepta que sea su alfa de mentira? —se burló.
—Sí, pero sólo si yo soy tu omega de mentira. —Pronunció con una sonrisa maliciosa, arremetiendo contra sus labios y robándole el aliento.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top