23
Jimin corrió la última cuadra con todas la fuerza y rapidez que tenían sus piernas. Las lágrimas no dejaban de caer, recorriendo sus abultadas mejillas y el dolor en su pecho se hacía más fuerte. Necesitaba llegar con su padre lo más pronto posible y saber que estaba sucediendo.
Había salido de la academia lo más antes posible, dejando a un guardia confundido y aún Taehyung explicándole el motivo de su salida sin aviso alguno. Había tomado un taxi que lo había dejado a dos cuadras de su hogar.
Suspiró al ver la fachada de su casa y suspiró hondamente. Aceleró sus pasos y llegó hasta ella, queriendo ignorar el hecho de que la puerta principal estaba abierta y el carro de su padre no estaba. Se adentró apresurado y subió las escaleras de la misma forma, hasta llegar a la habitación de su padre.
—¿Papá? —Jimin lo llamó, adentrándose poco a poco a la —no tan amplia— habitación.
Jimin paró en seco cuando alzó su mirada y se encontró con su padre acostado y dormido sobre la cama matrimonial que compartía con Seulgi. Pero no fue por eso que sus lágrimas salieron más seguidas y con más fuerza, sino la circunferencia deformada y de un color morado mezclado con un verdoso oscuro que Jungkook tenía adornando terriblemente en su ojo izquierdo.
—¡Papá! —Gritó, corriendo hacia el mayor. Se subió a la cama y gateó hasta llegar al peli-negro, quien comenzó a removerse al escuchar la dulce voz de su pequeño hijo—. ¿Qué pasó? ¿Te caíste? —preguntó sin tomar un respiro.
Se acostó al lado de su padre y llevó una de sus manos hacia el rostro de éste, acariciando con toque suave su mejilla.
—Ca-cachorro —habló en voz baja y rasposa, dedicándole una tenue sonrisa a su hijo.
—¿Qué pasó? —preguntó de nuevo.
Pero la pregunta se respondió cuando su padre giró la cabeza hacia la derecha, dejando a la vista su blanquecino cuello, en el que se suponía que debería de haber una hermosa y brillantes marca, mas todo lo que los ojos de Jimin vieron fue una mordida de color violáceo, se veía muy mal y parecía como si estuviera infectada.
Seulgi no podía ser tan ruin como para deshacer el lazo, ¿cierto?
—Ella se fue, cariño... Lo siento.
Jungkook dejó salir toda la culpabilidad que tenía dentro. Se sentía sucio, inútil y un mal padre, porque ahora Jimin no tendría, nuevamente, un alfa que pudiera cuidar de él.
En realidad, Jungkook jamás quiso casarse con otro alfa luego de la muerte del único hombre al que había amado y al que era el padre de su apreciado hijo, pero entendía muy bien el que Jimin necesitaría la figura de un alfa, ya que necesitaría ser protegido y mimado, algo que él nunca le iba a poder dar al ser un completo omega débil y bueno para nada.
Y cuando Seulgi llegó, fue como si todos sus problemas se hubieran resuelto. Pero, que equivocado había estado.
—¿E-ella te golpeó?
El pequeño omega apretó fuertemente la mandíbula, tratando de contener la rabia que sentía al pensar que esa mujer no sólo le había hecho daño a él, sino que también a su padre.
—Fue mi cu-culpa.
—¿Cómo puedes decir eso, papá? Esa mujer no tiene corazón. Debí de haberlo previsto —sollozó—. Debí de haber impedido que te dejaras marcar por ella. Por una vez debí de haber sido un egoísta y mal hijo.
—No digas eso, Jiminnie. Ya te dije que fue mi culpa.
—¡Deja de decir eso! ¿Cómo tú podrías ser el culpable? —chilló, aferrándose al cuerpo del mayor—. Ella no tenía ningún derecho de pegarte, papá. Suficiente tenía con haber roto el lazo. ¿Acaso no pensó en qué podría hacerte sufrir?
—E-es que yo no quise tener relaciones con ella... —confesó.
El mayor sentía mucho miedo en ese preciso momento. Su lobo no aullaba ni se movía, sólo chillaba débilmente.
—¿Qué?
Jimin alzó su cabeza, procesando las palabras de su padre y arrugando sus cejas por la confusión.
—Durante los últimos tres meses me he sentido un poco mal —susurró—, y ella no lo entendía, por lo que pensaba que la estaba engañando y me estaban satisfaciendo en otro lugar... Pero yo te juro que lo último no es cierto, cachorro. Yo jamás haría algo así.
Jungkook volvió a romperse allí mismo. Él a duras penas había aceptado a esa alfa, aún cuando su lobo no la quería y seguía extrañando a su Yugyeom. Por ello no podía creer que Seulgi haya desconfiado de él de esa forma.
—Te creo, papá. Sé que tú no eres esa clase de persona —le susurró, sintiéndose culpable por haberlo dejado solo en casa y haberse ido a la academia—. Esa mujer es una...
—Jimin...
—Es la verdad. Ni siquiera merece ser llamada alfa, porque es una persona muy podrida.
—Lo siento —se disculpó, mirando directamente a los ojos de Jimin.
—¿Por qué?
—Por haber dejado que se fuera y...
—Papá, no te culpes, por favor —advirtió, acariciando su brazo—. Ella es la única culpable de tus lágrimas, y eso jamás se lo voy a perdonar, es más, cuando te recuperes, pondré una denuncia en su contra —dijo decidido.
Jungkook negó repetidamente. No podía que su hijo se metiera en problemas por su culpa, y tampoco quería que el corazón éste se llenara de rencor, porque entonces se sentiría más culpable por dejar que su pequeño dejara atrás su actitud dulce por una odiosa.
Pero no dijo nada. Sería mejor hablar cuando se sienta mejor.
—Llamaré al doctor Choi —avisó el menor, levantándose de la cama.
—¡No! —Se negó Jungkook.
—¿Por qué no? —preguntó confundido Jimin, limpiándose las lágrimas con su antebrazo.
—Porque el cobra muy caro.
—¿Y?
—La próxima semana hay pago de luz y de tu academia —Explicó, sin moverse.
Jimin suspiró y se alzó de hombros sin tomarle importancia. Llevó su mano hacia el bolsillo trasero de su pantalón y sacó su teléfono dispuesto a llamar al doctor.
—No importa. Dejaré la academia —susurró audiblemente—. Tu salud es mucho más importante.
—Jiminnie, no lo hagas...
El mencionado negó, saliendo de la habitación del mayor y yéndose para el pasillo. Si seguía adentro, iba a comenzar una pelea absurda con su padre y justo ahora, no era momento para ello.
De verdad, no le importaba si tenía que dejar su sueño de graduarse en una de las academias más prestigiosas de Seúl y convertirse en un gran bailarín. No podía hacerlo cuando sabía que su padre estaba delicado. Jungkook tenía que estar en su graduación, pero en su estado y si no se atendía adecuadamente... sus sueños se verían destruidos por completo. Podía seguir viviendo sin bailar, pero no sin la única persona que estuvo siempre con él y a la que más amaba.
Tenía entendido de que romper un lazo era muy perjudicial para el omega, pero que éste tenía muchas probabilidades de sobrevivir si tenía algo por lo que vivir. Pero... el problema estaba en que Jungkook no sólo tenía un lazo roto...
Miró su pantalla con los ojos borrosos a causa de las lágrimas que amenazaba con salir nuevamente. Intentó mover su dedo para buscar el número del docto, pero no pudo hacerlo cuando el nombre del primer contacto llamó toda su atención. Ladeó un poco la cabeza pensando si era correcto presionar el nombre o era una completa tontería.
Lo necesito.
Su lobo chilló lastimero.
Jimin asintió y apretó el nombre, esperando unos segundos al escuchar el tono del teléfono que indicaba que la llamada se estaba realizando.
Dos, tres, cuatro y...
—Alfa...
...
—¡Ve más rápido, papá!
—Cálmate, Yoongi. Ya casi llegamos.
El pálido negó repetidamente, sintiéndose demasiado ansioso y angustiado.
Cuando recibió la llamada de Jimin, hacía unos veinte minutos, había sido testigo de su corazón palpitando furiosamente y de la alegría de su lobo al escuchar la suave voz del chico diciéndole «alfa», mas toda emoción había desaparecido cuando se dio cuenta de que la voz del omega sonaba débil y asustada, haciendo que quisiera ir a abrazarlo en ese mismo instante.
Jimin no le explicó muy bien lo que pasaba cuando Yoongi le preguntó si estaba bien, lo único que Jimin decía era que necesitaba a alguien que atendiera a su padre, dejando a un alfa confundido por la urgencia del chico por conseguir a un médico.
Y es así como ahora Yoongi se encontraba en el auto; su padre al volante, él de copiloto y una médico en los asientos traseros.
—Debe de haber pasado algo malo... —Murmuró, mirando la dirección de la casa de Jimin, la que el mismo chico le había mandado por mensaje.
Hyungsik no dijo nada. A través del lazo familiar, podía sentir muy bien la angustia de su hijo.
Después de dos largos minutos, Hyungsik suspiró aliviado, ya que habían llegado a la dirección que su hijo le había dado. Parqueo afuera de una casa de tamaño medio, con fachada simple y de color gris claro. Ni siquiera había un patio o rejas. Pero lo que más le sorprendió, fue el ver la puerta principal abierta.
Volteó a ver a su hijo, el cual se encontraba tan pensativo, que no se dio cuenta de que el carro se había detenido.
—Yoongi, ya llegamos.
Y como si hubiera apretado el botón de encendido, Yoongi giró su cabeza de izquierda a derecha y salió del auto lo más rápido que pudo. Rodeó el carro, y dejó que su lobo lo guiara para llegar hasta su omega.
Necesitaba ver a Jimin. Necesitaba abrazarlo, besarlo, mimarlo y decirle que sea lo que sea que estaba pasando, él estaría ahí para él.
—¡JIMIN!
Yoongi se adentró corriendo a la casa, llamando en un grito desesperado al pequeño omega. Miró con un poco de recelo a las escaleras que, al parecer, llevaban al segundo piso. Sin volver a pronunciar palabra alguna, se dirigió a ellas, subiéndolas de dos en dos hasta llegar arriba.
—¡Alfa!
—¡Jimin!
El omega de mejillas regordetas salió rápidamente de la habitación de su padre, casi tropezándose al querer llegar hasta el alfa que estaba al inicio del pasillo que llevaba a los dormitorios.
El pálido abrió sus brazos y caminó a grandes zancadas hasta el peli-negro, dejando que Jimin lo abrazara y hundiera la nariz en su cuello, queriendo aspirar el delicioso aroma que desprendía Yoongi, quien intentaba calmarlo, ya que el chico incluso estaba temblando.
—Yoongi hyung —sollozó Jimin, apretando la camisa del pálido con sus manos.
—Shh, ya estoy aquí, Jiminnie —le habló con voz suave, llevando una de sus manos al cabello revuelto del menor, para comenzar a acariciarlo.
—Él es-está peor —susurró en un hilo de voz.
El lobo de Yoongi se removió. —¿Qué pasó, Jiminnie? ¿Por qué necesitas a un doctor?
El peli-negro no respondió. Estaba más preocupado por impregnarse del aroma del alfa. Ese aroma que lo hacía sentirse en casa y lo calmaba, arrullándolo como a un pequeño bebé. No quería apartarse de los brazos del pálido. Quería quedarse ahí para siempre si eso era posible, y olvidarse de todas sus inseguridades con respecto a los alfas.
Por otro lado, Yoongi estaba amando el tener al omega entre sus brazos.
Un carraspeó incómodo los hizo volver a la realidad. Yoongi volteó a ver hacia dónde provenía, encontrándose con su padre y la señorita Park Boyoung, quien se encargaría de atender a Jimin.
—Bonito, aquí está la médico a la que pediste —le susurró, dejando un beso en la coronilla del chico—. ¿Quieres que te revise? ¿Te sientes muy mal?
Jimin reaccionó luego de dos segundos, apartándose del alfa que le había calmado unos momentos. Miró con sus ojos hinchados por el llanto a las dos personas que se encontraba detrás de Yoongi.
—¡Tiene que atenderlo! —exclamó agobiado, caminando hacia la hermosa mujer de cabello castaño y agarrándola de su brazo para hacer que caminara hasta llegar a la habitación de su padre—. Él está sudando mucho y dice que su cuerpo duele. Por favor, haga lo que sea necesario para que se ponga bien —gimoteó, adentrándose en la habitación.
La castaña asintió, no entendiendo mucho la situación al principio, pero quedando sorprendida al ver al hombre de cabello negro que reposaba sobre la cama que se hallaba en medio de la habitación. Se veía muy mal, y al oler al aire, tuvo una idea de lo que sucedía.
—¿Desde hace cuando está así? —Pregunto Boyoung, con una seriedad temible. Se acercó a la cama y posó su pequeño maletín en la mesa de noche, sacando un estetoscopio y un termómetro. Mas hizo una mueca que denotaba lastima al ver la marca violácea que se hallaba en el cuello del peli-negro.
—Él me llamó hace como media hora —contestó al borde de las lágrimas de nuevo—. Cuando vine ya estaba mal, pero ha empeorado en los últimos minutos.
La mujer asintió. No había necesidad de hacer una revisión completa cuando ya sabía lo que sucedía, y... lo que iba a suceder.
—¿Era muy apegado a su alfa? —cuestionó, dando un suspiro y encarando al pequeño omega.
—Sí... —Jimin flaqueó en su respuesta.
Yoongi, quien se hallaba junto con su padre bajó el umbral de la puerta, entró, directamente dirigiéndose a Jimin y abrazándolo desde atrás, algo que agradeció el peli-negro.
—Quiero creer que está tan mal porque era muy apegado a su alfa, pero hay algo que no me convence —murmuró, tocando la marca de Jungkook—... cuando un lazo es tan fuerte, el alfa siempre sufre también, aunque no tanto como el omega... Por cierto, ¿por qué tiene un golpe en su ojo?
Jimin tragó saliva sonoramente, apretando las manos de Yoongi.
—E-ella lo golpeó.
—¿Quién?
—La que era su alfa —susurró—. Ella golpeó a mi padre antes de romper el lazo.
Yoongi ahogó un gruñido. Ahora entendía por qué el omega que estaba inconsciente sobre esa cama se le hacía familiar. Era su suegro, ¡demonios! se parecía mucho a su omega.
—¿Por qué tu madre le pegó a su propio omega? —interrogó Yoongi, confundido por la situación.
—¡Ella no era mi madre! —exclamó alterado—. Era mi madrastra, y aún no sé por qué hizo todo esto. Mi papá es un buen hombre, inclusive demasiado para este mundo —dijo con la voz rota.
—Shh, tranquilo —calmó Yoongi, dejando un dulce beso en la mejilla del peli-negro.
—¿Tú padre ya había sufrido lo que es el dolor de un lazo roto? —Cuestionó Boyoung, poniéndose más seria.
—Sí, cuando mi padre murió —dijo, temiendo por la reacción de la mujer—. ¿Por qué? ¿Eso es algo malo?
Boyoung miró con lástima al chico, pero sintiendo admiración por el padre omega de éste. ¿Cómo diablos había sobrevivido a su primer lazo roto? Y lo más importante y asombroso, ¿cómo es que aún no había muerto después de un segundo lazo roto? Ese hombre era muy admirable, y por eso mismo es que Boyoung se sintió muy mal. ¿Cómo le diría al pequeño cachorro que no había ni el cinco por ciento de probabilidad de que su padre pudiera soportarlo?
—¡¿EN DÓNDE ESTÁ ESA MALDITA IMBÉCIL?
El grito lleno de rabia inundó el silencio incómodo que se había formado segundos antes en la habitación.
—Taehyuna, cálmate, por favor —pidió una voz profunda, y Jimin la reconoció como la de su mejor amigo.
—¡JURO QUE LA VOY A MATAR!
Jimin abrió los ojos desmesuradamente. La hermana de su mejor amigo entró como alma que lleva al diablo a la habitación, empujando a su paso al padre de Yoongi, quien a duras penas pudo mantener el equilibrio para no caer al suelo.
—¡Jungkookie oppa! —chilló la alfa, sentándose sobre la cama y atrayendo al omega hacia ella, para poder abrazarlo—. Jun-Jungkookie —sollozó, dejando que las lágrimas salieran furiosamente de sus ojos. Miró la marca horrible en el cuello del omega, para después ver curiosamente a la mujer frente a ella con su ceño fruncido, mas relajándose al darse cuenta de que era una omega—. ¿Qué están esperando para salvarlo? —preguntó duramente—. ¿No va a inyectarle algo? Por favor, haga que se ponga bien.
—Lo siento, esto ya está fuera de mi alcance. No hay nada que se pueda hacer —respondió apenada.
—¿Qu-qué? —Jimin intentó zafarse del abrazo que su hyung le regalaba, pero éste sólo lo apretó más en sus brazos.
—Estoy muy sorprendida si les soy sincera —confesó, mirando al omega mayor—. Cuando un omega pierde a su alfa, éstos pueden llegar a morir si no tienen nada por lo que luchar, pero al parecer, tu padre te tenía a ti —dijo, posando su vista en Jimin—. Sin embargo, estamos hablando de dos lazos rotos... Su lobo es fuerte, pero no lo suficiente para aguantar otro rechazo. Tanto él como su lobo, están muriendo, y...
—¡TAEHYUNA, NO!
El grito aterrado de Taehyung, hizo que todos en la habitación se espantaran, viendo confundidos al chico para después seguir hacia dónde miraba éste, horrorizado.
Jimin gimió entre sorprendido y asustado, aferrándose más al cuerpo de Yoongi.
Taehyuna estaba mordiendo a Jungkook, y éste último, instintivamente y sin sus cinco sentidos funcionando al cien, se aferraba a la chica.
—¿Qué hiciste? —preguntó temeroso Jimin, intentando acercarse a su padre.
—Mío —Taehyuna le gruñó, mirándolo amenazante.
Por puro instinto, Yoongi jaló al omega peli-negro y lo puso detrás de él, soltando un gruñido molesto hacia la alfa, la cual, se puso más tensa y el brillo en sus ojos se incrementó, no dejándose intimidar.
No le importaba quien fuese esa alfa, Yoongi no iba a dejar que amenazara a su omega.
La pelea de miradas y gruñidos acabó cuando Boyoung aplaudió repetidamente, haciendo que la tensión se disipara del lugar al tener la atención de ambos alfas.
—Creo que es mejor que todos salgan de aquí —aconsejó, sintiéndose desorientada por el momento tan extraño que estaba viviendo—. Su lobo la está controlando —Explicó, señalando a Taehyuna, quien tenía sus pupilas dilatadas y las retinas de un color rojo intenso— . Yo me quedaré aquí para ver lo que sucede.
Jimin no quería irse, por supuesto que no, pero, a regañadientes, fue arrastrado por el pálido hasta afuera. Obviamente no luchó. No tenía suficientes fuerzas para pelear y encarar a la alfa que mordió a su padre sin el consentimiento de éste, pero algo en el fondo le había dicho que era la única esperanza que tenía luego de que la doctora le haya dicho que no podía hacer nada.
—¿Piensas poner cargos en contra de la alfa que lo golpeó? —Preguntó Hyungsik, después de cerrar la puerta, interesando al respecto.
—Claro que sí —asintió seguro—. No voy a dejar que se vuelva a acercar a mi papá —Murmuró, dándose la vuelta para buscar más al cuerpo de Yoongi.
—Entonces yo soy la persona correcta para ayudarte —le guiñó un ojo, aunque Jimin no lo pudiese ver—. Haré una llamada. Nos vemos luego —habló, yéndose del lugar.
Taehyung carraspeó con emoción al ver a su mejor amigo abrazar como a un oso de peluche a su cuñado.
—Yo también tengo una llamada muy importante que hacer —dijo seriamente, mientras chillaba en su interior—. Nos vemos en su boda —rió, saliendo rápidamente de ahí ante la mirada penetrante y divertida de Yoongi.
El alfa espero pacientemente a que la figura de Taehyung se perdiera escaleras abajo. Agradecía a todos los dioses por tener un momento a solas con Jimin, aunque no fuese la mejor de las situaciones. Sentía que se estaba aprovechando de ello, pero realmente estaba feliz por tener al chico que le gustaba pegado a él como garrapata. Una garrapata muy hermosa y tierna, de hecho.
—Perdón, alfa —dijo Jimin, su voz un poco distorsionada al estar pegado al pecho del mayor.
Yoongi chilló sin poder creer lo que había escuchado. ¿Por qué se estaba disculpando?
—¿Por qué?...
—Por haber actuado como un niño la vez pasada. Lo siento por no haber dejado que me explicara lo que sucedía y el porqué jamás me había dicho nada sobre que era un alfa —pronunció con verdadero arrepentimiento.
El alfa miraba anonadado al omega. Él pensó que Jimin lo echaría a patadas cuando se calmara, y también creyó que tendría que ponerse hasta de rodillas para pedirle perdón. De verdad se sentía culpable, aunque no tuviera del todo la culpa.
—No tienes que disculparte, Jiminnie —murmuró, llevando sus manos hacia la estrecha cintura del chico—. Yo fui un tonto desde el principio.
El peli-negro alejó la cabeza del pecho del pálido, para así poder verlo directamente.
—No, hyung, al contrario, usted fue muy lindo conmigo desde que lo conocí —Musitó, sonrojándose por la sonrisa tan bonita que el pálido le estaba obsequiando—. Incluso dejó de lado sus siestas por mí...
Ahora el avergonzado era Yoongi.
—Ya te dije que no tomo siestas. Sólo descanso mis ojos de la luz —se quejó, dejando un beso en la frente del otro—. No sé por qué piensas eso.
—Siempre que iba a su habitación lo encontraba durmiendo. Muchas veces me fui porque usted no respondía cuando lo llamaba desde la puerta, y yo no quería interrumpir sus sueños.
¡Te lo advertí, idiota! Perdimos muchas ocasiones en las que pudimos hacer cachorros con nuestro omega, y todo por culpa de tu flojera.
Su lobo gruñó verdaderamente enojado. Y pensar en que pudo pasar más tiempo con su lindo omega si no fuera por su estúpido humano.
—Está bien, me descubriste —se resignó—. Pero puedo estar más activo si eso es lo que quieres. Podemos salir a pasear, a comer, o a hacer cualquier cosas que tu quieras.
—En realidad, me parece muy tierno el que le guste dormir mucho. Aunque creo que eso no es muy bueno según el doctor de mi papá —arrugó su nariz.
—¿Por qué te parece tierno?
—Porque la mayoría de alfas se la pasan en el gimnasio o haciendo cualquier deporte sólo para presumir ante los omegas.
—¿Debo de sentirme orgulloso por no ir al gimnasio? —alzó una ceja.
—Supongo que sí —asintió, enrollando inconscientemente sus brazos en el pálido cuello de Yoongi.
Se quedaron en silencio por unos segundos.
—Entonces... ¿estamos bien? —preguntó nervioso Yoongi.
—Yo...
—Por favor, Jimin. Te juro que jamás fue mi intención mentirte o romper tu confianza. Cuando entré a la academia no iba en busca de un omega, sólo por mi mamá —explicó, mordisqueando su labio—. Pero no te voy a mentir que no me arrepiento de haberlo hecho, de lo contrario, jamás te hubiera conocido a ti.
Las mejillas de Jimin se colorearon de un rosa pálido. Sonrió avergonzado y asintió, aunque no supo por qué lo hizo.
—Al principio la molestia me cegó, pero ahora lo sé, hyung...
Yoongi intentó contenerse lo más que pudo, de verdad que sí. Pero ver de cerca los suaves y rosados labios del menor, hizo que su razón y conciencia dejaran de funcionar correctamente, por lo que sin pedir algún tipo de permiso, lo besó. Apretó fuertemente el agarre de sus manos en la cintura del menor, e hizo que éste también lo hiciera con él, comenzando un vaivén intenso y lleno de necesidad.
Lo amaba. Amaba los labios esponjosos y gruesos labios del chico. Esos belfos que lo llamaban a querer morderlos y lamerlos hasta dejarlos hinchados y rojizos, para que así, todos supieran que ese omega ya tenía a un alfa que lo besaba tan malditamente bien.
Jimin jadeó sorprendido por el atrevimiento del mayor, pero aún así, no se quejó en ningún momento. Al contrario, se aferró más al cuerpo del alfa. Dios, esos labios eran finos pero potentes. Abrió más su boca, mandando una indirecta muy clara al alfa para que la lengua de éste tuviera un pase gratis a ella.
Yoongi no desaprovechó la acción del menor, por lo que, gustosamente, inició una batalla de lenguas. Ahora es cuando se arrepentía de haber pasado tantos días lejos del omega, y también el no haber disfrutado el tiempo que pasaron juntos en la academia.
Mas ahora tenía algo muy en claro: Por nada del mundo dejaría ir a Jimin. Y menos cuando le encantaba escuchar los chasquidos de sus labios al juntarse.
—Ji-Jimin.
El pálido rompió el intenso ósculo, buscando tomar un poco de oxígeno.
—¿Qué? —preguntó de la misma forma, queriendo hundir su nariz en el cuello del mayor, sintiéndose demasiado apenado por el beso.
—¿Crees que soy un buen alfa? —Los ojos de Yoongi tenían un brillo de esperanza.
—Sí.
—Entonces...
—Sólo dilo, hyung.
—Quiero cortejarte, omega.
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