18


Jimin jamás pensó que algún día se encontraría frente a un espejo, mirándose en todos los ángulos posibles, puchereando indeciso ante su outfit e intentando parecer lo más presentable posible para el chico que hacía que su lobo revoloteara como mariposa en fiesta.

Llevaba más de una hora probándose diferentes prendas, hasta llegar a la que ahora mismo vestía. Sólo era un pantalón de lona negro y una camisa color vino con rayas negras y cuello en v. Calzó unos zapatos casuales de suela un poco gruesa. Yoongi era apenas unos centímetros más altos que él, así que si quería parecer todo un hombre imponente debía de ser más alto.

—¿Qué estás haciendo? —una voz proveniente de la puerta le hizo asustarse.

El peli-negro volteó a ver al causante del brinco que pegó, encontrándose con su mejor amigo viéndole con las cejas alzadas y una sonrisa burlona.

—¿Desde hace cuando estás ahí? —interrogó cohibido.

—Lo suficiente para ver como parabas tu trasero como pato y te lo veías a través del espejo —contestó adentrándose a la habitación.

Las mejillas de Jimin se tornaron de un rojo intenso por lo bochornoso que se sentía.

—¿Vas a salir? —preguntó mientras se tiraba sobre la cama de Hoseok.

—Sí, iré con Yoongi hyung a comer pizza —respondió un poco indeciso.

—Con que Yoongi hyung, eh... —hizo una pequeña mueca al recordar la farsa en la que ahora también estaba metido—. ¿Me vas a cambiar por él? —puchereó.

Jimin rodó los ojos bufando, no tenía tiempo para aguantar los celos del castaño. —Tú me cambiaste por Hobi hyung, no tienes derecho a reclamar.

Ahora el avergonzado era Taehyung. A su mente llegaron los recuerdos de las últimas dos veces que Hoseok le había besado. Por el dios Gucci, nunca debió de confiarse ante la dulzura que ese chico desprendía cuando en realidad era todo un salvaje.

—Tu cara está a punto de estallar —se rió divertido Jimin, tomando un pequeño bolso con tiras para ponérselo atravesado, miró el reloj de tortuga que se encontraba en la pared y sonrió, todavía tenía tiempo—. Siempre pensé que jamás ibas a superar ese enamoramiento prohibido y extraño que tenías hacía mi padre.

—¡Ni me lo recuerdes! —soltó indignado—. Tenía siete años cuando dije que estaba enamorado de él.

—Decías que de grande sería un alfa y te casarías con él —dijo burlesco.

—Sí... Aún recuerdo que Gyeomie hyung me gruñó diciendo que si le seguía coqueteando a su omega me echaría a patadas de su casa —suspiró, el padre alfa de Jimin fue como un segundo padre para él también. Siempre que lloraba o se caía, ambos hombres corrían en su ayuda y le ponían banditas de iron man en el lugar que se había lastimado.

—Sí... —asintió Jimin con sus ojos llorosos ante la mención de su progenitor.

Taehyung quiso darse una cachetada. —Lo siento, Jimin-...

—No lo sientas, está bien —le sonrió con un pequeño dolor en su pecho.

Yoongi mordía su labio inferior duramente, estaba esperando a Jimin en la entrada desde hace cinco minutos y éste no daba ninguna señal de vida.

Se encontraba algo indeciso debido a su vestimenta, de la cual Hoseok se había reído y burlado, ya que consistía en un pantalón de lona, una camiseta blanca siendo cubierta por un suéter color pastel más brillante que su futuro, regalo de su hermano por cierto.

Sus nervios estando a flor de piel no ayudaban en lo más mínimo, sus manos en cualquier momento comenzarían a tiritar y su cuerpo también.

—¡Yoongi hyung! —Gritó Jimin llegando hasta el pálido.

—¡Jiminnie! —dijo de la misma forma, viendo como el omega venía corriendo para poder llegar a él.

—Siento la demora, pero Taehyung me entretuvo con sus charlatanerías —le sonrió llegando hasta él y dejando un beso en la mejilla del omega, algo que hizo que ambos se sonrojaran.

Jimin estaba dispuesto a comportarse como un alfa lo hace normalmente, mucho más después de ver lo bonito y tierno que su hyung se veía en ese instante.

—No te preocupes, no tenía más de cinco minutos de estar aquí —aseguró—. Ahora vamos antes de que se haga más tarde.

El omega asintió emocionado posicionándose a lado del pálido rozando intencionadamente sus hombros.

Iniciaron una corta caminata hacia la pizzería de la pequeña plaza que había a tan sólo tres cuadras.

Durante todo el camino Jimin se mantuvo hablando hasta por los codos, contándole unas partes de su vida al pálido mientras éste lo escuchaba con mucha atención, sonriendo internamente cuando descubrió que el omega hacía todo un esfuerzo para que su voz saliera lo más ronca posible, pero fallando muchas veces ya que habían momentos en los que se ponía eufórico haciendo que su voz saliera con un tono dulce y tierno.

Jimin se regañaba a sí mismo, se suponía que el que debía de hablar era Yoongi y él debía de escucharlo.

Hubo un momento en el que quiso unir sus manos con las del mayor, así como salía en las películas o en los libros, mas no se atrevió al ver la gran diferencia que habían entre ellas; mientras que sus manos eran pequeñas, tiernas y gorditas, las del otro eran grandes, delgadas y con venas marcadas en ellas.

—Oh, Jiminnie... Que bonitas son tus manos —confesó.

Por supuesto que se había dado cuenta de todas las intenciones que el omega había tenido. La verdad es que el chico no podía disimular para nada.

El corazón de Jimin estuvo a punto de estallar cuando Yoongi agarró su meñique y lo unió al de él, caminando así por el resto del recorrido.

—Hasta aquí puedo sentir el olor del paraíso —dijo Yoongi.

Jimin le miró confundido por un momento, pero luego entendió lo que el mayor le quería decir. El local de pizza se encontraba frente a ellos. El omega asintió contento y como si se tratase de un pequeño cachorro soltó el meñique del peli-menta y se adentró corriendo.

—Es un cachorro —susurró riendo y siguiéndole el paso—. Sí, un cachorro muy tierno...

—Hyung~ —chilló el omega, jalándolo para que apresurara el paso hasta llegar a donde la alfa que atendía la pizzería—. Compreme la pizza más grande.

Si el omega seguía de esa forma, Yoongi estaba seguro que terminaría sin un brazo, pero aún así sonrió asintiendo queriendo complacer al peli-negro.

—Pide lo que quieras —ofreció, bajando la mirada ante la sonrisa maliciosa que la alfa que atendía les regalaba.

Fue hasta ese momento en el que Jimin se dio cuenta de su comportamiento, dándose una cachetada mental por ser tan tonto. El que debía de invitar y pagar todo era él.

—No. —Negó carraspeando—. Yo lo invito a usted, pida lo que desee.

Yoongi carcajeó muy divertido ante la situación en la que se encontraba. El omega se había puesto serio y su voz de nuevo pareció salir un poco ronca.

Un intento de alfa junto a un intento de omega, vaya lío.

Pero si eso le hacía feliz al omega entonces él le seguiría el juego, lo importante era que el peli-negro no dejara de sonreír.

—Está bien, Jiminnie —dijo el peli-menta intentando que su voz saliera aguda.

Jimin infló su pecho con orgullo al haber logrado hacer algo bien, su sonrisa jamás desapareció ni aún cuando su lobo comenzó a burlarse de él, inclusive la alfa que les tomaba la orden quería soltar una carcajada debido al comportamiento de esos dos chicos extraños.

—¿Está rica? —preguntó Jimin cuando la caja de pizza llegó y el alfa pálido no esperó ni un momento para tomar una porción y llevársela a la boca.

—Mucho —contestó con la voz distorsionada.

Ambos estaban sentados a la par, por lo que Jimin podía ver perfectamente el perfil ladeado del omega, suspirando al ver su mandíbula muy marcada, la cual se tensaba a cada mordisco que el pálido le daba a la porción de pizza.

No supo cuánto tiempo pasó apreciando lo bonito que su hyung era, hasta que éste mismo le miró.

—¿No vas a probar nada? —cuestionó confundido, él ya se había comido siete porciones de las quince que habían—. ¿No te gusta el pepperoni?

—Y-yo... —tartamudeó sonrojado hasta las orejas. Por un momento deseó darle de comer en la boca al pálido, pero eso sólo era trabajo para pasivos, o eso es lo que Seulgi le había dicho.

—Abre la boca —ordenó el pálido tomando la porción más grande del alimento.

—¿Para qué? —frunció su ceño.

—Quiero que la pruebes —respondió llevando la pizza hacia la boca del peli-negro esperando pacientemente a que dejara de estar sorprendido—. Se está enfriando~ —canturreó ladeando la comisura de su labio.

No podía salir de su pequeño trance; sus mejillas teñidas de un hermoso rosa, sus ojos abiertos y sus labios apretados por la vergüenza le hacían ver muy tierno ante los ojos del pálido.

Jimin continuó así por unos segundos hasta que Yoongi se aburrió y una idea loca llegaba a su cabeza.

Si Jimin le había robado un beso anteriormente, él podía hacerlo también, ¿verdad?

Con ese pensamiento recostó uno de sus brazos sobre el respaldar del asiento en el que estaban, acercándose cuidadosamente al menor. Cuando vio que el chico sólo le miraba curioso hizo lo que tanto quería desde que lo vio por primera vez: lo besó.

Yoongi junto sus labios apenas en un toque suave, esperando la reacción del peli-negro y sonriendo cuando éste abrió sus belfos para comenzar un ritmo lento.

El ósculo no duró ni siete segundos cuando un Yoongi sonriente se alejó rápidamente, aprovechando la boca abierta del menor para meter el pedazo de pizza.

—¡Hyung! —chilló mordiendo lo que el omega le dio.

—Tenía que hacer algo para que la probaras —alzó sus hombros—. ¿Qué te pareció?

—Delicioso —habló quedito.

—¿Verdad que el sabor es estupendo?

—Mucho...

—Lo sabía, aquí venden las mejores pizzas —afirmó tomando un poco de su soda.

—Uh... Sí, la pizza también estaba deliciosa.

Jimin ya no quería ser activo. 

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