16


—¡YOONGI DESPIERTA! —gritó desesperado— Yoongi, ¿Qué tienes?

Hoseok llevaba alrededor de un minuto intentando obtener alguna respuesta por parte de su hermano mayor, pero el chico parecía andar volando por el universo.

Yoongi tenía una cara de bobo en su máximo esplendor; sus mejillas estaban rojas, su ojos perdidos en alguna parte del lugar y una sonrisa boba en su rostro mientras sus manos tocaban sus labios.

—¿Tengo que llevarte a la enfermería? —preguntó un poco indeciso.

—Me besó, Hobi... Él me besó, no yo. —susurró mordiendo su labio inferior.

El alfa aún podía sentir el calor y la suavidad de los gruesos belfos de Jimin sobre los suyos. Recuerda sus pequeñas risas maliciosas, y sus ojos brillosos después de besarlo.

Su lobo estaba más inquieto que nunca; corriendo, aullando y revolcándose en su interior. Aún no podía creer que el omega lo haya besado —a su parecer— sin razón alguna. Tal vez debió de ser algún tipo de héroe en su vida pasada para haber obtenido tal recompensa.

Hoseok abrió sus ojos. —¿Qué?, ¿Quién te beso? —comenzó a caminar en círculos mientras agarraba gran parte de su cabello con sus manos—. Jimin no puede enterarse de esto.

Yoongi no prestaba atención a la desesperación que el menor estaba teniendo. Estaba más concentrado en pensar en el futuro que tendría junto a Jimin, porque el que le haya besado significaba que le gustaba, ¿cierto?

A su edad ya era algo muy común el que tanto alfas cómo omegas buscarán sentar cabeza con su pareja, pensar en cachorros en un futuro cercano y formar en lazo.

En ese momento no le importaba si estaba siendo demasiado irracional, o estaba llevando las cosas demasiado apresuradas en su cabeza.

—¡YOONGI! —Hoseok no lo soportaba más. Pegó con una de su manos en la pálida mejilla de Yoongi, haciendo que un paf hiciera eco en la silenciosa habitación.

Ambos chicos se pusieron rígidos.

—Me pegaste —dijo el alfa pálido—. ¡Maldito demonio!

Hoseok tragó saliva ante la expresión dura que el otro tenía, pero no podían culparlo. Necesitaba tener a Yoongi con los pies bien puestos en la tierra.

—Yoongi... escucha —pidió en un susurro cuando el otro comenzó a acercarse lentamente mientras el daba pasos hacia atrás—. Yoongi, estoy es muy malo.

El otro detuvo su paso, mirando a su hermano lleno de curiosidad. —¿El qué es malo?

Hoseok suspiró tranquilo. —Jimin nos encontró a Taehyung y a mí besándonos.

—¿Qué? —su cuerpo se tensó—. ¿Cuando pasó eso?

—Hace unas pocas horas —bufó cansado—. Taehyung pasó llorando como por dos horas.

—¿Por qué lloró?

—Porque es muy obvio que Jimin se va a enojar con él —rodó los ojos—. Lloró porque sabe que Jimin se alejará de él cuando sepa que también es parte de nuestra mentira —su tono de voz cada vez se escuchaba más triste—. Me dolió mucho verlo llorar por nuestra culpa.

El alfa menor llevó una de sus manos hacia su pecho. El omega había llorado tan amargamente no sólo por el hecho de saber que Jimin no le hablaría, sino también porque estaba consciente que el omega iba a sufrir al saber la verdad.

—Y-yo... —Murmuró con sus ojos llorosos el pálido—. No pu-puedo...

—¿No puedes qué, Yoongi? —susurró confundido.

—Corremos el riesgo de ser echados de la academia —intentó excusarse—. Jimin me besó...

Todo esto es tan repentino y apresurado, y justamente por eso quiero disfrutarlo aunque sea un poco más.

Nunca había sentido algo similar en su vida. Literalmente, su lobo se había puesto como loco desde el primer instante que vio a ese hermoso omega de mejillas regordeta. Esos ojitos brillosos llenos de inocencia, sus carnosos belfos pidiendo ser besados, y esa sonrisa que hacía esconder sus preciosos ojos.

—Yoongi...

—Hoseok, por favor —Juntó sus manos a modo de suplica—. Sólo una semana, te lo suplico.

Hoseok bufó frustrado. No quería que el lindo omega al que había besado unas horas atrás siguiera llorando, pero tampoco quería ver a su hermano sufriendo.

—Todo este tiempo hemos estado complicando las cosas, Yoonnie —le dijo con la mayor ternura posible, intentando que el otro entrara en razón—. Taehyung se lo tomó un poco bien, pero no creo que sea el caso de Jimin —se acercó al mayor, posando una de sus manos sobre los hombros de este—. Ya te dije que Jimin no soporta que nadie le mienta, y eso tiene que ver con los alfas.

Yoongi estaba al borde del colapso debido a no saber qué decisión tomar. Quería seguir en la academia no sólo por su madre, sino también por Jimin.

—Tenemos que irnos de aquí —habló con voz dura Hoseok.

—¿Qué?

—Yoongi —bufó ahora un poco enojado—. ¿Estás consciente de que manera entramos aquí, no? —lo miró a los ojos—. Sé que nuestro propósito no es graduarnos de aquí para salir y buscar un trabajo que tenga que ver con la composición o el baile, porque es obvio que tendríamos que seguir con la farza de ser omegas. Además sería más complicado esconderlo debido a nuestro apellido. Al menos aquí, es privado.

—No quiero dejar a mi omega, Hobi —confesó con los ojos llorosos—. Ni siquiera hemos hablado de Nuestros sentimientos, y...

—¡Ya basta, Min Yoongi! —El alfa zarandeo al pálido—. ¿Cuáles sentimientos? —resopló–. Eres demasiado enamoradizo, hermano. ¿Y si Jimin no siente nada ti?

—Me besó —dijo mordiéndose el labio inferior.

Hoseok sintió su pecho arder ante las palabras que tenía trabadas en su garganta. No quería herir a su hermano, pero tenía que darle a conocer las cosas que él no veía sólo por estar en el mundo de las ilusiones y sueños. Yoongi era como un gatito grande y tierno que necesitaba de cuidados aunque intentara esconderlo con la actitud un poco gruñona que poseía.

—¿No te parece extraño que Jimin viniera a besarte después de vernos a Tae y a mí cuando ante sus ojos aún somos omegas? —miró los ojos confusos de Yoongi, así que intentó ser un poco más claro—. Yoongi, tal vez Jimin sólo lo hizo por curiosidad de saber que se sentía besar a otro omega.

Yoongi sintió como si alguien golpeara duramente su sensible corazón. Le dolía tanto porque en el fondo sabía que lo que decía su hermano era lo más lógico. Jimin jamás había demostrado interés en él desde se conocieron, pero sorpresivamente, lo había besado justo después de ver a dos omegas besándose.

No podía evitar ilusionarse, no cuando cada vez que veía al pequeño su corazón se aceleraba y su lobo aúlla a gustoso.

Es nuestro predestinado, Yoongi.

Su lobo había dicho esas palabras con amargura. Él también sentía dolor por saber que posiblemente su omega no le correspondería.

Yo sé que él nos querrá.

Y por primera vez en toda su vida, Yoongi escuchó la inseguridad en su lobo.

—Yoon...

—Quiero estar solo —soltó con tono frío.

—Pe-pero...

Hoseok veía como el aura de Yoongi había cambiado completamente de una cálida y feliz a una fría y tosca.

—Dije que quiero estar solo —caminó con indiferencia hasta llegar a su cama para acostarse hecho un ovillo.

El menor salió de la habitación con un nudo en la garganta desesperándole. Pero antes de cerrar la puerta, respiró profundamente, tal vez se arrepentiría después, pero al menos podría hacer feliz a su hermano aunque sea por un instante.

—Sólo una semana, hyung —dijo, cerrando la puerta. 



...



—¿Qué es esto? —preguntó un omega rechonchito que estaba sentado detrás del escritorio de su alfa.

—Son los papeles de la academia —respondió el beta, llevando una fila de papeles perfectamente ordenados en carpetas color beige—. Son para el señor Kim Sejin. El director Kim Namjoon mandó a pedir una disculpa por el retraso que tuvo al mandarlas.

—Ponlas aquí —señaló la esquina del escritorio—. Le diré a mi alfa cuando llegue.

—Gracias, señor Sihyuk —hizo una venia antes de salir.

El omega se encontraba demasiado aburrido dentro de esa desesperante oficina esperando a que su alfa saliera de una importante reunión, por lo que un poco curioso comenzó a revisar los papeles uno por uno durante muchos minutos, hasta que llegó a dos papeletas que le interesaron mucho.

—¿Min?, ¿De los Min que vienen de Daegu? —se cuestionó así mismo, viendo la foto de dos chicos parecidos a su vieja amiga: Min Chae Rin.

Según recordaba, Chae Rin se había comunicado con él unos años después de salirse del colegio, explicándole que había quedado embarazada, por ende, tuvo que ser marcada por su alfa e irse con él para Seúl.

Cuando él terminó la universidad, se enteró de que su amiga se había convertido en una gran rapera por ocio, pero bailarina y pianista por vocación, culminando sus estudios en la gran academia de artes de Seúl, la que ahora, le pertenecía en cierta parte al haberse emparejado con el dueño de dicha academia. Pero había algo extraño, su amiga le había contado que sólo había tenido a dos alfas, y poco después —gracias a la prensa— se enteró de que había tenido a un omega poco antes de morir.

Porque presentía que...

—¡Estos papeles son falsos! —chilló, después de buscar información en internet, comparando las fotos tamaño cédula de los papeles con las que salían en su pantalla. 

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