Capitulo 1: Las cosas cambian

Antes de empezar quiero aclarar que los personajes no son de mi propiedad, pertenecen a J.K Rowling.

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{14:30 horas, 11 de septiembre de 2554 (calendario militar)/ Nueva albany/ Draco 3}

(T/N) se encontraba abriéndose paso a través de la sala legislativa cuando fue interceptado por varios soldados rebeldes los cuales golpearon a (T/N) para luego llevarlo hasta el balcón presidencial en el cual fue entregado a Ingridson la cual era la líder a cargo de la operación rebelde en Draco 3.

Ingridson mantuvo a (T/N) como rehén durante un tiempo hasta que uno de los compañeros de (T/N), Michael Crespo llegó al balcón y trato de hacer que está se rindiera. Desgraciadamente este acto heroico tuvo el efecto contrario ya que Ingridson mato al ODST de un solo disparo a la cabeza.

Con la ira fluyendo por todo su cuerpo Michael asesino a Ingridson dando así fin a la ya prolongada confrontación.

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(T/N) despertó de golpe y debido a esto se sentía algo desorientado, con cuidado observo un poco el lugar y a los pocos segundos se levantó de golpe.

Una vez de pie (T/N) comenzó a moverse por el lugar sin un rumbo fijo. Mientras más avanzaba y veía más preguntas llegaban a su cabeza pues era consiente de su muerte y por lo tanto se le hacía raro estar en lo que parecía una muy antigua estación de trenes y lo mas curioso era que todo era de un color muy blanco.

Durante su camino pudo oír levemente una voz femenina diciendo su nombre. Esto detuvo el caminar de (T/N) para que luego este buscará con la mirada de dónde provenía aquella voz.

A cada segundo aquella voz se oía más cerca haciendo que (T/N) se pusiera en guardia y se prepara mentalmente para cualquier cosa.

-¿Dónde mierda estoy? ¿Que es esa voz?.- pensó (T/N) con seriedad y confusión.

De pronto una mano se poso en el hombro de (T/N) haciendo que este se diera la vuelta, frente a el ya hacía la silueta de una mujer la cual estaba totalmente cubierta por una gabardina con capucha negra.

A pesar de sus intentos (T/N) no logro verle la cara además de que retrocedió 2 pasos de manera inconsciente. El no sabía por qué pero la presencia de aquella mujer le hacía sentir un poco de miedo.

-No debes temerme (T/N), no voy a hacerte daño.- dijo la mujer con un tono de voz bastante tranquilo.

(T/N) no respondió debido a que simplemente no sabía cómo reaccionar, tratando de calmarse, (T/N) formulo las primeras preguntas que pudo.

-¿Quien eres? ¿Cómo sabes mi nombre?.- pregunto (T/N) serio y con la guardia en alto.

-Tengo muchos nombres pero tu y los tuyos me conocen como la muerte, yo soy la muerte y por ende se tu nombre.- dijo la muerte aún con tranquilidad.

(T/N) no dijo nada pues quedo mudo de la impresión, le gustaría que fuera una broma pero gracias a lo poco que había visto sabía que no era ninguna broma.

-¿Entonces esto es la entrada al cielo o el infierno?.- pregunto (T/N) serio y un poco curioso.

Ante la pregunta de (T/N), la mujer se rió un poco para luego volver a hablar.

-Me temo que no, estas aquí por qué yo en persona te traje. Necesito tu ayuda para algo.- dijo la muerte ahora con un tono de seriedad.

Esas palabras confundieron un poco a (T/N) y también lo lleno de sorpresa pero no lo demostró en cambio una expresión sería dominaba su rostro.

-¿Para que?.- dijo (T/N) serio.

-Una de las realidades que tenía bajo mi control sucumbió de manera horrible, mucha gente perdió la vida. Las cosas no deben ser así y por ende quiero enviarte ahí para que cambies las cosas.- dijo la muerte sería.

-¿Que paso exactamente? Quizá pueda ayudar si me dices que paso exactamente.- dijo (T/N) serio.

-Un chico que tuvo mala suerte termino muriendo en el intento de detener a la mayor amenaza de su mundo.- dijo la muerte seria.

(T/N) volvió a quedar en silencio por un momento ya que estaba analizando la situación, cuando estuvo listo volvió a hablar.

-Si acepto ayudarte ¿Me darás algo de ayuda? Y ¿Que pasa si me niego a ayudarte?.-pregunto (T/N) serio.

-No pasa nada si no quieres, en ese caso te mandaré al cielo y buscaré a alguien más, ahora, si me ayudas te permitiré conservar tu armadura y tus armas, solo te daré eso. El resto de las herramientas las conseguirás después. Entonces ¿Que vas a hacer?.- dijo la muerte sería.

De nueva cuenta (T/N) se quedó callado, necesitaba meditarlo bien pues desconocía a lo que se enfrentaba aunque por otro lado la idea de volver a vivir lo tenía tentado.

Los minutos pasaban y la muerte comenzaba a aburrirse por lo que decidió interrogar a (T/N) una última vez.

-El tiempo se acaba querido, necesito una respuesta ya.- dijo la muerte aún más seria que antes.

Al oír las palabras de la muerte (T/N) cerro los ojos por unos segundos para luego abrirlos y con total confianza dió su respuesta.

-Esta bien, te ayudaré pero me gustaría tener un poco de información antes de que me envíes.- dijo (T/N) serio.

-Tu tranquilo, te la daré en cuanto re nascas y te agradezco mucho el que hayas aceptado ayudarme, verás que no te arrepentirás.- dijo la muerte con aparente felicidad.

-Antes de irme, me gustaría ver tu rostro.- dijo (T/N) con algo de curiosidad.

Ante eso la muerte soltó una pequeña risa y luego se retiró la capucha dejando a la vista un rostro con rasgos muy finos, pelo negro y unos ojos rojos carmesí.

-Por cierto es más que probable que olvides está conversación así que te deseo suerte.

(T/N) la miro por varios segundos hasta que un brillo rojo lo cegó.

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Habían pasado aproximadamente 10 años desde el día en que los Dursley, sus tíos, lo habían encontrado en su puerta y aún así Privet Drive no había cambiado en nada. El sol se elevaba sobre los mismos jardines, iluminaba el número 4 de latón sobre la puerta de los Dursley y avanzaba hasta el salón, salón donde el señor Dursley había comenzado a percatarse de cosas algo raras hace ya un tiempo, lo único que había cambiado en el lugar eran las fotos en la repisa de la chimenea las cuales eran testimonio del tiempo que había pasado. Diez años antes, había una gran cantidad de retratos de lo que parecía una gran pelota rosada con gorros de diferentes colores, pero Dudley Dursley ya no era un niño pequeño, y en aquel momento las fotos mostraban a un chico grande y rubio montando su primera bicicleta, en un carrusel en la feria, jugando con su padre en el ordenador, besado y abrazado por su madre. Sin embargo la habitación no ofrecía señales de que allí viviera otro niño.

No obstante, (T/N) Potter estaba todavía allí, durmiendo en aquel momento, aunque no por mucho tiempo. Su tía Petunia se había despertado y su voz chillona era el primer ruido del día.

-¡Arriba! ¡A levantarse! ¡Ahora!.- dijo Petunia con molestia.

(T/N) se despertó con un sobresalto. Su tía llamó otra vez a la puerta.

Cómo ya era costumbre (T/N) era levantado de golpe por su tia cosa que lo molestaba bastante pero para su desgracia no podía hacer mucho. Pero, para buena suerte de el ya estaba más que acostumbrado a esto gracias al ejército, así es. Hace exactamente 7 meses (T/N) logro recuperar sus recuerdos de su vida anterior así como una muy pequeña parte de su conversación con la muerte.

-¡Arriba! -chilló de nuevo Petunia con molestia.

(T/N) oyó sus pasos en dirección a la cocina, y después el roce de la sartén contra el fogón. El niño se dio la vuelta y trató de recordar el sueño que había tenido. Había sido bonito. Había una moto que volaba. Tenía la curiosa sensación de que había soñado lo mismo anteriormente.

Su tía volvió a la puerta. -¿Ya estás levantado?.quiso saber.

-Casi. Dame un momento.- respondió ____ un poco molesto.

-Bueno, date prisa, quiero que vigiles el tocino. Y no te atrevas a dejar que se queme. Quiero que todo sea perfecto en el día del cumpleaños de Duddy.

(T/N) refunfuñó.

-¿Qué has dicho?.- preguntó bruscamente su tía desde el otro lado de la puerta.

-Nada, nada...- dijo (T/N) aún molesto.

-Si pudiera les metería una bala por el trasero a los 3.- pensó (T/N) un poco mas enojado.

Antes de cometer un error que le costará caro (T/N) cerro sus ojos por un momento para poder calmarse y entonces centrarse en lo que seguía, lo que es....

El cumpleaños de Dudley... ¿Cómo había podido olvidarlo? (T/N) se levantó lentamente y comenzó a buscar sus calcetines. Encontró un par debajo de la cama y, después de sacar una araña de uno, se los puso. Estaba acostumbrado a las arañas, porque la alacena que había debajo de las escaleras estaba llena de ellas, y allí era donde dormía.

-Estoy harto de las malditas arañas ¿Que mierda hice para merecer esto? ¿Acaso estuvo mal asesinar a tantos terroristas?.- pensó (T/N) enojado y algo confundido.

Cuando estuvo vestido, salió al recibidor y entró en la cocina. La mesa estaba casi cubierta por los regalos de cumpleaños de Dudley. Parecía que éste había conseguido el ordenador nuevo que quería, por no mencionar el segundo televisor y la bicicleta de carreras. La razón exacta por la que Dudley podía querer una bicicleta era un misterio para (T/N), ya que Dudley estaba muy gordo y aborrecía el ejercicio, excepto si conllevaba pegar a alguien, por supuesto. El saco de boxeo favorito de Dudley era (T/N), pero no podía atraparlo muy a menudo además de que en más de una ocasión las cosas terminan mal y era (T/N) el que lograba darle una paliza.

Tal vez tenía algo que ver con eso de vivir en una oscura alacena pero a pesar de eso (T/N) había sido siempre algo fuerte y un poco bajo para su edad. Además, parecía más pequeño y delgado de lo que realmente era, porque toda la ropa que llevaba eran prendas viejas de Dudley, y su primo era cuatro veces más grande que él. (T/N) tenía el rostro delgado, rodillas fuertes, pelo negro y ojos de color verde brillante.

Una de las cosas que a (T/N) le gustaban de su nueva apariencia era aquella pequeña cicatriz en la frente, con la forma de un relámpago. Que él supiera, la tenía desde siempre, y lo primero que recordaba haber preguntado a su tía Petunia era cómo se la había hecho.

Pequeño flashback

-En el accidente de coche donde tus padres murieron -había dicho-. Y no hagas preguntas.

«No hagas preguntas »: ésa era la primera regla que se debía observar si se quería vivir una vida tranquila con los Dursley.

Fin Flashback

Tío Vernon entró en la cocina cuando (T/N) estaba dando la vuelta al tocino.

-¡Péinate! -bramó Vernon como saludo matinal.

Una vez por semana, el tio Vernon miraba por encima de su periódico y gritaba que (T/N( necesitaba un corte de pelo. A (T/N) le habían cortado más veces el pelo que a todos los niños de su clase juntos, pero no servía para nada, pues su pelo seguía creciendo de aquella manera, por todos lados.

(T/N) estaba friendo los huevos cuando Dudley llegó a la cocina con su madre. Dudley se parecía mucho a tío Vernon. Tenía la cara grande y rosada, poco cuello, ojos pequeños de un tono azul acuoso, y abundante pelo rubio que cubría su gruesa cabeza. Tia Petunia decía a menudo que Dudley parecía un angelito. (T/N) decía menudo que Dudley parecía un cerdo con peluca y tendía a pensar que quizá era más pesados que los brutes que había derribado en su anterior vida.

(T/N) puso sobre la mesa los platos con huevos y tocino, lo que era difícil porque había poco espacio. Entretanto, Dudley contaba sus regalos hasta que su cara se ensombreció.

-Treinta y seis -dijo, mirando a su madre y a su padre-. Dos menos que el año pasado.- dijo Dursley molesto.

-Querido, no has contado el regalo de tía Marge. Mira, está debajo de este grande de mama y papá.- dijo Petunia un poco nerviosa tratando de calmar a su hijo.

-Muy bien, treinta y siete entonces.- dijo Dudley enojado a la vez que se ponía rojo.

(T/N), que podía ver venir un gran berrinche de Dudley, comenzó a comerse el huevo con tocino lo más rápido posible, por si volcaba la mesa.

Tia Petunia también sintió el peligro, por lo que rápidamente dijo:

-Y vamos a comprarte dos regalos más cuando salgamos hoy. ¿Qué te parece, pichoncito? Dos regalos más. ¿Está todo bien?.- dijo Petunia aún nerviosa mientras veía a su hijo con una sonrisa.

Dudley pensó durante un momento. Parecía un trabajo difícil para él. Por último, dijo lentamente:

-Entonces tendré treinta y... treinta y....

-Treinta y nueve, dulzura -dijo tia Petunia un poco más calmada.

-Oh. -Dudley se dejó caer pesadamente en su silla y cogió el regalo más cercano.

Tío Vernon rió entre dientes.

-El pequeño pillastre quiere que le den lo que vale, igual que su padre. ¡Bravo, Dudley! -dijo Vernon orgulloso y luego revolvió el pelo de su hijo.

En aquel momento sonó el teléfono y tía Petunia fue a contestar, mientras (T/N) y tío Vernon miraban a Dudley, que estaba desembalando la bicicleta de carreras, la videocámara, el avión con control remoto, dieciséis juegos nuevos para el ordenador y un vídeo. Estaba rompiendo el envoltorio de un reloj de oro cuando tia Petunia volvió, enfadada y preocupada a la vez.

-Malas noticias, Vernon. La señora Figg se ha fracturado una pierna. No puede cuidarlo.- dijo Petunia enojada y luego giro la cabeza en dirección a (T/N).

La boca de Dudley se abrió con horror, pero el corazón de (T/N) dio un salto. Cada año, el día del cumpleaños de Dudley, sus padres lo llevaban con un amigo a pasar el día a un parque de atracciones, a comer hamburguesas o al cine. Cada año, (T/N) se quedaba con la señora Figg, una anciana loca que vivía a dos manzanas. (T/N) no podía soportar ir allí. Toda la casa olía a repollo y la señora Figg le hacía mirar las fotos de todos los gatos que había tenido pero no todo era malo ya que durante esos días (T/N) había descubierto que podía, de alguna forma hacer uso de sus armas y armadura de cuando era un ODST al servicio de la UNSC.

-¿Y ahora qué hacemos? -preguntó Petunia enojada y mirando con ira a (T/N), como si él lo hubiera planeado todo.

(T/N) sabía que debería sentir pena por la pierna de la señora Figg, pero no era fácil cuando recordaba que pasaría un año antes de tener que ver otra vez a Tibbles, Snowy, el señor Paws o Tufty.

-Podemos llamar a Marge -sugirió tio Vernon tranquilamente.

-No seas tonto, Vernon, ella no aguanta al chico.- dijo Petunia bastante enojada.

Los Dursley hablaban a menudo sobre (T/N) de aquella manera, como si no estuviera allí, o más bien como si pensaran que era tan tonto que no podía entenderlos, algo así como un gusano y cada ves que eso pasaba (T/N) solo los veía con enojo y con ganas de darles una paliza.

-¿Y qué me dices de tu amiga... cómo se llama... Yvonne?.- pregunto tío Vernon un poco molesto.

-Está de vacaciones en Mallorca.- respondió enfadada tía Petunia.

-Pueden dejarme aquí, así vamos a estar todos contentos.- dijo (T/N) un poco calmado.

Con algo de suerte (T/N) podría ver lo que quisiera en la televisión, para variar, y tal vez incluso hasta jugaría con el ordenador de Dudley. Tia Petunia lo miró como si se hubiera tragado un limón.

-¿Y volver y encontrar la casa en ruinas? -rezongó Petunia enojada

-Supongo que podemos llevarlo al zoológico...y dejarlo en el coche.- dijo Tía Petunia seria y en voz baja la última parte.

-El coche es nuevo, no se quedará allí solo.- dijo Vernon enojado y en voz baja.

Dudley comenzó a llorar a gritos. En realidad no lloraba, hacía años que no lloraba de verdad, pero sabía que, si retorcia la cara y gritaba, su madre le daría cualquier cosa que quisiera.

-¡Mi pequeñito Dudley, no llores, mamá no dejará que él te estropee tu día especial!.- exclamó Petunia un poco seria a la vez que lo abrazaba.

-¡Yo... no... quiero... que... él venga ¡Siempre lo estropea todo!.- dijo Dursley fingiendo enojo y llanto.

Mientras era consolado por su madre le hizo una mueca burlona a (T/N) desde los brazos de su madre. Justo entonces, sonó el timbre de la puerta.

-¡Maldito insecto! Un día te pateare tan fuerte que seguro volaras sobre varias calles.-pensó (T/N) molesto.

-¡Oh, Dios, ya están aquí! -dijo tía Petunia en tono desesperado, y, un momento más tarde, el mejor amigo de Dudley, Piers Polkiss, entró con su madre.

Piers era un chico flacucho con cara de rata. Era el que, habitualmente, sujetaba los brazos de los chicos detrás de la espalda mientras Dudley les pegaba. Dudley suspendió su fingido llanto de inmediato.

Media hora más tarde, (T/N), que no podía creer su suerte, estaba sentado en la parte de atrás del coche de los Dursley, junto con Piers y Dudley, camino al zoológico por primera vez en su vida. A sus tíos no se les había ocurrido una idea mejor, pero antes de salir tío Vernon se llevó aparte a (T/N).

-Te lo advierto -dijo, acercando su rostro grande y rojo al de (T/N)-. Te estoy avisando ahora, chico: cualquier cosa rara, lo que sea, y te quedarás en la alacena hasta Navidad.- dijo Vernon serio y enojado.

-No voy a hacer nada, en serio.- dijo (T/N) serio.

Pero tío Vernon no le creía. Nadie lo hacía.

El problema era que, a menudo, ocurrían cosas extrañas cerca de (T/N) y no servia de nada decirles a los Dursley que él no las causaba.

En una ocasión, tía Petunia, cansada de que (T/N) volviera de la peluquería como si no hubiera ido, tomo unas tijeras de la cocina y le cortó el pelo casi al rape, exceptuando el flequillo, que le dejó «para ocultar la horrible cicatriz». Dudley se rió como un tonto, burlándose de (T/N), que pasó la noche sin dormir imaginando lo que sucedería en la escuela al día siguiente, donde ya se reían de su ropa holgada. Sin embargo, a la mañana siguiente, descubrió al levantarse que su pelo estaba exactamente igual que antes de que su tía lo cortara. Como castigo, lo encerraron en la alacena durante una semana, aunque intentó decirles que no podía explicar cómo había vuelto a crecerle tan deprisa.

Otra vez, tía Petunia había tratado de meterlo dentro de un repugnante jersey viejo de Dudley (marrón, con manchas naranjas). Cuanto más intentaba pasárselo por la cabeza, más pequeña se volvía la prenda, hasta que finalmente le habría sentado como un guante a una muñeca, pero no a (T/N). Tía Petunia creyó que debía de haberse encogido al lavarlo y, para su gran alivio, (T/N) no fue castigado.

Por otra parte, había tenido un problema terrible cuando lo encontraron en el tejado de la cocina de la escuela. El grupo de Dudley lo perseguía como de costumbre cuando, para sorpresa tanto de (T/N) como de los demás, se encontró sentado en la chimenea. Los Dursley recibieron una carta amenazadora de la directora, diciéndoles que (T/N) andaba trepando por los edificios de la escuela. Sin embargo, lo único que trataba de hacer (como le gritó a tío Vernon a través de la puerta cerrada de la alacena) era saltar los grandes cubos que estaban detrás de la puerta de la cocina. (T/N) suponía que el viento lo había levantado en medio de su salto.

Pero aquel día nada iba a salir mal. Incluso estaba bien pasar el día con Dudley y Piers si eso significaba no tener que estar en la escuela, en su alacena o en el salón de la señora Figg, con su olor a repollo.

Mientras conducía, tio Vernon se quejaba a tía Petunia. Le gustaba quejarse de muchas cosas: compañeros de trabajo, (T/N), el ayuntamiento,(T/N), el banco y (T/N) eran algunos de sus temas favoritos.

Aquella mañana les tocó a los motoristas.

-...haciendo ruido como locos esos gamberros -dijo Vernon molesto mientras una moto los adelantaba.

-He tenido un sueño sobre una moto. Estaba volando.- dijo (T/N) tranquilamente a la vez que se acordaba de pronto.

Tío Vernon casi chocó con el coche que iba delante del suyo. Se dio la vuelta en el asiento y le gritó a (T/N):

-¡LAS MOTOS NO VUELAN!.- dijo Vernon enojado y Su rostro era como una gigantesca remolacha con bigote.

Dudley y Piers se rieron disimuladamente.

-Ya sé que no vuelan. Ha sido solo un sueño, y por si no sabían estos no suelen tener sentido.-dijo (T/N) algo enojado.

Pero deseó no haber dicho nada. Si había algo que desagradaba a los Dursley aún más que las preguntas que (T/N) hacía, era que hablara de cualquier cosa que no se desarrollara de la forma adecuada, ya fuera un sueño o un dibujo animado; parecían pensar que podía llegar a tener ideas peligrosas.

Era un sábado muy soleado y el zoológico estaba repleto de familias. Los Dursley compraron a Dudley y a Piers unos grandes helados de chocolate en la entrada, y luego, cuando la sonriente señora del puesto le preguntó a (T/N) qué quería antes de que pudieran alejarse, le compraron una bola de limón barato. Aquello tampoco estaba mal, pensó (T/N), comiéndolo mientras observaban a un gorila que se rascaba la cabeza y se parecía notablemente a Dudley, salvo que no era rubio.

Fue la mejor mañana que (T/N) había pasado en mucho tiempo. Tuvo cuidado de andar un poco alejado de los Dursley, para que Dudley y Piers, que comenzaban a aburrirse de los animales cuando se acercaba la hora de comer, no empezaran a practicar su deporte favorito, que era pegarle a él. Comieron en el restaurante del zoológico, y cuando Dudley tuvo una rabieta porque su bocadillo no era lo suficientemente grande, tio Vernon le compró otro y (T/N) tuvo permiso para terminarse el primero.

Más tarde, (T/N) pensó que debía haber sabido que aquello era demasiado bueno para durar.

Después de comer fueron a ver los reptiles. Estaba oscuro y hacía frío, y había vidrieras iluminadas a lo largo de las paredes. Detrás de los vidrios, toda clase de serpientes y lagartos se arrastraban y se deslizaban por las piedras y los troncos. Dudley y Piers querían ver las gigantescas cobras venenosas y las gruesas pitones que estrujaban a los hombres. Dudley encontró rápidamente la serpiente más grande. Podía haber envuelto el coche de tío Vernon y haberlo aplastado como si fuera una lata, pero en aquel momento no parecía tener ganas. En realidad, estaba profundamente dormida.

Dudley permaneció con la nariz apretada contra el vidrio, contemplando la brillante espiral marrón.

-Haz que se mueva.- le exigió Dursley molesto a su padre.

Tio Vernon golpeó el vidrio, pero la serpiente no se movió.

-Hazlo de nuevo.-ordenó Dudley aún enojado.

Tio Vernon golpeó con los nudillos, pero el animal siguió dormitando.

-Esto es aburrido.-se quejó Dudley, y se alejó arrastrando los pies.

(T/N) se movió frente al vidrio y miró intensamente a la serpiente. Si él hubiera estado allí dentro, sin duda se habría muerto de aburrimiento, sin ninguna compañía, salvo la de gente estúpida golpeando el vidrio y molestando todo el día. Era peor que tener por dormitorio una alacena donde la única visitante era tía Petunia, llamando a la puerta para despertarlo: al menos, él podía recorrer el resto de la casa.

De pronto, la serpiente abrió sus ojillos, pequeños y brillantes como cuentas. Lenta, muy lentamente, levantó la cabeza hasta que sus ojos estuvieron al nivel de los de (T/N) y guiñó un ojo.

(T/N) la miró fijamente. Luego echó un vistazo a su alrededor para averiguar si alguien lo observaba. Nadie le prestaba atención. Miró de nuevo a la serpiente y también le guiñó un ojo.

La serpiente torció la cabeza hacia tío Vernon y Dudley, y luego levantó los ojos hacia el techo. Dirigió a (T/N) una mirada que decía a las claras: «Esto me pasa constantemente.>>

-Lo sé. Debe de ser realmente molesto.-murmuró (T/N) a través del vidrio, aunque no estaba seguro de que la serpiente pudiera oírlo.

La serpiente asintió vigorosamente.

-A propósito, ¿de dónde vienes? - preguntó (T/N) curioso.

La serpiente levantó la cola hacia el pequeño cartel que había cerca del vidrio. (T/N) miró con curiosidad.

«Boa constrictor, Brasil.>>

-¿Era un bonito lugar?.- pregunto (T/N) un poco más curioso.

La boa constrictor volvió a señalar con la cola y (T/N) leyó:

«Este espécimen fue criado en el zoológico.>>

-Oh, ya veo. Entonces, ¿nunca has estado en Brasil?.- pregunto (T/N) ahora un poco más calmado.

Mientras la serpiente negaba con la cabeza, un grito ensordecedor detrás de (T/N) los hizo saltar.

-¡DUDLEY! ¡SEÑOR DURSLEY! ¡VENGAN A VER ESTA SERPIENTE! ¡NO VAN A CREER LO QUE ESTÁ HACIENDO!.-grito Piers emocionado.

Dudley se acercó contoneándose, lo más rápido que pudo.

-Quita de en medio.- dijo un poco molesto a la vez que golpeaba a (T/N) en las costillas.

Cogido por sorpresa, (T/N) cayó al suelo de cemento. Lo que sucedió a continuación fue tan rápido que nadie supo cómo había pasado: Piers y Dudley estaban inclinados cerca del vidrio, y al instante siguiente saltaron hacia atrás aullando de terror.

(T/N) se incorporó y se quedó boquiabierto: el vidrio que cerraba el cubículo de la boa constrictor había desaparecido. La descomunal serpiente se había desenrollado rápidamente y en aquel momento se arrastraba por el suelo. Las personas que estaban en la casa de los reptiles gritaban y corrían hacia las salidas.

Mientras la serpiente se deslizaba ante él, (T/N) habría podido jurar que una voz baja y sibilante decía:

-Brasil, allá voy... Graciasss, amigo.

El encargado de los reptiles se encontraba totalmente conmocionado.

-Pero... ¿y el vidrio? ¿Dónde está el vidrio?.- dijo el hombre sorprendido y confundido.

....

.....

El director del zoológico en persona preparó una taza de té fuerte y dulce para tía Petunia mientras se disculpaba una y otra vez. Piers y Dudley no dejaban de quejarse. Por lo que (T/N) había visto, la serpiente no había hecho más que darles un golpe juguetón en los pies.

Antes de que alguno de los presentes pudiera decir algo más la puerta se abrió de golpe y por ella entraron 3 individuos que dejaron rápidamente fuera de combate al guardia,

Aunque bastante nervioso el Señor Vernon trato de dialogar con los asaltantes y como respuesta recibió un fuerte puñetazo en el rostro que lo noqueó, sin perder tiempo uno de los sujetos noqueó a su primo y a su amigo.

Antes de que pudieran tocar a su tía Petunia (T/N) reacciono por lo que llevo su mano hacia la parte trasera de su pantalón y de esta sacó un arma.


Debido a esta acción los ladrones se quedaron viendo a (T/N), al reaccionar primero disparo 3 veces contra los ladrones dejándolos fuera de combate pero manteniendo los vivos.

Una vez que todo termino (T/N) guardo su arma en uno de sus bolsillos y luego giro su vista hacia su tía la cual estaba completamente aterrada por lo que acababa de ver.

Lentamente (T/N) se acercó hasta ella y tras tocar su brazo un poco la miro a los ojos.

-¿Estás bien?.- pregunto (T/N) serio.

Cómo pudo Petunia asintió con la cabeza por lo que fue a revisar a su tío y primo junto a su amigo.

-Los 3 están bien, solo están inconscientes.- dijo (T/N) serio.

30 minutos después

El guardia, el señor Vernon junto a Dudly y Piers recuperaron la conciencia por lo que tras despedirse del guardia salieron del zoológico.

Una vez volvieron al asiento trasero del coche de tío Vernon, Dudley les contó que casi lo había mordido en la pierna, mientras Piers juraba que había intentado estrangularlo. Pero lo peor, para (T/N) al menos, fue cuando Piers se calmó y pudo decir:

-(T/N) le estaba hablando. ¿Verdad, (T/N)?.- dijo Piers un poco sorprendido.

Tío Vernon esperó hasta que llegaron a su hogar y una ves ahí espero a que Piers se marchara a su casa, antes de enfrentarse con (T/N). Estaba tan enfadado que casi no podía hablar.

-Ve... alacena... quédate ahí... no hay comida para ti hoy.- dijo Vernon muy enojado.

logró decir, antes de desplomarse en una silla. Tía Petunia tuvo que servirle una copa de brandy.

Mucho más tarde, (T/N) estaba acostado en su alacena oscura, deseando tener un reloj. No sabía qué hora era y no podía estar seguro de que los Dursley estuvieran dormidos. Hasta que lo estuvieran, no podía arriesgarse a ir a la cocina a buscar algo de comer.

Había vivido con los Dursley casi diez años, diez años desgraciados, hasta donde podía acordarse, desde que era un niño pequeño y sus padres habían muerto en un accidente de coche. No recordaba haber estado en el coche cuando sus padres murieron. Algunas veces, cuando forzaba su memoria durante las largas horas que pasaba en su alacena, tenía una extraña visión, un relámpago cegador de luz verde y un dolor como el de una quemadura en su frente. Aquello debía de ser el choque, suponía, aunque no podía imaginar de dónde procedía la luz verde. Y no recordaba nada de sus padres. Sus tíos nunca hablaban de ellos y, por supuesto, tenía prohibido hacer preguntas. Tampoco había fotos de ellos en la casa.

Cuando era más pequeño, (T/N) soñaba una y otra vez que algún pariente desconocido iba a buscarlo para llevárselo, pero eso nunca sucedió: los Dursley eran su única familia. Sin embargo, a veces pensaba (tal vez era más bien que lo deseaba) que había personas desconocidas que se comportaban como si lo conocieran. Eran desconocidos muy extraños. Un hombrecito con un sombrero violeta lo había saludado cuando estaba de compras con tía Petunia y Dudley. Después de preguntarle con ira si conocía al hombre, tia Petunia se los había llevado de la tienda sin comprar nada. Una anciana con aspecto estrafalario, toda vestida de verde, también lo había saludado alegremente en un autobús. Un hombre calvo, con un abrigo largo, color púrpura, le había estrechado la mano en la calle y se había alejado sin decir una palabra. Lo más raro de toda aquella gente era la forma en que parecían desaparecer en el momento en que (T/N) trataba de acercarse a ellos.

En la escuela, (T/N) no tenía amigos. Todos sabían que el grupo de Dudley odiaba a aquel extraño (T/N) Potter, con su ropa vieja y holgada y sus gafas rotas, y a nadie le gustaba llevar la contraria a la banda de Dudley.

De un momento a otro los pensamientos de (T/N) se vieron interrumpidos debido a la repentina apertura de la puerta de la alacena.

Al girar su vista hacia la puerta pudo ver a su tía Petunia ingresar en la habitación con un plato de comida caliente.

Tras dejar el plato a un lado se sentó en la cama junto a (T/N) para después mirarlo a los ojos.

-Primero quiero darte las gracias por habernos salvado, ahora quiero que me digas ¿De dónde sacaste el arma? También quiero saber ¿Como aprendiste a disparar?.- pregunto Petunia seria.

Por obvias razones (T/N) no podía decirle a su tía que en su vida pasada era un soldado de élite del ejército y que de alguna forma había reencarnado con todos sus recuerdos además de la habilidad seguir usando sus armas y armadura. Así que luego de unos segundos de silencio optó por crear una mentira.

-Pertenece a la señora Figgs, un día mientras dormía me puse a recorrer su casa, en uno de los muebles de la sala encontré el arma y cada ves que iba practicaba con ella. La última vez que fui decidí quedarmela para protegerme de situaciones como la del zoológico.- dijo (T/N) aparentando arrepentimiento.

Petunia quedó muda de la sorpresa por lo que se quedó en silencio durante minuto y medio hasta que finalmente se levantó de la cama y tras darle las gracias una ves más se dispuso a salir de la alacena pero antes de cruzar la puerta (T/N) hablo.

-Escucha tía, no se por que no quieres hablarme de mis padres o de mi cicatriz pero te voy a pedir de favor que no me juzgues por lo que ellos hicieron mientras estaban vivos, si no por lo que yo soy en estos momentos.- dijo (T/N) serio.

Con un leve asentimiento de cabeza Petunia se fue del lugar tras haber cerrado la puerta.

Fin del capitulo 1

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