En el laboratorio, el profesor está nervioso. Ha desaparecido su investigación, su tesoro. Piensa averiguar donde está sprigatito pase lo que pase. No se puede permitir algo así, caería su reputación como director y también su dinero. Era imposible. ¿Cómo podía haber escapado?

-Profesor- Dijo un hombre trajeado, aparentemente un empresario que llevaba un maletín con un símbolo de pokeball.-

-Ah, hola, me alegro de que haya venido desde pueblo mestura hasta aquí para ayudarme.-

-El placer es mío.- Le respondió con una sonrisa, mientras cerraba la puerta por la que acababa de entrar.-

-¿Cree que conseguirá analizar los datos suficientes para poder encontrar a Sprigatito, o mejor llamémoslo [S] , y poder estudiarlo?- Le dijo el profesor con una mirada desafiante mientras se colocaba las gafas.-

-Por supuesto. Soy de los mejores científicos de la asociación de profesionales del estudio pokemon, además de un excelente empresario.- Le respondió mientras se subía la corbata con un estilo profesional.-

-Perfecto. Puede venir siempre que quiera. Le pagaré tanto si encuentra sprigatito como si no, pero tenga en cuenta de que la recompensa si no lo consigue será mucho menor.

-Conozco esta zona. Y conozco a los pokemon. Su sprigatito está en buenas manos. Además, será una experiencia maravillosa para mí. Gracias por confiar en nuestra empresa.-

-Gracias a usted. Por favor, dígame en que se basa para encontrar mi pokemon.-

-Estos son mis datos......---

Los dos estuvieron sumidos en una charla cordial, sin perder modales. El invitado daba explicaciones largas y con muchos detalles, mientras el director se ponía cada vez más nervioso. Quería que aquel invitado se dejase de explicaciones y fuese a lo que el quería: Donde estaba su pokemon, su investigación, su dinero.

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El día se acababa. Quedaba poco para la noche absoluta. Pero Lira no podía dormir, a pesar de que sprigatito estaba profundamente dormido, hecho un ovillo encima del lecho de musgo.

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